En el cine reina el descontento
Nos quedamos a la cola de Europa en cuanto a defensa de nuestra cultura se refiere. ?Para qu¨¦ ese empe?o en perjudicar al cine independiente?
Hay miedos instintivos en el ser humano, aquellos que nos ponen en alerta: la amenaza de un ser extra?o, la oscuridad, el vac¨ªo, el sentirse perdido. Estos miedos que nos unen a nuestra especie primitiva se ven aderezados con otros particulares de cada ¨¦poca. En un mundo globalizado, en el que las grandes multinacionales han conseguido que todas nuestras ciudades se parezcan, tenemos miedo a que las particularidades culturales se diluyan. En los centros urbanos, las franquicias han sustituido al comercio que nos defin¨ªa; en los suburbios, las grandes moles comerciales sustituyen a menudo a los...
Hay miedos instintivos en el ser humano, aquellos que nos ponen en alerta: la amenaza de un ser extra?o, la oscuridad, el vac¨ªo, el sentirse perdido. Estos miedos que nos unen a nuestra especie primitiva se ven aderezados con otros particulares de cada ¨¦poca. En un mundo globalizado, en el que las grandes multinacionales han conseguido que todas nuestras ciudades se parezcan, tenemos miedo a que las particularidades culturales se diluyan. En los centros urbanos, las franquicias han sustituido al comercio que nos defin¨ªa; en los suburbios, las grandes moles comerciales sustituyen a menudo a los parques. Este panorama desestructura la urdimbre social que es necesaria para que nos sintamos protegidos. Volvemos al miedo primitivo: no queremos ser seres desamparados, necesitamos sentir el aliento de la vecindad. Luego nos indignamos cuando en las elecciones se revelan tendencias antidemocr¨¢ticas que no esper¨¢bamos. Pero es que tambi¨¦n ha desaparecido en gran parte esa prensa local que daba cuenta de la letra peque?a de la convivencia. La cultura lucha contra esa tendencia uniformizadora: si el alma del ser humano es la misma aqu¨ª como en Rusia, son los condicionantes pol¨ªticos y sociales, el paisaje, la temperatura y la historia lo que genera diferencias. Leer nos acerca el mundo de otros, casi m¨¢s que viajar, porque del papel surgen las voces y el sentir de los habitantes. En la lectura no somos turistas sino ciudadanos. De la misma manera ocurre en el cine, podemos imitar la mezcla de acci¨®n y violencia del mundo americano, la gesticulaci¨®n propia de ellos, podemos contagiarnos de sus di¨¢logos, de su manera de entender la familia o el dinero, pero es una forma de aceptar una colonizaci¨®n cultural. Espa?a necesita quien la cuente. El ejemplo de Alcarr¨¤s es elocuente. Aquello que podr¨ªa parecer local de pronto es entendido y premiado fuera de su paisaje. Esta semana se aprob¨® en el Congreso una Ley Audiovisual que perjudica a esas producciones independientes por las que apuesta Europa para que nuestro mundo no se vea devorado por las tendencias que marcan las grandes plataformas. Un giro ins¨®lito en la ley, una enmienda de ¨²ltima hora que se carga la discreta excepcionalidad con la que en Espa?a contaban las pel¨ªculas peque?as, pone en peligro futuras historias que nos definan, puestos de trabajo de productoras que esforzadamente sacan adelante proyectos hechos con talento y coraz¨®n. La ley se ha aprobado de mala manera, con una abrumadora abstenci¨®n, trat¨¢ndose de un debate esencial para el futuro de nuestro cine.
Nos quedamos a la cola de Europa en cuanto a defensa de nuestra cultura se refiere, y no es banal que este sector se sienta traicionado. Se?oras y se?ores del Gobierno, a los trabajadores del cine se les acusa tantas veces de vivir de las subvenciones, de pijoprogres, de propagandistas del PSOE, de vivir del cuento a cuenta de sus ideas pol¨ªticas, que resulta tragic¨®mico que esta ley se apruebe por un ejecutivo socialista, m¨¢s a¨²n observando las expectativas de voto que auguran una posible coalici¨®n de las derechas. De nada han valido las protestas de los productores independientes frente al Congreso ni el descontento masivo de los trabajadores del cine. El ministro de Cultura afirm¨® desde Cannes que esta ley no mejora ni empeora. ?Para qu¨¦ entonces ese empe?o en perjudicar al cine independiente? Muchas han de haber sido las presiones desde las grandes plataformas audiovisuales para que un gobierno que dice sentirse tan cercano a la cultura le ponga semejante zancadilla. Son miles los puestos de trabajo en peligro, pero tambi¨¦n, no lo olvidemos, la posibilidad de que nuestro pa¨ªs cree una ficci¨®n que lo defina, que lo retrate, que deje constancia de su realidad social y del lenguaje corporal y verbal con el que nos expresamos. La cultura no solo es una inversi¨®n econ¨®mica, tambi¨¦n es un ancla a la que aferrarnos para no perdernos en un mundo amenazadoramente id¨¦ntico.
He trabajado durante m¨¢s de un mes en una pel¨ªcula. He estado rodeada de trabajadores que realizan un oficio esforzado, que ponen en ¨¦l talento y amor propio. Los he observado de cerca, con inter¨¦s y admiraci¨®n, y m¨¢s que nunca siento desprecio por aquellos que desprecian la valent¨ªa que supone hacer una pel¨ªcula, contar una historia. El pecado de Espa?a no es la envidia sino el desprecio, dec¨ªa Fern¨¢n G¨®mez. El Gobierno no puede avalar ese secular desd¨¦n. No s¨¦ si algo se puede hacer ya, tal vez la batalla est¨¦ perdida, pero el descontento ha de ser clamoroso.