Mick Jagger y Keith Richards, 60 a?os fluctuando entre el amor y el odio
La capacidad de resiliencia de la pareja en los momentos cr¨ªticos es la clave de la longevidad de los Rolling Stones, que hoy act¨²an en el estadio Metropolitano de Madrid
Al peor momento de las relaciones entre los dos jefes de The Rolling Stones, Keith Richards lo define en su libro Vida de la siguiente manera: ¡°Ah¨ª fue cuando estall¨® la III Guerra Mundial¡±. Era 1986 y el grupo acababa de entregar el irregular Dirty Work. Richards quer¨ªa defenderlo en directo, poner la m¨¢quina en marcha. Hab¨ªan pasado cuatro a?os desde la ¨²ltima gira. Al guitarrista le brotaban sarpullidos que solo se le quitar¨ªan cuando se colgara la guitarra para tocar con su banda. Pe...
Al peor momento de las relaciones entre los dos jefes de The Rolling Stones, Keith Richards lo define en su libro Vida de la siguiente manera: ¡°Ah¨ª fue cuando estall¨® la III Guerra Mundial¡±. Era 1986 y el grupo acababa de entregar el irregular Dirty Work. Richards quer¨ªa defenderlo en directo, poner la m¨¢quina en marcha. Hab¨ªan pasado cuatro a?os desde la ¨²ltima gira. Al guitarrista le brotaban sarpullidos que solo se le quitar¨ªan cuando se colgara la guitarra para tocar con su banda. Pero lleg¨® una carta (?una carta!) de Mick Jagger. En la misiva afirmaba que prefer¨ªa centrarse en su carrera en solitario, que hab¨ªa iniciado con el disco She¡¯s The Boss (1985) y ten¨ªa a punto el segundo, Primitive Cool (1987). Pues eso: la III Guerra Mundial. Pero no supuso el fin. Ninguna sociedad musical ha estado tanto tiempo unida en la historia de rock, 60 a?os, los que cumplen este 2022 desde que se formaron los Rolling Stones en 1962. El buque se ha astillado en muchas ocasiones, pero al final se ha impuesto una acorazada capacidad de resiliencia. Esta noche vuelven a tocar en Madrid.
Aunque el asunto econ¨®mico est¨¢ en todo momento inclinando la balanza hacia mantener el negocio a flote, a sus seguidores les encanta apelar al romanticismo como principal causa de la longeva relaci¨®n de la pareja. Puede que en el fondo exista algo de eso. No hay mejor historia en este sentido que una que el propio Richards descubri¨® en 2010. Se trata de una carta que encontr¨® entre los papeles de su t¨ªa Patt. Keith ten¨ªa 18 a?os y narraba a la hermana de su madre justo el momento en que prendi¨® la llama de los Rolling Stones. El encuentro con Mick Jagger en una estaci¨®n de tren es conocido. Lo que resulta revelador es la pasi¨®n que imprime al relato. ¡°Ya sabes, t¨ªa Patt, que me encanta Chuck Berry y cre¨ªa que era el ¨²nico que lo conoc¨ªa en un radio de varios kil¨®metros a la redonda. Pero hace poco, una ma?ana, en la estaci¨®n de Dartford, estaba esperando un tren con un disco de Chuck en la mano cuando se me acerca un t¨ªo que conoc¨ªa de primaria y resulta que tiene todos los discos de Chuck Berry, del primero al ¨²ltimo. Y todos sus colegas los tienen tambi¨¦n, y a todos les gusta el rhythm & blues, me refiero al rhythm & blues de verdad, no a la mierda de Dinah Shore, Brook Benton y compa?¨ªa. Hablo de Jimmy Reed, Muddy Waters, Chuck, Howlin¡¯ Wolf, John Lee Hooker y todo el material del bueno del blues de Chicago. Maravilloso. El tipo se llama Mick Jagger¡±.
Exactamente, esa es la fuerza que une a la pareja: su amor por el blues, por la m¨²sica. Pero ni Muddy Waters pudo evitar que los gallos saltasen de vez en cuando al cuadril¨¢tero. El momento m¨¢s peligroso (y ha vivido muchos) de Richards ocurri¨® en 1977, cuando la polic¨ªa canadiense detuvo al guitarrista en Toronto con una cantidad importante de hero¨ªna. Richards llevaba casi 10 a?os consumi¨¦ndola. A mediados de los setenta resultaba complicado convivir con ¨¦l. En algunas sesiones de grabaci¨®n se excusaba para acudir al ba?o y pod¨ªa salir a las seis horas. ¡°Debo decir que durante todo el jaleo de Toronto, de hecho siempre que me trincaba la poli, Mick me cuid¨® con mucho cari?o y nunca se quej¨® de nada. ?l era quien se encargaba de todo y organizaba a las fuerzas para rescatarme. Mick se ocup¨® de m¨ª como lo habr¨ªa hecho un hermano¡±, apunta en sus memorias. Y hasta aqu¨ª la mano tendida de Richards.
En 1978 se celebr¨® el juicio y los posibles siete a?os de c¨¢rcel se quedaron en una multa de 25.000 d¨®lares, la obligaci¨®n de entrar en un programa de rehabilitaci¨®n y dos conciertos a beneficio de una asociaci¨®n de invidentes. Seguramente lo de tener que tocar gratis sea lo que Jagger nunca le ha perdonado. Cuando el guitarrista empez¨® a salir de la niebla narc¨®tica y a experimentar la sobriedad, se dio cuenta de que hab¨ªa perdido su influencia sobre el grupo. Todo el control reca¨ªa ahora en Jagger. Y con cierta l¨®gica: si no llega a tirar del carro, la deriva opi¨¢cea de Richards habr¨ªa hundido a los Stones. El problema lleg¨® cuando el guitarrista se despej¨® la mente. El que mandaba era el cantante y ya no estaba dispuesto a ceder el 50% a Richards.
El disco Emotional Rescue (1980) se cierra con una hermosa balada llamada All About You, una canci¨®n cantada por Keith con el coraz¨®n en la mano. Dedicada a su amigo en esos momentos de mala relaci¨®n: ¡°Si llamas a esto vida, por qu¨¦ debo pasarla contigo. / Si el espect¨¢culo debe continuar, que sea sin ti. / Estoy tan harto, tan cansado de andar con imb¨¦ciles como t¨²¡±. La canci¨®n acaba con la frase m¨¢s sentida que Richards le haya dedicado en p¨²blico a Jagger: ¡°Entonces, ?c¨®mo es que todav¨ªa estoy enamorado de ti?¡±.
Para 1981 los dos stones apenas se comunicaban. Sacaron adelante Tattoo You, un buen disco, gracias a su ingeniero de sonido, Chris Kimsey, que encontr¨® joyas entre las sesiones de grabaci¨®n de los trabajos anteriores. Jagger complet¨® esos esbozos por la ma?ana, y Richards por la noche. Nunca coincid¨ªan. La gira del disco se celebr¨® con un gran ¨¦xito popular, pero la frase que m¨¢s recuerda el guitarrista que le dec¨ªa su compa?ero era: ¡°Oh, cierra el pico, Keith¡±. Un dato para entender la naturaleza de la relaci¨®n entre los dos m¨²sicos: en 1983, cuando la qu¨ªmica era ¨ªnfima, Richards se cas¨® con Patti Hansen (con la que todav¨ªa est¨¢) y Mick ejerci¨® de padrino.
En esa ¨¦poca, el clan de Keith empez¨® a llamar a Jagger ¡°su Majestad¡±. Tambi¨¦n otras cosas. Richards tuvo una ingeniosa idea. Descubri¨® en una biblioteca a una escritora inglesa de novelas rom¨¢nticas, Brenda Jagger. Desde ese momento, Brenda ser¨ªa Mick, as¨ª podr¨ªan insultarle delante de ¨¦l, sin que el vocalista se enterara. ¡°Me cago en Brenda, esa cabrona egoc¨¦ntrica¡±. Jagger asum¨ªa que hablaban de otra persona. As¨ª describe Richards el panorama en esos a?os: ¡°Hab¨ªa dos universos, el de Mick, hecho de vida mundana, y el nuestro¡±. Los Stones llevaban ya 20 a?os de carrera. Hab¨ªan empezado haciendo versiones de Chuck Berry para audiencias de 100 personas, y con los a?os se transformaron en la banda m¨¢s grande del rock and roll, con unos ingresos estratosf¨¦ricos. Presiones, intereses, egos inflados, el desgaste de la convivencia¡ Sus compa?eros de generaci¨®n, los Beatles, duraron 10 a?os y acabaron de forma desagradable. Los Stones se enfrentaban a su gran crisis despu¨¦s de dos d¨¦cadas, algo bastante entendible.
Con la III Guerra Mundial declarada, Jagger ofreci¨® una entrevista a la revista Rolling Stone enmarcada en la promoci¨®n de su segundo disco en solitario, Primitive Cool (1987). ¡°Hemos tenido muchos altibajos, y este es uno de los momentos bajos. Amo a los Stones, creo que lo que hemos hecho es maravilloso, pero tambi¨¦n pienso que ya est¨¢ hecho. A mi edad [ten¨ªa 46 a?os] y despu¨¦s de todos estos a?os tengo que hacer algo m¨¢s en mi vida. Siento que tengo el derecho de hacerlo¡±. Esta declaraci¨®n es lo m¨¢s cerca que ha estado el grupo de disolverse. Los discos de Jagger en solitario ofrecen rock, pero tambi¨¦n temas llenos de trampas sonoras de los ochenta, algo artificiales. M¨²sica de baile a la moda de aquella d¨¦cada, con todo lo que eso implica. Harto de los coqueteos de Jagger fuera de los Stones, Richards ya hab¨ªa editado en 1988 su primer trabajo en solitario, Talk Is Cheap, m¨¢s reconocible que lo de Jagger para el fan de los Rolling.
Las carreras en solitario de Jagger y Richards nunca despegaron. Richards actu¨® en Espa?a en 1992 en salas de poco m¨¢s de 1.000 personas (Zeleste en Barcelona y Aqualung en Madrid, dos d¨ªas en cada una). Nada que ver con las audiencias de los Rolling, aunque, por otra parte, era un placer disfrutar del stone en un formato reducido, sin v¨ªdeos gigantes ni el circo de los estadios. Era tiempo de regresar al buque, reparar los destrozos y llenar estadios. Los dos se comieron su orgullo y en 1989 se reunieron para la grabaci¨®n de un nuevo trabajo, Steel Wheels. Ese mismo a?o salieron de gira, la primera en siete a?os.
Keith, certero siempre, define en Vida su relaci¨®n desde entonces: ¡°Tal vez Mick y yo ya no seamos amigos (demasiado desgaste para ello), pero somos dos hermanos tan unidos que nada puede separarnos. Tus mejores amigos son tus mejores amigos, pero los hermanos se pelean. Independientemente de lo que haya pasado, Mick y yo tenemos una relaci¨®n que todav¨ªa funciona. Y si alguien dice algo malo de Mick en mi presencia, le rajar¨ªa el cuello¡±.
Nunca ser¨¢ como en los sesenta y los setenta, pero se han dado cuenta de que una vez superada aquella crisis, ya no tienen edad (los dos han cumplido 78) para peleas narcisistas. Esta noche en el Metropolitano, incluso se intercambiar¨¢n sonrisas sinceras.