Red Hot Chili Peppers tat¨²an Sevilla con su m¨²sculo ¡®funk¡¯ rockero
Cerca de 60.000 personas abarrotan el estadio de La Cartuja en el concierto inaugural de la nueva gira europea de la banda californiana
El grupo californiano Red Hot Chili Peppers est¨¢ a punto de cumplir cuarenta a?os de trayectoria, pero nunca antes hab¨ªa actuado en grandes estadios en Espa?a. La elecci¨®n de Sevilla para iniciar su Global Stadium Tour fue, sin duda, acertada, pues todo su aforo (56.000 localidades) se agot¨® en la primera semana en que se puso a la venta, el pasado octubre, con precios que estaban en torno a los 100 euros de media....
El grupo californiano Red Hot Chili Peppers est¨¢ a punto de cumplir cuarenta a?os de trayectoria, pero nunca antes hab¨ªa actuado en grandes estadios en Espa?a. La elecci¨®n de Sevilla para iniciar su Global Stadium Tour fue, sin duda, acertada, pues todo su aforo (56.000 localidades) se agot¨® en la primera semana en que se puso a la venta, el pasado octubre, con precios que estaban en torno a los 100 euros de media.
Desde horas antes del concierto, en la bulliciosa zona de bares de la Alameda de H¨¦rcules y durante todo el periplo que cruzaba el r¨ªo Guadalquivir hasta llegar al estadio de La Cartuja, se agolpaban aficionados hablando en todos los acentos espa?oles, tambi¨¦n en ingl¨¦s y portugu¨¦s, pero con un distintivo unificador: las camisetas negras o blancas con el inconfundible logo de Red Hot Chili Peppers, aunque tambi¨¦n las hubiera de grupos como Metallica, Pink Floyd, Muse o Iron Maiden. S¨ªmbolos del rock duro para un p¨²blico, parad¨®jicamente, bastante menos ruidoso que los hinchas de f¨²tbol que acuden a los estadios sevillanos regularmente y que tiraba m¨¢s hacia la mediana edad que hacia la juventud.
A las 19.30 empez¨® a animar el cotarro el m¨²sico de Los ?ngeles Thundercat, virtuoso del bajo con curr¨ªculum envidiable ¡ªha tocado con el rapero Kendrick Lamar, el jazzista Kamasi Washington y los punkis Suicidal Tendencies¡ª ejercitando un funk futurista que fue recibido con curiosidad. Beck, que no estaba inicialmente en el cartel y se anunci¨® a ¨²ltima hora, le sigui¨® como telonero de lujo, con un concierto plagado de entusiastas interpretaciones de ¨¦xitos de toda su trayectoria, pero en el que predomin¨® el repertorio noventero, una d¨¦cada en la que fue una de las grandes estrellas de la galaxia alternativa. En la celebrada interpretaci¨®n de Loser, pen¨²ltimo tema en su robusto concierto de 45 minutos, mand¨® una felicitaci¨®n sentida a los anfitriones de la noche, amigos y vecinos, dijo ¨¦l, a quien siempre consider¨® una de las mejores bandas angelinas, desde que empezaran juntos en la escena m¨¢s subterr¨¢nea de la ciudad.
A Anthony Kiedis, Flea, Chad Smith y John Frusciante, los ganadores, se les esper¨® haciendo la ola en el grader¨ªo y los tres instrumentistas lo recompensaron arrancando con una jam en clave hard rock como introducci¨®n a la entrada estelar del vocalista al son de Can¡¯t Stop. Lo hicieron entre vistosas proyecciones en colores vivos, como si intentaran recrear los efectos del ¨¢cido lis¨¦rgico. De hecho, parte del ADN del rock psicod¨¦lico californiano parec¨ªa fluir en Black Summer, el primero de los cinco temas que tocaron de su m¨¢s reciente ¨¢lbum, Unlimited Love, el duod¨¦cimo de su trayectoria y n¨²mero 1 en ventas en medio mundo, si es que ese dato sigue teniendo algo de relevancia.
Valor sentimental a?adido para los fans de los Peppers era el regreso a los escenarios del guitarrista John Frusciante, el m¨¢s legendario de la banda, y que llevaba desde 2009 sin tocar con ellos. De hecho, ver su interacci¨®n en el escenario con el bajo de Flea y la bater¨ªa de Chad Smith, ambos con su m¨²sculo r¨ªtmico intacto, fue de lo m¨¢s gozoso de la noche. El bajista, adem¨¢s, se erigi¨® en portavoz y l¨ªder oficioso del grupo, jaleando al p¨²blico y alabando la ciudad. Una larga pasarela que se extend¨ªa por todo su lado del escenario, el izquierdo, la aprovech¨® para pasearse, bailotear y brincar sin dejar nunca de exhibirse con su t¨¦cnica a las cuatro cuerdas. Un tanto inesperadamente, el ahora bigotudo Kiedis se qued¨® m¨¢s en un segundo plano, aunque presumiendo de mantenerse en muy buena forma, tanto f¨ªsica como vocal.
S¨ª se puede decir que el repertorio fue un tanto deslucido, demasiado lastrado por medios tiempos que tiraban de f¨®rmula, pero que no parec¨ªan los m¨¢s adecuados para poner a un estadio patas arriba durante m¨¢s de hora y media. Los fans m¨¢s avezados agradecieron las escasas miradas a su pasado m¨¢s alocado y lib¨¦rrimo, como Nobody Weird Like Me ¡ªun tema de Mother¡¯s Milk, de 1989¡ª, y poblaron el estadio de m¨®viles al aire con sus himnos Scar Tissue y Californication. Aunque en diversas zonas del recinto se pod¨ªan ver carteles rogando o prohibiendo ¡ªhab¨ªa de los dos tipos¡ª que no se colgasen im¨¢genes del escenario en redes sociales, tal vez para preservar el factor sorpresa en la mayor medida posible, pero nadie pareci¨® verlos. En el esperado final con Give It Away y un bis de celebraci¨®n colectiva con Under The Bridge y By The Way, estaban inmortalizando el momento con sus tel¨¦fonos hasta los camareros de las barras. Pero, en honor a la verdad, los Peppers fueron algo r¨¢canos a la hora de propiciar momentos de fervor de ese calibre, y el p¨²blico abandon¨® el estadio con rostros de satisfacci¨®n, pero moderada. El martes 7, los californianos ofrecer¨¢n su segundo y ¨²ltimo concierto en nuestro pa¨ªs, en el Estadi Ol¨ªmpic de Barcelona, para el que todav¨ªa quedan entradas a la venta.