Los desastres de la Guerra Civil, en colores
¡®Sangre en la frente¡¯, un libro que recorre el conflicto espa?ol en 181 im¨¢genes retocadas, abre el debate sobre si la informaci¨®n que aporta transformar el blanco y negro de un original justifica su manipulaci¨®n
El rojo de las boinas carlistas o el de las pancartas con mensajes antifascistas, el azul marino de las camisas de los falangistas, el vestido verde botella de Federica Montseny en su primer acto tras ser nombrada ministra de Sanidad, el blanco de la nieve de la batalla de Teruel y, sobre todo, el rojo de la sangre de los muertos. Colores que dan m¨¢s informaci¨®n, que cuentan m¨¢s, que esas mismas fotograf¨ªas de la Guerra Civil vistas en sus originales en blanco y negro. Sin embargo, tambi¨¦n pueden plantear los l¨ªmites a la manipulaci¨®n de im¨¢genes del pasado, en este caso coloreadas digitalmente. En la estela de lo visto en series documentales de televisi¨®n como Apocalipsis, sobre la II Guerra Mundial, y Espa?a dividida, de la Guerra Civil, la editorial Desperta Ferro ha publicado Sangre en la frente, un libro que recorre en orden cronol¨®gico el conflicto espa?ol en 181 im¨¢genes retocadas con color.
Un historiador y un fot¨®grafo son los autores de esta obra, titulada con un verso del poema El crimen fue en Granada, con el que Antonio Machado llor¨® el asesinato de Federico Garc¨ªa Lorca. Jes¨²s Jim¨¦nez, especializado en conflictos militares del siglo XX y coordinador de publicaciones de Desperta Ferro, asegura en conversaci¨®n telef¨®nica que ¡°no se trata de un ensayo, sino de un libro de divulgaci¨®n, para un p¨²blico amplio¡±. ¡°Bas¨¢ndose en la historiograf¨ªa acad¨¦mica, se pretende acercar al espectador a ese pasado¡±. Est¨¢ dirigido en especial a los j¨®venes, acostumbrados a que su universo de im¨¢genes en todos los dispositivos sea en color. ¡°Hay varias generaciones que no han conocido aquello y esta forma de contarlo es emp¨¢tica, ayuda a entender las sensaciones de quienes lo vivieron¡±.
El fotohistoriador Juan Miguel S¨¢nchez Vigil, autor del pr¨®logo, se pregunta por qu¨¦ habr¨ªa que rechazar el uso de esta herramienta y otros nuevos formatos de relatos hist¨®ricos. ¡°En el blanco y negro siempre falta informaci¨®n y, por lo tanto, el mensaje merma. Y si el documento cambia [como aqu¨ª sucede], el an¨¢lisis y la interpretaci¨®n tambi¨¦n pueden cambiar¡±, a?ade.
Para llenar de color esos originales en blanco, negro y gris, el fot¨®grafo Jordi Bru se ha servido, entre otros recursos, de im¨¢genes que ha ido tomando de recreaciones hist¨®ricas de ej¨¦rcitos y batallas, en las que es un especialista. Un ejemplo: ¡°No variaba mucho el tono de los caquis de los uniformes de los dos bandos. Adem¨¢s, hay personas que me han asesorado en cuestiones como las banderas, las medallas, y tengo un archivo de unos mil carteles de la guerra. A veces son m¨¢s importantes esos detalles que el color de la foto en general¡±, dice tambi¨¦n por tel¨¦fono.
Cada instant¨¢nea va acompa?ada de un texto escrito por Jim¨¦nez. ¡°Es una contextualizaci¨®n en la que, partiendo de lo que se ve, se trazan grandes cuestiones de ese periodo. No se trata de contar la guerra, no es un relato b¨¦lico, ni una historia de las dos Espa?as, sino la historia de una sociedad en guerra, una circunstancia que afect¨® a todo, a cuestiones como la econom¨ªa, la cultura, el papel de las mujeres...¡±.
?Hay riesgo de que el resultado parezca irreal, un colorinche de tonos saturados? ¡°Ese debate existe, esper¨¢bamos comentarios negativos, sobre todo en redes, pero no ha habido. Claro que hay un punto de subjetividad en algunos casos, pero no se sustituye al documento original¡±, a?ade Jim¨¦nez. Mientras que el autor de esos retoques reconoce que al principio ten¨ªa sus reticencias. ¡°Pero aquellos fot¨®grafos no hicieron las fotos en blanco y negro porque quer¨ªan. Era lo que hab¨ªa. S¨¦ que habr¨¢ colegas que no estar¨¢n de acuerdo con lo que hemos hecho¡±. S¨¢nchez Vigil, que es director de un grupo de investigaci¨®n fotogr¨¢fica en la Universidad Complutense de Madrid, abunda en esta cuesti¨®n: ¡°El mundo es en color, pero la fotograf¨ªa lo represent¨® en ocres y gamas de grises durante m¨¢s de 100 a?os por obligaci¨®n, debido a la t¨¦cnica¡±.
Quiz¨¢s lo que m¨¢s ponga en cuesti¨®n este relato son los tonos saturados de algunas fotos. ¡°Ha sido mi mayor preocupaci¨®n, que no fueran como las fotos de los ochenta¡±, se?ala Bru, que defiende ¡°el coloreado porque aporta mucha informaci¨®n¡±. Y cita la imagen titulada Muerte en Triana, el asesinato en Sevilla los primeros d¨ªas de guerra de contrarios a la sublevaci¨®n militar: ¡°Vista en blanco y negro parece una cosa, pero en color te das cuenta de que la mancha gris de la pared es sangre, que los pusieron ah¨ª para dispararles en la cabeza¡±.
Esa constataci¨®n de los horrores de la guerra es a¨²n m¨¢s cruda en la imagen m¨¢s escabrosa del libro, tomada en una trinchera en Quinto (Zaragoza). Es un cad¨¢ver en el que la cabeza, destrozada, es una masa amorfa de sangre seca. ¡°Solo hemos dado una as¨ª, no hemos querido recrearnos. Adem¨¢s, es complicado encontrar este tipo de im¨¢genes porque no suelen estar en las colecciones ni en las fotos oficialistas. Sin embargo, la guerra es ante todo muerte y sufrimiento¡±, explica Jim¨¦nez.
La selecci¨®n del material ha sido ¡°un proceso complicado¡±, en el que se ha partido de im¨¢genes ya digitalizadas. ¡°Hab¨ªa que combinar varios criterios, que tuvieran calidad t¨¦cnica, que transmitiesen sensaciones e informaci¨®n, y que no estuvieran da?adas¡±. Sobre esta cuesti¨®n, el fotoperiodista resopla al recordar que la restauraci¨®n de originales ha sido ¡°lo m¨¢s duro¡±. ¡°Hemos encontrado originales con raspazos, rayas, motas de polvo¡¡±. Entre las que m¨¢s trabajo le han dado, subraya, est¨¢n las de refugiados, porque hab¨ªa que colorear muchas caras. ¡°Precisamente, ese era siempre el ¨²ltimo paso: retocar la piel, las manos... hasta ese instante parece que la foto est¨¢ muerta¡±, apunta.
Sobre los reporteros que tomaron aquellas instant¨¢neas jug¨¢ndose el pellejo, los que Julio Souza, fot¨®grafo que se exili¨® a M¨¦xico, llamaba ¡°la infanter¨ªa del fotoperiodismo¡±, Bru subraya: ¡°Debieron de soportar una gran presi¨®n, aunque hay im¨¢genes que parecen montajes, de esas en las que parece haberse dicho: ¡®Haced como que dispar¨¢is¡±. Aunque algunas tiene ¡°envidia¡± porque le habr¨ªa gustado haberlas hecho ¨¦l. Como una de Jos¨¦ Demar¨ªa V¨¢zquez, Camp¨²a, de tres soldados de la 4? Divisi¨®n Navarra ba?¨¢ndose en la orilla del mar en Vinaroz mientras hacen el saludo fascista a c¨¢mara. ¡°Est¨¢n delgados, han pasado penurias, pero al ver al fot¨®grafo reaccionan. La reflexi¨®n es que tambi¨¦n los fot¨®grafos pod¨ªan condicionar una imagen¡±.
Del archivo de Albacete a la Universidad de Nueva York
Entre las instituciones y archivos que han nutrido el libro Sangre en la frente están la Biblioteca Nacional de España, el Centro Documental de la Memoria Histórica, la agencia Efe, el Muséu del Pueblu d’Asturies, el Archivo José F. Demaría, Campúa; el Archivo Municipal de Zaragoza, el Archivo Real y General de Navarra, la Biblioteca Valenciana Nicolau Primitiu, la fototeca de Kutxa Fundazioa, el Archivo Histórico Provincial de Albacete y, del exterior, el Bundesarchiv Bild alemán y el Archivo de la Brigada Abraham Lincoln, de la Universidad de Nueva York.
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