Ibiza quiere volver a ser la isla de los artistas
Una nueva feria de arte contempor¨¢neo se suma a la oferta de este lugar, que a lo largo del siglo XX fue refugio y espacio de grandes intelectuales y creadores internacionales
Desde la distancia, surcando el aire, se aprecia en toda su plenitud la claridad del mar azul turquesa del que emerge la silueta de Ibiza. Los islotes grises de piedra que la circundan, el verdor de los pinos que puebla el territorio del interior. Son los mismos colores y, sobre todo, la misma luz envolvente, casi m¨ªstica, que encontraron Walter Benjamin, Raoul Hausmann, Hans Hinterreiter, Will Faber y tantos otros viajeros ilustres en los a?os treinta del siglo pasado. Luego, tras la II Guerra Mundial, el arquitecto Jos¨¦ Luis Sert y todo un aluvi¨®n de pintores holandeses y del norte de Europa desembarcaron en este rinc¨®n del Mediterr¨¢neo. Los que formaron el grupo Ibiza 59 y los que siguieron sus pasos en las d¨¦cadas posteriores acabaron dando a este lugar el sobrenombre de la isla de los artistas, un apelativo que, con el tiempo, y el turismo masificado, se fue diluyendo poco a poco.
Al aterrizar, las distancias cambian el foco: ya no queda ni un metro cuadrado de los parajes agrestes que atrajeron a aquellos creadores e intelectuales que escribieron importantes cap¨ªtulos del siglo XX. Se los han llevado los hoteles, los apartamentos, las discotecas, las filas interminables de coches en la carretera, las playas atravesadas por hileras de tumbonas. De todos modos, el lugar a¨²n es magn¨ªfico. La ciudad antigua preserva su belleza centenaria y las puestas de sol siguen siendo espectaculares. Pero hubo un tiempo en el que el esplendor natural y el art¨ªstico se fusionaron en este espacio para generar un momento que acarici¨® lo ut¨®pico. ¡°La del arte en Ibiza es la historia de una oportunidad perdida¡±, resume, con resignaci¨®n, Cati Verdera, veterana gestora cultural de la isla, que denuncia, como otras voces consultadas, la dejadez institucional. Aquel resplandor se apag¨®, pero parece que ¨²ltimamente algo empieza a moverse.
En el espacio fresco y recoleto del MACE (Museu d¡¯Art Contemporani d¡¯Eivissa), Elena Ruiz, su directora desde hace m¨¢s de 30 a?os, subraya la necesidad de ¡°construir el relato¡± de c¨®mo la cultura ha sido un elemento fundamental en la formaci¨®n de la identidad ibicenca. ¡°Es una historia que se puede contar, que quiero contar, y que tiene un material muy rico¡±, sentencia.
Ubicado en un edificio blanco de Dalt Vila, la ciudad amurallada de Ibiza, la capital de la isla, el MACE es uno de los museos de arte contempor¨¢neo m¨¢s antiguos de Espa?a. Con la claridad que entra por los ventanales, casi no har¨ªa falta iluminar las obras de la colecci¨®n que cuelgan de las paredes (una es la propia muralla de la ciudad), compuesta por una mezcla de obras de artistas ibicencos ¡ªnativos y adoptados¡ª y el acervo acumulado de las bienales de arte que se empezaron a celebrar en el tardofranquismo como m¨¦todo de propaganda del r¨¦gimen, que quiso aprovechar el trasiego de artistas en la isla. Con la primera feria, en 1964, se sentaron las bases del museo. La ¨²ltima se celebr¨® en 2008 porque, como apunta Ruiz, la falta de presupuesto la oblig¨® a decidir ¡°apostar por el museo¡±.
En Ibiza, lugar de tr¨¢nsito y refugio de viajeros, habitaron a lo largo de los siglos fenicios, romanos, visigodos, musulmanes... y numerosos artistas contempor¨¢neos. Los m¨¢s relevantes fueron los pintores abstractos que formaron el grupo Ibiza 59 (fundado ese a?o), en el que participaron nombres como Erwin Broner y Hans Laabs. A¨²n viven Erwin Bechtold, que a sus 97 a?os sigue afincado en Ibiza, y Antonio Ruiz, de 99, residente en Soria. Fuera del colectivo, el artista y responsable del taller de grabado Ibograf Don Kunkel (nacido en 1933), regres¨® a su Estados Unidos natal tras una vida en el Mediterr¨¢neo. Entre los espa?oles, el inimitable Zush, hoy llamado Evru, residi¨® aqu¨ª entre 1968 y 1983, una ¨¦poca que ¨¦l mismo define como ¡°los a?os m¨¢s felices¡± de su existencia.
El MACE exhibe hasta el 30 de noviembre una retrospectiva de aquel periodo, una selecci¨®n de trabajos experimentales que iniciaron el big bang de su particular universo paralelo encapsulado en un estado mental: el Evrugo Mental State. En los a?os sesenta se asentaron tambi¨¦n galer¨ªas potentes, como las desaparecidas Ivan Spence y Carl van der Voort, un espacio que Cati Verdera (que antes estuvo a cargo del MACE y de varias bienales) dirigi¨® durante dos d¨¦cadas hasta su cierre en los primeros 2000. Los precios exorbitantes del alquiler del espacio pusieron el clavo en el ata¨²d del proyecto, un factor que sigue siendo determinante para explicar por qu¨¦ no se abren nuevos negocios de arte en una isla cargada de visitantes con poder adquisitivo.
?Qu¨¦ queda hoy de la exuberancia art¨ªstica de aquel tiempo? Tras una ¨¦poca en la que la m¨²sica electr¨®nica ha sido el principal sin¨®nimo de cultura en la isla, est¨¢n surgiendo algunas novedades relacionadas con las bellas artes. La noticia m¨¢s reciente es el nacimiento de una feria de arte contempor¨¢neo, CAN, que se celebr¨® entre el 13 y el 17 de julio en la capital con 36 galer¨ªas de 13 pa¨ªses. Se trata de un evento impulsado por Sergio Sancho, el organizador de la madrile?a Urvanity. ¡°El a?o pasado, de visita en Ibiza, me di cuenta de que en el mundo del arte casi todo se para de junio a septiembre¡±, cont¨® el director a EL PA?S el d¨ªa de la inauguraci¨®n. Ah¨ª surgi¨® la idea, enseguida se puso a trabajar y, para su sorpresa, en 12 meses estaba todo montado. ¡°Veo buen ambiente, veo a la gente relajada. No es como en otras ferias donde parece que todo el mundo est¨¢ m¨¢s enfocado en vender¡±, apuntaba Sancho, que program¨® la cita solo por las tardes para fomentar ese esp¨ªritu tranquilo. Al cierre de esta primera edici¨®n, la organizaci¨®n proporcion¨® unas cifras de ventas de un 80% de las obras expuestas, 5.000 visitantes, 250 coleccionistas y la intenci¨®n de ampliar las actividades paralelas para dar forma a una ¡°semana del arte¡± el a?o que viene.
Comisariada por el cr¨ªtico y curador Sasha Bogojev, la propuesta de CAN est¨¢ evidentemente enfocada hacia un p¨²blico joven e internacional. Como explica Sancho, y como indica el nombre de la feria, Contemporary Art Now, trata de mostrar lo que sucede en el mundo del arte en tiempo real. Y eso, para Bogojev, significa pinturas y esculturas coloridas, muy pop, inspiradas en el c¨®mic, en los videojuegos y en Instagram, descaradas y desenfadadas. En los estands abundaban las creaciones de artistas de media carrera, casi todos menores de 40 a?os, con precios entre los 1.500 y los 200.000 euros y seleccionadas para un perfil de coleccionista concreto: empresarios del sector tecnol¨®gico y de la m¨²sica que veranean y/o trabajan en la isla. Si algo se ech¨® en falta, tal vez, fueron espacios y artistas ibicencos. ¡°Bueno, galer¨ªas no hay muchas¡±, constat¨® Sancho. ¡°?Y que los artistas de aqu¨ª tengan m¨¢s presencia? No s¨¦ hasta qu¨¦ punto en la feria de Madrid los artistas tendr¨ªan que ser madrile?os. Pero por supuesto que queremos estrechar lazos con la base de la cultura y calar a nivel local¡±.
Abierto fuera de temporada
Tras el progresivo declive del esplendor de los a?os sesenta, hoy en d¨ªa el ¨²nico espacio comercial de arte con renombre en Ibiza es la madrile?a Parra & Romero, que mont¨® una sucursal hace justo 10 a?os en una nave-almac¨¦n en la localidad de Santa Gertrudis que funciona durante los meses estivales. Celebraron el aniversario hace un par de meses con un nuevo local en ese pueblo que permanecer¨¢ abierto casi todo el a?o para contribuir, como apunta el director, Guillermo Romero, a la labor siempre pendiente de ¡°desestacionalizar¡± Ibiza, donde casi todo se apaga durante el invierno. Romero, que se divide entre las dos galer¨ªas, eligi¨® este enclave por su personal historia de amor con la isla. Su perspectiva es optimista y cree que el p¨²blico responder¨¢ en temporada baja. Por ahora, asegura, han tenido una media de 150 visitantes diarios. ¡°El clich¨¦ de que Ibiza es un lugar de fiesta es err¨®neo: es un sitio con muchas caras, y una de ellas es la cultura. Por aqu¨ª han pasado desde hist¨®ricos como Tristan Tzara hasta grandes creadores actuales como Paul Auster, Yves Michaud, Andreas Gursky, Jil Sander¡¡±, dice Romero, que presume de la convivencia entre su espacio y los negocios locales que lo flanquean y alaba la cualidad cosmopolita y a la vez orgullosamente local que hace de Ibiza un lugar ¨²nico. ¡°Ha sido un acierto abrir en el pueblo¡±.
La Nave Salinas, parte de la fundaci¨®n del coleccionista colombiano L¨ªo Malca, tiene su sede en una mole de piedra que en su d¨ªa alberg¨® un almac¨¦n de sal en la localidad de Sant Josep. A las puertas, las vistas a la costa hipnotizan. Dentro, la belleza natural se transforma en un paisaje pict¨®rico turbio y alucinante. El centro comenz¨® a exhibir arte contempor¨¢neo hace siete a?os: cada verano desde 2015 (con el par¨®n obligado de 2020) organizan una exposici¨®n acompa?ada de talleres para estudiantes. Despu¨¦s de mostrar a algunos artistas de relumbr¨®n como Keith Haring y Bill Viola, este a?o apuestan por las pinturas de la m¨¢s desconocida Eva Beresin, una interesante creadora h¨²ngara afincada en Viena que recurre al arte como herramienta para exorcizar el dolor que ¡°lleva en su ADN¡±, como hija que es de una superviviente del Holocausto. ¡°Mis trabajos son c¨ªnicos, humor¨ªsticos y traumatizados¡±, comenta la pintora, mientras pasea por delante de sus pinturas expresionistas y oscuras, de trazo suelto y salvaje, acompa?ada por Angela Stief, la comisaria jefe del museo Albertina de Viena.
Estas propuestas m¨¢s o menos recientes cohabitan con el proyecto asentado desde hace m¨¢s de dos d¨¦cadas del Espai Micus, una galer¨ªa en Cala Llonga donde Katja, hija del artista alem¨¢n Eduard Micus, que se instal¨® en Ibiza en los setenta, preserva el legado de su padre a la vez que exhibe a otros artistas, tanto locales como for¨¢neos. Aunque solo fuera por ver el lugar, ya merecer¨ªa la pena atravesar el angosto camino de piedras en cuyo extremo se otea este edificio, un espacio deslumbrante de 800 metros cuadrados, encalado y con las ventanas abiertas en altura, construido adapt¨¢ndose a la orograf¨ªa y respetando los ¨¢rboles y las rocas que lo rodean. Una nativa ibicenca, ?ngeles Ferragut, aporta otro punto al tejido art¨ªstico de la isla con unas residencias art¨ªsticas que lleva organizando desde 2016 en su propia finca, un proyecto que este a?o se ha ampliado con un espacio de exhibici¨®n, todo bajo el paraguas de la Fundaci¨®n Ses 12 Naus. Con residentes como Ana Laura Al¨¢ez, Santiago Yd¨¢?ez y Damian Poulain, han auspiciado obras ¡°bien inspiradas o en colaboraci¨®n con agentes de la isla¡±, como explica Ferragut.
Esparcidos por esta tierra a la que tanto ha cantado el poeta Antonio Colinas, se levantan m¨¢s testimonios del papel del arte y la arquitectura en la formaci¨®n de la identidad de la Ibiza moderna: la casa Broner, un edificio racionalista construido en 1960 por Erwin Broner, disc¨ªpulo de Le Corbusier, que conserva su mobiliario original; el Estudi Tur Costa, una galer¨ªa fundada por el pintor ibicenco, fallecido en 2020; el Museo Piget, que guarda la obra de los pintores figurativos y tambi¨¦n naturales de la isla Narc¨ªs Puget Riquer y de Narc¨ªs Puget Vi?as¡ Lune Rouge y Art Projects Ibiza, dos galer¨ªas que mont¨® Guy Lalibert¨¦, pol¨¦mico multimillonario y creador del Cirque du Soleil, se trasladaron a Montreal en 2020. Tras a?os coleccionando obras de los artistas que exhibieron en Van der Voort, Cati Verdera ha empezado a mostrar en Formentera su extensa colecci¨®n de pintura, escultura y fotograf¨ªa, con obras de autores como Carmen Calvo, Jaume Plensa y Amparo Sard en las que se guarda un buen pedazo de la memoria de una revoluci¨®n art¨ªstica que, solo el tiempo lo dir¨¢, quiz¨¢ pueda volver a despertar.
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