Roca Rey, heroico, dram¨¢tico, inmenso¡
El torero peruano sufri¨® una muy aparatosa voltereta, conmocion¨® a la plaza, cort¨® tres orejas y se erigi¨® como gran figura
La actuaci¨®n de Roca Rey en Bilbao ha sido de impacto total, de absoluto atropello de la raz¨®n, de conmoci¨®n absoluta¡ Una actuaci¨®n plet¨®rica, dram¨¢tica e inmensa del amo del toreo, que se jug¨® literalmente la vida en contra de todos los par¨¢metros de la l¨®gica; una actuaci¨®n de m¨¢xima figura de la tauromaquia.
Es verdad que el toreo no es solo sentimiento art¨ªstico; tambi¨¦n lo es el pundonor, el riesgo, la ¨¦pica, la entrega¡, y Roca Rey es hoy su m¨¢ximo representante.
Lo vivido en Bilb...
La actuaci¨®n de Roca Rey en Bilbao ha sido de impacto total, de absoluto atropello de la raz¨®n, de conmoci¨®n absoluta¡ Una actuaci¨®n plet¨®rica, dram¨¢tica e inmensa del amo del toreo, que se jug¨® literalmente la vida en contra de todos los par¨¢metros de la l¨®gica; una actuaci¨®n de m¨¢xima figura de la tauromaquia.
Es verdad que el toreo no es solo sentimiento art¨ªstico; tambi¨¦n lo es el pundonor, el riesgo, la ¨¦pica, la entrega¡, y Roca Rey es hoy su m¨¢ximo representante.
Lo vivido en Bilbao es indescriptible por su grandeza como ser humano y su categor¨ªa indiscutible -locura, a fin de cuentas- como torero.
En las postrimer¨ªas de su primera faena de muleta, cuando pretend¨ªa poner broche a una tanda de ce?idas manoletinas, intent¨® un muletazo cambiado por la espalda, el toro no obedeci¨® y lo atropell¨® con sa?a, le levant¨® los pies del suelo, se lo pas¨® de pit¨®n a pit¨®n, lo busc¨® y pisote¨® en la arena, y el torero sali¨® ensangrentado, dolorido, con la mirada perdida¡
Volvi¨® a la cara de su oponente visiblemente mermado de facultades e insisti¨® con manoletinas antes de cobrar una contundente estocada. Se le pidieron con fuerza las dos orejas, pero el presidente, que no tiene un criterio equilibrado tarde tras tarde, decidi¨® conceder solo un trofeo. El toro, complicado; el torero, arrojado, y muy firme en unos estatuarios iniciales y dos buenas tandas de derechazos, antes de que el toro cambiara de comportamiento por el lado izquierdo y lo pusiera en dificultades hasta la voltereta final.
Roca Rey se retir¨® a la enfermer¨ªa y all¨ª permaneci¨® hasta la muerte del quinto; el festejo se paraliz¨® por unos interminables minutos en los que se baraj¨® la posibilidad cierta de que el torero no saliera para lidiar al sexto. Pero no fue as¨ª. Al parecer, en contra del criterio de los m¨¦dicos y de su propio entorno, apareci¨® en el callej¨®n, y la plaza, que a¨²n permanec¨ªa conmocionada por el aparatoso percance, se desbord¨® de entusiasmo ante el gesto ¡®irracional¡¯ del torero.
Era evidente que no estaba en condiciones f¨ªsicas id¨®neas para la lidia de un toro. Pero a ese sexto lo tore¨® muy centrado a la ver¨®nica, se lucieron Antonio Chac¨®n y Paco Algaba en un trepidante tercio de banderillas, Roca Rey brind¨® al p¨²blico y, a rengl¨®n de seguido, se ech¨® de rodillas en los medios para recibir a su oponente que reposaba en las tablas. El toro acudi¨® con celeridad, le enganch¨® la muleta, y el torero qued¨® desarmado y a merced de su oponente. Se levant¨® como pudo, entre evidentes gestos de dolor, corri¨® desesperado hacia un burladero y, cuando ya estaba cogido, el capote providencial de Algaba lo libr¨® de una cogida segura.
Volvi¨® al toro como si tal cosa, se lo pas¨® por la espalda, pero de pie, y aprovech¨® la exigente nobleza del animal para muletearlo con firmeza y ligaz¨®n en tres tandas con la mano derecha que contaron con el un¨¢nime benepl¨¢cito de los tendidos. A¨²n restaba otro instante dram¨¢tico, cuando el toro lo zancadille¨® y Roca volvi¨® a besar la arena sin mayores consecuencias. Una estocada de la que sali¨® atropellado le permiti¨® pasear las dos orejas (esta vez, el presidente sac¨® los dos pa?uelos a la vez) y dar una renqueante vuelta al ruedo entre la emoci¨®n de unos conmovidos espectadores que no daban cr¨¦dito a lo vivido.
Roca Rey no fue, porque no lo es, un exquisito, pero mostr¨® a los cuatro vientos su misterio, basado en un valor ilimitado y un desprecio irracional al riesgo. Hoy por hoy, el torero que conmociona a los tendidos.
La corrida de Victoriano del R¨ªo, mansa en los caballos, muy seria de estampa y comportamiento, noble el lote desaprovechado por Manzanares, y muy exigente y encastados todos.
El Juli demostr¨® ante el descompuesto cuarto que no est¨¢ donde est¨¢ por casualidad. Puede gustar m¨¢s o menos, pero es torero de raza, que someti¨® a un toro dificultoso en extremo con una labor de poder a poder, de dominio total. Mat¨® mal y ah¨ª se acab¨® la historia. Nada destacable pudo hacer en su primero, el m¨¢s aburrido y cansino del festejo.
Y Manzanares pas¨® de puntillas por Bilbao. El mejor lote, el suyo; las dos faenas m¨¢s superficiales y anodinas, las suyas. Faena de alguna pincelada suelta ante el muy noble primero, y muy superado por el encastado y dificultoso quinto.
A Roca Rey lo esperaba un nutrido grupo de chavales para acompa?arlo en la salida a hombros, pero no fue posible. Volvi¨® a la enfermer¨ªa y ahora deber¨¢ decidir si cumple ma?ana, viernes, su segundo compromiso en la feria.
Mientras tanto, el toreo sigue conmocionado.
Del R¨ªo/El Juli, Manzanares, Roca
Toros de Victoriano del Río, bien presentados, serios, mansos, muy exigentes; nobles segundo y quinto.
Julián López El Juli: media estocada (ovación); dos pinchazos, un descabello _aviso_ y dos descabellos (ovación).
José María Manzanares: pinchazo _aviso_ y estocada (ovación); estocada _aviso_ (ovación).
Roca Rey: estocada (oreja); estocada (dos orejas). Fue cogido por su primer toro y atendido en la enfermería de múltiples contusiones en la frente, el pómulo derecho, la rodilla derecha, el pie y la muñeca izquierda, y al finalizar la corrida fue trasladado a un centro sanitario para un estudio radiológico.
Plaza de toros de Bilbao. 25 de agosto. Sexto festejo de la Semana Grande. Tres cuartos de entrada.