Delirio con Roca Rey
El diestro peruano cuaja una gran tarde, en la que Rom¨¢n frustra a espadas una actuaci¨®n importante
Roca Rey revent¨® la plaza en su primer turno. Sin paliativos. Como suena. Ya con el capote, en un quite combinado entre chicuelinas y tafalleras, la cosa lanz¨® el primer aviso de c¨®mo llegaba el torero peruano. El toro, un casta?o de proa muy seria, se sum¨® a la fiesta, aunque manseara en varas. Dos pares de Antonio Chac¨®n, fueron ovacionados. Y Roca entr¨® en acci¨®n. No hubo probaturas a la hora de tomar la muleta: Roca se hinc¨® de rodillas en la boca de riego y de tal guisa le peg¨® dos cambiados por la espalda y otros tantos a modo banderazo. La fiesta no hab¨ªa hecho m¨¢s que empezar. Con una insultante seguridad, y un tremendo valor, la faena fue una sucesi¨®n continuada de toreo por ambas manos. Muleta poderosa, mano muy baja, y un toro convencido para la causa que no par¨® de embestir. Los cambios de mano, sin espada en la mano, fueron la traca final. La plaza, un volc¨¢n. Y la estocada final, el colof¨®n. Al toro, que manse¨® en varas, pero fue una m¨¢quina de embestir en la muleta, se le dio la vuelta en el arrastre. ?Discutida decisi¨®n del palco? ?Seguro!
No tuvo entrega el sexto. Toro que tambi¨¦n manse¨® en varas, saliendo disparado del caballo al notar el hierro, y de oleadas en banderillas. Pero a Roca Rey le sirve cualquier toro. Y este manso, sin entrega, no fue menos. La faena, esta vez, no fue brillante, pero s¨ª tuvo un gran fondo de capacidad. De cerca o a media distancia, cualquier posici¨®n le sirvi¨® a Roca para traer y llevar al toro a su gusto y capricho. Mucha porf¨ªa, librando las embestidas del toro con una insultante solvencia. El toro no quer¨ªa, pero su matador s¨ª. Los alardes finales fueron la previa a una contundente estocada. Delirio en los tendidos.
Dif¨ªcil el segundo de la tarde, primero de Rom¨¢n. No se dej¨® fijar con el capote, manse¨® en varas y en banderillas pas¨® un mundo antes de cambiar el tercio. Morante se puso galones de director de lidia, pero ni aun as¨ª. Por su parte Pablo Sim¨®n, que lidiaba este toro, sud¨® la camiseta en una labor de brega muy laboriosa. Descompuesto, barbeando tablas, lleg¨® a la muleta de Rom¨¢n hecho una prenda. Pero el valenciano, firme y muy valiente, le sac¨® partido a un envite muy complicado. Con el toro aparentemente entregado, la faena tuvo poder: mano baja y trazo largo. Una labor de frenes¨ª. Lucha sin cuartel. Por los dos pitones se puso Rom¨¢n y por ambos logr¨® imponerse. Uno de pecho circular, monumental, fue una r¨²brica acogida con entusiasmo. Para entonces, el toro ya se hab¨ªa puesto inc¨®modo y m¨¢s que se puso a la hora de matar. Rom¨¢n tuvo que rectificar varias veces, pero la espada no entr¨® cuando deb¨ªa.
De embestida c¨¢lida y de calidad, el quinto. Toro tambi¨¦n de finas puntas, que tuvo su punto de mansedumbre en varas, pero que se entreg¨® en el ¨²ltimo tercio. El toro sorprendi¨® a Rom¨¢n, que interrumpi¨® la dedicatoria al p¨²blico improvisando sobre la marcha unos ayudados. Brindado el toro, empez¨® la fiesta. Entrega total del valenciano y series muy ligadas en el toreo en redondo. Muy cosido el toro en la muleta poderosa de Rom¨¢n. Descarado siempre, Rom¨¢n abri¨® el comp¨¢s en el toreo sobre la mano izquierda, por donde el toro tambi¨¦n mostr¨® su calidad. Los cambiados por la espalda, ligados sobre la derecha, llegaron mucho a la gente. Pero ?ay! La espada de nuevo se cruz¨® en el camino y la posible puerta grande se esfum¨®. Una l¨¢stima. Se repiti¨® la historia y al toro se le dio la vuelta en el arrastre. Solo cuenta, al final, el juego en la muleta. La mansedumbre en varas es cuesti¨®n balad¨ª. O eso parece.
No solo le cost¨® varios minutos al primero saltar al ruedo, sino que una vez presente se plant¨® ante los capotes sin querer saber nada. Laboriosa labor para que, al fin, el toro entrara al capote de Morante, que esboz¨® un par de ver¨®nicas marca de la casa. Pero el toro ya hab¨ªa cantado su condici¨®n. Bien castigado en varas, el de Victoriano del Rio se puso remiso, reserv¨®n e incierto. Un par de series con la derecha, con alg¨²n muletazo enjundioso y pare usted de contar. Incluso el propio Morante pidi¨® a la m¨²sica que dejara de tocar, en signo claro de que aquello no ten¨ªa presente. Breve trasteo y apuros al final cuando el toro hizo hilo y el torero puso pies en polvorosa.
El cuarto, muy gastado en varas, lleg¨® a la muleta cansino, sin chispa. De embestida mortecina, solo le sirvi¨® a Morante para dibujar alg¨²n natural, un par de ayudados y una trincherilla. Por el pit¨®n derecho, el toro se puso en tierra de nadie e incomod¨® a Morante.
Del R¨ªo / Morante, Roca, Rom¨¢n
Toros de Victoriano del Río, de correcta presentación y desiguales de juego. A tercero y quinto, de gran calidad en la muleta pero que mansearon en varas, se les dio la vuelta al ruedo en el arrastre.
Morante de la Puebla: dos pinchazos (silencio); metisaca y media (silencio).
Román: cuatro pinchazos y estocada-aviso- (saludos): pinchazo, estocada, descabello -aviso- y otros dos (vuelta al ruedo).
Roca Rey: gran estocada sin puntilla (dos orejas); estocada sin puntilla (oreja).
Plaza de Valencia. 15 de julio. Segunda de Feria. Casi tres cuartos.
Babelia
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