Nueva York se rinde a Joaqu¨ªn Ach¨²carro en la gira con motivo de sus 90 a?os
El c¨¦lebre pianista espa?ol celebra con un concierto en el museo Guggenheim siete d¨¦cadas de carrera musical
¡°No me llame maestro. Soy un trabajador, tengo que estudiar m¨¢s, todo esfuerzo me parece poco¡±. Joaqu¨ªn Ach¨²carro, el nombre propio del piano cl¨¢sico en Espa?a, el concertista de los m¨¢s notables escenarios del mundo, acepta como mucho ser llamado ¡°viejo prodigio¡± desde el v¨¦rtigo de sus 90 a?os en activo, tras una carrera de m¨¢s de siete d¨¦cadas. Los cumple el pr¨®ximo 1 de noviembre, ¡°con una sensaci¨®n rar¨ªsima¡± desde esa altura vital, ¡°pero viendo que he recorrido un camino, con sus d¨ªas de ¨¦xito y sus d¨ªas de fracaso, aquellos en ...
¡°No me llame maestro. Soy un trabajador, tengo que estudiar m¨¢s, todo esfuerzo me parece poco¡±. Joaqu¨ªn Ach¨²carro, el nombre propio del piano cl¨¢sico en Espa?a, el concertista de los m¨¢s notables escenarios del mundo, acepta como mucho ser llamado ¡°viejo prodigio¡± desde el v¨¦rtigo de sus 90 a?os en activo, tras una carrera de m¨¢s de siete d¨¦cadas. Los cumple el pr¨®ximo 1 de noviembre, ¡°con una sensaci¨®n rar¨ªsima¡± desde esa altura vital, ¡°pero viendo que he recorrido un camino, con sus d¨ªas de ¨¦xito y sus d¨ªas de fracaso, aquellos en los que algo [en el concierto] no ha salido del todo bien. Por eso digo que debo estudiar y trabajar m¨¢s¡±.
Tras su reciente gira por Jap¨®n, ¡°con el p¨²blico enmascarado y enarbolando carteles donde se le¨ªa bravo porque tienen prohibido gritarlo¡±, el maestro bilba¨ªno ha recalado este martes en Nueva York en la gira de celebraci¨®n de su 90? cumplea?os, que concluir¨¢ en Bilbao coincidiendo con el 25? aniversario del museo Guggenheim. La sala Peter B. Lewis del museo matriz, el Guggenheim de Nueva York, fue el escenario de un recital con un repertorio variado, Brahms, Chopin, Debussy y ¡°obras de Falla, Granados y Alb¨¦niz, un gui?o espa?ol que no puede faltar para el p¨²blico americano¡±, con el a?adido de una ¨²ltima pieza, como bis, s¨®lo apta para virtuosos: el Nocturno para la Mano Izquierda de Scriabin.
El concierto, que se inscribe en una gira con etapas en Washington, Dallas, Chicago, San Diego, Houston y Miami, se celebr¨® gracias a la iniciativa del consulado de Espa?a en Nueva York y la Fundaci¨®n Ach¨²carro, que recoge el legado (¡°un centenar largo de disc¨ªpulos de todas las nacionalidades, concertistas en los mejores teatros del circuito internacional¡±) del pianista. Janet Kafka, presidenta de la fundaci¨®n, record¨® al presentar al pianista su carrera ¡°en solitario y con m¨¢s de 200 orquestas, bajo la batuta de 300 directores, en 58 pa¨ªses del mundo¡±, as¨ª como su experiencia como profesor. Sobre su legado, imposible encontrar mejor ejemplo que la asistencia al concierto de una docena larga de disc¨ªpulos, llegados desde distintos puntos de EE UU. ¡°Hola, he sido alumna del Maestro, con may¨²sculas. Fue una experiencia incre¨ªble¡±, se presentaba a las puertas del Guggenheim Angela Yoffe, pianista y pedagoga de la Universidad Roosevelt de Chicago, ciudad en la que se form¨® con Ach¨²carro.
Con un fino sentido del humor y penetrantes ojos azules, Ach¨²carro resulta cercano y amable, un grande tambi¨¦n en el trato, durante una entrevista celebrada pocas horas antes del concierto. Bromea consigo mismo al considerar que ¡°cumplir 90 a?os y seguir tocando [profesionalmente] el piano debe de ser una cosa rara (risas). Cuando estudiaba en Par¨ªs en los a?os cincuenta, hab¨ªa dos maestros que se presentaban como viejos prodigios. Lo que yo soy ahora (m¨¢s risas)... Lo cierto es que a partir de los 80 a?os las hojas del calendario y las agujas del reloj pasan a toda velocidad (risas)¡±. En contacto diario con los grandes compositores a los que reverencia tanto como interpela, vuelve a rechazar ser llamado maestro. ¡°Cuando est¨¢s en contacto con obras maestras -yo trato a diario con algunos de los mayores genios de la humanidad-, descubres cu¨¢n grandes son y eso te recuerda que debes estudiar m¨¢s, trabajar m¨¢s¡± para expresarlos en toda su dimensi¨®n.
A las puertas del hotel donde se hospeda, a unos pasos de la Quinta Avenida, el ruido de unas taladradoras amenaza con romper el t¨ªmpano de los hu¨¦spedes y los viandantes; nada extra?o en una ciudad desbordada por los decibelios. ¡°Nuestro cuerpo reacciona f¨ªsicamente ante el sonido de distintas maneras¡±, dice, se?alando en direcci¨®n a la puerta, de donde procede el horr¨ªsono fastidio de la obra. ¡°La diferencia es que en la m¨²sica los sonidos se organizan de una manera que la respuesta que provocan en el ser humano es agradable. Y el piano en concreto produce una infinitud de sonidos¡±.
Junto a su esposa, la tambi¨¦n pianista Emma Jim¨¦nez, que se incorpora al final de la charla, Ach¨²carro aborda la insondable excelencia de los grandes compositores en un mundo en el que para muchos la m¨²sica cl¨¢sica a¨²n es sin¨®nimo de m¨²sica culta y, por tanto, de bocado reservado a las ¨¦lites, con toda la carga despectiva, poco democr¨¢tica, que generalmente implica el concepto. ¡°As¨ª sigue siendo, porque llenar el Teatro Real est¨¢ muy bien, es fant¨¢stico, pero llenar el Bernab¨¦u lo es a¨²n m¨¢s, esa es la diferencia¡± con otros fen¨®menos masivos. Pero disfrutar de los cuatro acordes en que Mozart despliega, en sus ¨®peras, todas las emociones del g¨¦nero humano, recalca en presencia de Jim¨¦nez, gran conocedora de la obra del m¨²sico de Salzburgo, es prueba palpable de que, elitista o no, la m¨²sica es un b¨¢lsamo en un mundo ruidoso y veloz, inasible. ¡°Mozart pinta murales con pinceles peque?os, en cuatro compases da cabida a todas las emociones del ser humano¡±, subraya. Las mismas emociones encontradas, admiraci¨®n, nostalgia y entusiasmo, que en el concierto del Guggenheim derramaron los dedos de Joaqu¨ªn Ach¨²carro sobre el teclado.