Nueva Orleans: el inquisidor y la bruja
Los estudiosos del primer jazz hablan del ¡°matiz espa?ol¡±. Una semilla tal vez plantada cuando Luisiana era una posesi¨®n espa?ola
Uno suele caminar por Nueva Orleans con la mirada atenta, esperando encontrarse con alguno de los 42 cementerios que (se supone) tiene la ciudad, debido a la porosidad del terreno, siempre amenazado por las inundaciones. Pero lo que el ojo localiza, sobre todo en el centro hist¨®rico, son unas placas de azulejos recordando que, cuando aquello era ¡°...
Uno suele caminar por Nueva Orleans con la mirada atenta, esperando encontrarse con alguno de los 42 cementerios que (se supone) tiene la ciudad, debido a la porosidad del terreno, siempre amenazado por las inundaciones. Pero lo que el ojo localiza, sobre todo en el centro hist¨®rico, son unas placas de azulejos recordando que, cuando aquello era ¡°la provincia espa?ola de Luisiana¡±, all¨ª estaba la plaza de Armas, el camino Real o la calle de San Felipe.
Sorprende tal cortes¨ªa, dado que el dominio espa?ol sobre La Luisiana dur¨® menos de 40 a?os y fue un tanto precario. Cierto que el Imperio estaba en decadencia, pero todav¨ªa contaba con batallones de funcionarios eficaces. As¨ª, los espa?oles reconstruyeron la ciudad con edificios de piedra, tras incendios devastadores; luego, se obligaba a revisar regularmente las chimeneas de cada casa. Entre los esclavos, se ganaron simpat¨ªas por unas reglas muy tolerantes en comparaci¨®n con la feroz legislaci¨®n del Code Noir franc¨¦s, que reg¨ªa anteriormente.
En la editorial granadina Allanamiento de Mirada, el historiador H¨¦ctor Mart¨ªnez Gonz¨¢lez acaba de publicar Al comp¨¢s del vud¨² (religi¨®n, represi¨®n y m¨²sica), un libro-disco que contrapone a dos personajes clave en la historia de lo que entonces era la capital de La Luisiana. Fray Antonio de Sedella, un capuchino malague?o, fue nombrado comisario del Santo Oficio en Nueva Orleans. Un puesto menos impresionante de lo que parec¨ªa: Sedella carec¨ªa de fuerzas militares o auxiliares burocr¨¢ticos y hoy se tiende a pensar que, m¨¢s que de temible inquisidor, ejerc¨ªa de esp¨ªa, denunciando la presencia y las actividades de agentes franceses o estadounidenses. Para consternaci¨®n de los partidarios de la mano dura, mantuvo relaciones cordiales con las logias mas¨®nicas y especialmente con la poblaci¨®n negra, que le reverenciaba como P¨¨re Antoine.
La simpat¨ªa por los negros, esclavos o libres, ha servido como soporte para las leyendas que circulan sobre una supuesta amistad entre el fraile y la m¨¢s famosa sacerdotisa de vud¨² de la villa, Marie Laveau. No resulta tan disparatado ya que, a principios del siglo XIX, compet¨ªan secretamente el hoodoo aut¨®ctono con el voodoo aportado por los huidos de la revoluci¨®n en Saint-Domingue (ahora, Hait¨ª). Ambas ramas eran expertas en sincretismo: camuflaban creencias y rituales africanos en la liturgia y el dogma cat¨®licos. Muy posiblemente, un profesional de la observaci¨®n, como Antonio de Sedella, intentar¨ªa averiguar lo que hab¨ªa detr¨¢s de la supercher¨ªa.
La fama de Marie Laveau se ha prolongado a lo largo de los siglos, impulsada por novelas, pel¨ªculas y canciones: alguna de ellas fue incluso ¨¦xito grande en Espa?a, como Witch queen of New Orleans (1971), del grupo Redbone. Es uno de los 48 temas que refuerzan, en dos CD, Al comp¨¢s del vud¨², el citado libro de H¨¦ctor Mart¨ªnez Gonz¨¢lez.
A estas alturas, se agradece la voluntad did¨¢ctica de autor y editores. Tomen nota: cada uno de los 48 temas lleva cr¨¦ditos completos, un an¨¢lisis de la m¨²sica y su creador, la letra original y una laboriosa traducci¨®n al espa?ol. No esperen encontrar nada parecido en las plataformas de streaming.