Una hermosa vida de perros
En medio de las tensiones pol¨ªticas y de la crisis econ¨®mica por la que pas¨® el pa¨ªs durante el gobierno de Zapatero, la existencia de ¡®Tobi¡¯, ¡®Ron¡¯ y ¡®Nela¡¯ fue para Miguel parte esencial del tejido de su vida
Aquel chucho callejero rescatado de las ruedas de un autob¨²s se adapt¨® muy pronto a la molicie de casa sin perder nunca su mirada desvalida, incluso cuando reinaba en lo m¨¢s alto del mejor almohad¨®n. Puesto que ignoraba su pasado, Miguel se preguntaba qu¨¦ clase de miserias habr¨ªa sobrellevado Tobi en esta vida, cu¨¢ntos obst¨¢culos habr¨ªa tenido que vencer para convertirse en un ser tan listo y amoroso y, pese a su origen, tan orgulloso y pagado de s¨ª mismo. Se salv¨® del hambre y de la muerte en la ciudad y a¨²n tuvo que superar la ¨²ltima prueba definitiva en el campo. Miguel un d¨ªa lo sol...
Aquel chucho callejero rescatado de las ruedas de un autob¨²s se adapt¨® muy pronto a la molicie de casa sin perder nunca su mirada desvalida, incluso cuando reinaba en lo m¨¢s alto del mejor almohad¨®n. Puesto que ignoraba su pasado, Miguel se preguntaba qu¨¦ clase de miserias habr¨ªa sobrellevado Tobi en esta vida, cu¨¢ntos obst¨¢culos habr¨ªa tenido que vencer para convertirse en un ser tan listo y amoroso y, pese a su origen, tan orgulloso y pagado de s¨ª mismo. Se salv¨® del hambre y de la muerte en la ciudad y a¨²n tuvo que superar la ¨²ltima prueba definitiva en el campo. Miguel un d¨ªa lo solt¨® en medio de un huerto de naranjos y Tobi iba muy alegre y chulito por un sendero y de pronto apareci¨® un d¨®berman enloquecido que se precipit¨® con toda la furia sobre ¨¦l, dispuesto a descuartizarlo. Le arre¨® un primer bocado en la cabeza y con toda ella dentro de las fauces lo zarande¨® con violencia en el aire para desnucarlo; luego lo arroj¨® al suelo y lo trinc¨® por los ri?ones con la intenci¨®n de partirle la espina dorsal, aunque solo logr¨® clavarle los colmillos en la tripa, ya que Tobi se adapt¨® con extraordinaria flexibilidad al ritmo de la boca del d¨®berman. Tobi pas¨® tres d¨ªas parado sin moverse de un ladrillo, sin acostarse, sin comer ni beber y parec¨ªa preguntarse por qu¨¦ la vida hab¨ªa sido tan dura con ¨¦l. Acostumbrado a las desgracias, el chucho presenci¨® al a?o siguiente la muerte de su compa?era Nela como algo natural y por unos meses se convirti¨® en el ¨²nico guardi¨¢n de la casa y aprendi¨® a ladrar como un mast¨ªn.
Poco despu¨¦s, Miguel recibi¨® una carta muy cordial de un pol¨ªtico de derechas, que al parecer ten¨ªa un criadero de perros. Dec¨ªa: ¡°He le¨ªdo su art¨ªculo sobre la muerte de Nela y aunque nos separan las ideas pol¨ªticas, nos une el mutuo amor a los animales y espero que acepte este regalo¡±. El regalo consist¨ªa en una pareja de hermosos cachorros cockers americanos de tres meses, que fueron aceptados de buen grado por Miguel y bautizados con los nombres de Linda y Ron, ella dorada, muy chata; ¨¦l, negro antracita, con los ojos parecidos a los de Louis Armstrong, con un fuego en las cuatro patas, uno en el rabo y otro en la frente, una peculiaridad muy rara de belleza canina. ¡°A cualquier concurso que lo lleve, ganar¨¢ el primer premio¡±, le dec¨ªan a Miguel los entendidos. Pese a su depurada raza, el negro Ron estaba especializado en robar de las manos las galletas a los ni?os y el pan de la mesa, solo por afirmar su personalidad. Hab¨ªa que ver a su lado al chucho Tobi. Este plebeyo era el que m¨¢s reparos pon¨ªa ante el plato de comida. El arist¨®crata Ron soportaba cualquiera de sus caprichos hasta el momento en que se hartaba y, mientras los dos se peleaban, a la rubia Linda le bastaba con admirarse ante el espejo de s¨ª misma.
Bajo los ladridos de estos perros la historia cambi¨® de milenio. Lejos de los terrores que anunciaban los profetas, el pa¨ªs pasaba por una ¨¦poca de prosperidad y todo el mundo bailaba y re¨ªa dentro de la burbuja econ¨®mica. La primera legislatura del Partido Popular en el gobierno hab¨ªa sido sosegada y todo parec¨ªa que el relevo en la pol¨ªtica seguir¨ªa los cauces normales, hasta que la mayor¨ªa absoluta que consigui¨® Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar en su segundo mandato lo convirti¨® en un pol¨ªtico poseedor de un orgullo que era lo m¨¢s parecido al odio envasado. Durante esa legislatura, los partidos pol¨ªticos tomaron mutuamente al adversario por un enemigo. Este devenir a contradi¨®s Miguel lo lleva asociado a los 14 a?os que esta pareja de perros, la hermosa rubia y el bello negro, ejerci¨® sus gracias en la casa bajo la vigilancia de Tobi mientras vivi¨®. Miguel no ha olvidado la ¨²ltima mirada que le dirigi¨® mientras se lo llevaban para que el veterinario lo sacrificara. Era una mirada de amor, de gratitud, de comuni¨®n con la muerte. Fue por aquellos d¨ªas cuando sucedi¨® el atentado de Atocha y la derecha perdi¨® el gobierno. Su vida sirvi¨® para marcar cualquier acontecimiento. Este sucedi¨® cuando Tobi a¨²n viv¨ªa ¡ªse dec¨ªa en casa.
La perra Linda muri¨® un verano y fue enterrada bajo un limonero cerca del mar. Su compa?ero de toda la vida, el negro Ron, no pudo resistir su ausencia. Le bastaron dos meses de separaci¨®n para que una ma?ana apareciera con todo el pelo blanco y acab¨® por morir de melancol¨ªa en la ciudad, lejos de su amiga. M¨¢s all¨¢ de cualquier tragedia que sucediera en el planeta, Miguel consider¨® un deber ineludible llevar las cenizas del negro Ron, el perro que ten¨ªa ojos de Louis Armstrong, el que robaba la merienda a los ni?os, para enterrarlas junto a las de su compa?era. En medio de las tensiones pol¨ªticas y de la crisis econ¨®mica por la que estaba atravesando entonces el pa¨ªs bajo el gobierno de Zapatero, la existencia de estos perros fue para Miguel parte esencial del tejido de su vida.