Gracias por todo, se?or Newman
El actor permanecer¨¢ siempre en la memoria colectiva de sus espectadores, pero antes de largarse de este mundo decidi¨® contar su propia vida a su ¨ªntimo amigo. Y de ah¨ª sali¨® un libro
Cuentan que al pedirle a Cary Grant su opini¨®n sobre el actor de inmarchitable estrella Cary Grant, este respondi¨®: ¡°A m¨ª tambi¨¦n me gustar¨ªa ser como Cary Grant¡±. Su respuesta me parece genial. Y han existido astros a su altura legendaria, como un tal Paul Newman, alguien dotado de tal belleza, magnetismo y talento que cuando aparec¨ªa delante de la c¨¢mara enamoraba a infinitas mujeres con sentido del gusto y provocaba la envidia y la admiraci¨®n en sus siempre entregados espectadores.
Su presencia en las pel¨ªculas, independientemente de la calidad del producto, garantizaba que la taquilla iba a estar muy contenta y explotar¨ªa ante determinados t¨ªtulos. Newman permanecer¨¢ siempre en la memoria colectiva de sus espectadores, pero mucho antes de largarse de este mundo decidi¨® contar su propia vida a su ¨ªntimo amigo, el guionista Stewart Stern, y que aparecieran los testimonios (a condici¨®n de que dijeran la verdad, por cruda que fuera esta) de su familia y de la gente con la que trabaj¨®. El t¨ªtulo de este libro es La extraordinaria vida de un hombre corriente. Intentan explicar lo de ¡°corriente¡±, pero dudo de la exactitud del t¨¦rmino.
Si ¨¦l era corriente, ?qu¨¦ nos queda al resto de los hombres? Fue un ser extraordinario, complejo, con matices. Sospecho que tambi¨¦n una persona legal. ?l explica los motivos de iniciar aquellas memorias en 1986: ¡°Este libro surgi¨® de la batalla por intentar explicar todo a mis hijos. Quiero dejar alg¨²n tipo de registro que aclare las cosas, que rompa con la mitolog¨ªa que se ha generado a mi alrededor, que destruya algunas de las leyendas y que aleje a las pira?as. Algo que documente el tiempo que estuve en este planeta con alguna suerte de precisi¨®n¡±. Y lo consigue. No es una apolog¨ªa del h¨¦roe. Hay episodios desoladores, como la relaci¨®n con su hijo, que a los 12 a?os esnifaba pegamento y la palma a los 28 con una sobredosis de hero¨ªna. Y es fascinante su larga historia de amor, con baches muy peligrosos y el alcoholismo de Newman a punto de destruirla, con esa mujer tan inteligente como memorable actriz llamada Joanne Woodward. Las dudas de Newman le hicieron quemar las casetes de todas las entrevistas en 1998. Pero en un armario de la casa familiar quedaron 5.000 folios con las transcripciones. Dos d¨¦cadas despu¨¦s, volvieron a la luz.
La serie de HBO Las ¨²ltimas estrellas de Hollywood utiliz¨® antes el material que contiene el libro. No tiene desperdicio. La conduce desde el confinamiento de la pandemia el actor Ethan Hawke. Dispone de un exhaustivo festival de im¨¢genes familiares de Newman y Woodward, las pel¨ªculas que rodaron juntos y por separado, las entrevistas que concedieron, el retrato que hacen de ellos personas que les trataron afectivamente y en el terreno profesional. George Clooney y Laura Linney prestan sus voces a la legendaria pareja. Y te resulta natural el fulgor que desprend¨ªan las aut¨¦nticas estrellas (no s¨¦ si actualmente quedan algunas como ellos, a no ser que les hayan sustituido los protagonistas de la triunfante factor¨ªa Marvel), el efecto hipn¨®tico que causaban en el p¨²blico, la continua exhibici¨®n de verdadero talento.
Woodward siempre fue buena y en ocasiones conmovedora, como en Rachel, Rachel en la que fue dirigida por Newman. Y a ¨¦l siempre me gusta mirarle y escucharle. El gran p¨²blico siempre le recordar¨¢ o volver¨¢ a disfrutar con ¨¦l por dos mod¨¦licas pel¨ªculas que mezclan admirablemente la acci¨®n, la aventura y la comedia como son Dos hombres y un destino y El golpe, pero yo siempre le pondr¨¦ un altar a dos sombr¨ªas obras maestras que protagoniz¨®. Interpretando a dos perdedores dotados de talento, aunque a los que fall¨® el car¨¢cter, a dos borrachos que conocer¨¢n el infierno, pero que recuperar¨¢n el respeto a s¨ª mismos a costa de excesivo sufrimiento. Las separan varias decenas de a?os.
Una es El buscavidas; la otra, Veredicto final. Aquel arrogante y superdotado jugador de billar y el crepuscular y alcoholizado abogado al que nadie le ofrece trabajo son dos creaciones deslumbrantes de Newman. No le concedieron el Oscar por ninguna de ellas. S¨ª por la innecesaria y a ratos irritante continuaci¨®n de El buscavidas que se atrevi¨® a rodar Scorsese en El color del dinero.
Babelia
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