El algoritmo son los padres
Nunca es tarde para animarse a la rebeli¨®n contra los caminos predeterminados: que ni las modas ni las obsesiones propias ni lo que se espera de nosotros decidan los libros que vamos a leer o las pel¨ªculas que vamos a ver este a?o que empieza
Ahora lo veo claro: el algoritmo son los padres. Son los que te definen seg¨²n abres los ojos a este mundo y deciden, a veces con asombrosa perspicacia, si eres alegre, concienzuda, inquieta, si eres celosa o segura de ti misma. En consecuencia, adivinan tus gustos. En mi ni?ez del siglo pasado, los padres sab¨ªan incluso si hab¨ªas nacido de letras o de ciencias. Tanto conocimiento ten¨ªan sobre nosotros que cuando nos ped¨ªan un ...
Ahora lo veo claro: el algoritmo son los padres. Son los que te definen seg¨²n abres los ojos a este mundo y deciden, a veces con asombrosa perspicacia, si eres alegre, concienzuda, inquieta, si eres celosa o segura de ti misma. En consecuencia, adivinan tus gustos. En mi ni?ez del siglo pasado, los padres sab¨ªan incluso si hab¨ªas nacido de letras o de ciencias. Tanto conocimiento ten¨ªan sobre nosotros que cuando nos ped¨ªan un libro para Reyes no dudaban, para ellos, nuestra personalidad estaba definida y decidida: a la mayor, tan formal y estudiosa, una obra maestra de la literatura. Tr¨¢iganle un Jane Eyre. Al segundo, el chico del eterno descontento, un libro de guerra. P¨®ngale un Sven Hassel. Al tercero, simp¨¢tico y temerario, uno de aventuras. Sin dudarlo, cualquiera de Julio Verne. Y a la peque?a (quien esto escribe), fantasiosa y gregaria, un librito en el que se escuche a la gente hablar. Mujercitas encaja. Ah, y a los dos peque?os que la historieta venga con ilustraciones, que se despistan f¨¢cilmente. Todas las criaturas quieren agradar a sus padres, as¨ª que trat¨¦ de encajar en su algoritmo para no decepcionarlos. Podr¨ªa seguir escribiendo aqu¨ª de qu¨¦ manera el algoritmo de mis progenitores nos influy¨® en las profesiones que elegimos, pero eso me dar¨ªa para un libro. Lo que est¨¢ claro es que la novela elegida seg¨²n nuestro car¨¢cter ten¨ªa que durarnos un a?o, de tal forma que acab¨¢bamos imbuidos en un argumento que nos determinaba con rigor el gusto.
Creo que lo que m¨¢s nos marca en esta vida es la docilidad y la desobediencia. Habiendo disfrutado con creces de aquellas novelas que eligieron para m¨ª y sacando, sin duda, lo mejor de ellas, mi car¨¢cter desobediente me fue empujando en la adolescencia a desear lo que a otros les tocaba en suerte.
Es reveladora esta historia de ni?a del siglo pasado si pienso en c¨®mo se perpet¨²a la idea que los dem¨¢s se hacen de nosotros. A mi casa llegan todas las semanas muchos libros. Muchos, por motivos obvios. Libros que unas veces llevan su nombre en el lugar del destinatario y otras el m¨ªo. Pues bien, con bastante frecuencia los libros que llevan el nombre de ¨¦l son de historia, de ciencia, de pol¨ªtica, de guerra, de misiles, y si se da el caso de que recibe una novela escrita por una mujer, suele tratarse de una reedici¨®n, en definitiva, de un cl¨¢sico cuya calidad est¨¢ probada por el tiempo y no admite dudas. En cuanto a los que recibe ella, o sea, quien esto elucubra, suelen girar en torno a tem¨¢ticas feministas, maternidades dif¨ªciles, diferentes tipos de exclusi¨®n, asuntos sociales, infancias, novelas escritas por mujeres injustamente olvidadas y tambi¨¦n novelas de mujeres j¨®venes a las que no estar¨ªa de m¨¢s que se diera un espaldarazo. Por supuesto, que estoy generalizando, pero no me alejo de una realidad que es tozuda. El algoritmo que escribieron nuestros padres a su actualizada manera sigue funcionando.
Nunca es tarde para animarse a la rebeli¨®n y yo quiero hacerme un prop¨®sito de enmienda para este a?o que empieza, porque a veces no nos damos cuenta ni de que estamos obedeciendo, y esa docilidad inconsciente siempre nos lleva al mismo sitio, a un lugar en el que nos sentimos c¨®modos porque es el que transitamos desde ni?os (ahora se llamar¨ªa zona de confort, pero me niego). Seg¨²n vayan llegando libros, ensayos o novelas, tanto da, en este a?o 2023 voy a comenzar a cambiar los destinatarios. Con unas tijeras y un poco de pegamento ya est¨¢ hecho el l¨ªo. S¨¦ que me ver¨¦ leyendo m¨¢s libros de insectos. No es lo m¨ªo, pero se trata de desafiar un destino escrito. Vengan a m¨ª m¨¢s insectos, m¨¢s misiles, m¨¢s dictadores norcoreanos, m¨¢s terroristas de todo pelaje. Vayan a ¨¦l relatos de maternidad, de conciliaci¨®n, de traumas infantiles, novelas de escritoras j¨®venes que traducen el pensamiento de las mujeres j¨®venes. Ah¨ª, en su mesa, un libro a su nombre sobre la menopausia. Aqu¨ª, en la m¨ªa, un libro sobre la des-extinci¨®n. Qu¨¦ maravilla.
Y que conste que este a?o que ha acabado ya comenzamos a rebelarnos contra el algoritmo dado. Si por m¨ª hubiera sido no habr¨ªa visto Better Call Saul, que rechazaba porque el abuso en la ficci¨®n de la violencia ya se me hace bola. Pero ¨¦l insisti¨®, compartir es un deleite y quer¨ªa charlar conmigo sobre lo que a ¨¦l le hab¨ªa parecido una maravilla. Ten¨ªa raz¨®n: acab¨¦ seducida por la pareja protagonista. Por otra parte, si por ¨¦l hubiera sido no habr¨ªa visto La Maternal, estoy segura, pero le insist¨ª, porque sab¨ªa que una vez traspasado el prejuicio del t¨ªtulo le iba a conmover, y as¨ª fue, qued¨® encandilado por la historia de la adolescente embarazada. Si todos estuvi¨¦ramos dispuestos a ir m¨¢s all¨¢ del marcaje al que nos sometieron desde ni?os, si nos dej¨¢ramos seducir por historias que en principio no fueron escritas para nuestros ojos, tendr¨ªamos una mirada m¨¢s generosa sobre la vida. Son demasiadas veces las que torcemos el gesto ante una novela sin haberla le¨ªdo, y que incluso improvisamos una cr¨ªtica mordaz porque es lo que se espera de nosotros.
Adem¨¢s de ver m¨¢s all¨¢ de mis propias obsesiones e intereses y de ser fiel a la imagen que otros se hacen de m¨ª, en el pr¨®ximo a?o me dejar¨¦ llevar por algo que en general funciona muy bien: la gu¨ªa del azar. Que la moda, tan frecuente en las artes, no me marque el camino y que vuelva en julio y agosto a los cl¨¢sicos. Si el verano de 2021 fue el verano de Tolst¨®i, y este pasado el de George Elliot, en el del 23 pretendo retomar el camino de Proust. Y no todo es literatura. Anoche comenzamos un ciclo casero de Chaplin y despu¨¦s de re¨ªrnos a carcajadas con La quimera del oro pens¨¦ en la cura de humildad que supone el admitir que siempre hubo alguien que lo hizo antes que t¨² y, adem¨¢s, mejor.