Los s¨ªmbolos, misterios y hechizos de Leonora Carrington, la ¡®diosa blanca¡¯ del surrealismo
La Fundaci¨®n Mapfre rememora la dram¨¢tica estancia de la artista en Madrid y Santander en ¡®Revelaci¨®n¡¯, una exposici¨®n antol¨®gica de 188 piezas que recorre su obra de manera cronol¨®gica
Nacida en 1917 en Lancashire (Inglaterra) en el seno de una poderosa familia fabricante de tejidos, Leonora Carrington es la artista m¨¢s notable del movimiento surrealista. Su extensa obra est¨¢ llena de simbolog¨ªa y vivencias personales cargadas de dramatismo. En sus pinturas, dibujos y libros narra episodios en los que recrea sus tiempos felices con Max Ernst en el Par¨ªs anterior a la guerra, el infierno sufrido en la Espa?a de la Guerra Civil o la huida por mar hasta encontrar una cierta paz en Ciudad de M¨¦xico, el lugar en el que reconstruye de nuevo su vida y en el que vivi¨® hasta los 94 a?os. Pese a sus ra¨ªces europeas, su obra ha sido poco vista en exposiciones importantes, un olvido que ahora se repara con la inauguraci¨®n de la muestra Leonora Carrington. Revelaci¨®n, una antol¨®gica de 188 obras en la Fundaci¨®n Mapfre de Madrid hasta el 7 de mayo.
Dividida en 10 secciones que se extienden por las dos plantas del edificio, la exposici¨®n arranca con un apartado titulado La debutante en el que se agrupan obras realizadas hasta los 15 a?os, el momento en el que su familia quiere presentarla en sociedad y ella se niega rotundamente. Leonora era la menor de cuatro hermanos. Todos ellos hombres y todos ellos machistas. Creci¨® en una lujosa finca, Crookhey Hall, escuchando historias populares irlandesas que su ni?era y su propia madre le contaban. Seg¨²n narra la escritora Elena Poniatowska en la biograf¨ªa novelada Leonora (Seix Barral 2011), con s¨®lo cinco a?os ¡°edit¨®¡± su primer cuento. No sab¨ªa escribir, pero se lo dict¨® a la madre.
Su crecimiento y adolescencia fueron un ir y venir de diferentes colegios de los que era expulsada. Tan brillante como desobediente, la muchacha consigui¨® que su madre le financiara estudios de arte en Florencia para conocer a fondo a los maestros antiguos italianos. En 1936 venci¨® las reticencias paternas y se instal¨® en Londres para estudiar dibujo. All¨ª, en la cena inaugural de la Exposici¨®n Internacional de Surrealismo conoci¨® a Max Ernst. ?l ten¨ªa 48 a?os y ella 22. ?l abandon¨® a su mujer, se hicieron amantes y poco despu¨¦s se marcharon a la Provenza, a una antigua granja en el pueblo de St.-Martin-d¡¯Ard¨¨che.
Los comisarios de la exposici¨®n (Tere Arcq, Carlos Mart¨ªn y Stefan van Raay) han querido que el orden cronol¨®gico sea el hilo conductor de una exposici¨®n en la que se mezclan vivencias personales con preocupaciones sociales y pol¨ªticas: los derechos de la mujer y el cuidado de los animales. Carlos Mart¨ªn a?ade que Carrington desarroll¨® un lenguaje determinado por temas como la mitolog¨ªa celta, el mundo de la magia y lo oculto, la naturaleza y el mundo animal, la psicolog¨ªa o el budismo tibetano. Todos estos temas de corte on¨ªrico aparecen en unas pinturas a las que Carrington no quer¨ªa dar ning¨²n significado. ¡°Las obras no se pueden explicar¡±, dijo en varias ocasiones.
El drama que acab¨® viviendo en Espa?a comienza en 1939 cuando Max Ernst es detenido en Francia por su origen alem¨¢n. Leonora abandona la casa y junto a una amiga viaja hacia Espa?a para conseguir un salvoconducto. Se sabe que lleg¨® hasta Madrid en tren y pas¨® semanas alojada en sucesivos hoteles con la esperanza de que alguien la atendiera. Seg¨²n cont¨® en su libro Memorias de abajo (1943), una noche en la que ella paseaba su desaz¨®n por las calles de Madrid fue atacada por tres requet¨¦s (paramilitares carlistas) que la llevaron a una casa abandonada y la violaron hasta hartarse. Se marcharon y la dejaron tirada e inconsciente en el suelo como un trapo sucio.
A Inglaterra lleg¨® la noticia de que Carrington sufr¨ªa una tremenda depresi¨®n. No se sabe si los padres conocieron las causas y lo mejor que se les ocurri¨® fue trasladar a su hija a un sanatorio en Santander para ser atendida por el doctor Luis Morales, un cuestionado psiquiatra filonazi que le aplic¨® un convulsivo qu¨ªmico llamado cardiazol. La artista guard¨® siempre la imagen de una mujer desnuda atada con correas a una cama en una habitaci¨®n de un sanatorio espa?ol durante el verano de 1940. Alguien convenci¨® a los padres de que lo mejor era trasladar a su hija a Sud¨¢frica y ella aprovech¨® para escaparse a Lisboa y de ah¨ª a Nueva York. Mientras, su amado Max Ernst se hab¨ªa casado con la mecenas y multimillonaria Peggy Guggenheim, con la que se instal¨® en Nueva York.
A Nueva York lleg¨® tambi¨¦n Carrington despu¨¦s de un matrimonio de conveniencia con su amigo Renato Leduc. En la ciudad estadounidense despert¨® el inter¨¦s de Pierre Matisse, quien muy pronto le dedic¨® una exposici¨®n. Ella se march¨® a M¨¦xico y junto al fot¨®grafo Emeric Weisz (el laborante de Capa que port¨® las maletas de fotograf¨ªas de la Guerra Civil) se instal¨® en una casa de tres pisos en la colonia Roma. La casa era una met¨¢fora perfecta de los dolorosos viajes que hizo en su vida con descensos a la locura y ascensos a la curaci¨®n impulsados por su propia fuerza interior. En esos estados oscilantes consegu¨ªa la calma moderada que equilibraba su ansiedad y la situaba en un excepcional estado de actividad creativa. En esa casa de hormig¨®n estilo Bauhaus vivieron durante 54 a?os y criaron a sus dos hijos: Pablo, artista y pat¨®logo, y Gabriel, profesor y autor de libros sobre chamanismo.
Las obras que se exponen, explica el comisario, responden a la memoria de la artista. Son cuadros cargados de referentes surrealistas y de sus admirados maestros como El Bosco, Pieter Brueghel o los pintores italianos que conoci¨® en Florencia. Muchos han salido de su famosa cocina alqu¨ªmica, la que a menudo compart¨ªa con la espa?ola Remedios Varo y la fot¨®grafa h¨²ngara Kati Horna. Juntas destilaban f¨®rmulas y hechizos destinados a predicar el amor por la naturaleza y acabar con el poder opresivo del patriarcado.
Ante el mural El mundo m¨¢gico de los mayas (1963-1964), realizado por encargo del Museo Nacional de Antropolog¨ªa de la ciudad de M¨¦xico, el comisario espa?ol explica que todav¨ªa no hay un cat¨¢logo de la obra de Carrington, aunque se estima que puede haber alrededor de 2.000 piezas entre pintura, escultura y tapices. En Espa?a s¨®lo el Thyssen cuenta con una pintura y hay otras dos en colecciones particulares. La ¨²nica gran exposici¨®n que se le ha dedicado hasta el momento fue en 2018 en la capital mexicana con un centenar de obras reunidas bajo el t¨ªtulo de Leonora Carrington. Cuentos m¨¢gicos. La exposici¨®n madrile?a, realizada en coproducci¨®n con el Museo Arken de Dinamarca, ha tenido una versi¨®n reducida en Copenhague.
Conocida como la ¡°novia del viento¡± o ¡°la bruja de M¨¦xico¡±, ella parec¨ªa sentirse m¨¢s pr¨®xima a La diosa blanca de Robert Graves, uno de los libros que mejor supieron acompa?arla junto a Alicia en el pa¨ªs de las maravillas, de Lewis Carroll, y Los viajes de Gulliver, de Jonathan Swift.
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