Elvira M¨ªnguez: ¡°Las mujeres pueden ser muy ambiciosas y muy hijas de puta y usar a los hijos en su propio beneficio¡±
La actriz debuta como escritora con ¡®La sombra de la Tierra¡¯, una dur¨ªsima y poderosa novela donde recrea una historia rural de violencia, abusos y lucha por el poder en una familia
¡±Todos los hijos quieren a sus padres porque los necesitan para sobrevivir, pero no todos los padres, y madres, quieren a sus hijos¡±. La frase tremenda de Elvira M¨ªnguez (Valladolid, 57 a?os) en la presentaci¨®n en Madrid de su primera novela ¡ªa cargo del periodista Carles Francino y del actor ...
¡±Todos los hijos quieren a sus padres porque los necesitan para sobrevivir, pero no todos los padres, y madres, quieren a sus hijos¡±. La frase tremenda de Elvira M¨ªnguez (Valladolid, 57 a?os) en la presentaci¨®n en Madrid de su primera novela ¡ªa cargo del periodista Carles Francino y del actor Rub¨¦n Ochandiano, ¨ªntimos amigos de la actriz¡ª dej¨® hace un par de semanas con un nudo en el est¨®mago al auditorio que abarrotaba la librer¨ªa Machado, entre el que no hab¨ªa m¨¢s familiar de la actriz que su marido, Jos¨¦ Carrasco, y una anciana t¨ªa con la que no se ve¨ªa desde hac¨ªa mucho tiempo. Con esa sentencia, M¨ªnguez, emocionad¨ªsima, parec¨ªa referirse no solo a la trama del libro, sino a algo m¨¢s personal y profundo. La cita que abre el volumen: ¡°Y ser¨¢n los hijos los que se conjuren contra el silencio de los padres para arrancar a la tierra de su sombra¡±, inventada por la autora remedando un supuesto vers¨ªculo b¨ªblico, abunda en esa impresi¨®n de ajuste de cuentas. Charlamos unos d¨ªas m¨¢s tarde en el caf¨¦ del Ateneo de Madrid. Empiezo por el principio.
?D¨®nde guardaba, pasados los 50, esta historia dura y terrible?
Supongo que en mi inconsciente. Hay ah¨ª una rabia contra esas madres y esos padres. Cosas personales. Desde la sombra de los propios miedos, a partes m¨ªas que no quiero ver y me he metido a saco como manera de evolucionar, de crecer, de madurar. Me he divertido mucho escribi¨¦ndolo.
?Fue divertido escribir sobre abusos y cr¨ªmenes familiares a las cinco de la madrugada, antes de llevar a su hijo de 13 a?os al cole, como dice que hizo?
Mucho. Sabiendo que no son exactamente hechos reales, ese atreverte a entrar en los retru¨¦canos de tu cerebro es un viaje interesant¨ªsimo. Escribir la muerte grotesca y escatol¨®gica de una de las malas fue todo un goce.
Dedica el libro a su psicoterapeuta. ?Tan vital es en su vida?
S¨ª. Mi Bego?a. Ha habido algo en la terapia que me gusta mucho y es esa invitaci¨®n a narrarme a m¨ª misma, con lo bueno y lo malo. Me ayud¨® a sanarme. Mirar y mirarme de frente en absolutamente todo. Y ese todo incluye la propia maldad y el propio odio.
En el libro, las mujeres son las duras y los hombres, los tiernos. ?Ganas de romper estereotipos?
Es un cambio consciente no solo de roles, sino de mi propia construcci¨®n mental. Vengo de una familia tremendamente machista. Mi madre, mi padre, mi abuela, mi abuelo, mis bisabuelos, todos lo eran. Yo no puedo decir que no lo sea, c¨®mo no lo voy a ser, si lo he mamado, pero lucho cada d¨ªa por hacer esa inversi¨®n. Todos los personajes que he interpretado en cine han sido mujeres duras, sacrificadas, que renuncian a ellas por los dem¨¢s, y estaba harta. He creado los personajes que me hubiera gustado interpretar, aunque sean odiosas. Mujeres completas, personas, no personas a medias. Estoy hasta el culo de los personajes que me dan. Y he escrito, entre otras cosas, para poder dirigirlos. Y luego producirlos. Me estoy montando el chiringo: ya que no me lo dan fuera, me lo monto yo. Tengo la pel¨ªcula completa en la cabeza.
Esas mujeres de su libro, de nombres tremendos, Garibalda, Atilana, Tr¨¢nsito, parecen llevar un destino terrible escrito desde la cuna.
Los nombres est¨¢n inspirados en mujeres de mi familia, pero no son ellas, claro. Mis personajes han sido mujeres maltratadas y abusadas. Dicen los psic¨®logos que esos antecedentes se pueden repetir hasta en seis generaciones. Pero es que, adem¨¢s, son mujeres a quienes les interesa el poder. Porque las mujeres pueden ser malvadas, muy ambiciosas y muy hijas de puta, que usan a sus hijos y los manipulan en su beneficio para lograr el poder, o mantenerlo, dentro y fuera del hogar. No son santas, aunque sean beatas.
Sit¨²a la acci¨®n en un pueblo perdido de Zamora. Su colega y coet¨¢neo Carmelo G¨®mez, de un pueblo leon¨¦s, le cont¨® a mi compa?era Roc¨ªo Garc¨ªa que su padre lo maltrat¨® de ni?o sin ser consciente. ?Casualidad?
Somos el producto de una educaci¨®n y de una Espa?a determinada. Mi novela transcurre en 1896, pero podr¨ªa colocarla en 2023. Seg¨²n las estad¨ªsticas, ahora mismo, de los 35 ni?os de una clase, 5 pueden estar sufriendo abuso sexual en el ¨¢mbito familiar. Cada vez que oigo hablar del consentimiento me pregunto, ?qui¨¦n habla de consentimiento cuando el abusado o abusada es un ni?o en su propia familia? Me parece muy bien que el Me Too salga de bambalinas y los abusos de la Iglesia, de la sacrist¨ªa. Pero esta es la gran sombra. Seguimos sin hablar de los abusos intrafamiliares. Porque si lo hici¨¦ramos, estar¨ªamos moviendo uno de los pilares m¨¢s importantes del sistema: la familia.
En 2006, la entrevist¨¦ para El Pa¨ªs Semanal y ya lamentaba la falta de papeles interesantes para actrices de m¨¢s de 40 a?os. ?Ha cambiado algo desde entonces?
No ha cambiado una mierda. El sistema patriarcal nos deja avanzar tres pasos y luego nos hace retroceder cinco.
?Qu¨¦ hacemos entonces, renunciamos?
Seguir dando la matraca. Cuando me preguntan si soy feminista, digo que soy una mujer y que llevo toda la vida pele¨¢ndome contra todo tipo de sistema. Yo, de casi adolescente, me march¨¦ de casa, di un zapatazo, romp¨ª la relaci¨®n con todos, me puse a fregar escaleras en Madrid y desde entonces he configurado mi pensamiento en contra de lo que se supone que ten¨ªa que hacer. Y sigo haci¨¦ndolo. No me interesa nada que digan si soy o no feminista: soy una mujer libre y lo demuestro si¨¦ndolo.
?Qu¨¦ peajes ha pagado?
Muchos. No tener familia, por ejemplo.
?Pero los suyos est¨¢n vivos?
S¨ª, claro. No todos. Algunos, por suerte, est¨¢n muertos.
Madre m¨ªa...
S¨ª, ya te puedes imaginar de qu¨¦ estoy hablando. Claro que he pagado peajes, porque cuando quise poner los puntos sobre las ¨ªes, me dijeron que me callara y no montara esc¨¢ndalos. Escribo para romper los silencios.
?No le han desbaratado nunca esa determinaci¨®n, ni siquiera cuando se ha enamorado?
Para nada. Cuando me he enamorado ha sido como si me dieran un golpe en la cabeza, pero no en ese terreno. Jos¨¦, mi marido, mi compa?ero, es tan machista como yo, pero cada d¨ªa nos cuidamos muy mucho y trabajamos para que nuestro hijo rompa la cadena y est¨¦ limpio de polvo y paja. Ese es el gran trabajo de mi vida, hasta que estire la pata. Y pienso vivir muchos a?os. Tengo las espaldas muy anchas.
Cuenta que, en Castilla, en la ¨¦poca que recrea en el libro, hab¨ªa mujeres que se suicidaban cuando llegaban a la menopausia para quitarse de en medio. Da miedo.
S¨ª, se llama suicidio de balance. Se tiraban a un pozo porque pensaban que ya no ten¨ªan nada que hacer en la tierra y se anudaban las faldas para que cuando las sacaran no se les vieran las bragas. F¨ªjate ahora. Ahora somos menop¨¢usicas y tenemos hijos adolescentes. En casa, mi hijo y yo somos dos trenes en marcha y a todo trapo. No me digas que eso no es vida.
Es actriz. No se ha retocado el rostro ni se ti?e las canas. ?Nunca ha tenido tentaciones de hacerlo?
Jam¨¢s. Soy una superviviente y estoy feliz de cumplir a?os. Ten¨ªa las cartas marcadas para no haber llegado viva hasta aqu¨ª. Al rev¨¦s: mi lucha es que no me retoquen las fotos. Los fot¨®grafos me insisten y me dicen que voy a ser la ¨²nica sin retocar. Me han llegado a decir que no entro en la l¨ªnea editorial de alguna revista femenina. Pues vale, no salgo: mis arrugas son mi declaraci¨®n de principios.
Hay directores que no quieren actrices maduras con arrugas ni tampoco retocadas. ?Qu¨¦ quieren?
Es perverso, porque todo obedece a la idea del sexo patriarcal. Al prototipo de mujer que los hombres quieren ver y se quieren follar. Hacer atractivo que las mujeres intenten parecer cada vez m¨¢s ni?as es perverso.
Dice estar harta de los personajes que le ofrecen. ?Cu¨¢les?
Te encasillan. Yo me he pasado la vida llorando, pero, cuando era m¨¢s joven, tambi¨¦n masturb¨¢ndome en escena. Me dec¨ªan: t¨² te miras al espejo y no te reconoces, y empiezas a acariciarte. Yo me he masturbado en la cama, en el ba?o, en el bar, en todos lados, y me preguntaba: ?qu¨¦ mierda de imagen les provocar¨¦ yo a los directores para que me pidan esto de masturbarme todo el rato en todas partes?
?Qu¨¦ imagen cree que da hoy?
Para la industria soy una actriz de cierto prestigio. Bastante bocachancla. Intensa. Para la mayor¨ªa, una rara avis, de esas a las que hay que premiar cuando alguien la premia. Tengo como una vitola de calidad [r¨ªe], como los puros. Mi marido bromea con eso y me llama ¡°Vitola¡± porque sabe que me jode, la puta vitola. Ya s¨¦ yo si he estado bien, pero sobre todo si he estado mal. La autovaloraci¨®n tambi¨¦n se construye, y a m¨ª no me permitieron construirla.
En el ep¨ªlogo escribe que ojal¨¢ que su libro le haya gustado al lector, algo inaudito en un escritor. ?Humildad o zalamer¨ªa?
Podr¨ªa decir otra cosa para quedar bien, pero es pura necesidad de aprobaci¨®n. Siempre he buscado que me quieran, porque en casa no me han querido. Volvemos a lo de siempre: somos la consecuencia de quienes fuimos y fueron.
?Y lo ha conseguido?
?Que me quieran? Amo a mi hijo y mi marido, ellos me aman, y adem¨¢s est¨¢n mis amigos. Tengo la familia que he elegido. Sobre lo dem¨¢s: estoy en ello, falta mucho camino, pero me arriesgo a decir que empiezo a estar en paz conmigo misma.
A PROP?SITO DE ELVIRA
Abusos entre padres e hijas, muerte, lucha por el poder, sexo y, sí, también humor negro en dos familias en un pueblo de Zamora en 1896. La sombra de la tierra, la primera novela de la actriz Elvira Mínguez, es demasiado descarnada y poderosa para ser ficción pura y dura. Mínguez, que se fue de su casa familiar jovencísima y se puso a limpiar locales y casas en Madrid para pagarse las clases de interpretación, saltó a la gran popularidad con Días contados, la película de Imanol Uribe donde interpretaba a una etarra enamorada de su compañero de comando, interpretado por Carmelo Gómez. Más tarde, ganó el Goya a mejor actriz de reparto por su papel en el filme Tapas, donde compartía protagonismo con Rubén Ochandiano. Apasionada de la lectura y la escritura, tomó clases literarias y de guion en la escuela de Clara Obligado. De varios cuentos realizados entonces como ejercicio práctico nació el germen de su primer y recién publicado libro. Mínguez, madre de un adolescente de 13 años, tiene pluma para rato.