Ocho mitos sobre el pop espa?ol
Una asombrosa curva de aprendizaje: de un pa¨ªs donde no se encontraban guitarras el¨¦ctricas fiables a la floraci¨®n de mil conjuntos
Como alguien dijo, ¡°el pasado es un pa¨ªs extra?o¡±: mi primera reacci¨®n ante ??Hola, Mr. Pop!! (Silex Ediciones), un colosal trabajo en dos vol¨²menes del promotor Ignacio Faul¨ªn. El fruto de a?os de inmersi¨®n en las fuentes primarias que reflejaron la irrupci¨®n de la ¡°m¨²sica moderna¡± entre 1956 y 1969. Un pasado que, debido a la casi total ausencia de visiones panor¨¢micas, ha quedado cubierto por t¨®picos.
Faul¨ªn se deleita en desmontar muchos de esos lugares comunes, a veces con acierto. Y hay lecciones todav¨ªa apro...
Como alguien dijo, ¡°el pasado es un pa¨ªs extra?o¡±: mi primera reacci¨®n ante ??Hola, Mr. Pop!! (Silex Ediciones), un colosal trabajo en dos vol¨²menes del promotor Ignacio Faul¨ªn. El fruto de a?os de inmersi¨®n en las fuentes primarias que reflejaron la irrupci¨®n de la ¡°m¨²sica moderna¡± entre 1956 y 1969. Un pasado que, debido a la casi total ausencia de visiones panor¨¢micas, ha quedado cubierto por t¨®picos.
Faul¨ªn se deleita en desmontar muchos de esos lugares comunes, a veces con acierto. Y hay lecciones todav¨ªa aprovechables:
1. Las voces sensatas. Es dif¨ªcil encontrar en los medios de la ¨¦poca opiniones amables hacia el rock and roll, el twist o ¡°las melenas¡± de los Beatles. Los insultos e improperios, sin embargo, no hicieron mella en los adeptos. Algo que deber¨ªa hacer meditar a los que hoy arremeten rutinariamente contra el reguet¨®n y g¨¦neros adyacentes.
2. Fue un complot estadounidense. Hay un rico anecdotario sobre la irradiaci¨®n cultural de las bases estadounidenses en Espa?a, sobre todo gracias a sus emisoras. Un espejismo: estas emit¨ªan en frecuencia modulada y, por aquellos tiempos, pocos espa?oles ten¨ªan receptores adecuados.
3. Los rockeros eran ni?os bien. La presencia de reto?os de militares, diplom¨¢ticos o empresarios, ocultaba una realidad interclasista. Tampoco se trataba necesariamente de estudiantes: Manolo de la Calva y Ram¨®n Arcusa trabajaban en una f¨¢brica de motores antes de convertirse en estrellas juveniles, como D¨²o Din¨¢mico.
4. Las garras de la censura. Faul¨ªn enfatiza la arbitrariedad de los censores a la hora de determinar qu¨¦ discos no se pod¨ªan radiar, tuvieran o no alta temperatura er¨®tica. Unas instrucciones que pod¨ªan ser ignoradas en emisoras menores mientras en Radio Nacional de Espa?a se llegaba a inutilizar los vinilos ¡°pecadores¡± con un punz¨®n. A diferencia del cine, los filtros se fueron espesando seg¨²n avanzaban los a?os, con la prohibici¨®n radical de editar determinadas canciones y portadas.
5. Las lenguas perif¨¦ricas. Salieron discos en catal¨¢n, vasco o gallego incluso durante el franquismo m¨¢s intratable. A ra¨ªz del triunfo de Raimon en el Festival de la Canci¨®n Mediterr¨¢nea con Se¡¯n va anar, se multiplicaron los lanzamientos en catal¨¢n, ayudados por la labor de una discogr¨¢fica especializada, Edigsa. All¨ª se public¨® la primera canci¨®n de Dylan adaptada en Espa?a, Nom¨¦s ho sap es vent (alias Blowin¡¯ In the Wind) del d¨²o infantil mallorqu¨ªn Queta & Teo.
6. El mercado impone su ley. Contra la ficci¨®n de un pa¨ªs cerrado al exterior, el autor ofrece extensos listados de t¨ªtulos impensables que se editaban en Espa?a. Pero eso no equivale a cultura musical. Uno ve all¨ª mucho despiste de los disqueros; desde luego, esas audacias ni se promocionaban ni se radiaban. De hecho, con tiradas de 200 o 300 ejemplares ¡ªcifras ofrecidas por un directivo de Hispavox¡ª ni siquiera alcanzaban a todas las tiendas de discos.
7. La antipat¨ªa del conservatorio. La Vanguardia Espa?ola mand¨® al compositor Xavier Montsalvage a rese?ar el concierto del jazzista Chet Baker en el Palau: no simpatiz¨® con el p¨²blico o los m¨²sicos. Las jerarqu¨ªas eran inamovibles. Incluso la productora Maryn¨ª Callejo, de formaci¨®n acad¨¦mica pero pasada al pop, usaba la contraportada del primer LP de Los Brincos para vapulear a ¡°muchos de los conjuntos dedicados al ye-y¨¦¡±, que aseguraba no eran m¨¢s que ¡°ruido electr¨®nico, acompa?ado por movimientos distorsionantes¡±.
8. La sinuosa rumba catalana. M¨¢s all¨¢ del reparto de m¨¦ritos entre Peret y Antonio Gonz¨¢lez, Faul¨ªn argumenta que se trata de automitificaci¨®n: los supuestos hallazgos de la rumba catalana ¡ªincluyendo el ¡°ventilador¡± guitarrero¡ª ya estaban presentes en la praxis del flamenco.