Clasismo, conflicto intergeneracional, letras mis¨®ginas: el odio al reguet¨®n va m¨¢s all¨¢ del gusto musical
Estudiosos del g¨¦nero y de otros paralelos como el ¡®trap¡¯ o el pop urbano subrayan que el rechazo que suscitan punt¨²a positivamente en algunas capas de la sociedad
Esta ser¨¢ recordada como la ¨¦poca en la que la humanidad se puso a perrear. El reguet¨®n ha supuesto una revoluci¨®n en la m¨²sica planetaria y ha puesto la m¨²sica latina en primera divisi¨®n. Sin embargo, la historia del reguet¨®n es tambi¨¦n la historia de c¨®mo se ha perseguido el g¨¦nero. Un estigma que se extiende a otras m¨²sicas paralelas que tampoco son comprendidas por algunos sectores de la poblaci¨®n, generalmente los de mayor edad: desde el trap o el pop urbano (con su afici¨®n al tambi¨¦n incomprendido autotune) a las ecl¨¦cticas creaciones de Rosal¨ªa, que son frecuente objeto de controversia en las redes sociales. En ocasiones, da la impresi¨®n de que declarar que a uno no le gusta la m¨²sica juvenil es incluso un signo de distinci¨®n. Que punt¨²a positivamente odiar el reguet¨®n. Que se puede presumir de ello. Y se presume.
Diferentes personalidades se han pronunciado sin complejos contra el reguet¨®n y sus alrededores, del cantautor Pablo Milan¨¦s al pianista James Rhodes. El presentador televisivo Ram¨®n Garc¨ªa considera que el ¨²ltimo disco de Rosal¨ªa es una ¡°mierda¡±, seg¨²n declar¨® en su espacio de la televisi¨®n auton¨®mica de Castilla-La Mancha. Si bien parece que la presencia de estas m¨²sicas es cada vez m¨¢s ubicua y su aceptaci¨®n mayor, el rechazo permanece en el aire. Precisamente su ubicuidad, en radios, bares, chiringuitos o franquicias textiles, hace que las chispas salten con mayor frecuencia: el ¨¦xito genera la reacci¨®n.
En el caso del reguet¨®n, el estigma le viene desde los or¨ªgenes. ¡°Incluso en Puerto Rico, antes de llamarse reguet¨®n, cuando a¨²n se llamaba underground, generaba prejuicios, se intentaba cancelarlo. Los polic¨ªas multaban a la gente que lo escuchaba, aunque fuera dentro del coche y no en la playa o un espacio p¨²blico, a los chicos les romp¨ªan los casetes¡±, relata el periodista Pablito Wilson, autor del libro Reggaet¨®n, una revoluci¨®n latina (Liburuak), que narra la historia del g¨¦nero desde los or¨ªgenes jamaiquinos, paname?os y, por ende, africanos. Una coctelera cultural de donde salieron (adem¨¢s de tantos otros hilos de la m¨²sica contempor¨¢nea) el ritmo del dembow y otros similares, bases del perreo.
As¨ª hasta la explosi¨®n del g¨¦nero en Puerto Rico de mano de quienes ya son grandes cl¨¢sicos del g¨¦nero como Tego Calder¨®n, Don Omar o Daddy Yankee (su Gasolina puso en 2004 a estos ritmos en el mapa global). Desde aquellos or¨ªgenes, m¨¢s crudos y macarras, el g¨¦nero se ha ido haciendo mainstream y, como es natural, m¨¢s apto para todos los p¨²blicos. Un caso notorio es el de Nicky Jam, ya padre, que ha mostrado cierto arrepentimiento por las letras de sus primeros tiempos y aboga por unas tem¨¢ticas m¨¢s responsables. ¡°Hay quien dice que el reguet¨®n de ahora ya es rhythm n¡¯ blues, aunque hay un fen¨®meno en las discotecas que vuelve a los or¨ªgenes¡±, apunta Wilson. En 2002, cuando el estilo a¨²n estaba en estado larvario, una senadora puertorrique?a logr¨® la aprobaci¨®n gubernamental en la isla para censurar el g¨¦nero, inquieta por sus contenidos violentos y sexuales, mientras apoyaba a otros m¨²sicos m¨¢s comerciales.
Factores para despreciar el perreo
El estigma del reguet¨®n se produce por la concatenaci¨®n de varios factores. Uno de ellos podr¨ªa ser el clasismo: el desprecio por parte de algunas capas de la poblaci¨®n a la m¨²sica que escuchan los sectores m¨¢s vulnerables, la gente de los barrios, los migrantes. ¡°Es una mezcla de clasismo, de europe¨ªsmo mal entendido y de viejos prejuicios coloniales¡±, escribe el periodista V¨ªctor Lenore, que ya hab¨ªa se?alado el fen¨®meno en su libro Indies, hipsters y gafapastas. Cr¨®nica de una dominaci¨®n cultural (Capit¨¢n Swing) y que ahora prologa el volumen de Wilson. ¡°Despreciamos tres categor¨ªas de m¨²sica: la hecha en espa?ol, la pensada para bailar y la firmada por artistas que vienen de entornos pobres¡±, a?ade Lenore.
M¨¢s all¨¢ de eso, circulan algunos estudios que vinculan el gusto por el reguet¨®n con un bajo coeficiente intelectual. ¡°A veces se utilizan los datos de manera perversa¡±, opina Wilson. ¡°Se ha dicho que los seguidores del reguet¨®n tienen bajo nivel cultural, pero no es porque escuchen reguet¨®n, es porque muchos fans forman parte de sectores marginados de la sociedad a los que no se les ofrece una buena educaci¨®n¡±.
Otro factor que colabora en el odio al reguet¨®n es el contenido abiertamente sexual de muchas de sus letras, pese a que se encuentra en muchos otros estilos musicales: la pelvis de Elvis tambi¨¦n levant¨® ampollas en los a?os cincuenta. Suscitan tambi¨¦n debate porque con frecuencia son tildadas de mis¨®ginas, sobre todo en los or¨ªgenes del g¨¦nero. ¡°Hay algunas mujeres feministas que ahora defienden el reguet¨®n como una forma de liberar el cuerpo, otras dicen que es m¨¢s de lo mismo, que hace m¨¢s da?o que bien¡±, se?ala Wilson. La figura de la artista colombiana Karol G suele se?alarse como referente feminista en este ¨¢mbito musical. Chocolate Remix apuesta por un reguet¨®n queer y transfeminista. Bad Bunny, ya estrella global, se ha significado a favor a la causa feminista, LGTB y antirracista. ¡°No se va a superar nunca el rechazo al reguet¨®n, es como el racismo o la homofobia¡±, declar¨® a este peri¨®dico en 2021.
A los viejos no les gusta perrear
Por supuesto, en el rechazo a estos ritmos influye el componente generacional. Con la edad, el gusto musical se cierra a nuevas corrientes y se tiende a pensar que cualquier tiempo pasado (particularmente el de la propia juventud) fue mejor. En internet se aprecia n¨ªtidamente el fen¨®meno cuando se critica la ilegibilidad de las letras dada¨ªstas y urbanas de Rosal¨ªa. Esas letras no se entienden, se dice. Rosal¨ªa, t¨² antes molabas, se escribe. Aqu¨ª has perdido a un fan, se advierte, a veces con excesivo dramatismo.
¡°Cada cierto tiempo aparece un nuevo estilo musical con el que las nuevas generaciones se identifican y las anteriores rechazan con argumentos parecidos (¡®eso no es m¨²sica sino ruido¡¯, ¡®todo ritmo pasado fue mejor¡¯)¡±, explica Carles Feixa, catedr¨¢tico de Antropolog¨ªa Social en la Universidad Pompeu Fabra. ¡°Si los amantes del jazz y del swing criticaron el rock, los anteriores reprobaron el heavy o el punk, los anteriores el techno... y todos los anteriores rechazan ahora el reguet¨®n y el trap¡±, ejemplifica. Seg¨²n el antrop¨®logo, el reloj del gusto musical suele detenerse en la juventud y, m¨¢s que producirse un tranquilo relevo generacional, desde la aparici¨®n del rock n¡¯ roll los nuevos ritmos suelen ser signo de ruptura.
El punk, ahora en el candelero por la serie Pistol (Disney+), centrada en la peripecia de los pioneros Sex Pistols, grandes enemigos culturales de la reci¨¦n fallecida reina Isabel II, no solo fue estigmatizado en sus inicios, sino que persegu¨ªa serlo, epatando al burgu¨¦s, creando el esc¨¢ndalo. De igual modo, el trap ha sido calificado con frecuencia como el nuevo punk para las nuevas generaciones nihilistas. Con la vehemencia que cobran las batallas culturales en las redes sociales, el debate entre los antiguos y los modernos (un t¨®pico de la cultura occidental), entre los viejos roqueros, que nunca mueren, y los nuevos traperos, que acaban de nacer, se hace m¨¢s visible. Es curioso el caso de C. Tangana, que se ha ganado el favor de todos los p¨²blicos implicando en su disco El madrile?o a buena parte del star system en espa?ol que le preced¨ªa, como Kiko Veneno, Jorge Drexler o Andr¨¦s Calamaro. Una forma inteligente de tender puentes entre generaciones, que funcion¨®.
¡°No creo que el reguet¨®n sea una m¨²sica pol¨¦mica¡±, concluye Pablito Wilson. ¡°Creo que nos ha tocado vivir el tiempo en el que el reguet¨®n es pol¨¦mico, pero eso pasar¨¢. En otras ¨¦pocas tambi¨¦n fue pol¨¦mico el rock, la m¨²sica disco y hasta el tango, que se consideraba de una gran obscenidad¡±.
Babelia
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