50 a?os de 'Mundo, demonio y carne¡¯, de Los Brincos, el primer ¨¢lbum conceptual del pop espa?ol
Incomprendido en su ¨¦poca, se ha reivindicado con el tiempo un disco tan ambicioso que super¨® al grupo hasta suponer el final de su carrera
Fue la despedida oficial de Los Brincos, la banda espa?ola con m¨¢s repercusi¨®n de los a?os sesenta a nivel popular en nuestro pa¨ªs y tantas veces comparados para bien y para mal con los Beatles (a veces fue una losa eso de ¡°los Beatles espa?oles¡±). El disco Mundo, demonio y carne, publicado en 1970, fue una obra capital del pop rock patrio, aunque en el momento de su publicaci¨®n no fuera tan entendida y admirada como lo ser¨ªa con el transcurso de los a?os.
Los Brincos, o mejor simplemente Brincos, como por entonces se decidieron a firmar perdiendo el art¨ªculo, intentaban marcar diferencias con anteriores etapas de la banda. Hab¨ªan sufrido la deserci¨®n de Juan Pardo y Antonio Morales Junior, con los que hab¨ªan conseguidos sus primeros e indiscutibles ¨¦xitos a mediados de los a?os sesenta. Fernando Arbex estaba ahora al mando de la nave. El grupo hab¨ªa quemado etapas y ahora ya se encontraba con las suficientes armas y el bagaje como para confeccionar su Sgt Pepper¡¯s: un ¨¢lbum conceptual, el primero que se grababa en Espa?a, tan creativo, vanguardista y apabullante musicalmente como el que pudieran estar cocinando por esa misma ¨¦poca algunos de los grupos internacionales de psicodelia o m¨²sica progresiva.
El grupo hab¨ªa quemado etapas y ahora ya se encontraba con las suficientes armas y el bagaje como para confeccionar su ¡®Sgt Pepper¡¯s¡¯
La formaci¨®n de entonces estaba integrada por el propio Fernando Arbex, principal compositor del grupo e indiscutible l¨ªder de la banda, los hermanos y guitarristas Ricky y Miguel Morales (hermanos de Junior), el bajista Manolo Gonz¨¢lez y, como ¨²ltimo componente, el teclista venezolano ?scar Lasprilla. Miguel Morales, uno de los componentes que desde el fallecimiento en 2003 de Fernando Arbex mantiene vivo hasta fechas recientes el recuerdo de Los Brincos con conciertos, recuerda: ¡°A Juan Pardo y Junior no les gust¨® mucho que me fuera con Los Brincos, pues ten¨ªan una especie de guerra fr¨ªa con Fernando Arbex. De hecho, les hubiera gustado que el grupo hubiera desaparecido al separarse ellos dos, pero en realidad tanto Fernando como Manolo no ten¨ªan la culpa de que ellos se quisieran separar¡±.
Brincos viajaron a Londres, ante el nerviosismo de su casa discogr¨¢fica Zafiro-Novola, que ve¨ªa como su principal fuente de ingresos renegaba de aplicar la tan infalible f¨®rmula de la manufacturaci¨®n de singles de urgente ¨¦xito para perderse en el sue?o de una incierta obra vanguardista. Eso s¨ª, con ellos, la discogr¨¢fica Zafiro tambi¨¦n har¨ªa embarcar por si las moscas, como supervisor musical de la criatura, a Augusto Alguer¨®, un profesional de garantizada confianza. Por esta ¨¦poca Alguer¨® compart¨ªa trabajos tan variopintos como la composici¨®n de las m¨¢s sofisticadas bandas sonoras de la ¨¦poca con la fabricaci¨®n de ¨¦xitos tan livianos como un M¨¢s bonita que ninguna, que cant¨® Marisol, o Chica yey¨¦, por Conchita Velasco.
Con un t¨¦cnico de sonido internacional, Robin Thompson, la participaci¨®n ocasional de la Orquesta Sinf¨®nica de Londres y un estudio tan legendario como el Wessex Sound Studios (Moody Blues o King Crimson, entre otros, firmar¨ªan en su libro de visitas), en apenas un par de semanas de trabajo fren¨¦tico y creativa inspiraci¨®n, Brincos producir¨¢n la sesiones de las que saldr¨¢n finalmente dos discos. O, mejor dicho, dos versiones distintas de un trabajo bastante similar, el primero titulado Mundo, demonio y carne y, el segundo, la versi¨®n inglesa del mismo, World, Devil & Body, dispuesto para la conquista del mundo mundial. ¡°Las sesiones de grabaci¨®n en Londres, a pesar del mal ambiente que se hab¨ªa creado entre algunos directivos de nuestra discogr¨¢fica, que deseaban que sigui¨¦ramos publicando aquel tipo de canciones de ¨¦xito del principio, fueron sobre todo muy divertidas y tuvieron mucho de improvisaci¨®n in situ¡±, afirma Morales.
El ¨¢lbum, desde la primera canci¨®n, supone toda una declaraci¨®n de principios: lo abre una especie de suite en cuatro movimientos, con una duraci¨®n de 12 minutos. Sutiles arreglos de cuerdas, omnipresentes teclados, variopintos y narcotizantes efectos, embriagadores riffs, profusi¨®n de sitares y otros elementos apenas vislumbrados en el precedente repertorio del grupo, todos ellos conjugados en la tarea de demostrar esa nueva dimensi¨®n a la que pretende incorporarse banda. Tras este tema, que serv¨ªa como t¨ªtulo al ¨¢lbum, llegaba Vive la realidad, una canci¨®n que ven¨ªa a suponer una ligera concesi¨®n al formato m¨¢s convencional, con las preciosas armon¨ªas vocales que siempre hab¨ªan caracterizado a la banda. Una canci¨®n de tres minutos que pudiera servir para que la discogr¨¢fica presentar¨¢ a las radios un sencillo promocional.
Junto a Jenny, la genio, constitu¨ªan los instantes m¨¢s comerciales de un disco dif¨ªcil de asimilar en las primeras escuchas, tanto en lo musical como en el aspecto literario, ampliamente regado de referencias exot¨¦ricas, consignas hippys y ciertos mensajes religiosos. Fernando Arbex era el art¨ªfice de la mayor parte de los temas del ¨¢lbum. Esa mujer era otro de los temas destacados del ¨¢lbum: sobre unos acordes de guitarra folky, se iba superponiendo un precioso arreglo de cuerda para conformar una balada tan dram¨¢tica como virtuosa. La composici¨®n, curiosamente en este caso no era de Arbex sino del guitarrista Manuel Morales. ¡°Nada m¨¢s entrar a formar parte del grupo, Fernando me advirti¨® que ten¨ªa que ponerme las pilas porque me tocar¨ªa componer como lo hac¨ªan todos ellos. Y compuse Esa mujer. Con todo, mi contribuci¨®n en los Brincos m¨¢s que como compositor o guitarrista fue de voz¡±.
Emancipaci¨®n supon¨ªa uno de los momentos m¨¢s contundentes, una pieza de rock progresivo perfectamente asumible en algunos de los discos internacionales de la ¨¦poca de este g¨¦nero. Carmen era una delicia ac¨²stica. Tras Batterfly ser¨ªa otra de las canciones hasta cierto punto m¨¢s asequibles del disco. Para terminar se inclu¨ªa Kamasutra, una larga y sensual pieza instrumental que parece concebida para invitar a los amantes al ejercicio de las m¨¢s variopintas y creativas gimnasias amatorias. Es un tema en el que se adivinan influencias de bandas tan legendarias como Pink Floyd o los The Doors. En la versi¨®n inglesa del disco, curiosamente, se suprimir¨ªan cuatro de estos temas del disco espa?ol (Hermano Ismael, Carmen, Butterfly y Kamasutra) y eso s¨ª, se inclu¨ªan como compensaci¨®n, dos creaciones que no aparec¨ªan en la versi¨®n espa?ola, ambas creadas por el teclista ?scar Lasprilla en la onda de Cream: Misery & Pain y I don?t know what to do. Finalmente, tambi¨¦n se incorporaba para rematar el disco un tema compuesto por Fernando y Miguel titulado Too cheap, cheap.
Con la perspectiva de los a?os, se escuchar¨¢ como un extraordinario trabajo, sin duda adelantado a su tiempo, admirable e inesperado en cualquier caso para un grupo espa?ol de aquella ¨¦poca
No ser¨ªan, sin embargo, las diferencias meramente musicales las que singularizasen las dos versiones del disco sino la portada. Hay que recordar que estamos en 1970 en una Espa?a gobernada por una dictadura poco condescendiente con las alegr¨ªas de nuestras mentes m¨¢s febriles y atrevidas. A la idea del grupo de incluir como cubierta de la edici¨®n espa?ola una fotograf¨ªa de los cinco componentes desnudos (solo de cintura para arriba), dise?ada por Claudio Bravo, la censura responder¨¢ con una prohibici¨®n en toda regla. El grupo la sustituy¨® por una portada alternativa, una extra?a imagen de un cerebro que se derret¨ªa. Ideada por Claudio Bravo, no sabemos muy bien si pudiera referirse al cerebro en ebullici¨®n de los propios protagonistas o a la mente en descomposici¨®n del censor de turno. La versi¨®n inglesa, sin embargo, podr¨¢ aparecer con la portada ideada originalmente: la de los torsos desnudos.
El concepto de todo el trabajo era el alma y sus enemigos, es decir, el mundo, el demonio y la carne. Esa aparente religiosidad del disco, que luego Fernando Arbex desarroll¨® en otros trabajos, no era la cat¨®lica tradicional, sino una versi¨®n m¨¢s mundana, laica y a veces hasta sensual, muy hippy.
La recepci¨®n del disco, como tantas veces sucede con los trabajos m¨¢s osados y audaces, tropezar¨ªa finalmente con la indiferencia de un p¨²blico masivo. Con la perspectiva de los a?os, se escuchar¨¢ como un extraordinario trabajo, sin duda adelantado a su tiempo, admirable e inesperado en cualquier caso para un grupo espa?ol de aquella ¨¦poca. Aunque las muchas expectativas y esperanzas que se hab¨ªan depositado en aquel disco ser¨ªan tambi¨¦n de un nivel tan inesperadamente t¨®xico que finalmente terminar¨ªan matando al grupo de puro des¨¢nimo y abatimiento tras la arriesgada aventura. Hoy Mundo, demonio y carne, que se reedita cada cierto tiempo a veces impulsado por el af¨¢n del mundo del coleccionismo, contin¨²a siendo uno de los ¨¢lbumes m¨ªticos de una de las p¨¢ginas m¨¢s legendarias de aquel tiempo.
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