La Segunda Rep¨²blica: por un cambio de secuencia
No se puede seguir considerando la experiencia republicana espa?ola como la antesala de la Guerra Civil, sino como el comienzo de la democracia
La enorme tragedia que supuso la Guerra Civil y el peso de los mitos fundacionales de la dictadura, de la educaci¨®n y de la propaganda franquista han provocado que la Segunda Rep¨²blica espa?ola se siga viendo como causa y antecedente directo del conflicto armado que fractur¨® a los espa?oles; aunque hace tiempo que ha sido desmentida por la historiograf¨ªa, la visi¨®n de una guerra inevitable, fruto de los desmanes de la Rep¨²blica, ...
La enorme tragedia que supuso la Guerra Civil y el peso de los mitos fundacionales de la dictadura, de la educaci¨®n y de la propaganda franquista han provocado que la Segunda Rep¨²blica espa?ola se siga viendo como causa y antecedente directo del conflicto armado que fractur¨® a los espa?oles; aunque hace tiempo que ha sido desmentida por la historiograf¨ªa, la visi¨®n de una guerra inevitable, fruto de los desmanes de la Rep¨²blica, permanece en el imaginario colectivo. Son muy pocos, de hecho, los estudios que no enfocan retrospectivamente el per¨ªodo republicano desde su tr¨¢gico final. Una de sus principales razones entronca con la periodizaci¨®n cl¨¢sica de la historia de Espa?a. Consolidada en los libros de texto a lo largo de los a?os 80 y 90, su parcelaci¨®n en sucesivas secuencias sigue pr¨¢cticamente intacta: la Segunda Rep¨²blica (1931-1936), la Guerra Civil (1936-1939), el franquismo (1939-1975) y la Transici¨®n (1975-1982). De este modo, de forma consensuada, seguimos reproduciendo un esquema mental heredado, en el que la Rep¨²blica llev¨® a la Guerra Civil. Esquema que se extiende y manipula a gran velocidad en el mundo digital y las redes sociales, por lo que es cada vez m¨¢s importante mostrar el significado que tuvo la Segunda Rep¨²blica en tiempos de paz.
Su historia se puede entender como parte de un proceso anterior sin necesidad de eludir el conflicto b¨¦lico. Del agotamiento de la Restauraci¨®n y de la crisis de la monarqu¨ªa, tras la soluci¨®n autoritaria de la dictadura de Primo de Rivera, emerge el proyecto de modernizaci¨®n republicano vinculado a la europeizaci¨®n, la democratizaci¨®n y los derechos como instrumentos necesarios para la transformaci¨®n legal del pa¨ªs. Hay que partir de la realidad social y econ¨®mica de las primeras d¨¦cadas de siglo XX, para situar sus pol¨ªticas reformistas y las expectativas que generaron. El primer r¨¦gimen democr¨¢tico de la historia de Espa?a estuvo caracterizado por una amplia participaci¨®n pol¨ªtica, hasta el momento restringida solo a una minor¨ªa. Sus motores de cambio quedaron recogidos en la Constituci¨®n de 1931, aprobada en Cortes Constituyentes, que, adem¨¢s del parlamento unicameral, sancionaron el sufragio femenino y la edad electoral a los 23 a?os. Daba comienzo un ambicioso paquete de medidas que abarcaban m¨²ltiples aspectos, desde la reorganizaci¨®n militar, la reforma agraria, un nuevo marco de relaciones laborales y de derechos civiles para hombres y mujeres, a la separaci¨®n Iglesia-Estado, la educaci¨®n p¨²blica y la difusi¨®n de la cultura, as¨ª como la puesta en marcha de una nueva articulaci¨®n territorial en torno al llamado Estado integral. Un proceso de descentralizaci¨®n que descansaba en la reforma del Estado y de la vida p¨²blica municipal. Todo ello tiene entidad suficiente para ser considerado y estudiado por s¨ª solo, con independencia de la Guerra Civil. Los debates parlamentarios sobre las reformas y la propia Constituci¨®n, sin ir m¨¢s lejos, son uno de los momentos m¨¢s brillantes del pensamiento pol¨ªtico espa?ol. Y, sin embargo, han sido desplazados por el ¨¦nfasis en demostrar el desgaste inicial y la p¨¦rdida progresiva de apoyos del proyecto republicano. Otro tanto ocurre con las resistencias y los l¨ªmites de las reformas impuestos por los sucesivos gobiernos de coalici¨®n, que, a menudo, dirigen la cadena de acontecimientos que conducen al golpe de Estado de julio de 1936.
M¨¢s que una reconstrucci¨®n del periodo, ha podido la evaluaci¨®n del proceso reformador en t¨¦rminos actuales de democratizaci¨®n. Desde el principio se ha mostrado un choque de enemigos ideol¨®gicos, cuando no fue necesariamente as¨ª. Un enfrentamiento entre favorables y contrarios a las reformas dirige la evoluci¨®n del ¡°caos¡± republicano hacia una conflictividad sostenida y creciente. La Sanjurjada, Casas Viejas y, sobre todo, la Revoluci¨®n de octubre de 1934 se convierten, autom¨¢ticamente, en bloques revolucionarios y contrarrevolucionarios, que aplican sus respectivas ¡°l¨®gicas¡± violentas, tanto en las elecciones de febrero de 1936 como en el posterior golpe militar, haciendo inevitable la guerra. Las reformas tuvieron que enfrentarse a una fuerte resistencia y oposici¨®n desde el principio, es cierto, pero tambi¨¦n a otros muchos factores derivados del marco internacional, que suelen pasar desapercibidos en la secuencia cl¨¢sica. Marcado por los efectos de la crisis econ¨®mica mundial del 29, el paro agrario se dispar¨®. La conflictividad social fue en aumento, al tiempo que las demandas y acciones del movimiento obrero se radicalizaban. Movimientos y partidos de masas como el fascismo o el nazismo alcanzaban el poder y extend¨ªan su dominio. La democracia, en retroceso en todo el continente, se desarroll¨® en una situaci¨®n pol¨ªtica y social muy compleja, en la que, sin embargo, floreci¨® un brillante momento de la cultura y las bellas artes, impulsadas por la reforma educativa y cient¨ªfica republicana.
Frente a la imagen que ha predominado hasta ahora, la de un proyecto fallido por la violencia pol¨ªtica, hay que entender que la Segunda Rep¨²blica fue, para muchos de sus coet¨¢neos, el primer intento de solucionar los conflictos de forma pactada y pac¨ªfica. Una lectura, una secuencia necesaria todav¨ªa para la normalizaci¨®n del periodo. En ese contexto de cambio legal, marcado, tambi¨¦n, pero no solo, por la tensi¨®n y la divisi¨®n creciente de la sociedad, se desarroll¨® la din¨¢mica reformista republicana. Lejos de visiones tremendistas o mitificadas, de utilizaciones presentistas, hay que analizar esa etapa como la del comienzo de la democracia, no solo para la clase pol¨ªtica sino para el conjunto de la sociedad espa?ola. Es necesario ver las dificultades y los errores de aquel tramo, sus fallos e imperfecciones, sobre todo en el mantenimiento y control del orden p¨²blico, pero no se puede seguir considerando como la antesala de la Guerra Civil. La mayor¨ªa de los reg¨ªmenes republicanos surgidos en Europa al t¨¦rmino de la Primera Guerra Mundial hab¨ªan desaparecido a comienzos de los a?os treinta ante el empuje de los movimientos autoritarios. Nadie les acusa hoy por ello. La causa principal de la guerra fue el fracaso del golpe militar y la ruptura del Ej¨¦rcito. Su extensi¨®n geogr¨¢fica y la intervenci¨®n extranjera derivaron en un largo conflicto que sent¨® las bases de la dictadura franquista. La Guerra Civil fue, por tanto, el arranque del franquismo, una nueva secuencia que puso fin a la breve experiencia republicana.
Babelia
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