¡®20.000 especies de abejas¡¯: excelente Patricia L¨®pez Arnaiz. ?Y qu¨¦ m¨¢s?

Existen numerosas pel¨ªculas en las que los ni?os se apoderan del argumento, centran el m¨¢ximo inter¨¦s del espectador, te remueven, encuentran un lugar duradero en la memoria. Porque los identificas con el desvalimiento, con escasas fuerzas o conocimientos para soportar las desventuras de su existencia. Qu¨¦ pena dan las criaturas insomnes, amenazadas, incomprendidas, sufrientes sin haber hecho nada para merecer castigo. Y cada uno tenemos nuestros favoritos. Siempre tendr¨¦ maravillado recuerdo del ni?o salvaje que retrat¨® Truffaut, de la cr¨ªa sure?a cuyo padre se llamaba Atticus Finch y que sab...

Existen numerosas pel¨ªculas en las que los ni?os se apoderan del argumento, centran el m¨¢ximo inter¨¦s del espectador, te remueven, encuentran un lugar duradero en la memoria. Porque los identificas con el desvalimiento, con escasas fuerzas o conocimientos para soportar las desventuras de su existencia. Qu¨¦ pena dan las criaturas insomnes, amenazadas, incomprendidas, sufrientes sin haber hecho nada para merecer castigo. Y cada uno tenemos nuestros favoritos. Siempre tendr¨¦ maravillado recuerdo del ni?o salvaje que retrat¨® Truffaut, de la cr¨ªa sure?a cuyo padre se llamaba Atticus Finch y que sab¨ªa que no hay que matar a los ruise?ores, de los hu¨¦rfanos que hu¨ªan de un predicador asesino y diab¨®lico en La noche del cazador, de Ana y su amigo monstruo en El esp¨ªritu de la colmena. Todos ellos lo pasaron mal, pero tambi¨¦n encontraron ¨¢ngeles protectores.

En 20.000 especies de abejas, dirigida por Estibaliz Urresola, tambi¨¦n existe una personita de ocho a?os que sufre intensamente. No la persigue el diablo, sus padres y hermanos la tratan con ternura y amor. ?Y cu¨¢l es el problema? Pues Aitor, que as¨ª se llama, no soporta que la identifiquen con ese nombre, ya que se siente ni?a, y ha decidido que todos la reconozcan por el de Luc¨ªa. Esa crisis de identidad estallar¨¢ en el viaje que hace con su madre y hermanos para visitar a la familia materna en un pueblo vasco. La angustia de este ser torturado recibe tanta comprensi¨®n de la mujer que la pari¨® como desconcierto en las personas de su entorno, que se dedica al cultivo de abejas. La madre, que sabe que el divorcio de su marido est¨¢ cercano, recobra su pasi¨®n por la escultura y ejerce de continuo pa?o de l¨¢grimas con ese ser que no acepta el g¨¦nero con al que la destin¨® la naturaleza.

No tengo nada en contra de los argumentos de moda, que gozan de la bendici¨®n cultural, medi¨¢tica y pol¨ªtica, a condici¨®n de que estas historias est¨¦n contadas con arte, me seduzcan y me conmuevan. No me ocurre nada de eso con 20.000 especies de abejas. Comprendo y lamento el sufrimiento de la protagonista, deseo que Luc¨ªa sea aceptada y querida, pero no logro implicarme en su drama. Consulto el reloj en m¨¢s de una ocasi¨®n, la historia se me hace muy larga y en algunos momentos me asalta el aburrimiento. La promocionan con el aval de que la cr¨ªa Sof¨ªa Otero gan¨® en el ¨²ltimo festival de Berl¨ªn el premio a la mejor interpretaci¨®n protagonista. No estuve all¨ª; sospecho que el galard¨®n fue excesivo, aunque muy adecuado al signo de los tiempos.

?Y qu¨¦ mantiene mi inter¨¦s en pel¨ªcula tan bienintencionada como mon¨®tona? Pues una actriz que nunca falla llamada Patricia L¨®pez Arnaiz. Nunca irradia demasiada simpat¨ªa, pero hace cre¨ªbles a todos los personajes que interpreta. Posee desgarro ¨ªntimo, su gestualidad, su mirada y su voz transmiten variadas sensaciones. No permite que te desentiendas de los personajes que interpreta. Su intensidad dram¨¢tica y su calidad son evidentes. Sin embargo, tambi¨¦n me gustar¨ªa observarla interpretando una comedia, una buena comedia, ya que siempre la asocio con el drama o la tragedia.