La memoria de la literatura alemana recuerda al mundo el efecto demoledor de la guerra
En el aniversario del nacimiento de Friedrich Schiller, el Museo de Literatura Moderna de Marbach conmemora al autor del ¡®Himno a la alegr¨ªa¡¯ y las grietas de la historia de Europa
Parec¨ªa imposible componer una gran obra de arte con las guerras ¡ªpersonales e hist¨®ricas¡ª y el periplo en busca de paz a trav¨¦s del exilio o, como escribi¨® Hermann Hesse, con el cambio interno o la muerte; pero aqu¨ª est¨¢: el Museo de la Literatura Moderna Alemana de la ciudad de Marbach am Neckar es, en s¨ª mismo, una obra maestra compuesta por m¨¢s de mil piezas que, una a una y en conjunto, logran un impa...
Parec¨ªa imposible componer una gran obra de arte con las guerras ¡ªpersonales e hist¨®ricas¡ª y el periplo en busca de paz a trav¨¦s del exilio o, como escribi¨® Hermann Hesse, con el cambio interno o la muerte; pero aqu¨ª est¨¢: el Museo de la Literatura Moderna Alemana de la ciudad de Marbach am Neckar es, en s¨ª mismo, una obra maestra compuesta por m¨¢s de mil piezas que, una a una y en conjunto, logran un impacto demoledor y tambi¨¦n ser memoria abierta al mundo. Inaugurado en 2006, cada oto?o celebra unas jornadas de puertas abiertas coincidiendo con la fecha de cumplea?os de Friedrich Schiller, nacido el 10 de noviembre de 1759 precisamente en esta peque?a localidad, conocida tambi¨¦n con el sobrenombre de Schillerstadt. Sin olvidar el archivo del que se nutre (Deutsches Literaturarchiv Marbach). ¡°Las colecciones est¨¢n abiertas a cualquiera que quiera profundizar desde cualquier disciplina¡±, apunta la directora de investigaci¨®n, Anna Kinder.
Este a?o en concreto, cuando el mundo est¨¢ conmocionado por las im¨¢genes de las guerras Ucrania-Rusia y Ham¨¢s-Israel, el centro de la literatura moderna alemana, adem¨¢s de abrir sus puertas de par en par a principios de noviembre, sell¨® en esas jornadas su sentido de existencia con la presencia y las palabras del premio Nobel de literatura Abdulrazak Gurnah, cuya voz literaria pone su foco en las heridas de nuestro tiempo: ¨¦xodo, guerra, desigualdad.
No es una casualidad que el museo y el archivo est¨¦n en esta ciudad, ni tampoco que los actos en torno a la obra de Friedrich Schiller se celebren aqu¨ª. Estamos en el Estado de Baden-W¨¹rttemberg, a pocos kil¨®metros de las fronteras alemanas con Francia y relativamente cerca de Suiza y Austria. La colina, la peque?a ciudad de apenas 16.000 habitantes, su historia ¡ªesculpida a sangre y fuego, guerra a guerra¡ª y, sobre todo, el hecho de haber nacido aqu¨ª el poeta est¨¦tico alem¨¢n son eje de los fondos literarios, de las exposiciones temporales ¡ªahora sobre canci¨®n y literatura¡ª y, sobre todo, de la exposici¨®n permanente que, en suma, hacen de este lugar el epicentro de la literatura alemana. ¡°En la colecci¨®n se re¨²ne y conserva una gran cantidad de documentos literarios desde 1750 hasta hoy¡±, puntualiza Anna Kinder.
A primera vista, solo al observar el edificio, su intenci¨®n y funci¨®n parecen claras: todo lo que hay aqu¨ª forma parte de lo eterno. Dise?ado por el arquitecto brit¨¢nico David Chipperfield, est¨¢ parapetado por hileras de grandes columnas que recuerdan el acceso al mausoleo de la reina egipcia Hatshepsut y la entrada a la c¨¢mara mortuoria de las tumbas fara¨®nicas. La semejanza con los monumentos funerarios egipcios es obvia al bajar por la larga escalinata hasta el pasillo y llegar a la peque?a sala donde est¨¢ la muestra que repasa la vida de Schiller, autor del Himno a la alegr¨ªa musicalizado despu¨¦s por Beethoven, que dej¨® la carrera militar y fue exiliado de Stuttgart por sus ideales. Esta c¨¢mara, donde hay motivos ¨ªntimos del artista colocados con llamativa sencillez como tinteros, dibujos, manuscritos, es un preludio de la gran obra que aparece despu¨¦s. Esto tampoco es casual. La obra de Schiller (1759-1802) define el destino de los autores que vienen despu¨¦s.
Una c¨¢mara mortuoria, la exposici¨®n permanente
Al abrir la puerta impacta el fr¨ªo. Hay 18 grados, tenue luz, sonido opaco. La primera imagen es de muerte: La m¨¢scara de Nietzsche ¡ªcomo un cad¨¢ver en un ata¨²d¡ª sobresale en una sencilla mesa blanca junto a la fecha de su muerte: 1900. El fil¨®sofo ap¨¢trida abre la sala. A su lado, el libro de notas de Stefan George fechado en 1901. Fr¨¹hling (primavera), se lee. Un hacha de papel con un poema manuscrito: ¡°Escribe tus versos como un hacha / para que puedas sostenerlos como un hacha¡±. El viaje a la historia de la literatura y a la gran herida europea comienza sobre este punto de partida.
Desde aqu¨ª cada pieza es como una nota musical en una ¨®pera de Wagner. Nada est¨¢ escogido al azar; por el contrario: todo forma parte del viaje temporal y emocional del siglo y, al mismo tiempo, describe a la perfecci¨®n el viaje emocional de la creaci¨®n literaria de los autores alemanes cuya vida estuvo marcada por los conflictos b¨¦licos, la b¨²squeda de coherencia y, finalmente, la inmortalidad de sus obras.
A pocos metros, el protagonista es Hermann Hesse, junto con sus archivos. Hesse, que se exili¨® a Suiza para huir del nazismo, coleccion¨®, hizo listados, clasific¨®. El oficio de librero, que ejerci¨® durante a?os en la ciudad de Tubinga, hizo mella en ¨¦l. Hay fotograf¨ªas del autor de El juego de los abalorios con su padre, pero tambi¨¦n de ¨¦l, desnudo y descalzo abrazado a una monta?a. Junto a las im¨¢genes, una nota suya y otra de su primera mujer, Mia Bernoulli: ¡°Busqu¨¦ rocas escarpadas para mirar el mar¡¡±.
Tambi¨¦n se expone una reproducci¨®n de un busto con el pecho descubierto de Beatrice, clave en su obra Demian, que catapult¨® al escritor en 1919 al olimpo literario. Hay fotograf¨ªas de Rilke en Par¨ªs, intercambio de cartas entre Rilke y Kafka o entre Thomas Man y Hesse. Misivas de periodistas, editores.
El poema de Borges en alem¨¢n. El autorretrato repetitivo y estremecedor de Kafka. Fotograf¨ªas de lo ¨ªntimo, paisajes que alimentan el acto creativo, muestras de agotamiento vital; pruebas de b¨²squeda de equilibrio. En una esquina, como no podr¨ªa ser menos porque no hay historia sin villano, la presencia de Adolf Hitler. El museo adquiri¨® la carta que el dictador envi¨® al escritor Ernst J¨¹nger. Con el paso del tiempo, J¨¹nger prohibi¨® al partido nazi usar o manipular sus escritos y ayud¨® a decenas de jud¨ªos a huir.
El museo, obra en s¨ª misma sobre la gran herida de Alemania, explica el presente global; pero cada objeto es tambi¨¦n una joya valorada en miles de euros.
Joyas millonarias
Para tener la memoria de Rilke, que muri¨® exiliado en Suiza, por ejemplo, el museo ha pagado un mill¨®n de euros por un archivo con unas 7.600 cartas escritas por el poeta y muchas m¨¢s dirigidas a ¨¦l. El manuscrito de El proceso de Kafka cost¨® dos millones de d¨®lares. La obra que Walter Benjamin ¡ªfil¨®sofo jud¨ªo alem¨¢n que se suicid¨® para evitar ser enviado a un campo de concentraci¨®n¡ª dedic¨® a su ¨²nico hijo, Stefan, fue donada por la Fundaci¨®n Porsche, que pag¨® por ella tambi¨¦n una cifra millonaria.
El efecto de la sucesi¨®n de apuntes, im¨¢genes, notas es claro: la muestra permanente est¨¢ llena de segundas intenciones. Tras cada p¨¢gina hay una gran historia; un pu?etazo emocional o un se?uelo para la creaci¨®n.
El premio Nobel que recibi¨® Hermann Hesse aparece sobre una mesa blanca. Despu¨¦s, un busto del mismo autor y su ¨²ltimo poema: ¡°Cansado de tanto vivir, agotado de tanto morir¡±. ?l viv¨ªa en Suiza. ¡°Todo est¨¢ bien¡±, dijo Ninon Dolbin, su esposa, comenta una nota explicativa. Por la ma?ana estaba muerto. Era el 8 de agosto de 1962.
A modo de ep¨ªlogo, las primeras p¨¢ginas del manuscrito original de la novela La historia interminable (Michael Ende, 1979) cuelgan en el ¨²ltimo rinc¨®n. Las tachaduras atrapan la atenci¨®n. La carta de una ni?a que agradece al autor haber escrito lo escrito. La historia interminable narra el viaje de un ni?o para salvar el universo de Fantas¨ªa, que desaparece. La ¨²nica esperanza es que alguien bautice con un nuevo nombre a su emperatriz e imagine el mundo de nuevo. Novela aleg¨®rica y perfecto final: tras la destrucci¨®n todo comienza; morir un mundo y nacer otro a trav¨¦s del arte literario; ese es el poder.
Fuera, a principios de noviembre, la estatua de Friedrich Schiller se alza en lo m¨¢s alto de la colina. Desde arriba una y otra vez llega la m¨²sica de Beethoven asociada a su poema m¨¢s repetido: Alegr¨ªa. Tu hechizo vuelve a unir lo que el mundo hab¨ªa separado.