In¨¦s Gonz¨¢lez Lozano, escritora: ¡°La mentira es un analg¨¦sico. La verdad, cirug¨ªa sin anestesia¡±
La madrile?a publica ¡®Hilos de Hierro¡¯, la historia rigurosa y fidedigna de una rep¨²blica imaginaria
De todos los ingenios b¨¦licos que aparecen en Hilos de Hierro, la primera novela de In¨¦s Gonz¨¢lez Lozano, el m¨¢s temible es el arma espejo: los enemigos quedan paralizados al contemplar la escena de su propia muerte. ¡°La verdad desnuda es un arma irresistible, conocer tu destino es una condena¡±, reflexiona la autora. ¡°Por eso los m¨¢nticos [videntes] tienen la cara deforme. La realidad descarnada afea¡±. Su libro es la historia rigurosamente documentada y escrupulosamente fidedigna de una rep¨²b...
De todos los ingenios b¨¦licos que aparecen en Hilos de Hierro, la primera novela de In¨¦s Gonz¨¢lez Lozano, el m¨¢s temible es el arma espejo: los enemigos quedan paralizados al contemplar la escena de su propia muerte. ¡°La verdad desnuda es un arma irresistible, conocer tu destino es una condena¡±, reflexiona la autora. ¡°Por eso los m¨¢nticos [videntes] tienen la cara deforme. La realidad descarnada afea¡±. Su libro es la historia rigurosamente documentada y escrupulosamente fidedigna de una rep¨²blica inexistente en una geograf¨ªa imaginaria.
Pregunta. En su obra aparece un loco sin sombra que toma por premio su estigma. Lo que dice recuerda la letra de la canci¨®n infantil Vamos a contar mentiras y, cuando pregunta al protagonista si quiere que le cuente su vida, este le contesta: ¡°?La verdadera o un embuste?¡±. Cu¨¦nteme usted la suya.
Respuesta. Nac¨ª en Madrid hace 47 a?os, soy hija ¨²nica y tengo una hija, mis padres eran abogados laboralistas y militantes del PCE. Mi madre estaba embarazada de m¨ª cuando se produjo la matanza de Atocha. Una de las heridas, Lola Gonz¨¢lez Ruiz, era su amiga ¨ªntima. Otro de los supervivientes, Luis Ramos, fue mi maestro en Derecho.
P. Luego se cas¨® con un diplom¨¢tico y se fue a Guinea Ecuatorial. All¨ª no podr¨ªa defender a los trabajadores ante los tribunales..
R. Lo descart¨¦ para evitar un conflicto de intereses, pero mont¨¦ una ONG con se?oras de un poblado chabolista que hac¨ªan bolsos y los vend¨ªan. El hermano de una de ellas estaba muy mal y me pidieron que le ayudara, aunque no pod¨ªa ir a verlo porque dec¨ªan que, al ser blanca y tener el pelo largo, me tomar¨ªa por una sirena que ven¨ªa a hacerle da?o. As¨ª que les di una infusi¨®n que se llamaba Carmencita Buenas Noches. A los dos d¨ªas volvieron gritando ¡°?milagro! ?milagro!¡± y me pidieron que se las diera para ellas porque las medicinas de blancos son mejores. Yo me pasaba el d¨ªa preparando infusiones y me sent¨ªa como una estafadora.
P. Su libro est¨¢ repleto de f¨®rmulas magistrales a base de hierbas¡
R. Est¨¢n todas en los tratados hipocr¨¢ticos y los textos de medicina de la antig¨¹edad, igual que las curas on¨ªricas del santuario griego de Asclepio.
P. En su novela, como en Guinea, se confunden medicina y magia, superstici¨®n y ciencia¡
R. En la antigua Roma, en la que me inspiro, hab¨ªa una religi¨®n oficial, en la que cre¨ªan pero menos, y otra popular para resolver problemas cotidianos apelando a poderes sobrenaturales. Se han hallado tablillas con maldiciones, maleficios o conjuros.
P. Tambi¨¦n hay un juicio, en el que habr¨¢ volcado su oficio de abogada, y un esc¨¢ndalo de corrupci¨®n.
R. Mi padre se llamaba Crist¨®bal, pero mi madre le llamaba Tobal y el abogado del libro, el que defiende al alfarero pobre, se llama Tobalano. La corrupci¨®n parece muy de ahora, pero en Roma estaba a la orden del d¨ªa. El grano estaba subvencionado por el Estado y, cuando llegaba una partida podrida, hab¨ªa debates en el Senado y disturbios. Mi padre muri¨® cuando estaba escribiendo la novela y quiz¨¢ por eso me ha salido m¨¢s triste de lo que hab¨ªa pensado.
P. Usted habla de lunas llenas de 30 noches, r¨ªos que fluyen del mar a la tierra y bosques flotantes, tambi¨¦n mujeres que mandan el Ej¨¦rcito.
R. Me apetec¨ªa que las mujeres pudieran ser guerreras y eso en Roma no pasaba y en Grecia menos. Una novela es una mentira que el lector est¨¢ dispuesto a creerse, dejando en suspenso su incredulidad. Lo que exige al que escribe no es que el relato sea real, sino verdadero.
P. Uno se pierde en el juego entre realidad y ficci¨®n. Ni siquiera es f¨¢cil diferenciar qu¨¦ palabras son arcaicas y cu¨¢les inventadas.
R. Yo soy un poco defensora de la mentira, aunque como periodista no estar¨¢s de acuerdo. Ir siempre con la verdad por delante, la verdad aunque perezca el mundo, es un poco cruel. La mentira no te cura, pero en algunos momentos te puede aliviar el dolor, siempre que la sepas controlar. La mentira puede ser un analg¨¦sico y la verdad, cirug¨ªa sin anestesia.
Posdata. Cuando llego a casa me encuentro un mensaje de ella: ¡°Alguna cosa que te he contado no es cierta¡±.