Castrado y travestido a la fuerza por los c¨¦sares romanos
Tom Holland repasa en ¡®Pax¡¯ la ¨¦poca de esplendor de Roma de Ner¨®n a Adriano y cuenta el terrible destino del mutilado Esporo, obligado a sustituir a la fallecida emperatriz Popea
Vuelve, tras pasar un Rubic¨®n de enfermedad, Tom Holland (Oxford, 56 a?os), ese gran cronista de la historia de la Antig¨¹edad y especialmente de los antiguos romanos, y lo hace con Pax (?tico de los libros, 2024,) un apasionante fresco sobre la ¨¦poca de esplendor de la Roma imperial que va de Ner¨®n a Adriano y que incluye, pese al t¨ªtulo, a grandes emperadores militares como Vespasiano y Trajano. Claro que, subraya en una entrevista en Barcelona en la que abordar¨¢ temas tan diversos como su pasi¨®n por Her¨®doto (de cuya Historia ha realizado una alabad¨ªsima traducci¨®n al ingl¨¦s) y su defensa de los erizos, estamos hablando de la Pax romana, impuesta a punta de gladio por las legiones. Con todo, en un relato monumental que nos lleva de los rutilantes m¨¢rmoles de la ciudad eterna a los b¨¢rbaros bosques ensangrentados de Germania y a las violentas arenas de los ars¨¢cidas donde medran los catafractos; que cubre acontecimientos tan sensacionales como las guerras de Dacia, la devastadora erupci¨®n del Vesubio que sepult¨® Pompeya, la revuelta b¨¢tava, la destrucci¨®n del templo de Jerusal¨¦n por Tito y la construcci¨®n del Coliseo, nada resulta tan conmovedor como las historias ¨ªntimas de dos j¨®venes que unieron su destino a los c¨¦sares y murieron por ello.
Uno, con el que se cierra pr¨¢cticamente el libro, es Antinoo, el chico griego de Bitinia del que se enamor¨® Adriano cuando el muchacho era un ni?o de 12 a?os y que se ahog¨® en extra?as circunstancias ¡ªacaso asesinado o sacrificado¡ª durante un crucero del emperador por el Nilo en el 130 despu¨¦s de Cristo en el que viajaba como amante oficial. El otro, un caso espeluznante y trist¨ªsimo que Holland explica en el primer cap¨ªtulo de su libro, es el joven esclavo al que Ner¨®n castr¨®, travisti¨® y despos¨® a la fuerza porque le recordaba a su mujer muerta (posiblemente embarazada), la bell¨ªsima y promiscua emperatriz Popea Sabina.
Las fuentes (Suetonio, T¨¢cito, Dion Casio) no han recogido el verdadero nombre del desgraciado chico, al que Ner¨®n, tras hacer que un cirujano (de la ¨¦poca) lo atara a una mesa de operaciones y le amputara en vivo el pene y los test¨ªculos, apod¨® en broma Esporo (semilla o semen). Pero el emperador, inmerso en la frankensteiniana fantas¨ªa de que devolv¨ªa a la vida a su esposa (a la que seg¨²n algunos hab¨ªa matado ¨¦l mismo de una patada en un arrebato de furia), obligaba a que todos le llamaran Popea y le trataran como si fuera la verdadera emperatriz. As¨ª, una nueva Popea, con su misma piel suave y pelo casta?o rojizo, ocupaba milagrosamente el lecho de Ner¨®n, peinada y vestida igual, era transportada en su litera y se le rend¨ªan honores. Dice mucho del ambiente en Roma que la gente se tomara el caso como una ocurrencia m¨¢s del emperador, que incluso pareciera una manifestaci¨®n del genio y el poder divino de Ner¨®n para modificar la naturaleza y transmutar sus deseos en realidad (en esa visi¨®n el chico era una criatura fascinante, casi m¨¢gica, infrahumana y suprahumana a la vez), y que hasta se hicieran chistes, como el que recoge Suetonio de que alguien coment¨® qu¨¦ bien hubieran ido las cosas de haber tenido Domicio, el padre de Ner¨®n, una mujer como esa.
Tom Holland, que con Pax ofrece la tercera parte de un recorrido romano iniciado con Rubic¨®n (Julio C¨¦sar), y Dinast¨ªa (Augusto y los Claudios), cuenta fascinantemente la historia de Esporo-Popea recordando su menos conocida y no menos tr¨¢gica continuaci¨®n. ?Qu¨¦ fue del pobre chico convertido en doppelg?nger y parodia est¨¦ril de la emperatriz muerta? Pas¨® de mano en mano, como un trofeo y un valioso atributo (y perd¨®n por el t¨¦rmino) imperial. Tras el suicidio de Ner¨®n, hizo suyo al joven el prefecto de los pretorianos Ninfidio Sabino como forma de apuntalar su posici¨®n. ¡°Acostarse con Esporo, el desdichado ni?o transformado en la imagen de la emperatriz m¨¢s bella de Roma, era acostarse con ella¡±, explica Holland. El joven castrado a la fuerza, mu?eca viviente, simbolizaba el poder imperial y proporcionaba legitimidad al que lo pose¨ªa. As¨ª, cuando Ninfidio fue asesinado, Esporo, como en una versi¨®n terrible de la historia de Alatiel ¡ªla hija del sult¨¢n de Babilonia en el Decamer¨®n¡ª, volvi¨® a cambiar de manos. Lo tom¨® Ot¨®n, que se convertir¨ªa en emperador despu¨¦s de Galba en el tormentoso a?o 69 (el a?o de los cuatro emperadores: Galba, Ot¨®n, Vitelio y Vespasiano).
Lo de Ot¨®n, con fama de vicioso, depravado y depilarse a diario, tiene especial morbo porque ¨¦l hab¨ªa estado casado con la verdadera Popea antes de que se convirtiera en esposa de Ner¨®n previo, se dec¨ªa, m¨¦nage ¨¤ trois (para que luego digan que la historia antigua no es interesante). Suicidado a su vez Ot¨®n, se apropi¨® de Esporo Vitelio, otro figura que a?ad¨ªa a sus disipaciones la gula, aunque era un buen general. Vitelio, del que se rumoreaba, recuerda Holland, que de ni?o Tiberio hab¨ªa abusado de ¨¦l y le qued¨® el apodo de Esf¨ªnter, tuvo la ocurrencia de utilizar al chico para dar un espect¨¢culo: hacerlo aparecer en un escenario representando la violaci¨®n de Proserpina por el dios Plut¨®n. La idea era que Esporo, sin dejar de ser Popea, interpretara el papel de Proserpina y fuera forzado como ella delante del p¨²blico. Incapaz de seguir soportando todo lo que le deparaba la vida, cada vez m¨¢s deplorable, el joven se suicid¨® antes de debutar.
¡°El problema al escribir historia narrativa es que a menudo las fuentes ponen el foco solo en las grandes figuras¡±, reflexiona Holland. ¡°Est¨¢ bien, porque son muy interesantes, pero suele quedar fuera gente como ese joven castrado del que nos gustar¨ªa saber m¨¢s. Son historias fascinantes que nos aproximan de otra manera a la sociedad romana. Una sociedad que no podemos entender ¨²nicamente por los que detentaban el poder. Hay que mostrar todo el abanico de personas: comerciantes, bur¨®cratas, esclavos, ni?os. Esporo, o deber¨ªamos llamarlo Popea, pasa de mano en mano, como un bot¨ªn de guerra. Qu¨¦ extra?o deb¨ªa ser para Ot¨®n encontrar a su mujer muerta en forma de un joven castrado. Y al parecer qu¨¦ excitante era para todos ellos tenerlo. Y ese final, tras pasar por tantas camas, que Vitelio le organizara una sesi¨®n de violaci¨®n en la arena, y ¨¦l se suicidara antes de esa ¨²ltima humillaci¨®n¡¡±.
Holland reflexiona que aunque nos parezca aberrante toda la historia, no debemos ver el pasado, y mirar la sexualidad romana, con nuestros ojos, igual que ser¨ªa absurdo por anacr¨®nico comparar la vivencia de Esporo con nuestros relatos de transexualidad. Para Esporo fue una humillaci¨®n m¨¢s que lo convirtieran en mujer. ¡°Los romanos fantaseaban mucho con eso, pero nunca era visto como algo positivo¡±.
El caso de Esporo, aunque extremo, no es ¨²nico en la historia de Roma. Exist¨ªa la figura de los delicati, esclavos que eran juguetes sexuales para sus amos (y tambi¨¦n para sus amas) y a veces eran eunucos (una predilecci¨®n, por lo visto, de Tito cuando no estaba con la reina Berenice). Hab¨ªa verdadera pasi¨®n en los c¨ªrculos de la ¨¦lite por los muchachos de belleza extraordinaria y gustaban especialmente los pretty boys griegos. Holland recuerda que para los hombres romanos de rango superior, lo deshonroso era que te trataran como a una mujer y fueras penetrado, pero no hab¨ªa verg¨¹enza en ser la parte activa con un chico guapo. En ese sentido, no eran nada binarios.
Holland cierra su Pax (en el que un agradecimiento es para su cirujano oncol¨®gico) con Antinoo. ?Esa simetr¨ªa es deliberada? ¡°S¨ª¡±, admite. ¡°Hay similitudes entre Ner¨®n y Adriano, como su amor por Grecia y por la arquitectura. Y est¨¢n esas dos relaciones con chicos, aunque sean muy distintas. Adriano parece haber estado realmente enamorado de Antinoo. Pero tambi¨¦n hace algo tan sorprendente para la ¨¦poca como Ner¨®n al transformar en mujer a Esporo: convierte a su amante muerto, que no es ciudadano ni romano, en dios y le instaura un culto. Ambos, Ner¨®n y Adriano mostraron en su duelo por Popea (la original) y Antinoo emociones desmesuradas, un shock que parec¨ªa poco viril y que resultaba chocante. Los dos son transgresores. Sin embargo, Adriano mira al futuro: un futuro en el que desaparecen las fronteras entre unos y otros habitantes del imperio¡±. Podr¨ªa decirse que Ner¨®n tambi¨¦n tuvo una visi¨®n (en su caso materializada de manera terrible, cruel y monstruosa) de un mundo en el que se pueden traspasar los l¨ªmites de g¨¦nero.
No es de extra?ar que a Tom Holland, que empez¨® como escritor de terror antes de lanzarse a la historia cl¨¢sica y regalarnos libros como Fuego Persa, Rubic¨®n y Dinast¨ªa, le haya interesado la historia de Esporo. ?C¨®mo se pasa de escribir de vampiros a hacerlo de la Antig¨¹edad y los c¨¦sares? ¡°Mi background original es m¨¢s de literatura que de historia, empec¨¦ a hacer mi doctorado en Oxford sobre Lord Byron y, claro, ¨¦l fue el modelo de Polidori para su vampiro aristocr¨¢tico as¨ª que me puse a hacer novelas g¨®ticas de vampiros con ese conocimiento de Byron y funcionaron muy bien. Pero luego encontr¨¦ la realidad del pasado mucho m¨¢s interesante que la ficci¨®n y que todo lo que me pod¨ªa inventar¡±. Holland uni¨® sorprendentemente ambos intereses en una alucinante novela de terror sobre el Antiguo Egipto que mezcla a Akenat¨®n y a Carter (Howard) con entidades de aire lovecraftiano, El sue?o de Tutankam¨®n (Planeta, 2000). ¡°?La has le¨ªdo?¡±, se sorprende el escritor para pasar de manera l¨®gica de Egipto a Her¨®todo. ¡°Soy un gran fan de Her¨®doto, para m¨ª es una constante fuente de inspiraci¨®n y aspiro a explicar la historia con h¨¢lito literario como ¨¦l. Cuando publiqu¨¦ Fuego persa, sobre las guerras m¨¦dicas, el director de Penguin Classics me dijo que necesitaban una traducci¨®n de la Historia y si me animaba a hacerla yo. Yo solo ten¨ªa un griego b¨¢sico, pero me puse a estudiarlo y traducir a Her¨®doto ha sido uno de los grandes privilegios de mi vida¡±.
En Pax, como hemos dicho, hay mucha guerra. ¡°En efecto, pero ellos, los romanos no ve¨ªan paradoja en conquistar la paz por la espada. No pod¨ªa haber paz sin guerra y sin la supremac¨ªa militar (suya, por supuesto). La paz se impone por la violencia¡±. De hecho, la palabra emperador significa literalmente general victorioso. Y Vespasiano o Trajano son ejemplos de ese concepto militar, marcial, de la p¨²rpura imperial y del imperio.
Algo sorprendente en Pax es que Holland muestra simpat¨ªas por Domiciano, el ¨²ltimo de los Flavios, tenido por uno de los emperadores m¨¢s crueles y cuya persecuci¨®n de los cristianos se considera la peor. ¡°La verdad es que estabiliz¨® las finanzas del Imperio y prepar¨® las conquistas de Trajano, aumentando el ej¨¦rcito. Se le vio mal porque ofendi¨® a las ¨¦lites senatoriales. Pero es que solo un aut¨®crata pod¨ªa prevalecer. No hay que olvidar que lleg¨® al poder en medio de una serie de desastres que parec¨ªan sugerir que los dioses estaban descontentos y quiso apaciguarlos devolviendo Roma a sus valores originales. Era muy devoto y cre¨ªa en la misi¨®n de regenerar el imperio. En esencia, Domiciano, m¨¢s un censor que un tirano, est¨¢ cercano a algunos grandes emperadores cristianos del siglo IV y V como Justiniano¡±. Lo que no era ¨®bice para que le gustara depilar personalmente a sus concubinas, retozar en la piscina con putas callejeras y dejar embarazada a su sobrina.
En Pax se muestra lo peligrosos que fueron los dacios y los partos. ¡°S¨ª, pero el Estado romano era tan formidable que pod¨ªa destruir a cualquier otra potencia en el campo de batalla. Como dej¨® escrito un legionario en un grafiti m¨¢s all¨¢ de Palestina y recojo al final de mi libro: ¡®Los romanos siempre ganan¡±. Holland, que ha visitado ya la exposici¨®n del British Museum sobre las legiones ¡ª¨¦l mismo aborda casos como la decimatio de Galba o la deshonra de la XII Fulminata al perder su ¨¢guila¡ª y la elogia (¡°muy clara y disfrutable, llena de objetos muy interesantes¡±), matiza que, tras las victorias de Trajano, Adriano tuvo que estabilizar el Imperio, pero la voluntad romana era invencible. Pod¨ªan tener reveses ocasionales, pero no pod¨ªan concebir la derrota.
El historiador, hermano menor del especialista en la II Guerra Mundial James Holland y autor de documentales, programas de radio y el exitoso podcast The rest is History, es partidario de viajar a los escenarios sobre los que trabaja y recuerda el impacto que le produjo visitar las ruinas de Sarmizegetusa, la capital de los dacios. ¡°Aprovech¨¦ que me invitaron a dar una charla en Cluj y fui all¨ª¡±. Pues eso est¨¢ en Transilvania, territorio de vampiros. ¡°S¨ª¡±, r¨ªe Holland, ¡°Sarmizegetusa es un sitio muy siniestro y casi puedes percibir que los bosques est¨¢n llenos de criaturas raras¡±. En todo caso, no se plantea volver al g¨¦nero de terror. ¡°Continuar¨¦ revisando la historia de Roma. Tengo cuatro libros m¨¢s en la cabeza. Como he dicho, la historia es m¨¢s asombrosa e interesante¡±.
Es tentador acabar con una peque?a muestra de la emocionante prosa de Holland en Pax (traducci¨®n de Joan Eloi Roca): ¡°Verano tras verano, las legiones hab¨ªan marchado a trav¨¦s del Rin. Verano tras verano, hab¨ªan desatado fuego y matanzas sobre todos los que encontraban a su paso. Verano tras verano, hab¨ªan hecho llegar hasta los confines m¨¢s remotos de Germania, hasta sus profundidades m¨¢s impenetrables, el rumor de la ira y la violencia de Roma¡±.
Babelia
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