Claroscura inauguraci¨®n
Sebasti¨¢n Castella y Roca Rey cortaron una generosa oreja cada uno, y Morante solo pudo dejar detalles en una tarde precedida por una tromba de agua
No fue el Domingo de Resurrecci¨®n luminoso que Sevilla espera en esta fecha. Estaba previsto que lloviera por la ma?ana, como as¨ª sucedi¨®, y que escampara al mediod¨ªa, y escamp¨®. Pero la sorpresa lleg¨® por la tarde. Una tormenta se col¨® inesperadamente en el cielo sevillano, lo encapot¨® y oscureci¨®, comenz¨® con un goteo d¨¦bil y espaciado hacia las cinco, y pronto se convirti¨® en una espesa cortina de agua, justamente cuando los alrededores de La Mae...
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No fue el Domingo de Resurrecci¨®n luminoso que Sevilla espera en esta fecha. Estaba previsto que lloviera por la ma?ana, como as¨ª sucedi¨®, y que escampara al mediod¨ªa, y escamp¨®. Pero la sorpresa lleg¨® por la tarde. Una tormenta se col¨® inesperadamente en el cielo sevillano, lo encapot¨® y oscureci¨®, comenz¨® con un goteo d¨¦bil y espaciado hacia las cinco, y pronto se convirti¨® en una espesa cortina de agua, justamente cuando los alrededores de La Maestranza se poblaban de paraguas. Lo que empez¨® con cuatro gotas acab¨® en una tromba de agua que puso en muy serio peligro la celebraci¨®n del festejo. Una hora antes de las seis y media, momento previsto para que se abriera el pase¨ªllo, los empleados de la plaza hab¨ªan retirado la lona que ha cubierto el albero durante toda la muy lluviosa Semana Santa, por lo que el piso se empap¨® hasta quedar embarrado.
Dej¨® de llover cuando deb¨ªan sonar los clarines, pero los toreros prefirieron salir a inspeccionar el ruedo, y se pudo ver c¨®mo las zapatillas se hund¨ªan en el amarillo suelo maestrante.
Comp¨¢s de espera, largo, para que se pudieran taponar los charcos con albero seco y la feliz decisi¨®n de la terna de celebrar la corrida en una fecha tan se?alada, y con el cartel de ¡®no hay billetes¡¯ colgado en las taquillas.
As¨ª que a las siete y ocho minutos comenz¨® la procesi¨®n de las cuadrillas, y eran ya las diez menos veinte cuando Morante enfil¨® en solitario el camino hacia la furgoneta tras una tarde en la que solo pudo dejar detalles de su torer¨ªa.
Hab¨ªa inter¨¦s, l¨®gicamente, en comprobar el estado del torero de La Puebla, y la impresi¨®n fue que su semblante era el mismo de otras tardes, taciturno de nacimiento y con una aparente y forzada sonrisa a veces. Pero a Morante no se le juzga por el aspecto de su cara, sino por su inspiraci¨®n art¨ªstica; y en funci¨®n de los toros que le tocaron en suerte, otra vez el lote peor para ¨¦l, dej¨® algunos chispazos de alto voltaje. Tres ver¨®nicas al toro sardo que sali¨® en primer lugar, un trincherazo y tres derechazos con sabor fue su hoja de servicios en ese toro, y una ver¨®nica en el cuarto. Claro que el que abri¨® plaza era un animal descastado y de embestida muy desigual, y el otro, sos¨®n, afligido y con tendencia a defenderse al final de la cada muletazo. La mejor noticia, sin duda, es que el torero estuvo y se le espera en las pr¨®ximas tres comparecencias que tiene comprometidas en la feria.
Castella y Roca Rey cortaron sendas orejas en sus primeros toros. ?Merecidas? Complicada respuesta si se tiene en cuenta la extrema generosidad del p¨²blico actual y la muy escasa exigencia del palco.
El de Castella sali¨® del caballo sin picar y su ¡®pelea¡¯ fue la propia de un animal manso y con genio. Lleg¨® a la muleta con una rara movilidad, exigente y dificultoso. El torero franc¨¦s hizo un estudio de la situaci¨®n por un lado y por otro, decidi¨® plantarle cara, lo someti¨® con eficacia y nula brillantez y la impresi¨®n reinante en que le gan¨® la partida. No fue la suya una labor lucida, pero si dominadora, de esas que hace unos a?os se premiaban con la vuelta al ruedo.
Y Roca, ante el tercero, un sobrero de astifinos pitones, blandengue y muy noble, destac¨® sobremanera en los largos pases de pecho, pero pas¨® desapercibido en el resto del toreo fundamental. Esta pelea la gan¨® el toro porque la labor del torero supo a superficial y olvidable, aunque la estocada fue de efecto fulminante,
Ni Castella y Roca pudieron mejorar en sus segundos toros. El primero brind¨® a la concurrencia, pero su oponente se desinfl¨® pronto; y el segundo, con el otro sobrero, no dijo nada a pesar de la movilidad del toro.
Una tarde claroscura, sin el sol radiante de los Domingos de Resurrecci¨®n de toda la vida; al menos, la tormenta se esfum¨® y no volvi¨® a llover. Fue, eso s¨ª, una claroscura inauguraci¨®n de la temporada.
G. Jim¨¦nez/Morante, Castella, Roca Rey
Cuatro toros de Hnos. García Jiménez, -el tercero, devuelto por inválido, y el sexto no salió al ruedo al sentirse congestionado en los corrales-, correctos de presentación, mansos y descastados. Primer sobrero de Olga Jiménez, serio, astifino, blando y muy noble; segundo sobrero de Román Sorando, bien presentado, mansurrón, y descastado.
Morante de la Puebla: pinchazo y estocada baja (silencio); dos pinchazos, media travesada y un descabello (silencio).
Sebastián Castella: estocada contraria (oreja); pinchazo y estocada (silencio).
Roca Rey: estocada (oreja); estocada (silencio).
Plaza de La Maestranza. Domingo de Resurrección, 31 de marzo. Inauguración de la temporada. Lleno de ‘no hay billetes’. El festejo comenzó con 38 minutos de retraso a causa de la lluvia.