Siete ver¨®nicas y una media
Decepcionante corrida de Juan Pedro Domecq, que desbarat¨® una tarde ilusionante de ¡°No hay billetes¡±
Fue un momento de inesperada enso?aci¨®n y, sin duda, el m¨¢s vistoso de la tarde. Acababa de salir el tercero, y Pablo Aguado, apenas sin probaturas, lance¨® a la ver¨®nica como si tal cosa, con pasmosa naturalidad, como si estuviera jugando, y los capotazos surgieron como gotas de alm¨ªbar, cada cual m¨¢s sabroso, ganando terreno de las tablas hasta m¨¢s all¨¢ de la segunda raya, el toro embebido en las telas, y cuando acab¨® la s¨¦ptima, y el p¨²blico asist¨ªa hipnotizado, dibuj¨® una media absolutamente preciosa.
Fue ...
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Fue un momento de inesperada enso?aci¨®n y, sin duda, el m¨¢s vistoso de la tarde. Acababa de salir el tercero, y Pablo Aguado, apenas sin probaturas, lance¨® a la ver¨®nica como si tal cosa, con pasmosa naturalidad, como si estuviera jugando, y los capotazos surgieron como gotas de alm¨ªbar, cada cual m¨¢s sabroso, ganando terreno de las tablas hasta m¨¢s all¨¢ de la segunda raya, el toro embebido en las telas, y cuando acab¨® la s¨¦ptima, y el p¨²blico asist¨ªa hipnotizado, dibuj¨® una media absolutamente preciosa.
Fue lo mejor pero no lo ¨²nico de este torero sevillano que esta tarde se ha sentido especialmente inspirado con el capote. Llev¨® a ese toro al caballo con un singular¨ªsimo galleo por chicuelinas, y quit¨® instantes despu¨¦s por el mismo palo y a la ver¨®nica de nuevo.
Con otro manojo de ver¨®nicas y una revolera recibi¨® al sexto, pero estas, ejecutadas con el mismo empe?o y olor, brotaron m¨¢s desiguales; quiz¨¢ por ello, insisti¨® en el quite, que cerr¨® con dos medias de cartel.
Se esperaba m¨¢s, mucho m¨¢s, de la corrida de Juan Pedro y la terna de reconocidas figuras, pero el toro, ese que tanto exigen los que hicieron el pase¨ªllo, lo descompuso todo.
Pero no hay m¨¢s que ser un poco observador para entender por qu¨¦ los toreros de post¨ªn beben los vientos por estos toros. Los de hoy, por ejemplo, mostraron un trap¨ªo muy justo y unas c¨®modas cabezas; se les ve a leguas que la fortaleza y el car¨¢cter no son cualidades innatas, tienen cara de buenos chavales, no trasmiten peligro, aunque lo tengan l¨®gicamente, ni plantean problemas, dejan estar, y, a veces, aparece un artista y colabora con su matador. Pero solo a veces, muy de vez en cuando. Y hoy no era el d¨ªa. Hoy, los toros de la ganader¨ªa de Juan Pedro, la madre de casi todo lo que pasta en este pa¨ªs y fuera de ¨¦l, fueron mansos ¡ªsolo el ¨²ltimo meti¨® la cara en el peto¡ª, muy descastados, sosos, insulsos, desganados y con el alma vac¨ªa de bravura.
El primero de ellos, al menos, permiti¨® que Morante mostrara al mundo que es un torero ilusionado y con ganas de triunfo. Repiti¨® la embestida en la muleta, sin humillar, con un punto de violencia en cada envite, lo que permiti¨® que el torero asentara las zapatillas y dibujara una ligada y sugestiva tanda de derechazos; unos naturales sueltos y hondos, y unos ayudados por alto cargados de prestancia compusieron una obra medida y acertada. El cuarto fue un marmolillo que decidi¨® no embestir y Morante lo pasaport¨® con diligencia, como debe ser.
Ten¨ªa cara de bendito el segundo de la tarde, y Manzanares lo miraba con cara de disgusto, a sabiendas de que no ser¨ªa f¨¢cil firmar un convenio de mutua colaboraci¨®n. No quer¨ªa pelea, y el torero se limit¨® a una labor insustancial, al nivel de la desgana de su oponente. El quinto, nada, no dijo nada y se march¨® al otro barrio sin hacer ruido.
Dicho queda que Aguado se luci¨® con el capote, y solo pudo destacar en chispazos sueltos en el tercio final. Noble y sin clase fue el tercero, afligido muy pronto, al que le rob¨® algunos naturales de buen trazo, pero escasos de gracia. Y el sexto pareci¨® que¡, pero cant¨® la gallina antes de tiempo. Acudi¨® al enga?o con alegr¨ªa y Aguado brill¨® en un trincherazo con sabor a gloria, y cuando se dispon¨ªa a torear, el toro se dio media vuelta y busc¨® el abrigo de las tablas sin verg¨¹enza alguna.
Una tarde decepcionante, pero ya se sabe: mandan las figuras y estas exigen el toro guapo, bondadoso, justito de fuerzas y de buen car¨¢cter. Lo que sucede es que ese no es el toro bravo, sino un suced¨¢neo, una caricatura que huele a enga?o. Como los de esta tarde.
Domecq / Morante, Manzanares, Aguado
Toros de Juan Pedro Domecq, justos de presentación, mansos, nobles, descastados, sosos y desabridos. Un conjunto decepcionante.
Morante de la Puebla: estocada baja (gran ovación); pinchazo que hace guardia y pinchazo (silencio).
José María Manzanares: estocada trasera y caída y un descabello (silencio); pinchazo, estocada contraria y cuatro descabellos (silencio).
Pablo Aguado:: pinchazo, metisaca y estocada (silencio); media trasera y tendida (ovación de despedida).
Plaza de La Maestranza. 11 de abril. Quinta corrida de abono de la Feria de Abril. Lleno de "No hay billetes".