Un corrid¨®n de Santiago Domecq
David de Miranda corta las dos orejas al mejor toro de una tarde presidida por las bonitas hechuras, la bravura, la casta, la nobleza, la clase y la emotividad, en la que Garrido pase¨® otro trofeo
Un corrid¨®n de toros ha lidiado el ganadero Santiago Domecq en la Feria de Abril de Sevilla. Seis toros de hechuras muy rematadas, cumplidores en los caballos con alguna excepci¨®n, que galoparon en banderillas, permitieron el toreo de capa y derrocharon casta, movilidad, humillaci¨®n, fijeza y calidad en la muleta, en la que todos duraron una eternidad.
Destac¨® el quinto, de nombre Tabarro, de 535 kilos, de capa negra, que hizo una discreta pelea en varas, galop¨® pero se doli¨® en el segundo tercio, y persigui¨® el enga?o de David de Miranda con verdadera codicia, con un celo fuera de lo com¨²n, combativo, exigente, emotivo y con una clase que le brotaba de pit¨®n a rabo. El torero, a sabiendas de lo que se jugaba, dio lo mejor de s¨ª mismo, se esmer¨® por ambas manos y destac¨® por naturales largos y hondos. Desbordante de casta, Tabarro no par¨® de embestir con prontitud, fijeza y transmisi¨®n al tiempo que los tendidos solicitaban el indulto, si bien el animal hizo adem¨¢n de huir a tablas al final de una de las ¨²ltimas tandas. El presidente, Jos¨¦ Luque, con buen criterio, indic¨® al torero que deb¨ªa entrar a matar; y De Miranda pinch¨® antes de cobrar una estocada. La faena no fue de dos orejas porque no encontr¨® su culminaci¨®n en la suerte suprema, y el toro era de vuelta, y el presidente se equivoc¨® gravemente. Tabarro se fue al desolladero sin los honores que se hab¨ªa ganado en el ruedo y el torero onubense pase¨® un premio excesivo.
Toda la corrida, con sus deficiencias, que las hubo, alcanz¨® niveles de calidad suprema. Se le cortaron tres orejas, pero pod¨ªan haber sido doce si la terna hubiera tenido madurez, muchos festejos a sus espaldas y ning¨²n agobio ante una agenda vac¨ªa. Era mucha corrida esta para tres toreros muy necesitados de estar bien para ganar contratos.
Y estuvieron bien los tres, pero no a la altura que exigieron sus oponentes. Garrido, por ejemplo, parece que ha evolucionado positivamente con el capote y la muleta. Recibi¨® a su primero de rodillas en la puerta de toriles, capote¨® variado y con galanura toda la tarde a la ver¨®nica, por delantales y chicuelinas, y trat¨® de muletear con la clase que sus toros le ofrecieron. Pero no era una empresa f¨¢cil. Fue meritorio su trasteo al muy bueno primero, y demostr¨® una decidida entrega en el otro.
David de Miranda debutaba en esta plaza como matador de alternativa, y de entrada se le vio fr¨ªo y sin alma en sus primeros capotazos, defecto que enmend¨® m¨¢s tarde. Repetidor y encastado era el segundo de la tarde, y el diestro onubense anduvo a su lado de la mejor manera posible sin coger el aire; mejor en el quinto, el toro de la corrida, que exig¨ªa un estoconazo que no fue capaz de cobrar en el primer intento. Se llev¨®, eso s¨ª, un pitonazo en la ingle que no pareci¨® revestir importancia.
Y el lote de Leo Valadez fue del mismo tenor, toros bravos, incansables, encastados, alegres y con recorrido, pero el mexicano, decidido y con momentos brillantes, al igual que compa?eros, y variado como siempre con el capote, no encontr¨® el camino adecuado. Adem¨¢s, fue volteado al dar una vuelta sobre s¨ª mismo y perderle la cara a su primero y sufri¨® un varetazo en la fosa il¨ªaca derecha de car¨¢cter leve.
En conclusi¨®n, los tres toreros dieron muchos pases, y hubo toreo a r¨¢fagas, pero no esa faena redonda, esa obra de arte emotiva y arrebatadora que enciende los sentidos y emociona el alma. Los triunfadores fueron, sin duda, los toros.
Otra vez, el misterio del toreo¡
Domecq/Garrido, De Miranda, Valadez
Toros de Santiago Domecq, bien presentados, cumplidores en los caballos, bravos, codiciosos, encastados y muy nobles en el tercio final; destacó el quinto, extraordinario en la muleta, para el que se pidió el indulto y el presidente no le concedió la vuelta al ruedo. El cuarto acudió al caballo desde los medios, y el segundo fue manso.
José Garrido: estocada algo baja (oreja); pinchazo, estocada que hace guardia, y estocada baja _aviso_ (silencio).
David de Miranda: estocada contraria, un descabello _aviso_ y cuatro descabellos (ovación); pinchazo, estocada _aviso_ (dos orejas). Salió a hombros por la puerta principal.
Leo Valadez: bajonazo y tres descabellos (silencio); media estocada y un descabello (silencio).
Plaza de La Maestranza. 9 de abril. Tercera corrida de abono de la Feria de Abril. Media entrada.
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