La casta, esa dificultad extrema
Emilio de Justo corta una oreja en cada toro, y otra pasea El Cid ante una corrida mansa y de juego desigual de La Quinta. Daniel Luque, muy por encima de su apagado lote. Al toro que abri¨® plaza se le dio la vuelta al ruedo
Si torear es una empresa harto dificultosa, hacerlo con un toro encastado, vibrante y codicioso se acerca a lo milagroso. Para empezar, el animal es exigente y pide a gritos una muleta poderosa; su car¨¢cter explosivo se transmite con celeridad a los tendidos, que suelen tomar parte por ¨¦l, y hay que ser muy buen torero, mantener la cabeza muy fr¨ªa y con la disposici¨®n de jugarse de verdad el tipo para atraer la atenci¨®n de los espectadores, y que la faena alcance altura.
Cualquier sabe lo que estar¨ªa pensando Emilio de Justo mientras daba un pase tras otro al toro tercero de la tarde, y La Maestranza parec¨ªa sumida en el silencio como si fuera un severo jurado examinador. Es verdad que el toro embest¨ªa con fiereza, repet¨ªa incansable y trataba de desbordar a su oponente, y que este, lejos de amilanarse, afrontaba la empresa con el empe?o propio de las grandes ocasiones.
Pero faltaba algo, y no era firmeza ni entrega. Se echaba en falta, quiz¨¢, embraguetarse con el toro, m¨¢s ajuste en los muletazos y hondura final. Es que no es lo mismo dar pases, por muy bien trazados que parezcan, que torear. Y hacerlo, dicho queda, a un toro como ese tercero, no debe ser nada f¨¢cil.
De Justo insisti¨®, la faena result¨® larga, a la b¨²squeda, sin duda, de un triunfo que se le escapaba, y tras unos vistosos remates finales y una buena estocada pase¨® una generosa oreja. Que no estuvo mal Emilio de Justo, sino que el que estuvo bien fue el toro.
Recibi¨® al sexto con una larga cambiada de rodillas en el tercio, y se le vio dispuesto a todo para rematar la tarde y su feria. Ese toro, que fue el ¨²nico que medio cumpli¨® en varas, lleg¨® a la muleta con feo estilo, desarroll¨® sentido y su comportamiento fue deslucido y dificultoso. Y apareci¨® entonces el torero comprometido y pundonoroso, dispuesto a aguantar miradas indiscretas y coladas peligrosas con tal de demostrar que lo suyo no es flor de un d¨ªa. Otra labor larga, insistente, laboriosa y esforzada ante un toro que no le regal¨® ni una sola embestida. Y, al final, convenci¨® a su oponente, y el p¨²blico comprendi¨® que esa entrega merec¨ªa premio. Y como mat¨® bien otra vez pues pase¨® contento otro trofeo.
Tambi¨¦n triunf¨® El Cid ante el toro de m¨¢s calidad del festejo, el primero, que humillaba y acud¨ªa a los cites con ritmo y buen son. Fue una faena de sabor a?ejo, de un veterano torero artista, con muchas corridas a sus espaldas. Dio la impresi¨®n de que El Cid tard¨® en asimilar la bondad de su oponente, que era tan derrochadora que a ¨¦l mismo lo sorprendi¨®, y el mejor toreo surgi¨® cuando el torero se lo crey¨®, se dispuso a ser uno con el toro, y dibuj¨® naturales y derechazos que desparramaron pellizcos art¨ªsticos por la plaza. No fue un estallido de arte, pero s¨ª de fogonazos luminosos. La espada cay¨® defectuosa y el premio se redujo a un solo trofeo, merecido. Al toro se le concedi¨® la vuelta al ruedo a pesar de que demostr¨® una fea mansedumbre en el tercio de varas.
Y se fue de vac¨ªo Daniel Luque porque sus toros, al igual que el segundo de El Cid, eran muy nobles, s¨ª, pero apagados, desfondados, con escasa vida. Lo que sucede es que el torero de Gerena llega a la plaza con la disposici¨®n de ofrecer un tratado de tauromaquia pase lo que pase; y eso fue lo que hizo: desplegar un conocimiento enciclop¨¦dico ante sus dos toros, a los que analiz¨®, estudi¨®, exprimi¨® y les recet¨® faenas medidas de aut¨¦ntico catedr¨¢tico.
Por cierto, de la corrida de La Quinta se esperaba m¨¢s; algo menos de bondad y m¨¢s casta, pero los tiempos modernos no van por ah¨ª. Sin duda.
La Quinta/El Cid, Luque, De Justo
Toros de La Quinta, bien presentados, mansos en los caballos y nobles; de mucha calidad el primero, al que se le dio la vuelta al ruedo; encastado y vibrante el tercero, complicado el sexto, y apagados y desfondados en el tercio final los demás.
Manuel Jesús El Cid: estocada trasera y caída (oreja); pinchazo, casi media estocada _aviso_ y dos descabellos (ovación).
Daniel Luque: estocada (ovación); estocada y un descabello (ovación).
Emilio de Justo: estocada desprendida (oreja); estocada _aviso_ (oreja).
Plaza de La Maestranza. 18 de abril. Duodécima corrida de abono de la Feria de Abril. Casi lleno.
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