Cr¨ªtica | Taylor Swift reparte amor, odio y humor en un nuevo disco necesario (sobre todo, para ella)
La cantante estadounidense lanza ¡®The Tortured Poets Department¡¯, un doble disco sorpresa con 31 nuevas canciones
Dec¨ªa Charlie Brooker, el periodista y escritor ingl¨¦s creador de la serie Black Mirror, que un buen columnista es aquel con el que quieres ir a tomarte una cerveza despu¨¦s de leerle. Hay un momento en el disco n¨²mero 11 de Taylor Swift en el que esa frase se puede aplicar a la estrella del pop m¨¢s grande q...
Dec¨ªa Charlie Brooker, el periodista y escritor ingl¨¦s creador de la serie Black Mirror, que un buen columnista es aquel con el que quieres ir a tomarte una cerveza despu¨¦s de leerle. Hay un momento en el disco n¨²mero 11 de Taylor Swift en el que esa frase se puede aplicar a la estrella del pop m¨¢s grande que ha existido jam¨¢s. Y es justo en ese momento, corte 10, Who¡¯s Afraid of Little Old Me?, cuando ya casi has perdido la esperanza en que The Tortured Poets Department (TTPD) logre sacar la cabeza de ese agujero poco ventilado y decorado con muebles de casas anteriores en el que ha insistido en meterse durante, al menos, la mitad del metraje recorrido, que todo cobra sentido. Taylor Swift de golpe muta en una mezcla entre Kate Bush y Larry David y despacha frase brillante tras frase brillante, un torrente abrumador de one liners cargados de sarcasmo que apuntan a todo lo que se mueve y a lo que no, a los que la odian y a los que la aman, incluso alguna bala perdida parece impactar en la cabeza de los que intentan la f¨²til tarea de ignorarla. Y ah¨ª es cuando descubres que una de las cosas que hacen realmente especial a esta estrella del pop es que debe de ser una compa?era de cervezas maravillosa. A sus 34 a?os, la autora de Folklore atesora un estatus de celebridad y una corte de seguidores entregados a la noble tarea de analizar cual kremlin¨®logo todos sus gestos y todas sus palabras solo logrado previamente por un tipo que naci¨® en Palestina hace 2024 a?os. Y ese pobre no logr¨® disfrutar en vida de lo logrado, aunque siglos m¨¢s tarde se construyeran catedrales en su nombre casi del mismo tama?o que tienen hoy los hilos en X sobre Taylor Swift.
Antes de la llegada de Who¡¯s Afraid of Little Old me?, que parafraseando al propio tema, ¡°irrumpe en la fiesta como un disco rayado¡±, TTPD se estaba manifestando como el primer disco redundante de Taylor Swift. Agradable en su capacidad de ser reconocible, pero flirteando demasiadas veces con ciertas ideas que no queremos tener cerca de nuestra mente ni en pintura: que todos los romances al final va a resultar que son iguales, que todos los corazones se rompen por el mismo sitio, que todo lo que toca Jack Antonoff (productor y coautor de casi todos los temas) suena igual. Hasta ahora, los ¨¢lbumes de la de Pensilvania, con sus altos y sus bajos, eran una mezcla perfecta de necesidad y capacidad. Y ambas cosas se gestionaban con el equilibrio necesario para que algo pase de ser bueno a ser importante. Aqu¨ª, la necesidad de escribir, escribir y escribir, como una suerte de Victor Hugo en la era del poptimismo, que la propia Taylor le coment¨® a un fan en Melbourne cuando le inquiri¨® sobre este disco se impone. Hay momentos en que devora las propias capacidades ¡ªque son muchas, pero no infinitas; eso, miren por d¨®nde, s¨ª lo ten¨ªa el tipo aquel de Palestina¡ª, resultando en temas como My Boy Only Breaks his Favorite Toys o Down Bad, que con un par de retoques igual entraban como bonus track de la Taylor¡¯s Version de 1989 o en otra edici¨®n en vinilo limitada y con 30 portadas de colores distintos (todo el pantone) de Midnights.
Taylor finalmente atrapada en su propia trampa, la emperatriz va desnuda y esta vez no ha sido una I.A., se oye gritar a los que est¨¢n a los pies de este rascacielos sosteniendo una lona con la cara de Beyonc¨¦, los Beatles y Kanye West que van a recoger justo cuando la autora de Red caiga desde la cornisa. Pues que esperen, porque Taylor ha escrito un tema llamado Florida!!!, en el que colabora Florence Welch, y en el que, como en Who¡¯s Afraid of Little Old me?, ofrece unos toques de excentricidad que le sientan estupendamente bien. Podr¨¢ explotarlos sin ambages el d¨ªa en que haya otra estrella m¨¢s grande y m¨¢s normativa que ella, algo hoy tan impensable como inevitable.
Florida!!! explota con ocho golpes de bater¨ªa en el estribillo para despertar a la bestia, que dormitaba sumida en la belleza algo complaciente de Fortnight, tema junto a Post Malone que es el primer sencillo del disco, y que suena a Cigarettes After Sex y a Chromatics. Es mejor de lo que quiere parecer. Un poco al rev¨¦s de lo que pasa en el corte que da t¨ªtulo al ¨¢lbum, cuya letra traslada el esp¨ªritu de White Horse de Fearless (2008) a la Nueva York del Chelsea Hotel, de Dylan Thomas y de Patti Smith. Pero las frases de Taylor suenan a pl¨¢stico, a Chelsea Hotel convertido en hotel de lujo con spa y a poema de Dylan Thomas hecho camiseta de H&M. Swift empieza aqu¨ª cuestionando al romanticismo de lo maldito y termina elaborando una oda al liberalismo y la gentrificaci¨®n. Eso s¨ª, la melod¨ªa es bonita. Y el tema nos deja claro que el tipo del que m¨¢s vamos a o¨ªr a lo largo del disco es Matt Healy, el l¨ªder de la banda brit¨¢nica The 1975, con quien Swift tuvo un romance que sus fans no aprobaron ¡ªel hombre se debi¨® sentir como Ben Stiller en Los padres de ella, pero en vez de censurado por Robert de Niro, castigado por millones de personas con cuenta en TikTok y todas las versiones de TTPD compradas en preventa¡ª y cuya figura sobrevuela una buena cantidad de canciones de este ¨¢lbum. No vamos a entrar en cuestiones como si es bueno o no que el novio de Taylor fume, pero lo cierto es que Healy es el ex con el que mejor ha trabajado su vena humor¨ªstica y autolesiva la estadounidense. Hay personas que son fines y otras que son medios.
En la segunda parte de la primera parte de este largu¨ªsimo ¨¢lbum (31 temas), Taylor sigue igual de err¨¢tica que en la primera. I Can Fix Him (No Really I Can) es muy Evermore, y eso siempre es bueno. Guilty As Sin es muy Midnights, y eso a veces (esta es una de ellas) es bueno. I Can Do It With a Broken Heart es el crossover entre Taylor Swift y Bananarama que nadie esperaba y nadie pidi¨®, pero que deber¨ªa la de Pensilvania practicar m¨¢s, sobre todo, viendo c¨®mo tras este tema al disco le da una lipotimia, de la que se recupera un poco en el segundo disco, editado por sorpresa y que es m¨¢s Folklore que otra cosa (siendo la otra cosa Lana Del Rey), algo que es muy bueno cuando es bueno (How Did It End?, The Prophecy, The Manuscript) y muy aburrido cuando no.
TTPD contiene tambi¨¦n The Alchemy, la primera canci¨®n dedicada a Travis Kelce. Plagada de met¨¢foras deportivas, suena a tu cu?ado hablando de su nueva novia mientras ve una eliminatoria de Champions. Para la salud de todos, esperamos que sean ir¨®nicas y que, al menos, Taylor se est¨¦ riendo. Porque nos gusta que Taylor r¨ªa ¡ªen este disco se confirma que eso ahora mismo se le da mucho mejor que lo otro¡ª, pues es entonces cuando nos apetece irnos a tomar una cerveza con ella. Y no hay mejor estrella del pop global que aquella con la que quieres ir a tomarte unas ca?as.