Reina de las ¡®flappers¡¯ y jubilada a los 28 a?os: la vida salvaje de Clara Bow, la actriz a la que homenajear¨¢ Taylor Swift
Creci¨® entre abusos y pobreza en Brooklyn, pero gan¨® un concurso y se convirti¨® en una de las grandes estrellas del cine mudo. Una de las canciones del pr¨®ximo ¨¢lbum de Taylor Swift lleva su nombre por t¨ªtulo
¡°No creo que sea muy diferente de cualquier otra chica, exceptuando que trabajo m¨¢s duro y que he sufrido m¨¢s. Y que tengo el pelo rojo¡±, comentaba Clara Bow (Brooklyn, Nueva York, 1905-Culver City, California, 1965) en la extensa historia en primera persona sobre su vida que Adela Rogers St. Johns ¡ªguionista, escritora y una de las periodistas m¨¢s populares de los a?os veinte y treinta, a quien el empresario de la comunicaci¨®n William Randolph Hearts calific¨® como ¡°la mejor reportera del mundo¡±¡ª public¨® en 1928 en el medio especializado en cine Photoplay. En aquel momento, Bow estaba en la cima de su carrera: desde la nada, se hab¨ªa convertido en una gran estrella del cine mudo, pon¨ªa de moda cortes de pelo y barras de labios y solo un a?o antes hab¨ªa rodado Alas, un largometraje sobre aviadores de la Primera Guerra Mundial que pas¨® de inmediato a la historia del cine, al ser la primera cinta en alzarse con el Oscar a mejor pel¨ªcula en la gala fundacional de los galardones, celebrada en 1929 en el hotel Roosvelt de Los ?ngeles.
Pero cinco a?os despu¨¦s, en 1933, con solo 28 a?os, Clara Bow se retir¨®.
La actriz tuvo una vida novelesca. Experiencias traum¨¢ticas en su infancia y juventud, excesos de juego (en 1930 fue noticia por no abonar unos cheques de 13.900 d¨®lares en pago por sus p¨¦rdidas en el Blackjack en un hotel de Nevada) y traiciones (lleg¨® a los tribunales con su secretaria, Daisy DeVoe, que revel¨® cotilleos sobre ella) se mezclaron en sus 60 a?os de existencia con sonados romances (de Bela Lugosi a Cary Grant o Victor Fleming), un ¨¦xito profesional arrollador, una est¨¦tica que marcaba tendencia y un magnetismo reconocido por Dorothy Parker o Elinor Glyn. Ese magnetismo no ha ca¨ªdo en el olvido. Margot Robbie se bas¨® en ella para crear a la chispeante Nellie LaRoy de Babylon, la pel¨ªcula de 2022 de Damien Chazelle (La La Land) sobre el Hollywood dorado y, en un nuevo giro de guion, ahora Clara Bow ha vuelto a la actualidad porque su nombre da t¨ªtulo a uno de los temas de The Tortured Poets Department, el pr¨®ximo ¨¢lbum de Taylor Swift, que ser¨¢ publicado el 19 de abril.
¡°?Qui¨¦n es Clara Bow?¡± es la pregunta a la que desde entonces muchos swifties dan respuesta en TikTok, mientras especulan sobre el contenido de la canci¨®n. Lo que ha quedado claro es que la actriz ha sido una gran inspiraci¨®n para la de Pensilvania: su estilismo de los Grammy, firmado por Schiaparelli, emanaba vibraciones de diva del cine cl¨¢sico, y buceando en el archivo fotogr¨¢fico sus seguidores han hallado una imagen de hacia 1925 de Bow en la que los paralelismos resultan innegables. Mismos labios en un rojo intenso con el arco de cupido marcado, un juego de collares similar, vestido con escote palabra de honor y peinado con raya al lado. Y parece que la fijaci¨®n de Swift con Bow no es algo nuevo: la estrella que recuerda a la actriz en el paseo de la fama est¨¢ en el 1500 de Vine Street, en la esquina con Sunset Boulevard, y los seguidores de la cantante han hilado esto con una estrofa de su sencillo Gorgeous (del ¨¢lbum Reputation, de 2017): ¡°Whisky on ice, Sunset and Vine¡±.
?Qu¨¦ historia querr¨¢ contar la multipremiada compositora en el tema que lleva el nombre de la diva del Hollywood dorado? Si est¨¢ inspirada en su vida, todo apunta a una canci¨®n triste. ¡°M¨¢s que cualquier otra mujer artista de su tiempo, Clara Bow personific¨® el aspecto m¨¢s vertiginoso de una era irreal, los locos a?os veinte¡±, se pod¨ªa leer en la primera p¨¢gina de The New York Times el 28 de septiembre de 1965. Su obituario ocup¨® un lugar destacado, con foto, en la portada del rotativo. Y eso que durante una d¨¦cada, desde 1931, cuando se cas¨® con el actor de pel¨ªculas de vaqueros Rex Bell (The Man from Arizona, Tombstone), vivi¨® apartada de los focos, en un rancho del desierto de Mojave, The Walking Box Ranch, que ahora aspira a formar parte del National Register of Historic Places. ¡°La remota m¨ªstica de los paisajes des¨¦rticos del sur de Nevada es exactamente lo que captur¨® la atenci¨®n de las estrellas de Hollywood Rex Bell y Clara Bow, que anhelaban la soledad y escapar de la competici¨®n por el poder y el ¨¦xito¡±, destaca la web tur¨ªstica Travel Nevada. Bow tuvo que alejarse de todo, vivir en medio de la nada, para escapar de su propia fama: llegaba a recibir 45.000 cartas de admiradores al mes.
Porque ella forj¨® su propia leyenda. En Photoplay cont¨® con todo lujo de detalles su triste ni?ez en Brooklyn: sus padres eran pobres; tuvo dos hermanas que murieron al poco de nacer, una con dos horas de vida y la otra con dos d¨ªas; en el colegio las otras ni?as se burlaban de ella y la llamaban ¡°tomboy¡± (¡±chicazo¡±); su mejor amigo de la infancia, Johnny muri¨® a causa de un incendio... ¡°Sus ropas ardieron y ¨¦l gritaba de dolor y miedo, me dijo ¡®Clara, ay¨²dame¡¯ y se lanz¨® a mis brazos¡±, recordaba Bow en el art¨ªculo (cuando empez¨® a actuar, se comentaba que recurr¨ªa a ese recuerdo para llorar de forma aut¨¦ntica ante las c¨¢maras). Pero esa infancia no min¨® su determinaci¨®n. Decidi¨® ser actriz y lo logr¨® present¨¢ndose a un concurso llamado Fame and Fortune en 1921, cuando ten¨ªa 16 a?os. Su madre, Sarah, se opuso con fervor, pero su padre, Robert, la apoy¨®. ¡°Me dio un d¨®lar. Sab¨ªa que incluso eso era un gran sacrificio para ¨¦l. Fui a un fot¨®grafo barato de Brooklyn y me hizo dos fotos. Eran tremendas. Sin atreverme a dec¨ªrselo a mi madre, las envi¨¦ al concurso. Y me sent¨¦ a esperar y rezar¡±.
Las plegarias de Bow, y su magnetismo, surtieron efecto. Fue seleccionada y se present¨® al casting del certamen con un vestido de lana viejo y un pantal¨®n rojo. Se sinti¨® fuera de lugar en cuanto pis¨® las oficinas, rodeada de otras aspirantes que la miraban por encima del hombro. ¡°Uno de los hombres dijo, ¡®Aqu¨ª hay una cara interesante, esta chica de los ojos preciosos¡¯. Mir¨¦ alrededor y me sonroj¨¦. Era yo, la peque?a Clara Bow¡±. Poco despu¨¦s el poderoso productor B. P. Schulberg apost¨® por Bow, le hizo un contrato de tres meses por 50 d¨®lares a la semana. Ella se mud¨® a Hollywood y en 1922 obtuvo su primer cr¨¦dito en una pel¨ªcula, Beyond the Rainbow, aunque su papel fue cortado. Desde aquel momento, no par¨® de trabajar (en 1924 particip¨® en siete pel¨ªculas; en 1925, en 15). Su carrera despegaba y ella se divert¨ªa, pero ese ¨¦xito solo serv¨ªa para maquillar sus traumas. Su bi¨®grafo, David Stenn, autor de Runnin Wild, sostuvo que su padre la viol¨® cuando ten¨ªa 16 a?os, aunque ella siempre lo ador¨® y se lo llev¨® a vivir a Los ?ngeles tras la muerte de su madre en 1923. Sarah Bow hab¨ªa sufrido crisis mentales e incluso lleg¨® a intentar asesinar a su hija, seg¨²n cont¨® la actriz a Adela Rogers St. Johns: ¡°Vi a mi madre en camis¨®n, su cabello le ca¨ªa hasta las rodillas. Ten¨ªa un cuchillo de carnicero en la mano. Le dije ¡®?mam¨¢?¡¯. No respondi¨®, solo se acerc¨® a la cama. (...) ¡®Te voy a matar, Clara¡¯, dijo muy bajo. ¡®Ser¨¢ mejor¡¯. Puso el cuchillo en mi garganta¡±.
La propia Clara Bow lidi¨® con problemas de salud mental a lo largo de su vida. Fue el ep¨ªtome de las flappers, las mujeres atrevidas de la ¨¦poca del jazz de las que Francis Scott Fitzgerald hablaba en sus libros, inmortalizadas en la Daisy Buchanan de El gran Gastby, novela de 1925. Y como Zelda, la mujer del escritor, fue diagnosticada con esquizofrenia y estuvo ingresada en distintas instituciones hasta que muri¨® de un ataque al coraz¨®n con solo 60 a?os. ¡°Tuvo su momento en el sol, pero incluso en lo m¨¢s alto de su popularidad fue una outsider¡±, dijo sobre ella en Los Angeles Times el fundador de Playboy Hugh Hefner, productor ejecutivo del documental de 1999 Clara Bow: Discovering the ¡®It¡¯ Girl. Otra outsider, la cantante Courtney Love, fue la encargada de narrar su vida en ese proyecto. No ha sido el ¨²nico documental que ha explorado su vida, que nunca ha dejado de fascinar: Elaine Shepherd produjo en 2012 Clara Bow: The original ¡®It Girl¡¯, para la cadena BBC. En ¨¦l explor¨® su auge y ca¨ªda. ¡°Los estudios la hicieron trabajar hasta el agotamiento. Tomaba un mont¨®n de pastillas para poder levantarse de la cama por la ma?ana y dormir por la noche. Los ejecutivos intentaban explotarla tanto como fuera posible, las revistas de chismes escrib¨ªan las mentiras m¨¢s terribles sobre ella y ella tuvo que lidiar con todo eso sola, con solo veintitantos a?os¡±, descubri¨® Shepherd al profundizar en su fulgurante carrera.
Bow se rebel¨® contra esa rueda, y decidi¨® salirse de ella. En 1927 fue definida como la it girl primigenia, al protagonizar la pel¨ªcula It, de Clarence G. Badger y Josef von Sternberg. En ella Bow encarnaba a Betty Lou, una dependienta de unos grandes almacenes enamorada de su jefe y separada de ¨¦l por la clase social. Era un icono de la moda y la belleza, su influencia iba mucho m¨¢s all¨¢ del cine. Dicen que Max Factor cre¨® para ella un labial que duraba m¨¢s en la boca y as¨ª surgi¨® la moda de marcar el arco de cupido que triunf¨® en los a?os veinte; el empresario incluso se encarg¨® en alguna ocasi¨®n de maquillarla en el set. El corte de pelo bob tambi¨¦n encontr¨® en ella a una de sus mayores adalides, junto a Louise Brookes y Marion Davies.
Era la flapper y la chica it, pero se cans¨® de serlo y de los papeles que le llegaban. ¡°No pudo romper con las rentables comedias rom¨¢nticas que hicieron que sus fans fueran a verla, incluso durante la Gran Depresi¨®n. Su primera pel¨ªcula sonora, The Wild Party, en 1929, fue un ¨¦xito; su carrera no estaba condenada al fracaso a pesar de su acento de Brooklyn, a diferencia de varias estrellas que no pudieron hacer la transici¨®n. Bow continu¨® haciendo m¨¢s pel¨ªculas sonoras que dieron buenos resultados, como Dangerous Curves y The Saturday Night Kid, pero sent¨ªa gran ansiedad por hacerlas, y los primeros signos de la enfermedad mental que la acosar¨ªa durante el resto de su vida fueron las crisis nerviosas durante el rodaje del cine sonoro¡±, explica su entrada en la secci¨®n Hollywood olvidado de los Globos de oro.
Dej¨® la gran pantalla, los vestidos de lujo y los papeles chispeantes, tuvo dos hijos con Rex Bell ¡ª¡°No todas las madres han pasado las mismas experiencias. Estoy segura de que ninguna otra madre ha tenido una como la m¨ªa ni nada parecido (...) Me tomo esto muy en serio. Toda mi vida he querido tener un beb¨¦ y ahora que voy a tener uno me doy cuenta de que tengo que tener mucho cuidado con lo que hago y lo que le digo¡±, explicaba en una revista embarazada de su primer hijo, que naci¨® en 1934¡ª y desde 1932 realiz¨® pocas apariciones p¨²blicas. Hab¨ªa pasado ya su ¨¦poca de exposici¨®n p¨²blica, aquellos a?os vertiginosos en los que vivi¨® volcada en la interpretaci¨®n. Ese trabajo ante las c¨¢maras hab¨ªa sido su refugio, la ¨²nica forma en la que la ni?a a la que llamaban ¡°chicazo¡± durante su infancia en Prospect Heights logr¨® sobrevivir. Bow siempre fue consciente de que el brillo pod¨ªa cubrir la miseria que hab¨ªa debajo: ¡°Solo hay una cosa que puedes hacer cuando eres muy joven y no eres fil¨®sofo, si la vida te ha asustado con su crueldad y te ha hecho desconfiar de sus m¨¢s brillantes promesas. Debes hacer de la vida una especie de cortina alegre que arrojar sobre el abismo al que has mirado y donde yacen recuerdos espantosos¡±.
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