Retrato de Carlos III: un rey ¡®on fire¡¯
Viendo el cuadro que ha pintado Jonathan Yeo surge una pregunta: ?de verdad el monarca de Inglaterra, habiendo podido elegir a cualquiera, no ten¨ªa otra opci¨®n?
Nunca sabremos si la expresi¨®n en el rostro del monarca de Inglaterra, Carlos III, captada por las televisiones cubriendo el acto ¨Dcara de profundo sobresalto¨D, se debi¨® a que casi se le cae encima la tela que cubr¨ªa el lienzo o a lo que encontr¨® debajo. Personalmente, me faltan palabras que se aproximen a describirlo. Y no lo digo como cr¨ªtica. En cuestiones de retratos, en espe...
Nunca sabremos si la expresi¨®n en el rostro del monarca de Inglaterra, Carlos III, captada por las televisiones cubriendo el acto ¨Dcara de profundo sobresalto¨D, se debi¨® a que casi se le cae encima la tela que cubr¨ªa el lienzo o a lo que encontr¨® debajo. Personalmente, me faltan palabras que se aproximen a describirlo. Y no lo digo como cr¨ªtica. En cuestiones de retratos, en especial oficiales y paraoficiales, salvo excepciones, las cosas son las que son. Adem¨¢s, para qu¨¦ opinar si no lo he encargado yo ni lo han pagado mis impuestos. En general son escasos los retratistas oficiales que me convenzan hoy en d¨ªa, quiz¨¢s porque pintar un retrato no es tarea sencilla, atrapado el pintor entre la exigencia misma del g¨¦nero ¨Dser agudo con el car¨¢cter del retratado y no solo veraz con la apariencia¨D y al tiempo no disgustar a los clientes ¨Dhay que salvaguardar futuros encargos¨D.
Ah¨ª podr¨ªa radicar el motivo que condena a la mayor parte de retratistas oficiales a una f¨®rmula ¨Dcada uno la suya¨D. Los clientes quieren pasar a la historia con una imagen amable, pero la obligaci¨®n del pintor deber¨ªa ser adentrarse en el interior del modelo, y no a todos gusta. Pas¨® con el retrato de la reina Isabel II, pintado por Lucian Freud en 2001. A la prensa brit¨¢nica ¨Dm¨¢s suelta que la espa?ola en las cuestiones royal¨D no le atrajo esa representaci¨®n de una reina hosca, cansada, vieja, alejada de su eterna imagen imperturbable y de tonos pastel.
En el caso del retrato de Carlos III las opiniones no parecen tan divididas. Las redes est¨¢n on fire. Incluso el rey lo est¨¢. No es para menos. Vestido de uniforme militar, condecoraciones y espada incluidos, el monarca se diluye en una atm¨®sfera un poco rosa chicle; psicod¨¦lica, ha comentado el agudo Jonathan Jones. Algunos lo han calificado retrato de un vampiro; otros, retrato diablesco, atm¨®sfera de un averno para instagramers, a?ado. Es una estrategia que refuerza cierta imagen banal del rey, quien debe de ser m¨¢s complejo de lo que aqu¨ª se adivina o m¨¢s irritable al menos.
Puestos a elucubrar, hay incluso quien ha criticado ese tono a punto de ser rojo por las posibles asociaciones con el colonialismo en esta ¨¦poca decolonial. En esta misma l¨ªnea, una periodista televisiva suger¨ªa que hubiera sido mejor recurrir al azul o al verde, color que adora el monarca ¨D?igual por los valles de Balmoral?¨D, teniendo en cuenta su compromiso hacia el medio ambiente. Es la explicaci¨®n para la mariposa que revolotea sobre el hombro izquierdo, a petici¨®n del propio rey, explican. Luego queda la cara, lo ¨²nico sin embadurnar de rosa, que tampoco se parece mucho, en mi opini¨®n. Me recuerda al actor que interpret¨® a Carlos III en la famosa serie The Crown.
Sea como fuere, el retrato abre l¨ªneas de discusi¨®n interesantes sobre otro tema: si los retratos de representaci¨®n no deber¨ªan dejar ahora el trabajo en manos de la fotograf¨ªa, que, como se sabe a estas alturas del siglo XXI, puede ser igual de audaz que la pintura a la hora de dibujar el retrato psicol¨®gico de una persona o puede ser tan empalagosa y tan convencional como los ¨®leos. La National Portrait Gallery de Londres ¨Dun tipo de museo sin muchas equivalencias fuera del mundo anglosaj¨®n¨D est¨¢ lleno de estupendos retratos fotogr¨¢ficos que podr¨ªan ser una buena opci¨®n royal, y lo demostr¨® la reina Letizia al elegir a Cristina Garc¨ªa Rodero para los retratos con motivo de su 40 cumplea?os.
Lo que parece irrefutable es que el retrato chirr¨ªa en un pa¨ªs con tantos retratistas y retratos excepcionales ¨Ddesde Marcus Gheeraerts el joven hasta el mismo Lucian Freud¨D. Sin embargo, hay que decir en descargo de su autor, Jonathan Yeo, que nadie hubiera debido llamarse a enga?o. El rey sab¨ªa a lo que se arriesgaba, ya que Yeo ha seguido la misma f¨®rmula, incluso casi id¨¦ntica, del retrato del actor brit¨¢nico Taron Egerton, sumergido en el mismo tonito en llamas, vestido de Rocketman para su pel¨ªcula de 2019 cuando hizo el papel de Elton John.
De lo que ya no estoy tan segura es de si el rey ha entrado en la web del artista y ha visto, junto a los retratos de celebridades, la secci¨®n Cirug¨ªa, donde Yeo se plantea explorar ¨Daclara¨D la cirug¨ªa est¨¦tica tan a la moda y que gobierna el canon de perfecci¨®n. Los fondos desva¨ªdos gobiernan tambi¨¦n estos cuadros escalofriantes, llenos de senos ¨Dantes, despu¨¦s y durante¨D; mujeres ¨Dsolo mujeres¨D intubadas para la anestesia; alg¨²n rostro con trazos del rotulador antes de empezar con el b¨®tox; y hasta una cara deformada tras un lifting, sujeta por vendas y con aire de sudario. O igual el rey s¨ª ha visto la secci¨®n, de modo que el cuadro de marras le ha parecido de lo m¨¢s normal.
Pese a todo, no puedo dejar de hacerme una pregunta: ?de verdad el rey de Inglaterra, habiendo podido elegir a cualquiera, no ten¨ªa otra opci¨®n? Barack Obama, retratado por Kehinde Wiley, y su esposa Michelle, por Amy Sherald, fueron un statement pol¨ªtico para Black Lives Matter y, adem¨¢s, pueden gustar o no, pero no son siniestros. La curiosidad que me queda es d¨®nde va a acabar el cuadro. Espero que no en la National Portrait Gallery. Voy mucho.