Olivia Rodrigo en Madrid: ella y un coro de 17.000 enfebrecidos j¨®venes
El concierto de la californiana, de 21 a?os, en el WiZink Center demuestra que a la generaci¨®n Z tambi¨¦n le gusta rock
Hubo un momento, al principio del concierto, en el que Olivia Rodrigo se coloc¨® en el centro del escenario. Los m¨²sicos sin tocar, ella sin cantar. Los alaridos del p¨²blico produjeron un sonido animal que pocas veces se ha escuchado en la larga historia del pabell¨®n madrile?o. Hasta ella agit¨® la mano, desbordada. Las madres y los padres que acompa?aban a sus hijos adolescentes se tapaban los o¨ªdos.
Se celebraron dos conciertos anoche en un repleto WiZink Center: el de una estrella del pop californiana de 21 a?os llamada Olivia Rodrigo y el de un enfebrecido coro de 17.000 j¨®venes, en su mayor¨ªa chicas. El pack funcion¨®, porque resulta imposible no dejarse arrastrar por un ambiente tan pasional, con gente joven sobrepasada de emoci¨®n y con una int¨¦rprete con una presencia esc¨¦nica encantadora. Tambi¨¦n por un repertorio en ocasiones notable.
Con solo 20 d¨ªas de diferencia ha visitado Espa?a The Eras Tour, de Taylor Swift, y Guts World Tour, de Olivia Rodrigo. Ambas son estadounidenses, comparten algunos seguidores y se intercambian piropos, quiz¨¢ m¨¢s intensos los que proclama Rodrigo, que cuenta 21 a?os y considera un referente a Swift, de 34. Siguiendo con las comparaciones, lo que pas¨® en el Bernab¨¦u hace unos d¨ªas result¨® mucho m¨¢s chiripitifl¨¢utico, pero ah¨ª estaba anoche Rodrigo sentada en una luna y volando por encima de las cabezas de miles de personas. Se encontraba el cielo del pabell¨®n repleto de estrellitas y aquello parec¨ªa un inmenso dormitorio de una adolescente de clase media. Rodrigo interpretaba por los aires Logical, un rapapolvo de la cantante a un exnovio al que define como manipulador y t¨®xico. Olivia Rodrigo pertenece a la generaci¨®n Z y habla de lo que le toca.
En un formato de pabell¨®n, m¨¢s recogido que la distante inmensidad de un estadio, esta joven estrella del pop demostr¨® que lo suyo es algo a tener en cuenta. Posee unas condiciones vocales enviables y sabe c¨®mo conectar con un p¨²blico joven que busca referentes musicales que describan la monta?a rusa de sensaciones que los acucia. Rodrigo rompe con el relato que dice que todas las artistas surgidas en Disney deben comenzar con trabajos musicales infantiles para luego, en un gran cambio estil¨ªstico y est¨¦tico, afrontar una carrera adulta. Uno de los casos m¨¢s evidentes fue la transformaci¨®n de Hannah Montana en Miley Cyrus. Pero Olivia Rodrigo, que se dio a conocer en series y pel¨ªculas Disney para un p¨²blico infantil/adolescente, se ha saltado el primer paso y desde su debut (el notable Sour, 2021) ya apost¨® por un repertorio del que no avergonzarse dentro de unos a?os. Su segundo trabajo, el que presenta en esta gira, Guts (2023), confirma su consistente proyecto musical.
La cantante exhibi¨® anoche una actitud desacomplejada y pizpireta, con poco de diva y mucho de chica arrebatadoramente emp¨¢tica, aquella que siempre abraza a la amiga que acaba la noche llorando en la escalera de la puerta de un garito. Seguramente la canci¨®n m¨¢s rockera de su corta carrera sea Ballad of a Homeschooled Girl, un tema que son¨® anoche en segundo lugar y en el que se declara un desastre social con frases como: ¡°Me re¨ª en el momento equivocado, me sent¨¦ con el chico equivocado / todos los chicos que me gustan son gays¡±. La cant¨® con violentos movimientos de cuello que permitieron que su melena se moviese cual heavy en los ochenta. Es una de las claves de su propuesta: una encantadora mezcla de ingenuidad, astucia y garra para teatralizar su narrativa de romances pubescentes. Y tambi¨¦n unas inquietudes que van m¨¢s all¨¢ de los fogonazos de TikTok. Inserta en sus canciones frases inspiradas en la literatura de Joan Didion o Susan Sontag, y su m¨²sica se abre a liturgias propias de Lana del Rey o Phoebe Bridgers.
Adem¨¢s de sus piezas rockeras, Rodrigo picotea de diferentes g¨¦neros y, como demostr¨® anoche, siempre los ejecuta con solvencia gracias a una voz personal y flexible. Unos temas que algunas veces ofrecen estructuras musicales nada obvias. Pretty Isn¡¯t Pretty, que interpret¨® acompa?ada de ocho bailarinas, es una canci¨®n pop soberbia; Vampire la comenz¨® como una ensimismada pieza de Coldplay y acab¨® pareciendo todo menos algo cantado por Chris Martin. Sus baladas huyen de lo convencional y respiran un aire indie. Vamos, que podr¨ªan formar parte del cancionero de un Bon Iver o un Sufjan Stevens. El problema es que el p¨²blico las core¨® a un volumen tan exagerado que apenas se escucharon las bonitas inflexiones de la estrella. Una pena: quiz¨¢ debi¨® prescindir de alguna pieza relajada. Fue estimulante ver en el escenario a una banda compuesta por mujeres: dos guitarristas, tecladista, bajista, bater¨ªa y dos coristas. Chicas j¨®venes, buenas m¨²sicas y tocando en algunas fases con mala leche.
Del escenario sal¨ªan un par de pasarelas que formaban una especia de tijera abierta. Por all¨ª se movi¨® dominadora Rodrigo, hablando con el p¨²blico, pegando botes, corriendo, incansable. Una energ¨ªa propia de su edad. Se sent¨® en el suelo junto a una de las guitarristas e interpret¨® las relajadas Happier y Favorite Crime. Fue un pre¨¢mbulo suave para el desmelene final, donde sonaron Brutal, Obsessed y All-american Bitch y aquello pareci¨® el reverso cabreado de Taylor Swift. Una estrella joven peg¨¢ndole duro al rock con un p¨²blico enloquecido. La generaci¨®n Z d¨¢ndose un respiro de la m¨²sica urbana. Ni tan mal. El concierto acab¨® con Good 4 U y Get Him Back!
Fue una hora y 45 minutos de concierto. Bueno, de dos conciertos: el coro se qued¨® con ganas y sali¨® a la calle cantando...
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