Aquel verano de... Aura Garc¨ªa-Junco: en el que toqu¨¦ la Torre Eiffel
La escritora y guionista rememora su viaje de adolescencia junto a tres amigos por seis ciudades europeas en 14 d¨ªas
La llamada fue por completo inesperada. Mi amiga de la infancia, con la que hac¨ªa unos a?os que no hab¨ªa hablado, marc¨® al tel¨¦fono de mi casa un domingo. Yo ten¨ªa 16 a?os y hab¨ªamos sido amigas hasta los 13. En esos a?os tuvimos tiempo de so?ar juntas todos los sue?os estandarizados de las ni?as de clase media mexicana: ser populares, volvernos actrices y viajar a la Torre Eiffel. Para realizar esto ¨²ltimo hicimos cuentas de una ingenuidad que daba ternura, y cuyos resultados eran de todas maneras desalentadores, al menos...
La llamada fue por completo inesperada. Mi amiga de la infancia, con la que hac¨ªa unos a?os que no hab¨ªa hablado, marc¨® al tel¨¦fono de mi casa un domingo. Yo ten¨ªa 16 a?os y hab¨ªamos sido amigas hasta los 13. En esos a?os tuvimos tiempo de so?ar juntas todos los sue?os estandarizados de las ni?as de clase media mexicana: ser populares, volvernos actrices y viajar a la Torre Eiffel. Para realizar esto ¨²ltimo hicimos cuentas de una ingenuidad que daba ternura, y cuyos resultados eran de todas maneras desalentadores, al menos de mi lado. La familia de ella ten¨ªa m¨¢s dinero, que fue lo que a fin de cuentas nos separ¨®: a partir de la secundaria me volv¨ª una hija de la educaci¨®n p¨²blica, mientras que ella sigui¨® en la privada.
Ese domingo, tap¨¢ndome con la mano el o¨ªdo izquierdo para evadir el esc¨¢ndalo de la sala com¨²n donde estaba el ¨²nico tel¨¦fono, escuch¨¦ c¨®mo ella me contaba que el s¨¢bado sal¨ªa con su hermano y su primo hacia Par¨ªs. Su mam¨¢ ten¨ªa un congreso en Italia y se les ocurri¨® fusionar viajes, aunque no ten¨ªa sentido porque en ning¨²n punto se un¨ªan los itinerarios. Ah, qu¨¦ lindo, le contest¨¦, p¨¢senla bien. Pero no hab¨ªa terminado: quer¨ªa que fuera con ellos, cumplir nuestro sue?o juntas. Locura total. El viaje era en seis d¨ªas. Seis d¨ªas para conseguir un pasaporte, hacer preparativos y, mucho m¨¢s importante, financiarlo.
La primera gran sorpresa fue que mis pap¨¢s autorizaran el viaje trasatl¨¢ntico as¨ª de f¨¢cil, a la primera. Me ahorro las minucias del resto del proceso que involucr¨® tarjetas de cr¨¦dito, llamadas a familiares, coperachas y alg¨²n que otro pr¨¦stamo. Incluso la burocracia mexicana, tan poco conocida por su eficiencia, me dio el pasaporte en tiempo r¨¦cord.
As¨ª fue como cuatro adolescentes andrajosos, pelos largos (todos), camiseta del Che (el hermano), rastas (el primo), morrales de lana (los hombres), maletas inadecuadas (las mujeres), botas metaleras (las m¨ªas) nos reunimos en el aeropuerto listos para la aventura de recorrer seis ciudades en 14 d¨ªas.
Sobra decir que fue un viaje de primeras veces: primera vez siendo torturada psicol¨®gicamente por alg¨²n funcionario de migraci¨®n; pisando otro pa¨ªs y enter¨¢ndome de que los caracteres nacionales var¨ªan tanto; viajando tanto tiempo. Primera vez experimentando esa forma radical de independencia que es apa?¨¢rselas con poco para hacer mucho y lejos, tan lejos, de casa.
El itinerario est¨¢ borroso ya. Quedan algunas claridades: conocimos la Torre Eiffel de nuestra a?oranza infantil y, claro, no fue para tanto. Pero tambi¨¦n hicimos cosas que s¨ª fueron para mucho. Principalmente, vivir. Caminar con otros vientos en la cara, ir sin rumbo, negociar habitaciones en idiomas que desconoc¨ªamos, pelearnos, reconciliarnos. Seguir.
?ramos unos chavitos cr¨¢pula que aprovechaban los desayunos incluidos en los hostales para robar comida para el resto del d¨ªa. Que pon¨ªan de malas a los hoteleros de buen coraz¨®n por nuestro p¨¦simo ingl¨¦s e inexistente alem¨¢n, franc¨¦s, italiano. El brillo de los a?os en que ella y yo fuimos inseparables revivi¨® con toda su potencia mientras chisme¨¢bamos en un hotel pringoso en Mil¨¢n y se potenci¨® a¨²n m¨¢s en las caminatas por las luminosas calles de Berna. La complicidad con el primo y el hermano tuvo tambi¨¦n momentos de gloria, por ejemplo, la compleja operaci¨®n para robar una almohada en Fr¨¢ncfort avent¨¢ndola desde un tercer piso.
Las fotos afortunadamente an¨¢logas, desafortunadamente chuecas, que tom¨¦ muestran la grasita de las caras, la inseguridad e ingenuidad encubierta por la arrogancia adolescente. Dos im¨¢genes resumen el esp¨ªritu: en una estamos en una especie de p¨ªcnic nocturno a un lado del canal de Venecia con comida de supermercado. Pasamos ah¨ª una noche junto al apestoso canal. En ese viaje me di cuenta de que ten¨ªa el nada desde?able talento de dormir en donde fuera y como fuera. Entre nuestro itinerario cortado y de bajo presupuesto, apel¨¢bamos siempre a los trenes nocturnos para tener alg¨²n sitio donde pernoctar. Uno de esos trenes sirve de escenario para mi segunda foto favorita, en la que estoy dormida y babeando, s¨ª se?or. A mi lado, el hermano me se?ala con ambas manos y una sonrisa burlona mientras el primo le hace segundas. Mi amiga tomaba la foto con la mano temblorosa de risa.
El grupo ef¨ªmero nunca se volvi¨® a reunir despu¨¦s de ese viaje. La amistad con ella no revivi¨® con ese conjuro, pero aun as¨ª, esos d¨ªas son el ¨¢mbar que encapsula lo que nosotras fuimos. Cumplimos nuestro sue?o, aunque en el fondo era otro.
Narradora y guionista
Aura García-Junco (Ciudad de México, 36 años) es autora de varias obras, la última, 'Dios fulmine a la que escriba sobre mí', ensayo autobiográfico sobre la conflictiva relación con su padre. En 2021, fue incluida por la revista 'Granta' entre los 25 mejores narradores jóvenes en español. También escribe guiones de cine y televisión.