La independiente m¨¢s transgresora
Some Bizzare fue la m¨¢s exc¨¦ntrica de las disqueras londinenses. Tuvo una d¨¦cada prodigiosa y un eclipse misterioso
Si decidieran construir un pante¨®n para conmemorar la aportaci¨®n de las discogr¨¢ficas independientes, convendr¨ªa reservar un nicho aparte para Some Bizzare Records. Por la audacia de sus fichajes y, ay, por sus irregularidades econ¨®micas.
Some Bizzare sol¨ªa funcionar como productora, licenciando masters a compa?¨ªas grandes. Y su fundador, conocido como ...
Si decidieran construir un pante¨®n para conmemorar la aportaci¨®n de las discogr¨¢ficas independientes, convendr¨ªa reservar un nicho aparte para Some Bizzare Records. Por la audacia de sus fichajes y, ay, por sus irregularidades econ¨®micas.
Some Bizzare sol¨ªa funcionar como productora, licenciando masters a compa?¨ªas grandes. Y su fundador, conocido como Stevo, se escapaba del perfil habitual de los disqueros independientes: con or¨ªgenes proletarios y problemas de dislexia, prefer¨ªa las bromas a desarrollar teor¨ªas grandilocuentes. Aunque obedec¨ªa a una est¨¦tica muy tendente a los manifiestos: Stevo hab¨ªa sido dj de m¨²sica electr¨®nica y, a trav¨¦s de sus sesiones, contact¨® con guerrilleros de sintetizadores y cajas de ritmo. Intuy¨® que conven¨ªa distanciarse del mundillo fashion londinense, que hab¨ªa generado los Nuevos Rom¨¢nticos. Sus descubrimientos pod¨ªan venir de fuera de Londres y aceptaban mejor la etiqueta de Futuristas; as¨ª sac¨® la recopilaci¨®n Some Bizzare Album, con futuras estrellas como Soft Cell, The The o Depeche Mode. Estos ¨²ltimos pod¨ªan ser unos pardillos pero entendieron que era m¨¢s prudente uncir su destino al del an¨®nimo Daniel Miller, fundador del sello Mute, que entrar en el remolino de Stevo.
En los ochenta, el ecosistema del pop brit¨¢nico funcionaba a tope. Semanarios como New Musical Express, Sounds o Melody Maker rastrillaban la escena buscando encontrar, al menos cada mes, unos nuevos Beatles, y bautizar, digamos cada trimestre, alg¨²n rompedor movimiento juvenil-musical. La oferta discogr¨¢fica era ecl¨¦ctica y orientada a la exportaci¨®n. Para Some Bizzare, eso se traduc¨ªa en pulir grupos como Soft Cell, inicialmente destinados a Los Cuarenta Principales, y aparte facturar propuestas supuestamente m¨¢s radicales, tipo Psychic TV, para La edad de oro (y los equivalentes de ambos en otros pa¨ªses europeos).
Un libro reciente, Conform to Deform, de Wesley Doyle, explica el m¨¦todo de Stevo. Se beneficiaba de la voracidad de las multinacionales por el ¡°nuevo producto¡±; hac¨ªa que compitieran entre si y luego impon¨ªa a sus directivos pintorescas condiciones para la firma de los contratos. Perfeccion¨® las t¨¦cnicas de negociaci¨®n de Malcolm McLaren y aprovech¨® el hecho de que Some Bizzare contaba con un cogollo de m¨²sicos dispuestos a colaborar entre s¨ª. Era visionario: apost¨® por el rock industrial de Test Dept y Einst¨¹rzende Neubauten, diez a?os antes de que la semilla germinara en EEUU. Y se permit¨ªa caprichos como fichar a la hist¨®rica actriz berlinesa Agnes Bernelle, que aplic¨® maquillaje de kabarett a canciones de Tom Waits o Marc Almond.
Su manejo de la carrera de Marc Almond merece admiraci¨®n. El eco de los pelotazos de Soft Cell le permiti¨® pactar acuerdos sucesivos con Phonogram, Virgin, EMI, WEA y Mercury. En alg¨²n momento, Almond volvi¨® al n¨²mero uno ¡ªSomething¡¯s Gotten Hold of My Heart¡ª pero en general protagoniz¨® gloriosos bandazos, desde el acercamiento al typical spanish con Marc and the Mambas a los homenajes a Jacques Brel y la chanson.
Tras la ruptura, Almond describi¨® como codependencia su relaci¨®n con Stevo. Por temperamento y profesi¨®n, a Marc se le disculpaba el hedonismo. De Stevo, sin embargo, se esperaba que cabalgara sobre aquel tigre. Y no: de repartir generosos presupuestos para grabar pas¨® a desaparecer para evitar pagar regal¨ªas. En su descargo: Some Bizzare no se ha hundido. Pero hace muchos a?os que no saca nueva m¨²sica.