Benito Mussolini regresa en una ambiciosa y pol¨¦mica serie para gritar que nunca se fue
¡®M. El hijo del siglo¡¯, de Joe Wright, adapta en ocho episodios la premiada, rigurosa y superventas biograf¨ªa que escribi¨® sobre el duce Antonio Scurati, recientemente censurado en la televisi¨®n p¨²blica italiana por criticar las ra¨ªces fascistas de Giorgia Meloni
Cuando Luca Marinelli le cont¨® a su abuela que actuar¨ªa en una serie sobre Mussolini, la anciana le pregunt¨® en qu¨¦ papel. El nieto le explic¨® que encarnar¨ªa al protagonista, al Duce. Ella, entonces, solo le contest¨® dos palabras.
¡ª?Por qu¨¦?
Marinelli recuerda que se qued¨® impactado. Antifascista, hijo de una familia del mismo credo, se cuestion¨® a fondo sobre su decisi¨®n. ¡°...
Cuando Luca Marinelli le cont¨® a su abuela que actuar¨ªa en una serie sobre Mussolini, la anciana le pregunt¨® en qu¨¦ papel. El nieto le explic¨® que encarnar¨ªa al protagonista, al Duce. Ella, entonces, solo le contest¨® dos palabras.
¡ª?Por qu¨¦?
Marinelli recuerda que se qued¨® impactado. Antifascista, hijo de una familia del mismo credo, se cuestion¨® a fondo sobre su decisi¨®n. ¡°La respuesta est¨¢ en la importancia enorme de este proyecto desde el punto de vista art¨ªstico, pol¨ªtico, ¨¦tico y social¡±, apuntaba el mi¨¦rcoles el actor en el festival de Venecia.
M. El hijo del siglo se ha desvelado este jueves en el festival de cine m¨¢s antiguo del mundo. Dirigida por el talentoso y reconocido brit¨¢nico Joe Wright. Basada en el primer y premiado tomo de la biograf¨ªa superventas del dictador que escribi¨® Antonio Scurati. Estrenada en el pa¨ªs donde Mussolini naci¨® ¨Da 200 kil¨®metros de Venecia¨D, levant¨® un r¨¦gimen totalitario, fue fusilado y, en el fondo, sigue presente. Lo dice ¨¦l mismo literalmente en el arranque de la serie. Y lo sugiere cuando se presenta como s¨ªmbolo de la ¡°antipol¨ªtica¡±. Pero tambi¨¦n lo confirman las ra¨ªces fascistas de Hermanos de Italia, el partido de la presidenta del Gobierno, Giorgia Meloni. O el hecho de que ella y algunos de sus ministros todav¨ªa no terminen de renegar de aquella tragedia nacional. O que, recientemente, la televisi¨®n p¨²blica censurara un discurso de Scurati que precisamente criticaba a la mandataria por no tomar la suficiente distancia de la dictadura.
Hab¨ªa, en definitiva, razones de sobra para que una atenci¨®n espasm¨®dica rodeara la obra. La calidad, la actuaci¨®n del protagonista, el rigor hist¨®rico, el tono. Muchos interrogantes por contestar. Aunque el principal sigue siendo el que clav¨® la abuela de Marinelli. En Italia y fuera. En el mundo audiovisual y fuera.
¡°Es un intento de reconstruir la llegada al poder de Mussolini de manera rigurosa, objetiva, fiel a la novela que, a su vez, est¨¢ ¨ªntegramente documentada. Es una herramienta de resumen de la historia formidable. Y de entender los reflejos contempor¨¢neos. Har¨¢ discutir, habr¨¢ pol¨¦micas, pero servir¨¢ a todo el mundo para refrescar recuerdos fragmentados. Para discutir, por fin, sobre hechos concretos. Y con los medios del lenguaje cinematogr¨¢fico¡±, defiende el director art¨ªstico de la Mostra de Venecia, Alberto Barbera. La serie recupera en orden cronol¨®gico lo sucedido, a lo largo de ocho episodios, de una hora aproximada cada uno. Empieza en 1919 con un editor de peri¨®dico, exsocialista, que se est¨¢ alejando de la izquierda por discrepancias sobre la Primera Guerra Mundial, que ¨¦l reivindic¨®. Le sigue mientras arma, a bandazos primero y con avance implacable luego, un partido abiertamente represor y liberticida. Y termina con el mismo hombre camino de arrastrar a Italia en la fase m¨¢s oscura del siglo XX.
Puesta a jugar con tama?o material, la serie sube incluso la apuesta. Desde el comienzo, el Duce mira a c¨¢mara, le habla directamente al espectador. Hasta bromea con ¨¦l, le susurra, como si al otro lado de la pantalla quisiera encontrar a un amigo. O un potencial secuaz. Aunque, m¨¢s tarde, pasar¨¢ a las amenazas. ¡°Espero que el p¨²blico se sienta autorizado en algunos momentos a dejarse seducir por Mussolini y fascinar por lo que est¨¢ haciendo. Demonizar a estos personajes nos absuelve de la responsabilidad moral y eso es realmente peligroso¡±, afirm¨® Wright en una reciente entrevista con The Guardian.
La narraci¨®n, en los primeros episodios, adquiere incluso un tono cercano a la farsa. Se ven r¨ªos de sangre, abusos verbales y f¨ªsicos, manipulaci¨®n. La serie quiere mostrar todos los horrores que hubo. Pero tambi¨¦n todas las facetas, incluida la divertida. ?Re¨ªrse con el fascismo? Sobre todo, en realidad, del movimiento y de su l¨ªder. Mussolini aparece con sus contradicciones, verg¨¹enzas, ridiculeces: una veleta insegura en busca de atenci¨®n; un hombre dispuesto a desmentir su mayor ideal, si puede sacar provecho; un violador, un salvaje entregado a los instintos m¨¢s bajos; envidioso del ¨¦xito del poeta Gabriele D¡¯Annunzio; humillado por su primer fracaso electoral; firme a ratos, a punto de rendirse otros. B¨¢sicamente, pat¨¦tico. Lo cual interpela, nuevamente, al espectador: aun as¨ª, todos le siguieron. Tambi¨¦n porque era carism¨¢tico, intrigante, misterioso, atrevido, magn¨ªfico orador, como muestra la serie, que va oscureci¨¦ndose a medida que los eventos tambi¨¦n se vuelven cada vez m¨¢s sombr¨ªos.
¡°Era tambi¨¦n todo eso, a la vez. Se le daban bien las masas, sab¨ªa capturar a la gente. Una vez le definieron ¡®una bestia del escenario¡±, reflexiona Marinelli. Encarnarlo, para el actor, supuso un reto largo y complejo. Acaso su papel m¨¢s dif¨ªcil, y eso que trabajos como Non essere cattivo, Le llamaban Jeeg Robot, Martin Eden o Las ocho monta?as le han confirmado como el int¨¦rprete italiano m¨¢s prometedor, junto con Alessandro Borghi. ¡°Me resulta humanamente imposible entender c¨®mo fue pasando de una cosa a otra. Pero era importante, al menos durante la filmaci¨®n, suspender el juicio, para contar el hombre. No busc¨¢bamos ¡®el demonio, el monstruo¡¯. Espero que se pueda ver la persona¡±, agrega el protagonista.
Aunque Wright quiso a?adir incluso m¨¢s. M. El hijo del siglo se arriesga con algunos enfoques de c¨¢mara poco convencionales, r¨¢pidos cortes de montaje, la banda sonora techno de Tom Rowlands, la mitad del d¨²o Chemical Brothers. A priori, valent¨ªa y frescura se agradecen. Pero, con tanta carne encima del asador, siempre se termina por descuidar algo. Y, en un caso tan serio, lo imprescindible es la claridad: que la historia se siga y se entienda, sin demasiadas distracciones. El v¨ªnculo Mussolini-p¨²blico resulta un hallazgo. Pero algunos efectos, soluciones creativas y artificios se hacen innecesarios y confusos.
Justo lo contrario a otra decisi¨®n clave que tom¨® el director, en aras de la sencillez. La serie iba a mezclar di¨¢logos en ingl¨¦s e italiano. Desde el triunfo electoral de Meloni, en 2022, Wright decidi¨® sin embargo que solo deb¨ªa hablarse en el idioma en que todo sucedi¨®, para que nadie en el pa¨ªs se perdiera una sola palabra. ¡°Fue un paso fundamental para entender su compromiso con el proyecto¡±, le alaba Marinelli. Tanto el actor como Alberto Barbera aseguran haber descubierto unos cuantos hechos y aspectos que ignoraban. Seguramente lo estudiaran en el instituto, pero la memoria con el paso del tiempo puede traicionar. Y m¨¢s cuando algunos pretenden cambiarla. O incluso negarla.
¡°?A qui¨¦n dar¨ªa mi novela hoy? Al mayor n¨²mero de lectores posibles¡±, declar¨® Scurati a la revista The Hollywood Reporter. Y justamente con la intenci¨®n de llegar incluso m¨¢s lejos debuta ahora la serie. ¡°La raz¨®n por la que empec¨¦ a escribir sobre Mussolini hace tantos a?os es porque sent¨ª una necesidad urgente de romper el paradigma de la v¨ªctima. Italia y Europa nunca podr¨¢n resolver las cuentas con el fascismo si nos negamos a abordar un hecho fundamental: fuimos fascistas. Todos fuimos seducidos¡±, agreg¨® el autor a The Guardian. El novelista se implic¨® en primera persona en la escritura de la serie, junto con los guionistas Stefano Bises y Davide Serino. Scurati quer¨ªa garantizarse que no hubiera simplificaciones o romantizaciones. Ha compartido que hubo discrepancias, ¡°conflictos¡± y que no est¨¢ de acuerdo con algunas decisiones. Pero, a posteriori, agradece que la serie haya elegido su propio camino y celebra el resultado final.
El Duce, en realidad, ya hab¨ªa llegado a las pantallas. Lo interpret¨® Antonio Banderas, en la miniserie de 1993 El joven Mussolini. Lo rescat¨® en 2018 el filme He vuelto, de Luca Miniero, versi¨®n italiana de la comedia que imaginaba el regreso de Hitler en la Alemania de hoy en d¨ªa. Ambas obras tambi¨¦n cargaron con la acusaci¨®n de frivolizar el fascismo. Y no trascendieron en exceso. El nuevo acercamiento audiovisual pretende lo contrario. Se trata del m¨¢s ambicioso lanzado hasta la fecha. Y llega con la intenci¨®n de arrasar. A la espera del p¨²blico, la pol¨¦mica ya ha empezado. ¡°Conocer las cosas es lo m¨¢s importante. Creo que todos tenemos que enfrentarnos a este momento hist¨®rico¡±, dice Marinelli. ?l, por lo menos, ya super¨® el veredicto fundamental. Su abuela vio la serie. Al parecer, le gust¨®.