La bruma del alzh¨¦imer de Mar¨ªa Teresa Heras, voz de Mary Poppins y madre del m¨²sico Macaco
El m¨²sico catal¨¢n le dedica una canci¨®n a su madre, cuya voz, cantando en ¡®Sonrisas y l¨¢grimas¡¯ o ¡®My Fair Lady¡¯, forma parte del imaginario de varias generaciones
Un d¨ªa Mar¨ªa Teresa Heras empez¨® a perder las llaves y a olvidarse cosas en casa, pero nadie le dio demasiado importancia: es normal cuando avanza la edad. Sus p¨¦rdidas de memoria no parec¨ªan demasiado preocupantes. ¡°Estamos en un mundo en el que hay mucho ruido, mucha inmediatez, parece que no hay tiempo para parar, para mirarnos, para escucharnos¡±, dice su hijo Daniel Carbonell Heras. Luego la situaci¨®n se fue poniendo seria: Heras se dejaba el fuego puesto, por ejemplo, y algunos de esos despistes comenzaban a ser notorios, y peligrosos, y a resaltar sobre ese ruido circundante. Las sospechas de la familia comenzaron a virar hacia la enfermedad de nombre temible. Y las pruebas confirmaron lo peor: alzh¨¦imer.
Esta madre y este hijo son muy particulares. Mar¨ªa Teresa Heras, ahora octogenaria, actriz de doblaje, pianista, cantante, est¨¢ grabada a fuego en el recuerdo de varias generaciones, aunque esas generaciones no la reconozcan por su nombre, sino por su voz. Con su registro de soprano, con una ligereza como si cantar no costase nada, fue la voz de doblaje de Julie Andrews, es decir, esa que resuena dentro de nuestro cr¨¢neo cantando aquello de ¡°Do es trato de var¨®n¡¡± en Sonrisas y l¨¢grimas o aquello otro de ¡°Con un poco de az¨²car esa p¨ªldora que os dan¡¡± en Mary Poppins. Otro de sus trabajos m¨¢s recordados es el doblaje de Audrey Hepburn en My Fair Lady.
Su hijo, Daniel Carbonell Heras, de 52 a?os, es el c¨¦lebre m¨²sico Macaco, que mezcla multitud de estilos c¨¢lidos y bailables en su coctelera y que, por cierto, se inspir¨® para su nombre art¨ªstico en el mote que le puso su madre, Mico, por aquella afici¨®n infantil de trepar por todo lo trepable. ¡°Yo iba al colegio y dec¨ªa que mi madre era Mary Poppins¡ y me daban una colleja, claro¡±, recuerda Macaco divertido. Por cierto, a los 13 a?os el joven Daniel ya particip¨® en el doblaje de Los Goonies, aunque no sigui¨® por ese camino.
Una mujer adelantada a su ¨¦poca
Natural de Garrapinillos (Zaragoza), Heras hab¨ªa crecido en una familia humilde, campesina, aunque con intereses culturales: el abuelo hab¨ªa hecho sus pinitos en la poes¨ªa, sobre todo de car¨¢cter social. Heras escogi¨® el camino de la m¨²sica, primero destinada al bel canto, luego dedicada a la m¨²sica popular. ¡°Mi madre tuvo que luchar mucho para desarrollar su carrera de piano y de canto, estaba adelantada a su tiempo: que una mujer fuera cantante no era bien visto por el machismo recalcitrante de la ¨¦poca¡±, dice Macaco. ¡°Es una mujer hecha a s¨ª misma¡±, a?ade.
Adem¨¢s de sus c¨¦lebres doblajes tambi¨¦n intent¨® una carrera en solitario bajo un nombre art¨ªstico que alteraba el orden de los factores de su nombre real: de Mar¨ªa Teresa pasaba a ser Teresa Mar¨ªa. Grab¨® algunos discos en los a?os 60, la ¨¦poca del yey¨¦, donde se encontraban canciones como Una marioneta, Como seas o Dime la verdad. Aparec¨ªa con frecuencia en televisi¨®n y estuvo a punto de representar a Espa?a en Eurovisi¨®n en Copenhague.
¡°Su carrera gener¨® inter¨¦s y, despu¨¦s de las pel¨ªculas, le llegaron ofertas para ir a Estados Unidos y poner en marcha una estrategia para lanzarla a nivel mundial¡±, explica su hijo. Pero justo llegaron los embarazos y, como tantas madres, sacrific¨® su incipiente carrera para cuidar a sus dos hijos (y al primo de estos, que siempre fue como un hermano m¨¢s). En alguna entrevista Heras se ha sorprendido de que sus doblajes hayan tenido m¨¢s repercusi¨®n con el paso del tiempo que en su momento: acab¨® recibiendo homenajes en los aniversarios de sus pel¨ªculas.
¡°En mi casa, en el barrio de Gr¨¤cia de Barcelona, otra cosa no habr¨ªa, pero discos hab¨ªa de todo tipo. Nos ense?aron el eclecticismo, que en todos los g¨¦neros hay m¨²sica buena y mala¡±, dice Macaco. Tambi¨¦n su padre era m¨²sico, bater¨ªa de jazz, y ten¨ªa un programa sobre esos ritmos sinuosos en Radio Barcelona. En ese caldo de cultivo no fue raro que el joven Daniel comenzara a hacer sus pinitos y a formar bandas de hardcore, punk, hip hop, hasta alcanzar gran ¨¦xito. ¡°Mi madre, adem¨¢s de muy cari?osa, siempre ha sido punki-sincera, como mi t¨ªa: siempre me han dicho lo que pensaban de verdad sobre mis canciones, para bien y para mal... y eso me ayud¨® mucho¡±, explica.
Ahora Macaco lanza una emocionante canci¨®n sobre su madre y la enfermedad, La memoria del coraz¨®n, en colaboraci¨®n con la Fundaci¨®n Alzh¨¦imer Espa?a. Gracias a la tecnolog¨ªa, madre e hijo cantan juntos: dentro de la canci¨®n de Macaco aparecen fragmentos de Heras, con ese sonido retro, cantando My Fair Lady. ¡°Con esta canci¨®n quiero animar a las familias de pacientes con Alzh¨¦imer a rebuscar en los cajones que hay por ah¨ª unidos a emociones muy profundas, y a encontrar puntos de conexi¨®n, que pueden ser la m¨²sica, o cualquier otra afici¨®n¡±, dice Macaco. Uno de los versos m¨¢s emotivos ilustra a la perfecci¨®n esta idea: ¡°Guarda los sentimientos mam¨¢ / que yo guardar¨¦ los recuerdos / solo tu memoria est¨¢ dormida, mam¨¢, / tu coraz¨®n sigue bien despierto¡±.
¡°Nosotros tendr¨ªamos que haber reaccionado antes, porque la prevenci¨®n es muy importante: el alzh¨¦imer no tiene cura, pero si se detecta pronto es posible alargar la vida¡±, dice Macaco. En casa detectaron tres fases. La primera, en la que la enfermedad asomaba la pata con peque?os descuidos. La segunda, en la que la p¨¦rdida de memoria ya era muy evidente, y generaba problemas. Es ese momento en el que el paciente tiene que lidiar con la nueva situaci¨®n, se hace consciente de que pasa algo, y de que ese algo puede ser grave. Adem¨¢s, Heras estaba perdiendo audici¨®n r¨¢pidamente, una gran contrariedad para alguien traspasado por la m¨²sica.
¡°Fue una fase muy dura, porque mi madre necesitaba ayuda en casa y se negaba a recibirla. Ella siempre hab¨ªa sido una mujer muy buena onda, muy positiva, pero entonces se le agriaba el car¨¢cter de pelear con la enfermedad¡±, explica el m¨²sico. Ah¨ª fue cuando el alzh¨¦imer apareci¨® en las im¨¢genes de diagn¨®stico m¨¦dico, esa palabra extra?a que, curiosamente, siempre trataban de evitar, y que en la canci¨®n Macaco describe como ¡°ese hombre de apellido innombrable¡±. Incertidumbre, ansiedad, tristeza: ah¨ª empez¨® una ca¨ªda en picado que le llev¨® a una tercera fase, en la que ahora permanece.
¡°Afortunadamente es una fase de paz¡±, dice su hijo. Lo describe como un mundo abstracto y surrealista donde abundan los bucles y donde, a veces, incluso hay espacio para la comicidad, ante las mezclas inopinadas entre pasado, presente y futuro. ¡°Mi madre a¨²n nos reconoce perfectamente, y se dan situaciones de mucho amor¡±, dice el m¨²sico. Tambi¨¦n se dan otras maneras de comunicarse: un d¨ªa charlando en el jard¨ªn, Macaco se puso a cantar una de las canciones de su madre: ella se gir¨®, como reconectada desde otra dimensi¨®n, y se puso a cantar con ¨¦l. Conexiones que, a pesar del cerebro enfermo, permanecen. ¡°A veces, tienes un mal d¨ªa, est¨¢s triste o contrariado, y ella te mira y te pregunta qu¨¦ te pasa¡±, cuenta el m¨²sico.
Heras explora estos mundos en una residencia donde le dan todos los cuidados. Antes de encontrarla, la familia pudo comprobar la degeneraci¨®n y el descuido que se encuentra en muchas de estas instituciones, que cada poco gotea en escandalosas noticias de prensa: la verg¨¹enza de una sociedad que no sabe tratar a las generaciones que se van. ¡°Tenemos que mimar las residencias para mayores, si no es ya por ellos, al menos porque nosotros vamos a acabar ah¨ª¡±, dice el m¨²sico.
Babelia
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