Los ¡®stradivarius¡¯ de Patrimonio Nacional suenan por la dana en medio de estrictas medidas de seguridad
El Cuarteto Palatino, obra del lutier m¨¢s reconocido de la historia, sale del Palacio Real por primera vez desde 1996 para el concierto solidario del Cuarteto Casals en el Teatro Real de Madrid
Nacieron para tocarse juntos y desde entonces lo han hecho como un ritual necesario para mantenerse con vida. En este siglo, sus cuerdas han sido acariciadas gracias a los ciclos de m¨²sica de c¨¢mara que Patrimonio Nacional organiza en el sal¨®n de columnas del Palacio Real de Madrid. Ah¨ª, a escasos metros de las vitrinas que el resto del a?o los acogen, el cuarteto palatino de stradivarius de Patrimonio Nacional, obra del lutier m¨¢s famoso de la historia, ofrecen su sonido ¨²nico a unas trescientas personas, cuatro d¨ªas al a?o. Este lunes salieron de su residencia ¡ªcustodiados por la Polic¨ªa Nacional y con un estricto protocolo de seguridad para su manipulaci¨®n¡ª, por primera vez desde 1996, para que el Cuarteto Casals, pionero de la m¨²sica de este tipo de formaciones en Espa?a y reconocido internacionalmente desde hace m¨¢s de dos d¨¦cadas, tocara sus diapasones, solo que ahora delante de casi 2.000 personas y en un concierto solidario en el Teatro Real de Madrid por la ¡°recuperaci¨®n del tejido musical y cultural¡± de los territorios afectados por la dana del a?o pasado en la Comunidad Valenciana.
Por el escenario del coloso madrile?o son¨® la brillantez de los instrumentos con una versi¨®n para cuerdas de El arte de la fuga, la ¨²ltima obra ¡ªinacabada¡ª del maestro del contrapunto, Johann Sebastian Bach, despistando por momentos la mirada de los instrumentos y otorg¨¢ndole al sonido el verdadero protagonismo. Escucharlos, seg¨²n Mar¨ªa Jos¨¦ Su¨¢rez, conservadora de Patrimonio Nacional y encargada del cuidado del Cuarteto Palatino, ¡°es la m¨¢xima expresi¨®n de lo sublime¡±. Sus ojos, a diferencia de los del p¨²blico, no se toman ninguna licencia y, pesta?eando lo justo, no se separan de las obras de arte que vigilan.
¡°Tengo mucha responsabilidad¡±, justificaba la conservadora horas antes del concierto, en las entra?as del Real, sin despegar la mirada del camerino del que la hab¨ªan alejado, casi por la fuerza, para charlar con la prensa. La ansiedad que la puerta cerrada le causaba era evidente. Tanto que no pudo evitar, hasta en un par de ocasiones, abandonar la conversaci¨®n para poner orden y reprimir a quienes entraban, casi sin preguntar, al espacio custodiado por un guardia de seguridad. ¡°Disculpad, pero hay muchas personas entrando¡±, dec¨ªa molesta. Hasta ese peque?o espacio circular, contiguo al escenario, hab¨ªan llegado las cuatro joyas de Patrimonio Nacional, cruzando la Plaza de Oriente que separa al Palacio del Teatro, escoltados por cuatro coches de la Polic¨ªa Nacional. ¡°Es un protocolo de seguridad que implica much¨ªsimas ¨¢reas de trabajo y todo un itinerario a seguir, un engranaje de varios equipos y trabajo conjunto entre Patrimonio y el Teatro Real¡±, explicaba Su¨¢rez, con los sonidos de las cuerdas de fondo.
El Cuarteto Casals ¡ªVera Mart¨ªnez y Abel Tom¨¤s con los violines, Cristina Cordero con la viola y Arnau Tom¨¤s con el violonchelo¨C ensayaba, por primera y ¨²nica vez con los stradivarius, las fugas y c¨¢nones que tocar¨ªan unas pocas horas despu¨¦s. ¡°Son extraordinarios profesionales y necesitan muy poco tiempo para entenderse con los instrumentos¡±, aseguraba Su¨¢rez. En las manos de los m¨²sicos espa?oles, las creaciones de Antonio Stradivari (Stradivarius en lat¨ªn) parec¨ªan estar m¨¢s seguras que en cualquier otro sitio. Costaba imaginar que pudiesen hacerles cualquier tipo de da?o, pero el protocolo es estricto: nadie los coloca debajo del brazo, nadie lleva pendientes ni colgantes y nadie da pasos innecesarios con ellos. Cualquier movimiento ajeno al habitual al tocar un instrumento pasa por la aprobaci¨®n de Su¨¢rez.
¡°Est¨¢n m¨¢s tranquilos de lo normal, nos lo han hecho muy f¨¢cil¡±, dec¨ªa la violinista Vera Mart¨ªnez momentos antes del ensayo. Sus manos han tocado, como las del resto del grupo ¡ªsalvo Cordero, reciente incorporaci¨®n de la agrupaci¨®n, en sustituci¨®n de Jonathan Brown¡ª las joyas de Patrimonio Nacional 18 veces. Pero el escenario ¡°emblem¨¢tico¡± en el que ensayaban romp¨ªa la costumbre. ¡°Este es un concierto especial porque se juntan muchas cosas: dejan salir a los instrumentos del palacio, en una uni¨®n de Patrimonio Nacional con el Teatro Real para recaudar fondos por los damnificados, y el Cuarteto Casals toca la obra de Bach, que es una catedral. Tantas cosas juntas se dan pocas veces¡±, segu¨ªa Mart¨ªnez.
Eligieron para la noche la ¨²ltima composici¨®n del alem¨¢n, que dej¨® inacabada. Para Mart¨ªnez, ¡°un referente en la historia, absolutamente magn¨ªfica, con un componente espiritual, t¨¦cnico y compositorio espl¨¦ndido¡±. Una obra que Bach escribi¨®, como ejemplo del dominio del contrapunto, para cuatro voces, sin especificar la instrumentaci¨®n. ¡°La obra juega much¨ªsimo con las frecuencias arm¨®nicas y estos instrumentos son ideales para ello, porque entre ellos tienen una comunicaci¨®n especial y las resonancias est¨¢n muy vivas porque se conocen desde hace mucho tiempo¡±, contaba la violinista.
La demostraci¨®n de sus palabras se ver¨ªa por la noche, guardias y protocolos alejados, o al menos escondidos. ¡°Ya en el escenario, entramos en modo concierto y los instrumentos son como si fueran nuestros¡±, aseguraba Mart¨ªnez. Y as¨ª entraron los cuatro, con los stradivarius cogidos del pescuezo, brevemente presentados al p¨²blico, con su decoraci¨®n con una cenefa de rombos y c¨ªrculos de marfil sobre una pasta de ¨¦bano, y sus roleos renacentistas con motivos vegetales y flores: obra tambi¨¦n del lutier italiano, y particularidad del Cuarteto Palatino de Patrimonio Nacional. Un evento presidido por la reina Sof¨ªa y con la presencia del ministro de Cultura, Ernest Urtasun; y los de Pol¨ªtica Territorial e Igualdad, respectivamente, ?ngel V¨ªctor Torres y Ana Redondo; el alcalde de Madrid, Jos¨¦ Luis Mart¨ªnez-Almeida, y alcaldes y alcaldesas de algunas de las zonas m¨¢s afectadas por la cat¨¢strofe (Bugarra, Cheste, Calles...).
Roto el silencio, la m¨²sica no se detuvo por casi hora y media. Catorce fugas, cuatro c¨¢nones en re menor, la conversaci¨®n de cuatro hermanos que resiste al tiempo. Y los aplausos finales que por un par de segundos resisten cerrar la noche. ?El concierto se pudo haber hecho en Valencia? La restauradora responde que s¨ª, pero eso hubiera requerido ¡°un protocolo mucho m¨¢s complejo que el de trasladar los instrumentos 500 metros.¡± Adem¨¢s, termina, en el Real hab¨ªa ¡°muchos valencianos y la solidaridad de toda Espa?a¡±. Esos 500 metros que han vuelto a recorrer esta ma?ana, limpios y destensados, de vuelta a las vitrinas donde aguardar¨¢n, entre las miradas de cientos de visitantes diarios, su siguiente despertar.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.