Del Greco a Picasso: Recorre toda la historia del arte espa?ol en un paseo
El lugar donde puede contemplarse la evoluci¨®n del arte espa?ol desde el siglo XVI hasta nuestros d¨ªas sin salir de la misma sala
La colecci¨®n del Banco Santander, compuesta por m¨¢s de 1.200 piezas y expuesta, en parte, en su sede de Boadilla del Monte, a 20 kil¨®metros de Madrid, propone un itinerario pedag¨®gico que muestra los derroteros que tomaron nuestros artistas desde tiempos de Zurbar¨¢n hasta Ram¨®n Casas, Sorolla o Barcel¨®. La directora de Arte y Exposiciones de la Fundaci¨®n Banco Santander, Mar¨ªa Beguiristain, y expertas como la investigadora Mar¨ªa L¨®pez descubren los secretos de estos fondos repletos de obras de grandes maestros (?y de todo un gabinete de curiosidades que incluye monedas o tapices!)
Una colecci¨®n de colecciones
Todo comenz¨® al poco del nacimiento del propio banco, en 1857. Y aunque, dice Beguiristain, resulta imposible distinguir cu¨¢l fue la primera pieza, la semilla a partir de la que brot¨® una de las mayores colecciones privadas de Espa?a, s¨ª que se puede rastrear c¨®mo esta colecci¨®n fue creciendo a la par que crec¨ªa el propio banco, a medida que absorb¨ªa o se fusionaba con otras entidades: Banco Urquijo, Central Hispano¡ ¡°Esto constituye una particularidad muy importante, porque las obras de arte que ahora atesoramos y mostramos responden a una suma de gustos, a una diversidad que ofrece una multiplicidad de relatos y formas de asomarse a la colecci¨®n¡±.
La Fundaci¨®n Banco Santander data de 1992. Entre esa fecha y 2006, la ¨²nica forma de contemplar estos cuadros, esculturas, tapices o cer¨¢micas fue acercarse a algunas de las exposiciones temporales que se organizaron por el territorio nacional y en el extranjero (Chile, M¨¦xico, Brasil, Polonia¡), tambi¨¦n en colaboraci¨®n con decenas de universidades o instituciones. Pero en ese instante, hace casi ya dos d¨¦cadas, se abri¨® ¡°la mejor sala de exposiciones de Madrid¡±, a juicio de Beguiristain, el espacio expositivo ubicado en la Ciudad Financiera ideada por el premio Pritzker Kevin Roche, en Boadilla del Monte (Madrid).
Un solo vistazo a uno de sus rincones basta para percatarse de las dimensiones y la variedad de obra visual que el espectador podr¨¢ encontrar en una visita p¨²blica y de acceso gratuito.
El siguiente paso, cuenta la directora de Arte y Exposiciones de la fundaci¨®n, ser¨¢ combinar las estancias madrile?as de las obras con viajes a exposiciones temporales que se celebrar¨¢n en el Faro Santander, el nuevo proyecto cultural en la sede original del banco en el edificio Pereda de la capital c¨¢ntabra.
Contar una historia
El arte nos habla y, seg¨²n est¨¦ colocado de una manera u otra sobre los muros blancos, la historia que nos cuenta cambia. Esa es la principal labor de un comisario, ah¨ª estrib¨® la gran dificultad para Beguiristain. ?Qu¨¦ le rond¨® la cabeza? ?C¨®mo decidi¨® qu¨¦ contarnos?
Antes de acceder a la sala, al visitante lo acompa?an olivos milenarios, un hermoso paisaje agreste. Aquello fue una pista definitiva: lo de dentro y lo de fuera deb¨ªan estar conectados. ¡°Vienes de all¨¢ y, de pronto, te recibe un lienzo enorme y oscuro de Juan Usl¨¦ de 2018, paisaje desde el punto de vista contempor¨¢neo, ?fuera solemnidad!¡±, exclama Beguiristain con entusiasmo; un paradigma que se mantiene en el otro extremo de la ruta: la salida te lleva a una escultura exterior casi habitable de Cristina Iglesias: Pasadizos vegetales.
?Y qu¨¦ hay entre medias? ¡°Un retrato de Van Dyck del marqu¨¦s de Legan¨¦s; Tintoretto; obras que ense?an c¨®mo entr¨® el Renacimiento en Espa?a por Valencia, mezcladas con los dorados todav¨ªa g¨®ticos; el resultado de las ¨²ltimas pinceladas que dio El Greco antes de fallecer; excelentes bodegones; el magn¨ªfico retrato de Carlos III de Giuseppe Bonito, ?hasta su marco est¨¢ catalogado!; el modernismo catal¨¢n: Rusinyol, Ram¨®n Casas; el novecentismo; Sorolla; Julio Romero de Torres; el Grupo El Paso; T¨¤pies; Picasso cara a cara con Mir¨®; Chillida; las obras de Gerardo Rueda o Chirino puestas en di¨¢logo¡¡±. La enumeraci¨®n completa dejar¨ªa a Beguiristain exhausta, pero sus ejemplos son elocuentes: ?qu¨¦ hay? Un pu?ado de obras de algunos de los m¨¢s grandes artistas de cuatro siglos de nuestra historia, una selecci¨®n de obras modernas de finales del XIX y del XX que servir¨¢n al curioso para entender el camino hacia la contemporaneidad de nuestros creadores de artes pl¨¢sticas y visuales. Una lecci¨®n de arte apasionante.
Quien venga, va a encontrar el placer de la mirada en soledad, del sosiego para disfrutar del arte
Mar¨ªa Beguiristain te lleva de viaje a trav¨¦s de la colecci¨®n con tres de sus piezas favoritas
Parece sencillo a primera vista, pero es una met¨¢fora de la colecci¨®n. ?Por qu¨¦? Hay historia, g¨¦nero, diversidad, comercio, literatura, moda¡
Do?a Juana de Mendoza es uno de los retratos m¨¢s bellos del siglo XVI espa?ol, realizado por el que ser¨ªa pintor de corte de Felipe II, Alonso S¨¢nchez Coello.
Aparece de ni?a, con un vestido que denota su nobleza: rica saya con joyas de perlas y un peinado decorado con flores. Se cas¨®, o la casaron, con el VI duque de B¨¦jar, grande de Espa?a y caballero del Tois¨®n. Ellos fueron mecenas de Cervantes, que en 1605 dedic¨® la primera parte del Quijote al duque de B¨¦jar. Me gusta pensar que do?a Juana seguramente ley¨® el Quijote.
Un sirviente embelesado mira a la duquesa a la vez que le ofrece un b¨²caro de barro rojo, probablemente tra¨ªdo de Nueva Espa?a; la creencia entonces dec¨ªa que, si se com¨ªan esa arcilla, mantendr¨ªan la palidez de su rostro.
Este Sorolla tiene tanta intrahistoria como color se aprecia a primera vista.
En 1914 era un pintor consagrado, con condecoraciones de todos los cert¨¢menes nacionales. Ya hab¨ªa captado la atenci¨®n de mecenas como Archer M. Huntington o Thomas F. Ryan. A pesar de las dificultades, viv¨ªa del pincel.
Baile en el caf¨¦ Novedades de Sevilla fue un encargo de Thomas F. Ryan. Lo recibi¨® mientras andaba inmerso en las Visiones de Espa?a que har¨ªa para la Hispanic Society of America, en Nueva York. Su diligencia, su capacidad de trabajo era tal, que fue capaz de atender ambas peticiones al tiempo.
Sorolla fue responsable de difundir la marca Espa?a en EE UU. Justo lo que destila este cuadro: las bailarinas, el tablao, la guitarra, los sombreros cordobeses, los farolillos, las columnas romanas ¡ªquiz¨¢ tra¨ªdas de It¨¢lica o Carmona¡ª, los mantones. Espa?a estaba de moda, mientras en el resto de Europa se gestaba la Gran Guerra.
Algunos comisarios describen el efecto de la obra de T¨¤pies como de ¡°asombro ante un descubrimiento continuo¡±, y eso sent¨ª yo al contemplarla colgada en el almac¨¦n durante muchos a?os. Se me revel¨® como un cuerpo inmenso, fragmentado, compuesto de materia fr¨¢gil y agujereado con el gesto del artista.
Un cuerpo arrugado por la materia que me remiti¨® a Jos¨¦ de Ribera y sus cuerpos ancianos, como el San Andr¨¦s del Museo del Prado.
T¨¤pies se comunicaba a trav¨¦s de la materia y el s¨ªmbolo, y esta obra los tiene: las letras A y B que delimitan una sucesi¨®n de gestos, trazos negros en la base de este cuerpo.
Tenemos en Colecci¨®n Banco Santander la fortuna de contar con cinco piezas de T¨¤pies, tres de la brillante d¨¦cada de 1960, que nos hacen estar orgullosos de tener tan espl¨¦ndida representaci¨®n de este maestro de la pintura.
Parece sencillo a primera vista, pero es una met¨¢fora de la colecci¨®n. ?Por qu¨¦? Hay historia, g¨¦nero, diversidad, comercio, literatura, moda¡
Do?a Juana de Mendoza es uno de los retratos m¨¢s bellos del siglo XVI espa?ol, realizado por el que ser¨ªa pintor de corte de Felipe II, Alonso S¨¢nchez Coello.
Aparece de ni?a, con un vestido que denota su nobleza: rica saya con joyas de perlas y un peinado decorado con flores. Se cas¨®, o la casaron, con el VI duque de B¨¦jar, grande de Espa?a y caballero del Tois¨®n. Ellos fueron mecenas de Cervantes, que en 1605 dedic¨® la primera parte del Quijote al duque de B¨¦jar. Me gusta pensar que do?a Juana seguramente ley¨® el Quijote.
Un sirviente embelesado mira a la duquesa a la vez que le ofrece un b¨²caro de barro rojo, probablemente tra¨ªdo de Nueva Espa?a; la creencia entonces dec¨ªa que, si se com¨ªan esa arcilla, mantendr¨ªan la palidez de su rostro.
Este Sorolla tiene tanta intrahistoria como color se aprecia a primera vista.
En 1914 era un pintor consagrado, con condecoraciones de todos los cert¨¢menes nacionales. Ya hab¨ªa captado la atenci¨®n de mecenas como Archer M. Huntington o Thomas F. Ryan. A pesar de las dificultades, viv¨ªa del pincel.
Baile en el caf¨¦ Novedades de Sevilla fue un encargo de Thomas F. Ryan. Lo recibi¨® mientras andaba inmerso en las Visiones de Espa?a que har¨ªa para la Hispanic Society of America, en Nueva York. Su diligencia, su capacidad de trabajo era tal, que fue capaz de atender ambas peticiones al tiempo.
Sorolla fue responsable de difundir la marca Espa?a en EE UU. Justo lo que destila este cuadro: las bailarinas, el tablao, la guitarra, los sombreros cordobeses, los farolillos, las columnas romanas ¡ªquiz¨¢ tra¨ªdas de It¨¢lica o Carmona¡ª, los mantones. Espa?a estaba de moda, mientras en el resto de Europa se gestaba la Gran Guerra.
Algunos comisarios describen el efecto de la obra de T¨¤pies como de ¡°asombro ante un descubrimiento continuo¡±, y eso sent¨ª yo al contemplarla colgada en el almac¨¦n durante muchos a?os. Se me revel¨® como un cuerpo inmenso, fragmentado, compuesto de materia fr¨¢gil y agujereado con el gesto del artista.
Un cuerpo arrugado por la materia que me remiti¨® a Jos¨¦ de Ribera y sus cuerpos ancianos, como el San Andr¨¦s del Museo del Prado.
T¨¤pies se comunicaba a trav¨¦s de la materia y el s¨ªmbolo, y esta obra los tiene: las letras A y B que delimitan una sucesi¨®n de gestos, trazos negros en la base de este cuerpo.
Tenemos en Colecci¨®n Banco Santander la fortuna de contar con cinco piezas de T¨¤pies, tres de la brillante d¨¦cada de 1960, que nos hacen estar orgullosos de tener tan espl¨¦ndida representaci¨®n de este maestro de la pintura.
Nuestra misi¨®n consiste en que los mensajes mis¨®ginos que se hallan encerrados en obras deliciosas no sigan pasando sordamente a trav¨¦s de nosotros
Una mirada de g¨¦nero
?Por qu¨¦ apenas hubo mujeres artistas? Y ?c¨®mo se las represent¨® cuando aparec¨ªan, ah¨ª s¨ª con frecuencia, retratadas en los lienzos de los grandes maestros de la pintura? Los estudios de g¨¦nero no eran todav¨ªa populares en el ¨¢mbito hisp¨¢nico cuando Mar¨ªa L¨®pez (Madrid, 1975) se sumergi¨® en su tesis doctoral La imagen de la mujer en la pintura espa?ola de fin de siglo (1880-1914). Desde que a finales de los noventa decidiera bucear en la materia, L¨®pez, investigadora y comisaria, ya fue consciente de lo mucho que escond¨ªa a este respecto la Colecci¨®n Banco Santander, unos fondos que consult¨® una y otra vez. Por ello parece resultado de la l¨®gica que haya sido ella la primera protagonista de una iniciativa de la fundaci¨®n llamada Investiga, una convocatoria que abre ahora su tercera edici¨®n en la que se invita a estudiosos de distintos ¨¢mbitos de las Humanidades o las Ciencias a realizar trabajos transversales sobre la colecci¨®n a partir de los cuales generar nuevas lecturas sobre la misma.
El informe de L¨®pez, que se publicar¨¢ pr¨®ximamente, destripa ese relato que necesitamos conocer para detectar los mensajes mis¨®ginos que se colaban en las obras de arte de cada ¨¦poca. Espec¨ªficamente, analiza la tensi¨®n en la pintura de los siglos XIX y XX entre las representaciones femeninas que heredaban la visi¨®n de la mujer impuesta por el dogma cat¨®lico de la Inmaculada Concepci¨®n, adoptado como dogma de fe por la Iglesia en 1854 ¡ªmadre, benefactora, cuidadora sumisa como ¨²nicas virtudes verdaderamente femeninas¡ª y aquellas otras que ya buscaban una imagen m¨¢s moderna. Aunque no por ello menos machista: ¡°Un pensamiento innovador en lo t¨¦cnico o estil¨ªstico no trae necesariamente una mirada mejor sobre la mujer y sus retratos. Por ejemplo, ser¨¢ Ingres quien romantice la iconograf¨ªa de la odalisca, la esclava sexual de las mujeres del har¨¦n, el ¨²ltimo pelda?o de la opresi¨®n femenina¡±.
A trav¨¦s de tres im¨¢genes de tres per¨ªodos, L¨®pez nos explicar¨¢ con ejemplos esa evoluci¨®n hasta que sean las mujeres artistas las que alcen la voz y se cuenten a s¨ª mismas:
Es un ejemplo caracter¨ªstico de la iconograf¨ªa de la Inmaculada Concepci¨®n desarrollada a lo largo del siglo XVI. La Virgen se presenta rodeada de los s¨ªmbolos de la letan¨ªa lauretana, que cantan sus grandezas como madre, virgen y reina de la iglesia militante (el sol, el cipr¨¦s, el lirio, la torre, la fuente, la vara de Jes¨¦¡).
Cada uno de estos s¨ªmbolos, originalmente religiosos y procedentes en su mayor¨ªa del Cantar de los cantares, inciden en la maternidad y la pureza de la Virgen, cualidades de las que se deriva toda la m¨ªstica mariana que tendr¨¢ su trasposici¨®n laica en la adoraci¨®n de la imagen de la mujer como ¡®¨¢ngel del hogar¡¯, cuyo apogeo se sit¨²a a mediados del siglo XIX coincidiendo con la sanci¨®n de la Inmaculada Concepci¨®n como dogma de fe para el catolicismo en 1854.
La evoluci¨®n iconogr¨¢fica de estos s¨ªmbolos se desarroll¨® para convertirse en emblemas de virtudes laicas que deb¨ªan asociarse hist¨®ricamente a las mujeres consideradas ¡®honestas¡¯.
Respira una elegancia templada, muy sobria, que se corresponde con el control sobre su imagen que la protagonista impuso toda su vida. Hija natural de la baronesa Von M¨¦rode y dama de honor de la emperatriz Sisi, Cl¨¦opatre-Diane de M¨¦rode estudi¨® danza en la Escuela de la ?pera de Par¨ªs, de donde pas¨® a los teatros de variedades. ¡°La mujer m¨¢s bella del mundo¡±, seg¨²n la revista L¡¯Illustration (1896), retratada por Boldini, Degas, Forain, Toulouse-Lautrec, Jules Clairin, Nadar o Cecil Beaton, entre otros, puede considerarse una de las primeras celebrities de nuestra sociedad.
Las leyendas que circularon en torno a ella sobre sus amantes (como el rey Leopoldo II de B¨¦lgica, al que apodaban Cleopoldo) o sobre sus supuestos posados desnudos (como en La danseuse, de Falgui¨¨re, 1896, Mus¨¦e d¡¯Orsay) la coronaron casi como un mito sexual de la ¨¦poca. Ella se sinti¨® obligada a ejercer entonces un fuerte contrapeso imponiendo ser retratada con un aura de belleza y elegancia magistral que jam¨¢s trasluciera ning¨²n atisbo de sensualidad.
De hecho, en 1950, Cl¨¦o de M¨¦rode se enfrent¨® en los tribunales con Simone de Beauvoir cuando esta incluy¨® su nombre en el cap¨ªtulo de Hetairas de su libro El segundo sexo. Como indemnizaci¨®n, Cl¨¦o gan¨® un franco simb¨®lico, pero su nombre tuvo que ser borrado de las sucesivas ediciones del libro. La imagen de la mujer elegante, culta, refinada, que sal¨ªa, entraba, ten¨ªa admiradores y una vida social rica se asociaba de forma constante a una exagerada sexualidad, frente a la imagen del ¨¢ngel del hogar que representaba a la mujer normativa.
La obra est¨¢ dividida en cuatro elementos interrelacionados: una mujer despampanante, como arrancada de un cartel¨®n de cine al estilo de una diva de Hollywood, muestra su cuchillo vengador en la mano.
A su izquierda, aparece la imagen tradicional de la Inmaculada Concepci¨®n. Esta contraposici¨®n entre virgen y pecadora cobra todo su sentido con las escenas que se reproducen en la mitad inferior del cuadro: una alcoba matrimonial de apariencia burguesa presidida por un personaje ridiculizado y usado para el cl¨¢sico ¡®Su foto, aqu¨ª¡¯, explicitando que podr¨ªamos ser cualquiera de nosotras. A su izquierda, una mujer caracterizada como una arquet¨ªpica prostituta de la belle ¨¦poque empu?a con sus manos lo que parecen dos extremos de una corriente el¨¦ctrica que alimenta una bomba que har¨¢ estallar todo, donde se lee la palabra SEXO. Patricia Gadea se apropia as¨ª en esta obra de los lenguajes de los medios de masas, de la moda, del cine y de los cuentos populares para proponer una autolectura sarc¨¢stica sobre el papel de la mujer en sus distintas facetas como ama de casa, ¨¢ngel del hogar, amante, diabla, traicionada, traicionadora¡
Las estrategias de apropiaci¨®n de estos lenguajes le permiten hacer visibles la violencia y la opresi¨®n pol¨ªtica que segu¨ªan sufriendo las mujeres en un momento en el que los fastos del 92 hab¨ªan hecho creer a todos que la democracia, la libertad y los derechos de las mujeres estaban consolidados.
Es un ejemplo caracter¨ªstico de la iconograf¨ªa de la Inmaculada Concepci¨®n desarrollada a lo largo del siglo XVI. La Virgen se presenta rodeada de los s¨ªmbolos de la letan¨ªa lauretana, que cantan sus grandezas como madre, virgen y reina de la iglesia militante (el sol, el cipr¨¦s, el lirio, la torre, la fuente, la vara de Jes¨¦¡).
Cada uno de estos s¨ªmbolos, originalmente religiosos y procedentes en su mayor¨ªa del Cantar de los cantares, inciden en la maternidad y la pureza de la Virgen, cualidades de las que se deriva toda la m¨ªstica mariana que tendr¨¢ su trasposici¨®n laica en la adoraci¨®n de la imagen de la mujer como ¡®¨¢ngel del hogar¡¯, cuyo apogeo se sit¨²a a mediados del siglo XIX coincidiendo con la sanci¨®n de la Inmaculada Concepci¨®n como dogma de fe para el catolicismo en 1854.
La evoluci¨®n iconogr¨¢fica de estos s¨ªmbolos se desarroll¨® para convertirse en emblemas de virtudes laicas que deb¨ªan asociarse hist¨®ricamente a las mujeres consideradas ¡®honestas¡¯.
Respira una elegancia templada, muy sobria, que se corresponde con el control sobre su imagen que la protagonista impuso toda su vida. Hija natural de la baronesa Von M¨¦rode y dama de honor de la emperatriz Sisi, Cl¨¦opatre-Diane de M¨¦rode estudi¨® danza en la Escuela de la ?pera de Par¨ªs, de donde pas¨® a los teatros de variedades. ¡°La mujer m¨¢s bella del mundo¡±, seg¨²n la revista L¡¯Illustration (1896), retratada por Boldini, Degas, Forain, Toulouse-Lautrec, Jules Clairin, Nadar o Cecil Beaton, entre otros, puede considerarse una de las primeras celebrities de nuestra sociedad.
Las leyendas que circularon en torno a ella sobre sus amantes (como el rey Leopoldo II de B¨¦lgica, al que apodaban Cleopoldo) o sobre sus supuestos posados desnudos (como en La danseuse, de Falgui¨¨re, 1896, Mus¨¦e d¡¯Orsay) la coronaron casi como un mito sexual de la ¨¦poca. Ella se sinti¨® obligada a ejercer entonces un fuerte contrapeso imponiendo ser retratada con un aura de belleza y elegancia magistral que jam¨¢s trasluciera ning¨²n atisbo de sensualidad.
De hecho, en 1950, Cl¨¦o de M¨¦rode se enfrent¨® en los tribunales con Simone de Beauvoir cuando esta incluy¨® su nombre en el cap¨ªtulo de Hetairas de su libro El segundo sexo. Como indemnizaci¨®n, Cl¨¦o gan¨® un franco simb¨®lico, pero su nombre tuvo que ser borrado de las sucesivas ediciones del libro. La imagen de la mujer elegante, culta, refinada, que sal¨ªa, entraba, ten¨ªa admiradores y una vida social rica se asociaba de forma constante a una exagerada sexualidad, frente a la imagen del ¨¢ngel del hogar que representaba a la mujer normativa.
La obra est¨¢ dividida en cuatro elementos interrelacionados: una mujer despampanante, como arrancada de un cartel¨®n de cine al estilo de una diva de Hollywood, muestra su cuchillo vengador en la mano.
A su izquierda, aparece la imagen tradicional de la Inmaculada Concepci¨®n. Esta contraposici¨®n entre virgen y pecadora cobra todo su sentido con las escenas que se reproducen en la mitad inferior del cuadro: una alcoba matrimonial de apariencia burguesa presidida por un personaje ridiculizado y usado para el cl¨¢sico ¡®Su foto, aqu¨ª¡¯, explicitando que podr¨ªamos ser cualquiera de nosotras. A su izquierda, una mujer caracterizada como una arquet¨ªpica prostituta de la belle ¨¦poque empu?a con sus manos lo que parecen dos extremos de una corriente el¨¦ctrica que alimenta una bomba que har¨¢ estallar todo, donde se lee la palabra SEXO. Patricia Gadea se apropia as¨ª en esta obra de los lenguajes de los medios de masas, de la moda, del cine y de los cuentos populares para proponer una autolectura sarc¨¢stica sobre el papel de la mujer en sus distintas facetas como ama de casa, ¨¢ngel del hogar, amante, diabla, traicionada, traicionadora¡
Las estrategias de apropiaci¨®n de estos lenguajes le permiten hacer visibles la violencia y la opresi¨®n pol¨ªtica que segu¨ªan sufriendo las mujeres en un momento en el que los fastos del 92 hab¨ªan hecho creer a todos que la democracia, la libertad y los derechos de las mujeres estaban consolidados.
Una colecci¨®n con personalidad propia
Los fondos comprenden mucho m¨¢s que obra pict¨®rica: quiz¨¢ lo que mejor represente el arte del siglo XVIII sean tapices y cer¨¢micas y, como corresponde a la colecci¨®n de un banco, tambi¨¦n a partir del conjunto numism¨¢tico que poseen, monedas y billetes que abarcan siglos y siglos y acu?adas por todas las civilizaciones que poblaron la pen¨ªnsula Ib¨¦rica, podemos asistir a una lecci¨®n de historia. Repasemos algunos de los hitos comentados por su comisaria:
El sal¨®n del Waldorf Astoria
?Te imaginas estar en el comedor principal de uno de los hoteles m¨¢s emblem¨¢ticos de la Nueva York de 1930? Jos¨¦ Mar¨ªa Sert, el muralista espa?ol de m¨¢s ¨¦xito internacional, recibi¨® el encargo para la decoraci¨®n de este sal¨®n y cre¨® un conjunto ¨²nico de 15 lienzos con la historia de las Bodas de Camacho de El Quijote.
La colecci¨®n numism¨¢tica
Cada vez usamos menos las monedas y los billetes, pero fueron objeto no solo de comercio sino de poder y de transmisi¨®n de cultura. El banco conserva una colecci¨®n de monedas emitidas todas en la pen¨ªnsula Ib¨¦rica desde el siglo III a. C. hasta la peseta; la historia del comienzo de la emisi¨®n de billetes en Espa?a por los diferentes bancos, hasta que el Banco de Espa?a se hizo con el monopolio, y (?ojo a esto, porque es verdaderamente exquisita!) una colecci¨®n de billetes de la Guerra Civil, emitidos desde cientos de ayuntamientos.
El tapiz de Mir¨®: Sobreteixim, 1972
Los Sobreteixim son sin¨®nimo de la colaboraci¨®n y experimentaci¨®n entre Joan Mir¨® y el artista Josep Royo que se inici¨® en 1970. Dio como fruto grandes tapices, como el del World Trade Center, el de la National Gallery de Washington o los de las fundaciones Mir¨®, La Caixa y Maeght.
El Sobreteixim de Colecci¨®n Banco Santander est¨¢ a medio camino entre pintura, collage y tapiz, y permiti¨® a Mir¨® explorar la materia y la t¨¦cnica que tanto le interes¨® de los tapices.
La cer¨¢mica de Alcora
Esta colecci¨®n nos cuenta la historia de la manufactura de Alcora, fundada por el IX conde de Aranda en 1727 en Castell¨®n. Su objetivo: crear una f¨¢brica de lozas y porcelanas de lujo que compitiera con las manufacturas extranjeras. Cont¨® con privilegios reales (exenci¨®n de impuestos en la exportaci¨®n de piezas y libre entrada de materiales), que le ayudaron a mantenerse a flote hasta mediados del siglo XIX.
La f¨¢brica se convirti¨® en un modelo de organizaci¨®n y en un referente de orientaci¨®n est¨¦tica gracias a la contrataci¨®n de especialistas extranjeros, artistas y ?secretistas?; y se cre¨® una academia de aprendices que le permiti¨® continuar proporcionando una producci¨®n de m¨¢xima calidad.
La gran colecci¨®n de Guti¨¦rrez-Solana
El coleccionismo es una pasi¨®n que, cuando prende, dice Beguiristain, obedece mal a razones. Una colecci¨®n de colecciones, llam¨¢bamos al principio del reportaje a la de la fundaci¨®n, s¨ª. Sin embargo, dentro de ella ocupa un lugar especial un nombre, el de un pintor que cautiv¨® a don Emilio Bot¨ªn abuelo, y despu¨¦s a su hom¨®nimo hijo: Jos¨¦ Guti¨¦rrez-Solana. ¡°Ambos eran c¨¢ntabros que echaban de menos su tierra, afincados en Madrid¡±, aventura Beguiristain, ¡°tal vez se debiera a esto la conexi¨®n que sintieron¡±. Sin que podamos saber nunca con certeza la causa, quedaron prendados de una pintura alejada del academicismo y las vanguardias, una obra de rasgos tenebrosos y casi contrapuestos a la luminosidad que representaba Sorolla; sin duda, la que mejor plasm¨® la crisis social, pol¨ªtica y econ¨®mica de la ¨¦poca, una pintura de los asuntos mundanos. Tal fue la pulsi¨®n por su obra que la colecci¨®n del banco posee 29 lienzos, 2 dibujos y 3 grabados, la mayor en una entidad privada. Un fen¨®meno extra?¨ªsimo: muy pocos coleccionistas suelen abarcar tantas piezas de un solo autor. Estas escenas cotidianas y llenas de sentimiento pueden contemplarse en una sala dedicada a ellas en exclusiva.
#V¨ªvela
Las piezas de la colecci¨®n nos siguen apelando, tratan cuestiones tambi¨¦n propias de nuestro tiempo. En esta serie de audiovisuales, personalidades de la cultura se asoman a trav¨¦s de obras de la Colecci¨®n Banco Santander a algunos de estos grandes temas con ingenio y desde su perspectiva ¨²nica: la memoria, la atracci¨®n por lo inquietante, la emoci¨®n, el viaje, el conocimiento¡