Por otros caminos hacia la Sevilla de siempre
El barbero de Sevilla es del Betis y compuso la famosa sevillana ¡®A bailar¡¯, el patio y el huerto claro de la infancia de Antonio Machado a¨²n existen y el piripi y el patamulo son, aunque no lo parezcan, aut¨¦nticos manjares. Basta con rascar un poco para que la capital andaluza sea catedral y alc¨¢zar, pero tambi¨¦n gente, historias y sabores de una ciudad hecha para vivirla
Existen paradas obligadas en Sevilla: el Real Alc¨¢zar, el caracter¨ªstico barrio de Triana, la llamativa Puerta de la Macarena... Pero el viaje se volver¨¢ a¨²n m¨¢s interesante si alrededor de ellas se busca lo que no queda a la vista. Y no solo gracias a trav¨¦s de nuevas perspectivas: tambi¨¦n de historias casi olvidadas de personajes ¨²nicos o sabores de platos y tapas para todos, pero conocidos por pocos. Cualquier momento es bueno, pero la primavera permite que el olfato se sume como un sentido privilegiado m¨¢s: aqu¨ª todo huele a azahar, que barrunta la llegada de la Semana Santa -sagrada en estas latitudes- y la Feria de Abril, la mayor celebraci¨®n de la vida y la sevillan¨ªa de la ciudad. Una idea lo resume todo: ¡°Lo malo no es que los sevillanos piensen que tiene la ciudad m¨¢s bonita del mundo... Lo peor es que puede que tengan hasta raz¨®n¡±. La expres¨® el escritor cordob¨¦s Antonio Gala, que algo sab¨ªa de sensibilidad.
Muchas historias m¨¢s all¨¢ del Real Alc¨¢zar
C¨®mo perderse a lo grande por las calles m¨¢s estrechas
La plaza del Triunfo es un libro abierto sobre Sevilla. Se mire adonde se mire, hay historia en cada piedra. All¨ª est¨¢ el Real Alc¨¢zar, conjunto palaciego amurallado que habla del Al-?ndalus y la conquista cristiana en 1248. Tambi¨¦n se alza la catedral, Santa Mar¨ªa de la Sede y de la Asunci¨®n, la tercera m¨¢s grande del mundo, famosa por su campanario, la Giralda, minarete de la fastuosa mezquita anterior. El Archivo de Indias cierra la tr¨ªada con su vasta colecci¨®n de legajos y mapas, entre los que los historiadores siguen dando con documentos in¨¦ditos. Todo este Patrimonio de la Humanidad se completa con el patrimonio humano en sus calles y plazas aleda?as, necesario para entender por qu¨¦ es tan importante esta zona de la capital andaluza.
El conjunto monumental se encuentra en el barrio de Santa Cruz, la antigua juder¨ªa, cuya intrincada red de calles y estrechos pasadizos se refleja en uno de los hoteles m¨¢s curiosos, probablemente, del pa¨ªs: Las Casas de la Juder¨ªa. Este alojamiento de cuatro estrellas conecta 27 viviendas reconvertidas en habitaciones y ligadas por plazoletillas y adarves, como un peque?o vecindario privado. Cualquiera puede perderse por sus calles, pues existe la posibilidad de reservar una visita si no se es hu¨¦sped para recorrer un lugar totalmente insospechado desde fuera.
El exuberante parque de Mar¨ªa Luisa se extiende al sur de Santa Cruz. Es el pulm¨®n de la ciudad, acoge la imprescindible plaza de Espa?a y en ¨¦l se mantienen algunos de los pabellones m¨¢s bellos de la Exposici¨®n Iberoamericana de 1929. Varios sirven de sede, entre otros, al Museo Arqueol¨®gico de Sevilla, de estilo neorrenacentista, y al de Artes y Costumbres, neomud¨¦jar.
El barbero de Sevilla es del Betis
La barber¨ªa del 45 de la calle del Amor de Dios, al norte del casco hist¨®rico, tiene un due?o excepcional: Manuel Melado (Sevilla, de 83 a?os), adem¨¢s de reconocido peluquero, ha sido el compositor de algunas de las sevillanas m¨¢s famosas, como A bailar, interpretada por Cantores de H¨ªspalis. Empez¨® lavando cabezas a los 11 a?os junto a su padre y nunca abandon¨® el oficio, aunque firmara letras para Az¨²car Moreno o Mar¨ªa del Monte. Tambi¨¦n triunf¨® como speaker del Betis, por su particular manera de anunciar las alineaciones. Dej¨® frases para el recuerdo como ¡°B¨¦ticos del Universo¡±. Ya jubilado -la peluquer¨ªa la lleva su hijo- se le puede ver por el local charlando con su fiel clientela, pero se sigue encargando del afeitado tradicional al que no se atreve su hijo.
Hacia el norte se llega a la calle de Sierpes, arteria comercial que conserva varios negocios centenarios. En el n¨²mero 5, la Papeler¨ªa Ferrer, de 1856, considerada la m¨¢s antigua de Espa?a, donde la quinta generaci¨®n sigue despachando todo tipo de papeles y plumas -porque, como reconoce una de sus actuales propietarias, Luc¨ªa Mej¨ªas Ferrer, heredera junto a dos de sus primos, escribir a mano resulta terap¨¦utico-, adem¨¢s de objetos de decoraci¨®n como br¨²julas antiguas y esferas armilares.
En el 33, los nietos de Jos¨¦ Foronda, negocio hom¨®nimo fundado hace un siglo, venden todo lo que hace falta para engalanarse para la Semana Santa y la Feria de Abril. Mantillas, peinetas, pero tambi¨¦n mantones de seda bordados a manos, piezas que llevan hasta siete meses de trabajo, algunas con m¨¢s de un siglo de antig¨¹edad. Y al principio de la calle, la confiter¨ªa La Campana, famosa desde 1885 por sus torrijas. El Rinconcillo (Boteros, 26), el bar m¨¢s antiguo de Espa?a, se encuentra a 10 minutos de all¨ª, en el 40 de la calle de Gerona. Abierto desde 1670, es ideal para tomar espinacas con garbanzos o pav¨ªas de bacalao.
A cinco minutos de Sierpes se encuentra el complejo Metropol Parasol, m¨¢s conocido como las Setas, una estructura en forma de parasol, con un mirador, un mercado y un museo con vestigios romanos y almohades. En esa misma plaza yacen sevillanos ilustres, como Gustavo Adolfo B¨¦cquer y Cecilia Bohl de Faber, dentro de la iglesia de la Anunciaci¨®n. El entorno de las Setas vive un auge comercial. La calle de Regina se ha poblado de boutiques y cafeter¨ªas, hasta el punto de que muchos la llaman el Soho sevillano.
Sevilla es famosa por sus esculturas de v¨ªrgenes sobre hornacinas; por eso sorprende el busto de un rey en una de ellas. Se trata de Pedro I de Castilla, en el 30 de la calle a la que da nombre el monarca, con una sangrienta leyenda del siglo XIV: despu¨¦s de asesinar a un noble que le injuri¨®, Pedro I escondi¨® el crimen y prometi¨® colgar la cabeza del culpable. Una testigo lo inculp¨® y, para cumplir con su palabra, el rey coloc¨® el busto. El actual es m¨¢s reciente, de finales del siglo XVI.
El amante de la escultura tiene una cita con el Museo de Bellas Artes de Sevilla (plaza del Museo, 9), donde puede conocer la obra de una artista ¨²nica, la Roldana, hija del tambi¨¦n c¨¦lebre escultor Pedro Rold¨¢n, la primera mujer escultora de la corte de Madrid.
De tapeo por las abacer¨ªas
Las abacer¨ªas permiten hacer una parada r¨¢pida para reponer fuerzas en medio de la visita. En estos h¨ªbridos de taberna y ultramarinos se puede tomar un vino de la casa o una manzanilla, probar sus embutidos, quesos y conservas y llev¨¢rselos a casa. Son espacios ¨ªntimos con aspecto de almac¨¦n, con b¨¢scula y mostrador, que empezaron a servir aperitivos a los clientes que esperaban para pedir. Casa Palacios (Progreso, 7), abierta desde 1926, es una de las m¨¢s conocidas, donde tomar una tapa de lomo al jerez y llevarse unos gramos a casa junto a una botella del vino de bota que venden a granel.
Triana, una ciudad en s¨ª misma
Del barro de la ribera a la perspectiva m¨¢s alta de la capital
Al otro lado del Guadalquivir se encuentra el barrio de Triana, tierra de toreros y alfareros. Un lugar con tanta personalidad que parece una ciudad en s¨ª misma. El puente de Isabel II, conocido por los sevillanos como el de Triana, es el principal acceso al barrio desde el casco hist¨®rico y desde all¨ª se vislumbra ese legado. Nada m¨¢s cruzar, a la izquierda, la escultura de uno de los toreros m¨¢s influyentes, Juan Belmonte, a trav¨¦s de la que se puede ver la Giralda si uno se coloca a la altura adecuada. A la derecha, el mercado de Triana, donde se mezclan vecinos y turistas entre pescader¨ªas, charcuter¨ªas y abastos.
El de Triana es un mercado poco usual, pues sus cimientos guardan una historia siniestra. All¨ª estuvo el castillo de San Jorge, una fortaleza de origen almohade que fue sede de la Inquisici¨®n entre 1481 y 1785. Una construcci¨®n h¨²meda y oscura donde se encerraba y torturaba a los herejes. Se demoli¨® en el siglo XIX y permaneci¨® sepultado hasta su recuperaci¨®n como museo en 2009. Ahora se encuentra temporalmente cerrado mientras se acometen reformas.
Alimento para el alma entre cajas de verdura
Al mercado de Triana tambi¨¦n se va al teatro. Los puestos 11 y 12 se transformaron en Casala hace 12 a?os, una diminuta sala de 28 butacas que programa espect¨¢culos de magia, flamenco y teatro social de peque?o formato. Fernando Rodalva, su promotor, se inici¨® en este negocio por casualidad. Escultor de 46 a?os, empez¨® a hacer teatro con amigos en el patio de su taller. ¡°Un d¨ªa desayunando en el mercado pens¨¦ que ser¨ªa el lugar perfecto para actuar: igual que se acude para alimentar el cuerpo, podr¨ªa alimentarse el alma¡±, explica. El proyecto ocupa hoy todo su tiempo, aunque no renuncia a la creaci¨®n art¨ªstica: ha construido una taquilla que, a la vez es un taller de joyer¨ªa, en el que elabora piezas a mano entre entrada y entrada.
La proximidad del Guadalquivir hizo que en Triana floreciera una potente industria cer¨¢mica gracias a la inagotable fuente de barro de calidad desde la Edad Media, aunque hay registros desde ¨¦poca romana. Adem¨¢s, estaba lo suficientemente lejos del centro para evitar que los humos que arrojaban los hornos de los talleres anegaran la ciudad. Basta con pasear por las calles del barrio para descubrir esa tradici¨®n alfarera y azulejera en sus tiendas y talleres cuajados de cer¨¢mica local, pero se puede conocer al detalle en el Centro de Cer¨¢mica (Callao, 16).
El paseo se puede alargar junto al r¨ªo por la c¨¦lebre calle Betis, uno de los paisajes m¨¢s fotografiados de Sevilla por el encanto de sus fachadas de colores. Los amantes de las actividades acu¨¢ticas tambi¨¦n tienen su hueco en la ribera. Varias empresas ofrecen paseos en kayak por el Guadalquivir. Las principales se concentran en la zona del puente del Cristo de la Expiaci¨®n, hacia el norte.
Al atardecer, una opci¨®n distinta a lo habitual es acercarse hasta la Torre Sevilla, conocida como la torre Pelli por su arquitecto, el argentino C¨¦sar Pelli, a 15 minutos a pie desde el mercado. Es el edificio m¨¢s alto de la ciudad en el costado oeste de la capital (la Giralda sigue si¨¦ndolo en el este). Desde la planta 34 se obtiene una visi¨®n que corta el aliento, desde la isla de la Cartuja en la que se sit¨²a la torre, hasta el casco hist¨®rico y m¨¢s all¨¢, donde el cemento da paso al verde de los campos.
La estrella de la ¡®nouvelle cuisine¡¯ setentera
Hay una tapa muy com¨²n en las barras y las cartas sevillanas que pocos forasteros conocen: el solomillo al whisky, un tierno bocado de carne de cerdo ba?ado en una salsa preparada con ajo, mantequilla y un chorre¨®n de whisky o de brandy. Esta receta caus¨® rareza en los setenta. La tradici¨®n relata que el primer solomillo al whisky sali¨® de la Cafeter¨ªa Rioja, un rec¨®ndito local del centro en 1968, como plato de carne de inspiraci¨®n francesa. Al ver que funcionaba, lo convirtieron una tapita que caus¨® sensaci¨®n. Hoy se puede pedir, bajo el nombre de mantecadito en la actual Cafeter¨ªa Rioja o en la peculiar Casa Ricardo, antigua Casa Ovidio, cuyas paredes est¨¢n tapizadas de recuerdos en forma de fotos. El solomillo al whisky, se puede encontrar en formato plato en restaurantes como Mar¨ªa Trifulca, con una de las mejores vistas del Guadalquivir y el puente de Isabel II.
La Sevilla tras cruzar la Puerta de la Macarena
El vibrante y desconocido lado norte del casco hist¨®rico
La Puerta de la Macarena es el fragmento m¨¢s c¨¦lebre de la muralla ¨¢rabe y uno de los lugares que ocupa un lugar especial en el coraz¨®n de los sevillanos amantes de la Semana Santa. Por su arco cada a?o pasa la imagen de la virgen de la Esperanza Macarena durante la Madrug¨¢ del Viernes Santo. Esta puerta, cuyo aspecto actual data del siglo XVIII, se encuentra en una de las zonas m¨¢s vibrantes de la ciudad. Cerca queda la animada Alameda de H¨¦rcules, rodeada de suntuosos palacios que ya no pertenecen a la nobleza, sino al pueblo. Adem¨¢s, no muy lejos se ubica el cementerio de San Fernando, un fil¨®n para los mit¨®manos de la copla, el f¨²tbol y el toreo.
La muralla sevillana cuenta con otro acceso mucho menos conocido, pero que mantiene un aspecto m¨¢s parecido al original de la ¨¦poca musulmana: la Puerta de C¨®rdoba. De hecho, es la ¨²nica de la ¨¦poca almohade y se ha salvado de la piqueta en dos ocasiones. Se encuentra a ocho minutos a pie de la Puerta de la Macarena y habitualmente se puede visitar mediante cita previa.
La cercana Alameda de H¨¦rcules fue, entre los treinta y los sesenta del siglo pasado, el coraz¨®n del cante flamenco. Adem¨¢s de en teatros y cabar¨¦s, las palmas retumbaban en sus tabernas, especialmente en los reservados de los se?oritos andaluces. Aquel ambiente festivo desapareci¨®, pero la zona se transform¨®, poco a poco, en el alma de la noche sevillana y epicentro de locales LGTBI de la ciudad. Siempre hay alg¨²n bar o pub abierto y, aunque han variado con el tiempo, dos se mantienen desde hace d¨¦cadas: El Bar¨®n Rampante y El Bosque Animado.
En la misma Alameda, en el 30, se encuentra la elegante Casa de las Sirenas, una mansi¨®n decimon¨®nica de estilo franc¨¦s, reconvertida en centro c¨ªvico que se puede visitar, donde los vecinos van a tomar clases de pintura, danza, o m¨²sica. Al otro lado de la Alameda est¨¢ el Palacio de los Marqueses de la Algaba (plaza de Calder¨®n de la Barca s/n), sede del ?rea de Educaci¨®n y Participaci¨®n Ciudadana del Ayuntamiento, una residencia palaciega del siglo XV que se rehabilit¨® hace dos d¨¦cadas y dispone de visitas guiadas.
La madre de la copla vivi¨® aqu¨ª
En el 92 de la plaza de la Alameda, una placa en cer¨¢mica trianera recuerda a la due?a de esa casa, Adelita Domingo, maestra de canto de voces como Juanita Reina, Roc¨ªo Jurado, Isabel Pantoja, Pastora Soler o Tamara. All¨ª tuvo su escuela desde los 60 esta madre de la copla, como muchas la llamaban, donde ense?aba ¡°a ser artista, saber estar en un escenario, ser buen compa?era, a amar la copla¡±. Y all¨ª vivi¨® hasta que falleci¨® en 2012, y fue una aut¨¦ntica celebridad, todo el mundo ten¨ªa una t¨ªa o una prima, o su propia abuela, a la que Domingo hab¨ªa dado clase. Hoy su casa es un edificio de apartamentos tur¨ªsticos.
A cinco minutos de la Alameda, una joya del barroco sevillano, el Palacio Bucarelli (Santa Clara, 23). Esta se?orial mansi¨®n, de decoraci¨®n ecl¨¦ctica, pertenece a la misma familia desde hace 14 generaciones y 400 a?os, y acaba de abrirse al p¨²blico. Pero, si hay un palacio con historia en Sevilla, es el de las Due?as (Due?as, 5), residencia g¨®tico-mud¨¦jar y renacentista de la casa de Alba desde hace siglos y cuna del poeta Antonio Machado ¨Csu padre era el administrador- que admite visitas. El propio Machado dej¨® constancia de ella en unos conocidos versos: ¡°Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla y un huerto claro donde madura el limonero¡±.
Cerca de all¨ª, si es jueves, se puede recorrer el mercadillo hist¨®rico de la calle Feria uno de los m¨¢s antiguos de Espa?a, fundado en 1292 como heredero de los zocos musulmanes que hasta poco antes ocupaban el lugar. Como en cualquier rastro castizo, se vende de todo y lo realmente interesante es el buen ambiente entre tenderos, vecinos y turistas.
Desde la Torre de los Perdigones, a pocos metros de all¨ª, se puede tener una perspectiva diferente de la ciudad. Esta construcci¨®n, vestigio de la era industrial (pertenec¨ªa a la f¨¢brica de perdigones) cuenta con una c¨¢mara oscura, un sistema que ya dominaban los musulmanes en el siglo VIII con el que, a trav¨¦s de un juego ¨®ptico, se puede observar Sevilla en un gran espejo, sin necesidad de asomarse a las alturas.
A menos de media hora de paseo hacia el norte desde la Puerta de la Macarena, el cementerio de San Fernando (Doctor Frediani, s/n) narra la historia sentimental de la ciudad. All¨ª yacen sevillanos ilustres, de nacimiento y de adopci¨®n, bajo discretas losas de m¨¢rmol o sobrecogedores monumentos funerarios. Artistas universales como Antonio el Bailar¨ªn, nombre capital del ballet espa?ol; las reinas de la copla y el flamenco Juanita Reina y la Ni?a de los Peines y cantantes como Antonio Mach¨ªn; el escultor Antonio Susillo, autor del expresivo Vel¨¢zquez de la plaza del Duque de Sevilla, as¨ª como figuras del deporte como Ram¨®n S¨¢nchez Pizju¨¢n, expresidente del Sevilla F¨²tbol Club, y Benito Villamar¨ªn Prieto, hom¨®logo del Real Betis Balompi¨¦. Los sepulcros de los toreros son los m¨¢s sorprendentes y dram¨¢ticos, especialmente el de Joselito el Gallo, que representa una tr¨¢gica comitiva f¨²nebre del escultor valenciano Mariano Benlliure. Un recorrido para conocer Sevilla un poco mejor y acordarse de que lo importante es disfrutar mientras se pueda.
A la caza del montadito universal
El montadito es la tapa m¨¢s popular de Sevilla, especialmente por su versatilidad pues permite meter entre rebanas de pan cualquier manjar de la extensa gastronom¨ªa andaluza. El serranito es el m¨¢s conocido, contiene un filete de lomo, pimiento frito y jam¨®n serrano, pero hay muchos m¨¢s. El piripi, famoso en Bodeguitas Antonio Romero (hay varios por el centro), tambi¨¦n de lomo, lleva beicon, queso, tomate natural, mayonesa y un ingrediente secreto, seg¨²n explica el montadit¨®logo Alejandro Su¨¢rez, profesor e hijo hosteleros en su gu¨ªa Montaditos con nombre propio (de libre descarga, editada por Cadena Ser). El capote lleva melva y pimiento morr¨®n en conserva y el patamulo, queso de oveja curado derretido entre dos rebanadas de pan. Muchos chefs se han fijado en este manjar y han querido distinguirse con nuevos sabores y texturas, como los de Vida Jonda (Relator, 56) con el gofre relleno de pring¨¢, que es la carne que sobra del puchero.