Barcelona, a vista de barrio
La capital catalana es el bullicio de lugares tan emblem¨¢ticos como la Rambla, pero tambi¨¦n el de los vecinos de zonas con car¨¢cter propio y puro sabor local como Gr¨¤cia o la Barceloneta, donde la ciudad se diluye en barrios por descubrir y librer¨ªas que explorar
En un primer vistazo, no hay nada m¨¢s barcelon¨¦s que sus ramblas, la Sagrada Familia o la playa de la Barceloneta. Pero ?qu¨¦ hay m¨¢s all¨¢? La respuesta es simple: la verdadera ciudad. Porque, si se abandona la Rambla, el viajero se adentra en el entramado de calles del barrio G¨°tic por el que este largo paseo de 1.200 metros cobr¨® sentido cuando, en el siglo XVIII, se construy¨® siguiendo el trazado de la muralla medieval. Y, si contin¨²a hacia el norte desde el imponente templo de Gaud¨ª, viajar¨¢ de lo m¨¢s sagrado a lo m¨¢s terrenal al llegar a Gr¨¤cia, ese barrio que sigue siendo pueblo que cautiva con sus formas, modos y costumbres. Y, en la trasera de la playa m¨¢s concurrida de la ciudad, el mar se entrega a un vecindario como el de la Barceloneta que, nacido en sus orillas y pescador en origen, hoy pone a cualquiera los pies en la tierra con su belleza sencilla, su gastronom¨ªa popular y unos vecinos orgullosos de pertenecer a ¨¦l. Un recorrido por la Barcelona popular aderezado con visitas a sus librer¨ªas, aprovechando la cercana celebraci¨®n de Sant Jordi y su homenaje a la lectura.
Razones para mirar a ambos lados de las Ramblas
De un jard¨ªn desconocido al lugar donde se invent¨® el Cacaolat
La Rambla de Barcelona es la arteria m¨¢s vibrante de la ciudad, ese lugar que naci¨® como espacio abierto para descomprimir el hasta entonces enrevesado y estrecho casco antiguo y que permiti¨® que todas las clases sociales se mezclaran en ella. Y mezcla, sin duda, sigue habiendo: artistas callejeros, vendedores de flores y peri¨®dicos, barceloneses de siempre, turistas... Adem¨¢s, su algo m¨¢s de un kil¨®metro une dos puntos estrat¨¦gicos: la plaza de Catalu?a, centro neur¨¢lgico que da paso, hacia el norte, al ensanche barcelon¨¦s; y el monumento a Crist¨®bal Col¨®n, anfitri¨®n del puerto de la ciudad.
En las Ramblas, como se le suele llamar, siempre hay algo que hacer, ya sea ir al teatro ¨Call¨ª est¨¢ el Liceu, el principal coliseo l¨ªrico de la ciudad¨C; ir de tapeo ¨Cen el famoso mercado de la Boqueria¨C o, simplemente, pasear entre sus puestos. En ellos hoy se venden recuerdos, pero hasta hace una d¨¦cada se comercializaban animales de compa?¨ªa, especialmente aves, que, junto a las que viv¨ªan en los plataneros que jalonan la calle, produc¨ªan un estruendo que el poeta Federico Garc¨ªa Lorca defini¨® como ¡°locura mozartiana¡±. Los puestos de flores, a mitad del paseo, est¨¢n ah¨ª desde el siglo XIX y contribuyen, junto a los negocios m¨¢s antiguos, a hacer vida de barrio con los vecinos. Muchos de los puestos, de hecho, cuentan con floristas de cuarta y quinta generaci¨®n familiar.
Este paseo sigue siendo un recital para los sentidos: por ejemplo, para el gusto, con los delicados y sorprendentes postres de la Pasteler¨ªa Escrib¨¤ (Rambla de les Flors, 83), fundada en 1906 en un bello edificio modernista y dirigida por Christian Escrib¨¤, cuarta generaci¨®n de reposteros. Famosos son sus bombones c¨ªtricos y sus finos anillos de caramelo. Y para el tacto y el o¨ªdo tambi¨¦n, pues tras el vest¨ªbulo del Hotel Petit Palace Boqueria Garden (Boqueria, 10), se esconde un jard¨ªn que es un peque?o para¨ªso de acceso para todos y que sirve para aislarse del ajetreo exterior.
La Ciutat Vella, el casco hist¨®rico por el que transcurren las Ramblas, es una de las zonas m¨¢s genuinas e interesantes de Barcelona. A la izquierda, seg¨²n se avanza hacia el mar, el visitante se encuentra el G¨°tic, centro de la ciudad antigua, y a la derecha, el Raval, la barriada popular que empez¨® a crecer fuera de la muralla.
El G¨°tic es el centro hist¨®rico de Barcelona y el origen de la ciudad romana. Tom¨® ese nombre en el siglo XIX por el estilo arquitect¨®nico de sus edificios, cuando muchos se rehabilitaron buscando el toque neog¨®tico con el que reimaginar su esplendor medieval. La catedral de la ciudad (de Santa Eul¨¤lia, patrona de Barcelona) es una visita obligatoria, pero pocos conocen que a escasos metros se sit¨²a La Casa de l¡¯Ardiaca (Santa Ll¨²cia, 1), un tesoro g¨®tico y renacentista que alberga el archivo hist¨®rico de la ciudad. Se puede visitar gratis su patio columnado, su escalinata y una terraza desde la que contemplar el entorno. En su interior, adem¨¢s, se puede observar un fragmento de muralla romana.
La tienda de magia m¨¢s antigua de Espa?a
En el 11 de la calle de la Princesa se encuentra una de las tiendas de ilusionismo m¨¢s antiguas del mundo y la veterana de Espa?a: El Rei de la M¨¤gia. Desde hace m¨¢s de siglo y medio, a ese local estrecho y enigm¨¢tico entran magos principiantes o experimentados para dar con juegos con los que sorprender a su audiencia. Joaquim Partag¨¤s, un popular ilusionista, fue su fundador en 1881. Hoy est¨¢ al frente Pau Mart¨ªnez, hijo de una pareja de magos que la adquiri¨® en 1984. Con la ayuda de sus padres crea nuevos artilugios y trabaja mano a mano con el multipremiado Pere Rafart. Ocasionalmente, convierten la tienda en una sala de espect¨¢culos donde han llegado a estar el actor Leonardo di Caprio o el director de cine Francis Ford Coppola.
Ese trozo de muro no es el ¨²nico vestigio romano barcelon¨¦s. El patio del n¨²mero 10 de la calle del Parad¨ªs aloja cuatro columnas que pertenecieron al templo de Augusto, levantado hace m¨¢s de dos mil a?os. A 8 minutos se encuentra un cementerio romano bien conservado: la V¨ªa Sepulcral Romana, en la plaza de la Vila de Madrid, muestra las tumbas, principalmente de esclavos y libertos, colocadas a los lados de la que entonces era la v¨ªa de entrada de la ciudad, con una elevada misi¨®n: recordar a los vivos la brevedad de la existencia. Cerca de all¨ª se puede dar un salto en la historia y conocer la vida de la vieja juder¨ªa, en el Centre d¡¯Interpretaci¨® del Call, instalado en una de las viviendas m¨¢s antiguas de la ciudad.
Antes de marcharse del G¨°tic, merece la pena visitar sus negocios m¨¢s singulares. Las Galeries Mald¨¤, junto a la plaza del Pi, son un peque?o centro comercial resucitado gracias a la ciencia ficci¨®n y al manga, con tiendas especializadas en objetos de Harry Potter, Naruto o Pokemon. El barrio tambi¨¦n alberga comercios veteranos, como la Herboristeria Rei (Vidre, 1), con m¨¢s de 200 a?os de historia, que a¨²n conserva las decoraciones isabelinas y una fuente de m¨¢rmol que han hecho que se reconozca como Bien Cultural de Inter¨¦s Local (BCIL). La tienda cerr¨® en 2021 y reabri¨® en 2023 de la mano de Pavlinka Doroshenko, una decoradora de origen ucranio, que ha mantenido el esp¨ªritu de este local.
El trago m¨¢s dulce de Barcelona
El barrio del Raval guarda el dulce honor de ser el hogar del Cacaolat, el batido de leche y cacao m¨¢s famoso de las meriendas espa?olas, y el primero del mundo que se fabric¨® industrialmente. Naci¨® en la Granja M. Viader (Xucl¨¤, 4), local que a¨²n mantiene el nombre y el aspecto de sus inicios. En 1931 Marc Viader y su hijo Joan buscaban una bebida fr¨ªa de leche con cacao para competir con el chocolate a la taza y dieron con un batido de sabor suave y textura cremosa. Su secreto, afirma Merc¨¨ Casademunt Viader, bisnieta del fundador, est¨¢ ¡°en una buena emulsi¨®n, una mezcla correcta, que permite que est¨¦ bueno fr¨ªo, caliente y templado¡±. All¨ª, adem¨¢s, lo sirven con una buena cucharada de nata reci¨¦n batida: ¡°Lo puedes comprar en el supermercado, pero tomarlo en la casa donde se cre¨® es una experiencia¡±, afirma.
Sant Jordi en Ciutat Vella
Por Sant Jordi, Barcelona se llena de libros y rosas. Por eso, merece la pena perderse por algunas de las librer¨ªas del centro. En las Ramblas, los amantes de la m¨²sica cuentan con la centenaria Casa Beethoven, donde descubrir partituras y libros especializados en el arte sonoro. En el Raval, Lata Peinada (Verge, 10) ofrece literatura hispanoamericana de todo tipo, incluso la que es dif¨ªcil de conseguir en Espa?a. En el G¨°tic, la librer¨ªa Pompeia (Cardenal Casa?as, 5), abierta hace un siglo, cuenta con un buen fondo de narrativa e infantil, as¨ª como en ingl¨¦s, mientras que la Antiqu¨¤ria Farr¨¦ (Canuda, 24), es una librer¨ªa de viejo en la que dejarse llevar por la variedad de t¨ªtulos de materias tan dispares como cocina, derecho y caza.
Gr¨¤cia, el pueblo inspirador
La primera obra de Gaud¨ª, un jard¨ªn vecinal y el placer de recibir un balonazo
Barcelona muda de piel cuando el visitante se adentra en Gr¨¤cia, al norte del casco hist¨®rico. La grandeza burguesa de la vasta cuadr¨ªcula del Eixample da paso a la intimidad de calles y plazas recoletas, de peque?os comercios, teatros de bolsillo y de la aut¨¦ntica vida vecinal. Un barrio donde el visitante ¡°a¨²n corre el peligro de sufrir un balonazo¡±, cuenta con orgullo alg¨²n vecino, porque los ni?os siguen jugando en la calle.
Gr¨¤cia a¨²n retiene esa esencia de pueblo de hace m¨¢s de un siglo, cuando era una villa independiente de Barcelona, y cuenta con una de las fiestas patronales m¨¢s sorprendentes de la ciudad. Durante la Merc¨¨, a mediados de agosto, las calles se transforman en escenarios teatrales de papel mach¨¦ llenos de color que representan cuentos de toda la vida o invitan a viajar a lugares remotos, como la Isla de Pascua, para contar historias sobre el barrio.
En Gr¨¤cia, lo mejor es lanzarse a andar para descubrir sus plazas emblem¨¢ticas, como la de la Vila de Gr¨¤cia, conocida como la del reloj, por el campanario que la preside; la del Sol, distinguida por sus estrechos edificios modernistas; la del Diamant, desde la que se accede a los refugios antia¨¦reos de la Guerra Civil y que da nombre a una novela, o la reciente plaza de las Dones del 36, de 2009, que rinde homenaje a las mujeres encarceladas durante la contienda.
La escritora que inmortaliz¨® Gr¨¤cia
Un baile durante las fiestas de la Merc¨¨ es el punto de partida de La plaza del Diamante (La pla?a del Diamant, en el original en catal¨¢n), la ¡°m¨¢s bella novela que se ha publicado en Espa?a desde la Guerra Civil¡±, como la defini¨® el escritor Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez en las p¨¢ginas de EL PA?S en 1983. La responsable, la barcelonesa Merc¨¨ Rodoreda, hab¨ªa muerto unos meses antes y muchos ya la consideraban la mayor escritora catalana del siglo XX. Tras la Guerra Civil vivi¨® en Francia y Suiza y regres¨® a Espa?a a finales de los 70. La obra inmortaliza ese rinc¨®n a trav¨¦s de Natalia, la Colometa, una mujer con la que la autora quer¨ªa retratar la esclavizante situaci¨®n femenina que implicaba depender del hombre. As¨ª describ¨ªa la novela la sensaci¨®n de la protagonista mientras celebraba la Merc¨¨ en la plaza:
Y delante de los ojos, las bombillas vestidas de flor y las cadenitas pegadas con engrudo y todo el mundo contento. Y mientras estaba en Babia, una voz que me dice al o¨ªdo: ¡®?bailamos?¡¯.
Una escultura rinde homenaje a la novela. En ella se representa a la Colometa con un gesto de desesperaci¨®n, un grito ahogado como el que le acompa?a a lo largo del relato, que RTVE convirti¨® en serie de televisi¨®n en 1982.
La sombra de Antonio Gaud¨ª tambi¨¦n llega a este barrio. Aqu¨ª se encuentra la Casa Vicens, a 15 minutos de la plaza de la Vila de Gr¨¤cia, el primer encargo que recibi¨® el arquitecto. Una colorida mansi¨®n que combina un estilo propio como el mud¨¦jar con el exotismo de las construcciones indias y japonesas. A 9 minutos a pie est¨¢ el monumento a Blancanieves, que evoca al personaje tal como Disney lo concibi¨®; una escultura de 1947 diferente a las que suelen colocarse en parques y avenidas. Se trata de arte anecd¨®tico, una tendencia que, durante el franquismo, buscaba decorar sin suscitar ning¨²n tipo de pol¨¦mica con las esculturas urbanas.
La tupida red asociativa de Gr¨¤cia se materializa en lugares como el Jard¨ª del Silenci, un espacio verde para los vecinos. Ocupa el espacio de un antiguo convento que fue vendido a una inmobiliaria, cuyo objetivo era levantar un aparcamiento. Los vecinos recogieron firmas para instar al Ayuntamiento a que lo comprara. Lo lograron y lo han convertido en un centro c¨ªvico al aire libre donde se celebran talleres, exposiciones y conciertos. Otra genial rareza es el Teatre M¨¦s Petit del M¨®n (Encarnaci¨®, 25), a dos minutos del jard¨ªn, una iniciativa del pianista y compositor Luis de Arquer en el que se puede disfrutar de cerca de conciertos l¨ªricos y veladas musicales.
Un desayuno salado lleno de posibilidades
En Barcelona se puede desayunar a lo grande, con sabores de la huerta catalana y del mar, sin que haya un solo plato dulce. El tradicional y rotundo esmorzar de forquilla (desayunar con tenedor) de los payeses cada vez encuentra m¨¢s hueco en los restaurantes barceloneses. ?La raz¨®n? Su vasto y suculento rango de opciones: tortillas en todas sus variantes, carne a la brasa, bacalao a la llauna, mejillas de cerdo y embutidos, solos o en bocadillo (con el pan bien untado de tomate, por supuesto). En Cal Boter (Tordera, 62), en Gr¨¤cia, son expertos en esta especialidad que convierte cualquier desayuno en un fest¨ªn. En su carta destacan la tortilla catalana, con miga de pan y jam¨®n serrano, los pies de cerdo con romesco y el lech¨®n de cordero a la brasa.
Sant Jordi en Gr¨¤cia
En Gr¨¤cia conviven m¨¢s de 20 peque?as librer¨ªas. Las hay generalistas, como Taifa (Verdi, 12), heredera de la editorial de mismo nombre, o La Mem¨°ria (Vila de Gr¨¤cia, 19). En ambas se combina libro nuevo con segunda mano. Y las hay especializadas, como Amora (Ram¨®n y Cajal, 142), dedicada a escritoras; Ona (Gran de Gr¨¤cia, 217), que comercializa solo t¨ªtulos en catal¨¢n, y Casa Anita (Vic, 14), consagrada a la literatura infantil.
Barceloneta, orgullo de barrio
Modernismo obrero, olor a caf¨¦ y una bomba a la hora del aperitivo
Pocos lugares atraen tanto a los turistas como la playa de la Barceloneta, pero solo los que de verdad buscan salir de la marabunta deciden vivir el barrio que le da nombre. De fuerte personalidad, la Barceloneta fue uno de los centros de la revoluci¨®n industrial durante el siglo XIX, hogar de los obreros de la industria pesada y cuna del anarquismo. Tambi¨¦n se convirti¨® en un lugar de innovaciones. Aqu¨ª se tom¨® la primera foto en Espa?a o, mejor dicho, el primer daguerrotipo, el 10 de noviembre de 1839. No fue un rostro o una festividad, fue un espacio p¨²blico: retrat¨® el Pla de Palau, la antigua plaza del comercio.
El movimiento obrero ha marcado la historia de este barrio de bloques estrechos y alargados, cuyo legado se recoge ahora en la Casa de la Barceloneta (Sant Carles, 6), levantada en 1761. Se trata de una de las construcciones m¨¢s antiguas que se conservan, hoy centro cultural y museo de la memoria colectiva del barrio a trav¨¦s de sus actividades y exposiciones. En la interjecci¨®n de ese pasado industrial y la herencia modernista de la ciudad se sit¨²a la colorida torre de les Aig¨¹es, de 1907, en el parque de la Barceloneta, donde antes se encontraba la f¨¢brica de Catalana de Gas.
?Una de bombetas!
Quien visita el barrio de la Barceloneta no se puede marchar sin probar la bomba. En su versi¨®n cl¨¢sica consiste en una bola de patata hervida, rellena de carne picada y rebozada, acompa?ada de alioli y salsa picante. Su atractivo reside no solo en su sabor sino tambi¨¦n en sus texturas: un solo bocado pasa de crocante a meloso y, de ah¨ª, a tierno. Se cuenta que naci¨® en La Cova Fumada (Baluard, 56) en la d¨¦cada de los 50. Fue su cocinera, la abuela Mar¨ªa, como la recuerdan hoy sus nietos, Josep Maria y Mag¨ª, que regentan un negocio que se llena cada d¨ªa, aunque tambi¨¦n pueden probarse en otros locales con solera del barrio como La Bombeta o Bodega La Peninsular.
El ¨¢rea de la Barceloneta tambi¨¦n ha visto a una de las grandes artistas del siglo XX, Carmen Amaya. La famos¨ªsima bailaora cuenta con una fuente que recuerda su nacimiento entre las humildes casas del Somorrostro, un conjunto de barracas que se extend¨ªa entre la calle de la Marina y los terrenos que ocupan hoy el Hospital del Mar. Ese mar sin que el que este barrio no existir¨ªa y para el que existe un lugar privilegiado para contemplarlo: el reci¨¦n estrenado paseo de la Rambla del Rompeolas, en el Port Vell. Un espacio recuperado con motivo de la Copa Am¨¦rica de este a?o, de la que Barcelona es anfitriona. Cuenta con un edificio que funciona de mirador en cuyos bajos se puede conocer la historia y la evoluci¨®n del concurrido puerto de una ciudad que no solo se vive desde su centro urbano, sino tambi¨¦n desde sus barrios m¨¢s personales.
El olor a caf¨¦ de la Barceloneta
¡°El caf¨¦, junto con el oro y el petr¨®leo, es lo que mueve el mundo¡± es la frase que m¨¢s repite Miquel Palou cuando le preguntan por qu¨¦ sigue al frente del negocio que mont¨® su padre hace m¨¢s de medio siglo, Caf¨¦s Salvador. All¨ª Palou, de 56 a?os y su esposa Margarida tuestan y muelen el caf¨¦ cada d¨ªa. Y aconsejan a sus clientes como pocos baristas podr¨ªan hacer en la ciudad. La variedad m¨¢s demandada es la mezcla de la casa o blend, que combina ar¨¢bigos como los de Colombia y Per¨², m¨¢s suaves y con menos cafe¨ªna, con otros m¨¢s robustos como los africanos y asi¨¢ticos. Palau precisa que en el barrio viven m¨¢s extranjeros y quedan pocos mayores, pero que la pasi¨®n por el caf¨¦ permanece intacta. Tambi¨¦n tiene clientes de otras zonas que acuden espec¨ªficamente a su peque?o local, donde adem¨¢s vende embutidos y caramelos, a por su mezcla especial y un rato de charla.
Sant Jordi en la Barceloneta
A escasos metros de la Casa de la Barceloneta se encuentra la biblioteca p¨²blica de La Fraternitat (Fel¨ªcia Fuster i Viladecans, 8), una de las m¨¢s bonitas de la ciudad y uno de los principales ejemplos del modernismo obrero, desarrollado al margen de las ¨¦lites burguesas. Se trata de una construcci¨®n de 1917 de ladrillo, que originalmente albergaba una cooperativa, en la que se proporcionaba a sus socios productos de consumo a mejor precio. Cualquiera puede acercarse a visitarla y perderse por sus estanter¨ªas con todo tipo de libros, aunque est¨¢ especializada en t¨ªtulos dedicados a la restauraci¨®n y la hosteler¨ªa, as¨ª como a los de danza.