Cuatro cuentos mitol¨®gicos para el siglo XXI
Qu¨¦ pasa cuando cuatro creadores menores de 30 a?os visitan la exposici¨®n ¡®Pasiones mitol¨®gicas¡¯ y enfrentan su inspiraci¨®n a obras maestras de los siglos XVI y XVII
Un r¨ªo de vino corre por la Gran V¨ªa tras la pandemia, regalo de Fernando Sim¨®n; Vulcano participa en un reality televisivo de forja; Diana y Acte¨®n se cruzan miradas sin decidirse a ser ninguno cazador ni presa y un juego de m¨¢scaras describe c¨®mo termina el amor convertido en una estatuilla tirada¡ Los escritores Eva Mir (Valencia, 1996), Alba Carballal (Lugo, 1992), Eduardo de los Santos (Madrid, 1992) y Dimas Prychyslyy (Elisavetgrado, 1992) se inspiran en cuatro pinturas de la exposici¨®n Pasiones mitol¨®gicas: Tiziano, Veronese, Allori, Rubens, Ribera, Poussin, Van Dyck, Vel¨¢zquez del Museo del Prado y la Fundaci¨®n BBVA para componer sendos microrrelatos (si quieres ver algunas de las obras de la exposici¨®n, pincha aqu¨ª). As¨ª como estas obras del Renacimiento y el Barroco se basaron en los argumentos de los mitos, ahora sirven de sustrato para nuevos textos; un ejercicio en el que literatura y pintura vuelven a darse la mano, con la antig¨¹edad cl¨¢sica como tel¨®n de fondo.
El d¨ªa que nos dejaron salir nos lo bebimos todo. Descubrimos Gran V¨ªa atravesada por un r¨ªo de vino tinto.
Una bacante espera su turno en la cola del oculista; dice que el punto de fuga es inabarcable.
¨CEsto es m¨¢s grande que lo de Filomena, ¨Cdice otra mientras sumerge su cabeza en el regalo que nos ha hecho Fernando Sim¨®n por el fin de la pandemia.
A la altura del metro de Callao nadie se calla y las primeras bacantes vacunadas coinciden en el ¨²nico efecto secundario: solo escuchan C. Tangana.
La que espera su turno en la cola se harta de esperar, y aunque el punto de fuga sea inabarcable, da un trago y decide fugarse. Junto a ella otros nadadores, venciendo su peso a la pendiente, unos dej¨¢ndose flotar, otros redescubriendo que hab¨ªa cuerpos detr¨¢s del teletrabajo.
La Gran V¨ªa se acaba, la huida est¨¢ cerca, pero cuando una bacante divisa a lo lejos el monumento a Miguel de Cervantes, recuerda a los madrile?os:
¨CDel confinamiento se sale, de las obras de plaza de Espa?a, no.
Eva Mir (Valencia, 1996) es dramaturga, directora y guionista. Titulada por la Real Escuela Superior de Arte Dram¨¢tico (Resad) y m¨¢ster en Guion por la Universidad Complutense de Madrid. Se form¨® con autores como Alberto Conejero, Mar¨ªa Velasco o Antonio Rojano. Ha publicado El silencio de los relojes (Fundamentos) y su obra H¨¦roes en diciembre mereci¨® el Premio Calder¨®n de la Barca (2019). Ella misma dirigi¨® el montaje en el Centro Dram¨¢tico Nacional. Actualmente es guionista en la serie El internado Las Cumbres.
Jur¨¦ que no lo har¨ªa. No recuerdo su nombre. Consider¨¦ poco elegante recibir compensaciones a cambio. Me sedujeron sus formas y las marcas de sus prendas, la inclinaci¨®n sobre el burladero de la barra, el plomo de sus ojos ebrios de seguridad clavados en mis manos temblorosas mientras escanciaba el ¨¢mbar.
Har¨¢ cuarenta a?os. Ahora yo soy el ave carro?era a este lado del burladero. Incumpl¨ª mi juramento a los cincuenta. A esa edad se te otorga el don de autocompadecerte, la maquinaria comienza a resentirse y se adquiere el derecho de tener un copero en n¨®mina. Aunque ahora las copas me las pongo yo, en este lago de redes que son hambre y alimento, como el martirio de T¨¢ntalo, que me roba al copero en cada respuesta.
Los a?os animalizan. Tambi¨¦n el dinero, pero sobre todo los a?os. El poder que la cuenta regresiva otorga no entiende de escr¨²pulos. Las delicadezas se recubren de plumaje. Y donde antes hubo suplicante timidez ahora solo quedan garras, rapacidad y prisas. Los cuerpos sustituyen a los lugares, la juventud ajena es la nueva opulencia.
Me despojo de las m¨¢scaras y me acuesto con miedo. No hay estr¨ªgilo que limpie la sensaci¨®n de esa noche. Noto el aliento pestilente de aquel primer hombre y antes de caer dormido entiendo que es mi propio aliento.
Dimas Prychyslyy (Elisavetgrado, 1992) es poeta y narrador. Licenciado en Filolog¨ªa Hisp¨¢nica por la Universidad de Salamanca y m¨¢ster en Escritura Creativa por la Complutense de Madrid. Ha publicado el poemario Molly House (premio Val¨¦ncia Nova, Hiperi¨®n) y los libros de relatos Tres en raya (premio Logro?o de Narrativa, Algaida) y Con la frente marchita (Dos Bigotes). Su novela No hay gacelas en Finlandia (Espasa), que ver¨¢ la luz en abril, ha sido recientemente galardonada con el premio 25 Primaveras.
[FIN de bloque de PUBLI]
(EN OFF) Los armeros m¨¢s talentosos del pueblo troyano llevan desde el fin de la guerra compitiendo por el favor de la bella deidad ¨¢urea. Ella tiene un ¨²nico objetivo: encontrar al hombre o dios capaz de fabricar una armadura digna de su hijo, el gran h¨¦roe Eneas. Con la adrenalina m¨¢s encendida que nunca, un nuevo participante inmortal entr¨® en la fragua para demostrar sus aptitudes ante Venus y recuperar su amor. S¨®lo uno se llevar¨¢ a casa el ansiado premio: el deseo de la diosa cotiza al alza en las casas de apuestas. Preparen el filo de su espada para el desenlace de ¡®Forjado a fuego: edici¨®n Olimpo¡¯.
VENUS
Vulcano, un paso al frente, por favor. (¡) Me temo que tendr¨¢s que hacerlo mejor si pretendes que tu lecho vuelva a arder. (¡) Chssst. Ni media palabra, tullido. (¡) Mira ese casco: ?mandar¨ªas a tu hijo a defender su honor con eso? (¡) Que no sea tuyo no quiere decir que no lo haya parido tu esposa. (¡) ?Y esa coraza? No la querr¨ªa ni S¨ªsifo como trineo para su roca. (¡) Desde luego, te sacan de tu cueva bajo el Etna y te quedas en tan poquita cosa¡ aunque ni con todos esos becarios de un solo ojo ser¨ªas merecedor de mi cuerpo. (¡) ?Sabes qu¨¦ te digo? Que para esta birria me quedo con el mortal: al menos Adonis comprende que a veces las pasiones tambi¨¦n se apagan. (¡) Vulcano, abandona la forja. (¡) No discutas. Entrega el martillo y vete.
Alba Carballal (Lugo, 1992) es escritora y guionista. Arquitecta por la Escuela Superior T¨¦cnica de Arquitectura de Madrid (Etsam). Debut¨® con Tres maneras de inducir un coma (Seix Barral), novela celebrada por autores como Eduardo Mendoza o Antonio Mu?oz Molina. Dirige, junto a Dar¨ªo Adanti, el podcast de literatura y humor El Milenarismo y, actualmente, trabaja como guionista en varias series de ficci¨®n y es columnista en prensa.
El cazador se ha perdido. En parte porque no es el tipo m¨¢s listo del mundo y en parte porque los bosques ya no son ellos mismos las veinticuatro horas del d¨ªa, y porque uno no puede adentrarse en ellos como quien se mete al gym. Oye los aullidos y el crujido de las ramas, el murmullo de un arroyo entre los ¨¢lamos quemados, la m¨²sica oscura de unas voces de mujer.
El cazador caza a la cazadora en pleno ba?o, con los ojos hinchados y sedientos. Ella caza al mir¨®n, pero no tiene las flechas a mano. Tampoco se decide a ordenar a las chicas que le hagan una corbata colombiana, como en los d¨ªas felices. Se le ocurre, sin embargo, una idea m¨¢s sombr¨ªa. Porque la cazadora sabe que la mirada es una jaur¨ªa hambrienta, que la mirada es un ciervo sagrado.
Ning¨²n chiste empieza con un venado tras el tel¨®n, nadie se pregunta cu¨¢ntos hacen falta para cambiar una bombilla. La cazadora lo sabe. La jaur¨ªa es una jaur¨ªa hambrienta. El ciervo es solo un ciervo. Es un travelling siniestro, el de la persecuci¨®n, y una historia vieja. Ahora tienes permiso para contarla, si puedes.
Eduardo de los Santos (Madrid, 1992) es escritor y librero. Graduado en Filosof¨ªa y con estudios en Filolog¨ªa Hisp¨¢nica. Debut¨® con Yas (Alfaguara), novela saludada por la cr¨ªtica, que compar¨® a su autor con Roberto Bola?o. De los Santos es colaborador habitual de diversas revistas literarias.
La exposici¨®n en cuatro claves: del desnudo femenino a la evoluci¨®n de los mitos
La pintura mitol¨®gica, tal como explican en el cat¨¢logo de la muestra su comisario, Alejandro Vergara, y el propio director del Museo del Prado, Miguel Falomir, fue durante los siglos XVI y XVII el refugio para la experimentaci¨®n formal de los artistas. En tal g¨¦nero se hallaban a salvo (m¨¢s a salvo, al menos) del rigor de la pintura religiosa y de las iras de la Inquisici¨®n precisamente por una raz¨®n: retrataban los argumentos de mitos cl¨¢sicos. Se basaban en textos conocidos y aceptados. Estos cuadros no solo cambiaron el devenir de la historia del arte y fueron objeto de estudio e imitaci¨®n por todas las generaciones posteriores de pintores ¨Csu dibujo, su color, su pincelada, sus representaciones anat¨®micas¡¨C, sino que propiciaron que las ideas de la Grecia Cl¨¢sica y de Roma sobre belleza, amor o deseo pervivieran, hasta marcar todav¨ªa de manera indeleble la cultura occidental. Pintura y literatura, como demuestra la exposici¨®n, se dieron siempre la mano y, continuando con esa interrelaci¨®n, los cuatro j¨®venes autores se han asomado a obras de maestros de la talla de Tiziano o Van Dyck para, desde los mitos pintados, proponer cuatro relatos personal¨ªsimos tra¨ªdos a la contemporaneidad.
La muestra Pasiones mitol¨®gicas se halla organizada en cuatro ¨¢mbitos que ponen el foco en distintos aspectos de la relevancia del conjunto pict¨®rico expuesto. El primero, que sirvi¨® de inspiraci¨®n a Dimas Prychyslyy, pone de manifiesto c¨®mo dentro de la pintura mitol¨®gica brota un g¨¦nero que ser¨¢ luego aut¨®nomo y en el cual se inscribir¨¢n celeb¨¦rrimas pinturas posteriores, de Goya a Manet o Picasso: el desnudo femenino tumbado, normalmente relacionado con la figura de Venus o de las ninfas. Esta tipolog¨ªa de cuadros, concebidos para ser ubicados en habitaciones privadas, fuera de la vista de los visitantes, surge en Venecia en torno al a?o 1500 con Giorgione y Tiziano.
El segundo ¨¢mbito demuestra hasta qu¨¦ punto Tiziano fue un referente para Rubens, se?alando los parecidos entre la obra del flamenco y el veneciano, sobre todo a partir de la visita de Rubens a Madrid durante los a?os 1628 y 1629. Eva Mir escogi¨® esta parcela por la coincidente voluntad de ambos artistas de retratar con precisi¨®n gestualidades y emociones en su punto ¨¢lgido.
Las seis poes¨ªas de Tiziano, obras mitol¨®gicas que pint¨® para Felipe II entre 1553 y 1562, figuran entre las pinturas m¨¢s influyentes de la historia del arte. El artista se bas¨® sobre todo en La metamorfosis de Ovidio, interpretada libremente, pues adem¨¢s de constituir un estudio sobre el erotismo y el deseo, estas piezas fueron sobre todo un escaparate de su propio talento. Reunidas m¨¢s de cuatro siglos despu¨¦s ¨Cpor primera vez juntas desde el XVI¨C, estos cuadros conforman el tercer ¨¢mbito, el coraz¨®n de la muestra, y sobre ellos puso su ojo Eduardo de los Santos.
Alba Carballal opt¨® decidida por el cuarto y ¨²ltimo ¨¢mbito que aborda la exposici¨®n: los mitos, gracias a la pintura, demostraron una gran capacidad de adaptaci¨®n, evolucionaron constantemente, adquiriendo matices propios de cada ¨¦poca. Eran im¨¢genes que confrontaban al espectador con las dos caras del amor: el gozo y el dolor. Con ese trasfondo y apegada al argumento y a la idea de mutabilidad inherente a estos relatos, Carballal imagin¨® a su Vulcano a juicio en uno de esos programas de talentos que pueblan la televisi¨®n, denigrado por su esposa.
Pasiones mitol¨®gicas
Hasta el 4 de julio
Exposicion organizada por