La gran pantalla del siglo XVII
La intencio?n de las pinturas narrativas de estos autores era, sobre todo, contar una historia. Sus obras son las protagonistas de la nueva exposicio?n del Museo del Prado. Su comisario, Javier Portu?s, nos ensen?a co?mo leerlas sin perdernos en el fascinante mundo del barroco andaluz
A veces, asomarse a un cuadro se parece m¨¢s a leer que a mirar. En el siglo XVII, uno de los g¨¦neros pict¨®ricos m¨¢s en boga en Andaluc¨ªa, la pintura narrativa y seriada, serv¨ªa para acercar de forma did¨¢ctica ejemplos, normalmente morales, a la sociedad. Previene sobre ello Javier Port¨²s, jefe de Conservaci¨®n de Pintura hasta 1800 del Museo del Prado y comisario de la exposici¨®n El hijo pr¨®digo de Murillo y otras formas de narrar en el barroco andaluz, reci¨¦n inaugurada y que se mantendr¨¢ abierta hasta el 23 de enero. Una muestra a la que el visitante, recomienda Port¨²s, debe aproximarse ¡°con detenimiento¡±: m¨¢s como quien se halla pasando las p¨¢ginas de un cuento que como quien trata de guardar en la retina una imagen. Pero, ?qu¨¦ tienen de especial las historias que esconden los lienzos del barroco andaluz? ?Qu¨¦ dec¨ªan? ?A qui¨¦nes iban dirigidos esos mensajes?
Primero, un poco de contexto:
?C¨®mo era la Sevilla de Murillo y sus coet¨¢neos?
Si durante el siglo XVI la ciudad se hab¨ªa convertido en el punto de encuentro de dos mundos, en la puerta de las Indias a Europa y, por ende, en una metr¨®polis pr¨®spera y cosmopolita, el siglo de Bartolom¨¦ Esteban Murillo (1618 -1682) trajo una sucesi¨®n de desgracias que alteraron los ¨¢nimos de la ciudad.
Frente a esa realidad desdichada, cuenta Port¨²s, existi¨® otra igual de cierta: ¡°Se erigen o reconstruyen iglesias por toda Sevilla, como El Calvario, en 1662, o Santa Mar¨ªa la Blanca, al a?o siguiente. En 1670, la canonizaci¨®n de san Fernando [enterrado en la Capilla Real de la catedral de Sevilla] queda registrada como la m¨¢s multitudinaria celebraci¨®n de la Edad Moderna¡±. Es, explica Port¨²s, una ¨¦poca de gran genio art¨ªstico, el que encarnan Murillo, Juan de Vald¨¦s Leal (1622-1690) o el cordob¨¦s Antonio del Castillo (1616-1668), y que se explica por el inter¨¦s por las artes de familias cosmopolitas y de alcurnia que encargaban obras, normalmente de mediano tama?o, para sus salones u oratorios privados. Los g¨¦neros m¨¢s populares en esa Sevilla fueron los bodegones, las im¨¢genes de ricos caritativamente alimentando a pobres (las estampas de ni?os comiendo son muy singulares en Murillo) y los retratos, incluyendo entre estos los banquetes, que a veces incluso se celebraban como un espect¨¢culo p¨²blico. Y, por supuesto, las series de pinturas narrativas.
Tres pintores y tres formas de contar historias con cuadros
En el Barroco, la f¨¢bula del hijo pr¨®digo ¨Cla met¨¢fora de Dios como padre capaz de perdonar cualquier ofensa¨C se convierte en la m¨¢s pintada. Por ella opta Murillo, inspir¨¢ndose en unos grabados anteriores de Jacques Callot. Otra de las v¨ªas favoritas es la que toma Del Castillo: la narraci¨®n de una aventura del Antiguo Testamento con moraleja, como la de Jos¨¦, el hijo de Jacob al que sus hermanos venden y que termina convertido en gobernador de Egipto. Vald¨¦s Leal, a petici¨®n de Ambrosio de Sp¨ªnola, arzobispo de Sevilla (nieto del Sp¨ªnola de la rendici¨®n de Breda), pinta instantes se?eros de la vida de su santo patr¨®n, san Ambrosio.
En estas tres series que integran la exposici¨®n, cada cuadro es como un cap¨ªtulo de un libro. Para ello, los tres genios utilizan recursos pict¨®rico-narrativos: unidad crom¨¢tica, repetici¨®n de elementos del fondo para la continuidad de la di¨¦gesis¡ Pero ?cu¨¢les son las peculiaridades y el estilo narrativo de cada artista?
Murillo, el ¡°movedor de afectos¡±
¡®El hijo pr¨®digo¡¯
Serie compuesta por seis cuadros
Dice Port¨²s que de Murillo podr¨ªa afirmarse que fue el gran talento de su generaci¨®n, el que pose¨ªa un don natural para reflejar emociones y para, as¨ª, conmover al espectador o, como rezaba la expresi¨®n de la ¨¦poca, ¡°mover los afectos¡±. ?C¨®mo cuenta Murillo el proceso por el cu¨¢l un hijo segund¨®n exige anticipadamente la herencia a su padre para luego dilapidarla, acabar apacentando cerdos y, tras arrepentirse, volver a casa? ?Qu¨¦ detalles de su tiempo incluye?
Del Castillo, el ¡°constructor de escenas¡±
¡®Jos¨¦, hijo de Jacob¡¯
Serie compuesta por seis cuadros
Del cordob¨¦s Antonio del Castillo son varias las cualidades que Port¨²s destaca como narrador: ¡°Construye unos escenarios que, aunque son arqueolog¨ªas inventadas, remiten siempre a un mundo com¨²n; por ejemplo, el pozo que sale de fondo en el primer cuadro ser¨¢ luego elemento relevante en el siguiente, dotando de continuidad a la historia, y as¨ª sucede con los seis, que casi tienen simetr¨ªa. Por no hablar de su dominio de la anatom¨ªa¡¡±. Tambi¨¦n resalta en ¨¦l, cuenta, su forma de representar las luchas del individuo frente al mundo. ?C¨®mo lo hace?
Vald¨¦s Leal, el ¡°explosivo¡±
¡®Vida de san Ambrosio¡¯
Serie compuesta por siete cuadros
Vald¨¦s Leal, que fue una de las figuras m¨¢s relevantes, vivi¨® sin embargo a la sombra de la fama de Murillo y, como reacci¨®n, termin¨® desarrollando un estilo m¨¢s cercano a su temperamento ¡°bronco y explosivo¡±, en palabras de Port¨²s. ¡°Se trata de una pintura m¨¢s mat¨¦rica, m¨¢s expresionista, menos dada a la correcci¨®n formal¡±. Esos rasgos se reflejan tambi¨¦n en su forma de narrar. Cuando cuenta en sus cuadros escenas de la vida de san Ambrosio lo pinta con el rostro de su comitente Ambrosio de Sp¨ªnola, y no desaprovecha la ocasi¨®n para mostrar en todos ellos composiciones abigarradas, en las que incluso introduce referencias a edificios de la Sevilla de la ¨¦poca.
Una muestra fruto de la investigaci¨®n
La serie del hijo pr¨®digo de Murillo se conserva ¨ªntegra en la National Gallery de Dubl¨ªn, donde se restaur¨® recientemente con asesor¨ªa del Museo del Prado. Es una de las pocas de las que hay constancia de que pintara el autor sevillano. Aunque se desconoce qui¨¦n la encarg¨®, su recorrido hasta el d¨ªa de hoy se ha estudiado y trazado. Esta exposici¨®n es fruto de una exhaustiva investigaci¨®n cuyas conclusiones llevaron a escoger mostrar las seis piezas de la serie de Murillo junto con otras obras de car¨¢cter narrativo, otras 27 obras en total, provenientes en su mayor¨ªa de los propios fondos del Museo del Prado, a los que se suman cuadros de instituciones como la Academia de San Fernando, la Biblioteca Nacional o el Museo de Bellas Artes de Asturias.
Uno de los hallazgos de este proceso de estudio ha sido, por ejemplo, demostrar que las cuatro versiones en peque?as dimensiones de los cuadros del hijo pr¨®digo de Murillo que pint¨® el sevillano no fueron bocetos previos, sino recuerdos de la obra original, para tenerla presente tras haber sido entregada a su comitente.
El hijo pro?digo de Murillo y el arte de narrar en el Barroco andaluz
Hasta el 23 de enero de 2022
Exposicion organizada por