De secreto mejor guardado a para¨ªso recuperado
Si alguien quiere pisar la monta?a m¨¢s antigua de la pen¨ªnsula Ib¨¦rica tiene que ir a Guadalupe. Tambi¨¦n si quiere ver espl¨¦ndidos bosques atl¨¢nticos y un cielo l¨ªmpido por el que pasear por las estrellas. Junto a su monasterio, este pueblo mezcla aventura, ciencia e historia con su parador como v¨¦rtice desde el que conocerlo todo
Isabel la Cat¨®lica dec¨ªa que era ¡°su para¨ªso¡±, y como ¡°un jard¨ªn de flores muy escogidas¡± lo describe una jota extreme?a. Este enclave de la mancomunidad de Villuercas-Ibores-Jara, en la provincia de C¨¢ceres, donde viven alrededor de 13.000 personas, posee, a pesar de su reducido tama?o, dos espacios protegidos por la Unesco: el monasterio, patrimonio de la Humanidad desde 1993; y el geoparque, designado como tal en 2011 y considerado uno de los tres mejores del mundo.
Guadalupe es un vergel que re¨²ne maravillas insospechadas. Por ¨¦l es posible transitar las sierras geol¨®gicamente m¨¢s antiguas de la pen¨ªnsula Ib¨¦rica, tocar f¨®siles de las primeras formas de vida o sostener en la palma de la mano arena de playas de 300 millones de a?os. Todo, en un entorno de bosques de un verdor apabullante que tapizan las monta?as y recorrido por sendas en las que asomarse a contemplar, pastando en libertad, manadas de ciervos.
Y, junto a la naturaleza, la historia. Al monasterio de la localidad, que alberga el camar¨ªn con la talla de la virgen de Guadalupe ¡ªque tiene 640 advocaciones por el mundo y millones de feligreses¡ª, se unen lugares como la plaza de Santa Mar¨ªa, en la pila de cuya fuente dicen que Crist¨®bal Col¨®n bautiz¨® a los dos primeros americanos venidos en su carabela. Y, como hospedaje ideal desde el que lanzarse a la aventura por la comarca, el parador.
Dentro del parador
Un sol de primavera esparce su luz casi s¨®lida por todo el pueblo. Los naranjos y limoneros del claustro la tamizan y, bajo su sombra, el ambiente es ligero y el aire est¨¢ cargado de aroma de azahar. En el pretil de la fuente ¡ªsu arrullo se escucha desde todas las estancias¡ª se sienta Aitor Fern¨¢ndez, madrile?o que, como su hermana mayor, escogi¨® ¡°recrecer¡± en el lugar del que es oriunda su familia materna. As¨ª le llaman en la jerga cacere?a a lo que hacen aquellos que vuelven para establecerse aqu¨ª tras criarse, estudiar o trabajar fuera un tiempo.
¡°Cuando vienen mis amigos de Madrid flipan¡±, cuenta entusiasmado Fern¨¢ndez, especialista en energ¨ªas renovables y manitas del parador. ¡°Las rutas, los parajes del entorno son alucinantes. En primavera, puedes venir y ver a casi un centenar de ciervos juntos durante la berrea sin encontrarte con ning¨²n otro coche. Todos me dicen: ¡°Pero ?c¨®mo es posible que este lugar exista y la gente no lo conozca?¡±.
El asombro es com¨²n a todos los visitantes. Una pareja de alemanes afincados en M¨¢laga toman un caf¨¦ y, chapurreando espa?ol, prorrumpen en voz alta: ¡°?Y nosotros que cre¨ªamos que con C¨®rdoba lo hab¨ªamos visto todo!¡±. Eso es Guadalupe: un para¨ªso desconocido, un secreto bien guardado.
Naturaleza para los sentidos
Actividades y excursiones en el entorno del parador de Guadalupe
A cada curva de la carretera, durante el ascenso, la vegetaci¨®n luce m¨¢s imponente. Robles, casta?os. En Navatrasierras, a 35 kil¨®metros de Guadalupe, comienza la primera parada de la andanza, con una de las actividades que oferta el parador. All¨ª, en pleno monte, se instal¨® hace dos d¨¦cadas Gema P. Zubizarreta, cacere?a que tambi¨¦n regres¨® al valle a recrecer, junto con su marido Pepe Tasso. Ella se dedicaba antes a la quiropraxis y al teatro f¨ªsico y la expresi¨®n corporal, y ¨¦l, a la producci¨®n audiovisual. Hasta que sintieron que necesitaban ¡°campo¡±. As¨ª naci¨® el proyecto que regentan en la finca de Las Luc¨ªas: 58 hect¨¢reas con decenas de cabras (y borregos y pavos y patos y perros y tres potrillos) que son mucho m¨¢s que un alojamiento rural. La repoblaci¨®n ha devuelto el equilibrio al ecosistema, que necesita del ganado extensivo pastando y pisando su suelo para no degradarse. ¡°Este entorno estaba abandonado y en riesgo de ser devorado por los incendios¡±, afirma Zubizarreta que, mientras habla, se afana en mil tareas. ?Qu¨¦ es lo que pretend¨ªan? ?Qu¨¦ dir¨ªan que han logrado en 20 a?os? ¡°El que viene aqu¨ª aprende a valorar el entorno, entiende verdaderamente lo que significa vivir de forma sostenible, en comuni¨®n con lo que te rodea y consumiendo kil¨®metro cero¡±.
Quesos que salvan el monte
¡°Esta cabra es una de las favoritas de mi hija Catalina. Puedes orde?arla as¨ª, ?ves? La gente cree que hay que tirar. No¡±. Zubizarreta brega y, de manera did¨¢ctica, ayuda al visitante a orde?ar a unas cabras cuya leche, luego, urge a llevar adentro, para que el calor no la estropee y para que puedan ponerla r¨¢pido a cuajar. La cosecha de la ma?ana supera los 15 litros.
¡ªEnse?amos a los que nos visitan a hacer queso.
Cuajar al fuego midiendo la temperatura, desuerar y amoldar de manera tradicional¡ Gema muestra cada uno de los procesos. Los pastos de primavera, dice, dan la mejor materia prima para hacer los quesos, una actividad que suele concluir con una comida posterior, un asado en horno de le?a. ¡°Esto es una forma de vida y, ahora que vuelve a reivindicarse lo slow, lo lento, empaparse de esto puede ser un ejemplo de que otro mundo es posible, ahora que la amenaza clim¨¢tica es tan patente¡±.
El quinto clima y las maravillas que esconde el geoparque
Si, como Fray Gabriel de Talavera, el fraile que escribi¨® all¨¢ por el siglo XVI la historia de Guadalupe, dividi¨¦ramos el mundo en l¨ªneas imaginarias paralelas al Ecuador, el municipio cacere?o y los valles que lo rodean ocupar¨ªan lo que el monje denomin¨® ¡°el quinto clima¡±. Lo explican desde una loma al caer la noche Jos¨¦ Antonio Montero y Mar¨ªa Jos¨¦ Prieto en otra de las actividades que ofrece el parador. Estos dos ingenieros forestales que se conocieron en el Madrid de la movida, en la d¨¦cada de los ochenta, decidieron instalarse aqu¨ª y hacer realidad su sue?o y, en el cambio de siglo, fundaron la primera empresa de aventura y turismo natural de Guadalupe. ¡°El entorno del geoparque es de una diversidad incre¨ªble¡±, indica Montero, uno de los impulsores de la iniciativa que, con la colaboraci¨®n de todas las entidades locales, logr¨® la protecci¨®n por parte de la Unesco de los valles y es miembro del comit¨¦ cient¨ªfico que se dedica a la investigaci¨®n geol¨®gica en la zona. ¡°Contemplando este relieve de tipo apalachense y sabiendo lo que sabemos, el que visita estas serran¨ªas no solo viaja al pasado, sino que vislumbra c¨®mo puede ser el futuro¡±.
Anochece hasta que apenas se distingue nada a dos metros y solo un cielo l¨ªmpido aparece claro a la vista. Mar¨ªa Jos¨¦ Prieto, con indecible ma?a y la ayuda apenas de una linternita, monta el telescopio. ¡°?Aquella que se ve all¨ª es Vega, la estrella que m¨¢s brilla durante el verano! ?Hab¨¦is visto alguna vez un c¨²mulo de estrellas?¡±. Con su gu¨ªa, el visitante va paseando por las galaxias, asom¨¢ndose a verle de cerca esa cara como de tiza a la Luna. ¡°Nos encanta la astronom¨ªa. Tratamos, en todo lo que organizamos, de hacer divertida y cercana la ciencia¡±, explica Prieto, resaltando esa palabra: ciencia.
Jes¨²s, Isabel y Aitor recomiendan
¡°Mis padres se conocieron en la inauguraci¨®n de este parador, en 1965, y he crecido aqu¨ª. Conozco muy bien la zona y, para todos los que les guste el senderismo y la bici de monta?a, recomiendo la ruta de Alfonso XI, que era la que hac¨ªa el monarca para llegar hasta Guadalupe: 16 kil¨®metros a trav¨¦s de valles, pinares y robledales que asombran a cualquier visitante¡±
Jes¨²s Utrilla
Jefe de Administraci¨®n 38 a?os en Paradores
¡°Aunque soy de Hondarribia (Gipuzkoa), mis hijos ya son guadalupenses. Nuestro paseo favorito es la ruta que se conoce como del Arca del Agua, la construcci¨®n hidr¨¢ulica que realizaron los frailes en el siglo XIV. Es un camino asequible para cualquiera al que le guste el senderismo. El paisaje es precioso y muy relajante¡±
Isabel Mart¨ªn
Jefa de Recepci¨®n 26 a?os en Paradores
¡°Mi t¨ªo ten¨ªa un picadero cuando yo era peque?o y desde entonces monto a caballo. Por eso recomiendo la ruta a caballo que sube por el r¨ªo Guadalupejo pasando por varios molinos. La vegetaci¨®n se va cerrando tanto que te sientes en un bosque de pel¨ªcula y, cuando por fin se abre, tienes vistas a la sierra¡±
Aitor Fen¨¢ndez
Jefe de Mantenimiento 7 a?os en Paradores
Una m¨¢xima que contin¨²a a la ma?ana siguiente cuando, en el 4x4 de la pareja, da comienzo otra de las actividades que ofrece el parador. El recorrido por el valle se inicia en el mirador de la ermita del Humilladero, erigida en un estilo g¨®tico mud¨¦jar, a semejanza del templete del claustro del monasterio, un tesoro que no hay que dejar de visitar, como los cuadros de Zurbar¨¢n que el museo de la capilla atesora. Montero despliega sobre la mesa del merendero su arsenal de materiales y explica profesoralmente qu¨¦ f¨®siles pueden encontrarse en estas sierras, las primeras en haber emergido del fondo marino de entre las que conforman la orograf¨ªa de la pen¨ªnsula Ib¨¦rica: ¡°?Veis la arena de esta cajita? Aqu¨ª hace m¨¢s de 300 millones de a?os hubo playas¡±.
El siguiente alto en el camino se produce una vez alcanzados los 1.600 metros de la cima del risco de las Villuercas: desde arriba se abarcan cientos de kil¨®metros a la redonda de un simple vistazo; bosques y verde al norte, la dehesa al sur. ¡°Se ha rehabilitado la carretera y ahora pasa por aqu¨ª la Vuelta Ciclista¡±, cuenta Montero, que hace mucho hincapi¨¦ en un aspecto: ¡°En todos los pueblos dentro del l¨ªmite del geoparque la vida contin¨²a. No es un parque tem¨¢tico de la conservaci¨®n natural, porque entonces la poblaci¨®n local no podr¨ªa seguir habitando aqu¨ª. El que venga y se adentre en sus cuevas, sus bosques atl¨¢nticos, sus paisajes maravillosos, descubrir¨¢ tambi¨¦n algo a¨²n m¨¢s valioso: un lugar genuino y el contacto con sus gentes¡±.