Cada vez m¨¢s cerca, pero a¨²n lejos
Alberto Garc¨ªa termin¨® quinto, y primer europeo, en unos 5.000 metros ganados por el keniano Richard Limo
Como Luismi Berlanas en el 3.000 obst¨¢culos, como Fabi¨¢n Roncero en el 10.000, Alberto Garc¨ªa, el fondista de Vallecas, estuvo toda la carrera cerca de donde se coc¨ªan los asuntos, en el meollo de la cuesti¨®n. Cerca hasta el momento decisivo, poco antes de la ¨²ltima vuelta, los ¨²ltimos 600 metros, la distancia en que todos los esfuerzos, t¨¢cticas y estrategias deben cristalizar. Entonces vio, como lo vieron Berlanas o Roncero, que, una vez m¨¢s, el podio estaba imposible, que una vez m¨¢s los corredores africanos mostraban su clara superioridad. Pero tambi¨¦n vio algo nuevo. Cada vez hay menos distancia entre un continente y otro. "Cada vez estoy m¨¢s cerca y fui el primer blanco", dijo. Puedo ver la carrera de cerca, y actuar en ella. "En el ¨²ltimo 600 vi imposibles las medallas y no me hund¨ª, pude luchar para ser cuarto o quinto". Alberto Garc¨ªa era un hombre agotado y feliz. "He hecho todo lo que he podido, he salido valiente, he hecho una gran carrera, he salido a por todo, sin miedo, a disputar la victoria cara a cara".
En fase ag¨®nica ya, con las piernas ardiendo y los pulmones incapaces de procesar el ox¨ªgeno que le reclamaban los m¨²sculos, Garc¨ªa, el agradable chaval de Vallecas, se convirti¨® en los ¨²ltimos 200 metros en una furia que fue capaz de remontar y adelantar al franc¨¦s (nacido marroqu¨ª y nacionalizado hace tres a?os) Ismail Sghyr (se pod¨ªa, por otra parte, haber ahorrado el esfuerzo, ya que Sghyr fue descalificado despu¨¦s por usar en exceso los codos). Ya no pudo, en cambio, con otro keniano, John Kibowen. Fue un final de asfixia para una carrera corrida como un sprint desde el comienzo. Fue el m¨¦rito keniano. Un impecable trabajo de demolici¨®n hecho en equipo, como el d¨ªa del 10.000 que supuso el fin de la racha victoriosa de Haile Gebrselassie.
En esta ocasi¨®n, la faena era m¨¢s complicada. Aparte de los et¨ªopes hab¨ªa que neutralizar a Saidi-Sief, un argelino muy r¨¢pido, un especialista en 1.500 metros capaz de bajar de los 3.30, que, como en Sydney, a ¨²ltima hora se cambio a los cinco kil¨®metros por saber de la invencibilidad de El Guerruj en la prueba corta; y que como en Sydney termin¨® segundo despu¨¦s de exhibir una m¨¢s que limitada capacidad t¨¢ctica, sentido de la carrera. Adem¨¢s, Saidi-Sief estaba muy nervioso. Agobiado. "Yo ya sab¨ªa que Saidi-Sief no iba a ganar", dijo luego Garc¨ªa. "Le vi la cara en la c¨¢mara de llamadas y supe que no iba a ganar".
La sospecha se torn¨® en certeza ya en los primeros 400 metros de carrera. Dos kenianos fort¨ªsimos delante (Sammy Kipketer y Richard Limo) y un ritmo de infierno. 59s. Una exageraci¨®n. Como si fueran a batir el r¨¦cord del mundo. "Los kenianos salieron a muerte", explic¨® Garc¨ªa. En el 600 ya se qued¨® delante solo Sammy Kipketer, el m¨¢s joven de los tres kenianos (20 a?os), el sacrificado por la causa. ?l solo machac¨® al argelino, min¨® a los et¨ªopes, destroz¨® al resto. 2.32m en el primer mil. Como si fuera una carrera de 3.000. Kipketer abri¨® hueco, tens¨® la carrera, logr¨® que los et¨ªopes tiraran fuerte detr¨¢s, que Saidi-Sief, que ya no soportaba m¨¢s la tensi¨®n, perdiera el norte definitivamente; que poco a poco a Alberto Garc¨ªa se le fueran acabando las reservas.
A los 3.000 metros Saidi-Sief ya no resisti¨® m¨¢s y empez¨® a labrarse su desastre. Aceler¨® el ritmo, alcanz¨® a Kipketer y sigui¨® delante. Como si fuera capaz de irse solo simplemente bas¨¢ndose en acelerones sostenidos desde la cabeza, como si fuera a quitarse de encima a todos sus seguidores simplemente forzando la marcha de vez en cuando. "Es el problema de los atletas que apenas corren pruebas t¨¢cticas. Los corredores de meeting, acostumbrados a correr con liebres, se echan atr¨¢s normalmente cuando se quita de en medio el que marca el ritmo", dijo Garc¨ªa. "Y si se le sube gente detr¨¢s a la chepa, se ponen nerviosos y no saben qu¨¦ hacer".
As¨ª le pas¨® a Saidi-Sief. Gast¨® todas sus energ¨ªas en peque?os ataques desde lejos, ineficaces ante kenianos y et¨ªopes. S¨®lo logr¨® seleccionar el tr¨ªo que se jugar¨ªa las medallas. Para ganar el oro le faltaron fuerzas en la ¨²ltima recta.
Mejores fibras, mayor selecci¨®n natural, m¨¢s econom¨ªa de carrera
Los atletas del Este de ?frica, et¨ªopes y kenianos, sobre todo, han dominado en Edmonton todas las carreras de fondo. No es ninguna novedad. Es un hecho que se repite en todas las grandes competiciones, Mundiales y Juegos Ol¨ªmpicos, desde finales de los a?os 60. Es una realidad desalentadora para los atletas europeos y un desaf¨ªo para los mejores investigadores, para los grandes fisi¨®logos, que huyendo de simplezas racistas y de argumentos ideol¨®gicos, han buscado saber por qu¨¦ los naturales de aquellas regiones son tan superiores a los blancos.
Un primer argumento hist¨®rico, basado en concienzudos estudios, explica que la econom¨ªa de vida de aquellas regiones, la pervivencia de una sociedad dedicada a¨²n al pastoreo y la agricultura, aproxima a sus habitantes m¨¢s al modo de vida prehist¨®rico, cuando la caza era el ¨²nico medio de subsistencia, que al modelo capitalista, en el que el trabajo manual es cada vez menor. Y precisamente aquel modo de vida es el que m¨¢s cerca est¨¢ de explorar el potencial del ser humano como m¨¢quina fisiol¨®gica. A partir de ah¨ª, su capacidad de trabajo en entrenamiento, y de asimilaci¨®n, una vez aplicado todo el conocimiento t¨¦cnico desarrollado por los occidentales, es muy superior. Se entrenan m¨¢s y lo asimilan mejor.
El sueco Bengt Saltin, que trabaja en Copenhague, es uno de los grandes fisi¨®logos del siglo. Una de sus mejores investigaciones es la que ha llevado a cabo para descubrir las diferencias fisiol¨®gicas entre los atletas europeos y los africanos del Este (los del Oeste, como los nigerianos, son m¨¢s propensos a convertirse en atletas de velocidad, y no de resistencia). Y ha llegado a algunas conclusiones interesantes.
Los kenianos disponen de un VO2max (capacidad de consumir ox¨ªgeno, una condici¨®n sine qua non para destacar en deportes de resistencia) de m¨¢s de 75-80 ml/kg/min, que no les diferencia mucho de los mejores espa?oles, como Roncero o Berlanas. Y este par¨¢metro se debe a la gen¨¦tica, pero tambi¨¦n es mejorable con el entrenamiento. O sea que no es determinante en su superioridad con respecto a los blancos.
Un segundo punto en el que hay m¨¢s diferencias es que los fondistas africanos disponen de un muy alto porcentaje de fibras musculares de tipo I (lentas, aer¨®bicas y muy resistentes a la fatiga, las fibras necesarias para ser un gran atleta de fondo). Tienen m¨¢s no s¨®lo por gen¨¦tica, sino, sobre todo, por selecci¨®n natural. Los que m¨¢s porcentaje de fibras tipo I tienen son los que van triunfando y pasando todos los filtros, los campeonatos provinciales, nacionales, mundiales
Lo m¨¢s interesante de las precisiones de Saltin corresponde a lo que quiz¨¢s constituya la verdadera ventaja gen¨¦tica de los africanos. Su econom¨ªa de carrera est¨¢ m¨¢s perfeccionada que la de los blancos (gastan menos energ¨ªa para una determinada velocidad de carrera, a ritmo de competici¨®n), lo que les permite llegar m¨¢s enteros a la ¨²ltima vuelta. Esto se debe a que tienen unas extremidades inferiores (sobre todo debajo de la rodilla) muy ligeras. Adem¨¢s, por si fuera poco, producen menor cantidad (muy poca, de hecho) de un metabolito t¨®xico, el i¨®n amonio, que puede causar fatiga e incluso calambres.
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