Mestalla respira aliviado
El Valencia supera el miedo al abismo y se aleja de la cola al derrotar un Zaragoza muy apocado
Muy avaros toda la temporada, los jugadores del Valencia les han ofrecido escas¨ªsimos regalos a sus aficionados. Un pu?ado en la Copa del Rey y unos cuantos en la Liga. Ayer fue uno de ellos. El equipo de Voro super¨® el miedo al abismo y dio la mejor versi¨®n de s¨ª mismo. A lomos de un Baraja siempre preciso, un Villa infatigable y un Silva magistral, el cuadro de Voro impuso su convicci¨®n ante un Zaragoza apocado de principio a fin. Ni siquiera al final, tras la expulsi¨®n de Silva, el cuadro de Villanova se volc¨® sobre Hildebrand. Se entiende perfectamente que haya sido el segundo peor de la Liga fuera de su estadio. Nada que ver con el Zaragoza que arroll¨® al Depor hace unos d¨ªas en La Romareda.
El Valencia, campe¨®n de Copa |
As¨ª lleg¨® el Valencia a la final |
El Valencia tuvo un arranque impecable. Media hora de iniciativa, orden y talento. Villa, en todas las salsas. Un taconazo por aqu¨ª, un ca?o dentro del ¨¢rea por all¨¢, una lucha constante en todo el frente de ataque. Y a sus espaldas, un referente tranquilizador: Baraja, que hallaba la opci¨®n m¨¢s conveniente. Por delante, Silva ejerci¨® de cuchillo en la gelatinosa defensa zaragocista. Se col¨® una y otra vez entre los centrales. Se puso de perfil para recibir el pase interior de Baraja, amortigu¨® la pelota con un toque y la envi¨® raudo al otro palo. Raso y esquinado. M¨¦rito del pase de Baraja y del desmarque, control y remate de Silva, pero tambi¨¦n error del ayer lateral izquierdo Paredes, que no cerr¨® como deb¨ªa.
Aquello premi¨® la apuesta desinhibida del Valencia, en la que Vicente, la gran sorpresa de la alineaci¨®n, le daba una frescura inesperada. En el uno contra uno, siempre super¨® a Diogo, que lo caz¨® un pu?ado de veces como ¨²nica respuesta. Y, claro, como Vicente sufre unos tobillos de cristal, antes de acabar la primera parte ya estaba pidiendo el cambio, en esa cadena sinf¨ªn de lesiones.
Tan poca cosa fuera de La Romareda, el Zaragoza s¨®lo hizo acto de presencia cuando su jugador m¨¢s efervescente, Sergio Garc¨ªa, envi¨® un zurdazo que limpi¨® de polvo los guantes de Hildebrand. Fue, sin embargo, Luccin quien sac¨® lustre al exterior de su bot¨ªn derecho para enviar un pase medido entre los dos centrales a ?scar, cuyo mal control desbarat¨® una ocasi¨®n de oro. Eso le cost¨® a ?scar visitar la ducha en el descanso, lo que permiti¨® que Aimar pisara de nuevo el campo de Mestalla. Sin ning¨²n ¨¦xito. Impreciso y nervioso Aimar, el Zaragoza lleg¨® muy poco.
M¨¢s dispuesto a pisar campo contrario, Ayala, que volvi¨® como capit¨¢n a Mestalla, roz¨® el empate con un cabezazo desviado. Se lesion¨® el otro central, Chus Herrero, y Manolo Villanova decidi¨® reemplazarlo por el creativo Matuzalem. El pr¨®ximo en entrar ser¨ªa Diego Milito. La abundancia de hombres de ataque, sin embargo, no se tradujo en una avalancha de ocasiones.
El Valencia decidi¨® explorar el contragolpe y la especulaci¨®n. Bien dirigido, eso s¨ª, por un inteligente Baraja. El Zaragoza no se lanz¨® en tromba, sino que prefiri¨® un ataque tan escalonado como inocuo. Y qued¨® perjudicado cuando se lesion¨® Diogo. Villanova, que ya hab¨ªa hecho los tres cambios, no le pudo reemplazar.
Mestalla se puso a cantar exultante a falta de 10 minutos. Se sent¨ªa due?o de los tres puntos que le aseguraban la permanencia. Pero le quedaba sufrir mucho. Sobre todo desde que el ¨¢rbitro expuls¨® a Silva por protestar una falta que, efectivamente, no hab¨ªa cometido. El p¨²blico se volc¨® con su equipo y Voro premi¨® a Albelda con el final para que supliera al exhausto Villa.
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