Coser y cantar en San Mam¨¦s

Hac¨ªa tiempo, mucho tiempo, que el Athletic no disfrutaba de una tarde tan pl¨¢cida en San Mam¨¦s, algo as¨ª como una tarde de novena en la catedral, con una letan¨ªa que a veces se traduc¨ªa en gol (cuatro), a veces en c¨®rner (13), a veces en ?uy! (dos preciosos), a veces, incluso, en ingenio (Toquero volvi¨® a levantar a sus m¨¢s fieles). Eran cuentas del rosario que el Tenerife, blando, blandito, bland¨ªsimo, iba rompiendo de su rosario como alma que lleva el diablo. Al final se qued¨® solo con la cuerda vac¨ªa de cuentas, escu¨¢lida.

Mucho tuvo que ver un penalti a Toquero en el minuto 18 que transform¨® Llorente y acarre¨® la expulsi¨®n de Culebras. En ese minuto pasaron muchas cosas. Que el Tenerife dio por concluida su competencia, que el Athletic se quit¨® su fama de peor lanzador de penaltis quiz¨¢s del mundo y que el equipo del sancionado Caparr¨®s decidi¨® disfrutar del f¨²tbol y del viento racheado tras el vendaval ante el Anderlecht. Vio la presa y se fue a por ella sin mucho esfuerzo, sin correr demasiado. Poco le import¨® que el centro del campo tuviera que ser obligatoriamente improvisado, con Gurpegui e Iturraspe. Poco, que en las bandas asistieran dos tipos infrautilizados como Gabilondo y David L¨®pez, cuya languidez ha acabado por hartar a Caparr¨®s. Poco le import¨® porque no hab¨ªa oponente. Un equipo lento es un rival admirable para el Athletic, deseable, un cachorrillo en el desierto del Kalahari. Y en eso andaba el Tenerife, en su af¨¢n por tocar el bal¨®n (encomiable actitud), pero con muchas dificultades para recuperar la posici¨®n cuando perd¨ªa la pelota. Todo porque el Tenerife, probablemente es as¨ª, y sobre todo porque el mazazo del minuto 18 le hab¨ªa dejado tan noqueado que ya no se levant¨® sobre el c¨¦sped de San Mam¨¦s.

Andaba Oltra, el t¨¦cnico tinerfe?ista, dando vueltas a qu¨¦ hacer tras el penalti, si meter un central para guarecer la defensa, o si tirar un poquito m¨¢s adelante. Y tanto tard¨® que retras¨® a Mikel Alonso a la posici¨®n de central. Mal¨ªsima decisi¨®n. Sus dudas y su decisi¨®n le trajeron otro gol en contra tras dos toques de cabeza rojiblancos que dejaron solo a Toquero ante Aragoneses. Luego rectific¨®, pero ya estaba muerto.

El Athletic no s¨®lo era superior, sino que se sent¨ªa superior a un rival cuya mejor virtud fue el centenar de aficionados en un c¨®rner del campo. Eso es saber perder sin la m¨ªstica del sufrimiento, del martirio.

Porque all¨ª andaban cant¨¢ndole a Kome y con puyas a los canariones, cuando marc¨® David L¨®pez, solo, solito, y marc¨® Gabilondo, con un zurdazo de los suyos. Entre medias, Alfaro hab¨ªa mandado el bal¨®n a la escuadra como honrilla, como ratificando que es el mejor jugador del Tenerife, aunque no sirviera para nada. Pero ah¨ª queda eso, debi¨® pensar

En realidad, todo hab¨ªa nacido y muerto en el minuto 18, cuando aquel penalti de ¨¦sos que el argumentario popular califica de rigurosos. Y a partir de ah¨ª una jugada genial de Toquero que resucit¨® el lehendakari que seg¨²n una parte de la grada lleva dentro. Y una combinaci¨®n al contragolpe entre Muniain, Iraola y Etxeberria que no pudo ser gol. Ese f¨²tbol que sale m¨¢s fluido cuando las pulsaciones son m¨¢s leves, cuando todo es coser y cantar porque el rival se ha rendido de antemano y ni siquiera se solivianta con el castigo.