Marchena, Burrull, el caos...
Destructiva actuaci¨®n del central del Valencia, ins¨®lita del ¨¢rbitro y goleada de un gran Atl¨¦tico
Todos los focos se dirigir¨¢n al ¨¢rbitro, a P¨¦rez Burrull, especialista como es en dinamitar partidos de f¨²tbol, responsable, sin duda, de lo ocurrido a orillas del Manzanares , que estuvo a punto de resultar devastador para el Atl¨¦tico. Sin embargo, el P¨¦rez Burrull particular del Valencia fue Carlos Marchena, campe¨®n de Europa con la selecci¨®n m¨¢s admirada del planeta, capit¨¢n del Valencia, devastador para su equipo.
Un minuto se llevaba disputado cuando Simao recibi¨® en el centro del campo, en la banda izquierda, y all¨ª acudi¨® Marchena, que le dej¨® su particular recuerdo: una patada en el tobillo. El ¨¢rbitro le ense?¨® la tarjeta amarilla y a su guarida volvi¨® el central, ri¨¦ndose, moviendo la cabeza de un lado a otro, qu¨¦ cosas hace este tipo, pensar¨ªa, o algo as¨ª. S¨®lo un minuto despu¨¦s, Reyes intent¨® penetrar en el ¨¢rea y al suelo le mand¨® Marchena. Falta se?al¨® el ¨¢rbitro, y aqu¨¦l volvi¨® a re¨ªrse, a mover la cabeza, a negar lo evidente, a culpar al tipo aquel que, volver¨ªa a pensar el chico, no sabe lo que hace.
Atl¨¦tico 4 - Valencia 1
Atl¨¦tico de Madrid: De Gea; Valera, Perea, Ujfalusi, Antonio L¨®pez; Reyes, Tiago, Assuncao (Ra¨²l Garc¨ªa, m. 86), Simao (Salvio, m. 88); Forl¨¢n y ''Kun'' Ag¨¹ero (Jurado, m. 79).
Valencia: C¨¦sar; Miguel, Marchena, Dealbert, Alexis; Banega, Fernandes; Joaqu¨ªn (Pablo Hern¨¢ndez, m. 57), Silva, Mata (Maduro, m. 33); y Villa (Dom¨ªnguez, m. 70).
Goles: 0-1, m. 20: Silva, tras caracolear en el ¨¢rea. 1-1, m. 29: Forl¨¢n, de penalti. 2-1, m. 77: Ag¨¹ero, de cabeza tras una falta de Simao. 3-1, m. 85: Forl¨¢n pica el bal¨®n por encima de la salida de C¨¦sar. 4-1, m. 92: Jurado, con un disparo colocado.
?rbitro: P¨¦rez Burrull (C. C¨¢ntabro). Expuls¨® con roja directa a Marchena (m. 27) y Miguel (m. 82), ambos del Valencia. Amonest¨® al local Antonio L¨®pez (m. 45) y Salvio (m. 90) y a los visitantes Alexis (m. 42), Banega (m. 54) y Fernandes (m. 84).
Incidencias: partido correspondiente a la vig¨¦simo cuarta jornada de Liga en Primera Divisi¨®n, disputado en el estadio Vicente Calder¨®n ante unos 52.000 espectadores.
Naci¨® el partido, m¨¢s all¨¢ de la destructiva (para su equipo) actuaci¨®n de Marchena, con el Atl¨¦tico enchufado, ¨¢gil en la transici¨®n (enorme Tiago), llegando con facilidad y amenazando con algo grande gracias a un Reyes sencillamente majestuoso. Logr¨® el Valencia frenar el mon¨®logo de su rival, dormir el partido; logr¨®, incluso, frenar a Reyes, aunque de mala manera. Lo hizo Banega, que zancadille¨® descaradamente al sevillano dentro del ¨¢rea en lo que result¨® un penalti de libro para todos menos para Burrull y su auxiliar, que no vieron la jugada o, si lo hicieron, no consideraron punible semejante atropello.
Explot¨® el Calder¨®n y, alucinados como se quedaron, ning¨²n jugador del Atl¨¦tico estuvo presto a Joaqu¨ªn, a su pase largo, a la carrera de Silva, que se plant¨® en el ¨¢rea sin que Perea pudiera hacerle frente, que encar¨® a De Gea, quien aguant¨® en pie y consigui¨® rechazar en corto el primer disparo de Silva. Pero volvi¨® a caer el bal¨®n en las botas del centrocampista. Y ¨¦ste, sobr¨¢ndole como le sobra la magia, se fue yendo al centro hasta encontrar el hueco entre el portero y el poste.
Se com¨ªan los rojiblancos al ¨¢rbitro, algo a lo que Burrull, dada su explosiva trayectoria, debe estar m¨¢s que acostumbrando. Pero en tama?o delirio no entr¨® Reyes. Porque lo suyo, como lo de Silva, era otra cosa. Se llama f¨²tbol. Y agarr¨® el bal¨®n el extremo, y galop¨® por la derecha, y se fue de uno, dos, tres rivales, y apur¨® hasta la l¨ªnea de fondo, y remont¨® hacia el centro, y amenaz¨® con el pase de la muerte antes de estrellar la pelota en la base del palo, qu¨¦ lujo, qu¨¦ maravilla la de un futbolista que ha regresado al altar.
Y de golpe, el caos. Fall¨® el Valencia y el bal¨®n le cay¨® a Ag¨¹ero, que penetr¨® en el ¨¢rea junto al inefable Marchena. Acert¨® el Kun en el regate, cay¨® al suelo el defensa y, cuando el argentino se iba, Marchena, tramposillo ¨¦l, reba?¨® el bal¨®n con la mano desde el piso. De nada, absolutamente de nada, se enter¨® Burrull.
La marimorena fue aquello. Los diez jugadores del Atl¨¦tico rodearon al ¨¢rbitro, 45.000 gargantas comenzaron a rugir en las gradas y Burrull not¨®, por fin, que algo no iba bien. Con el rostro demudado pidi¨® calma y hacia el cuarto ¨¢rbitro se fue, ya acompa?ado de varios jugadores del Valencia, que se tem¨ªan lo peor. Su ayudante le inform¨® de lo ocurrido y Burrull sac¨® la roja a Marchena y se?al¨® penalti. Los de Emery se echaron las manos a la cabeza y al vestuario se fue Marchena, ri¨¦ndose, moviendo la cabeza, estar¨¢ loco este t¨ªo, debi¨® pensar, mira que considerar penalti una mano dentro del ¨¢rea... Marc¨® Forl¨¢n la pena m¨¢xima, cogi¨® de la red el bal¨®n C¨¦sar y al cuarto ¨¢rbitro se lo arroj¨® sin que el ¨¢rbitro, de esto tampoco, se diera por enterado. El f¨²tbol, por entonces, hab¨ªa dimitido. Todo eran malos gestos, muecas de incredulidad, miradas inquisidoras hacia P¨¦rez Burrull, dudando los valencianistas si pod¨ªa ¨¦ste consultar al cuarto ¨¢rbitro. Pues pod¨ªa.
El descanso tranquiliz¨® los ¨¢nimos y, durante unos minutos, el Valencia, pese a jugar con 10, gobern¨® el partido. Hasta que el esfuerzo le pas¨® factura. Entonces se agigant¨® Ag¨¹ero a la misma velocidad que lo hizo C¨¦sar. El portero sac¨® los lanzamientos de Simao, Reyes y uno, dos y hasta tres zapatazos del Kun, que pidi¨® el cambio, agotado como estaba, cojo tambi¨¦n, incapaz de mantenerse en pie. Pero se mantuvo un instante, el suficiente como para cabecear la falta lanzada por Simao.
Y se acab¨®, ya s¨ª, el Valencia. Apareci¨® en escena Jurado para regalarle un pase a Forl¨¢n que ¨¦ste mand¨® a la red con su acostumbrada habilidad, y para firmar el cuarto gol, otra maravilla en un partido repleto de ellas que, sin embargo, se recordar¨¢ de por vida por la desquiciante actuaci¨®n de P¨¦rez Burrull, al fin y al cabo un mal, p¨¦simo ¨¢rbitro, pero no por la de Marchena, un buen futbolista, capaz de lo imposible: derrotar a su propio equipo.
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