Drogba firma el 'doblete' del Chelsea

Drogba impuso en Wembley, ante 88.300 espectadores, la ley del m¨¢s fuerte. Su fabuloso golpeo de falta con el interior de la bota derecha inclin¨® la balanza hacia el lado del poderoso Chelsea, que colecciona tres Ligas, tres Copas y dos Carling Cups en los ¨²ltimos seis a?os, desde que el millonario ruso Roman Abramovich reg¨® de oro el vestuario de Stamford Bridge. La asignatura pendiente sigue siendo Europa. En total, es la sexta Copa de la historia de los blues, vencedores tambi¨¦n este curso de la Liga, en su primer doblete, s¨¦ptimo equipo ingl¨¦s en lograrlo de las 10 veces que se ha consumado. Otro triunfo incontestable, en su primera temporada como t¨¦cnico del Chelsea, de Carlo Ancelotti, que ya hab¨ªa ganado cuatro Copas de Italia como jugador y una como entrenador.

Los hinchas del Portsmouth terminaron cantando y festejando como si de un ¨¦xito se tratara. Lo fue a su manera. Llegar a la final y caer con dignidad despu¨¦s de una temporada tan tormentosa. El h¨¦roe fue James, par¨¢ndolo casi todo, y Boateng el villano; no s¨®lo se carg¨® a Ballack en una entrada criminal, sino que desperdici¨® despu¨¦s un penalti que habr¨ªa abierto las puertas al cuento de hadas. El que ofrec¨ªa un partido de contrastes tan afilados: el ¨²ltimo clasificado contra el campe¨®n de Liga, el club m¨¢s arruinado contra el m¨¢s opulento. David contra Goliat.

El club de Fratton Park se present¨® en la final con el orgullo de haber eliminado al Tottenham en semifinales tras haber superado todas las vicisitudes posibles: cuatro propietarios en un a?o, una deuda de unos 250 millones de euros, nueve puntos de sanci¨®n en la Liga y el descenso que lo env¨ªa a una Segunda Divisi¨®n de donde huir¨¢n la mayor¨ªa de los que disputaron ayer la final. Le quedaba la honra de sus jugadores y un entrenador, el israel¨ª Avram Grant, que se ha ganado un hueco en el coraz¨®n de la hinchada. El hombre de negro, ex del Chelsea, ha demostrado que no fue un capricho de Abramovich cuando sustituy¨® a Mourinho al frente de los blues en septiembre de 2007. Y perdi¨® aquella Champions por el penalti en que se resbal¨® Terry ante el Manchester United.

Lesionados Essien, Obi-Mikel y Deco, Ancelotti tuvo que improvisar a Ballack como medio centro de contenci¨®n, un marr¨®n para el futbolista alem¨¢n, de 33 a?os, sin cuerpo ni mentalidad para esa posici¨®n. Una p¨¦rdida suya de bal¨®n propici¨® la ¨²nica ocasi¨®n del Pompey en un remate a bocajarro de Piquionne que sac¨® Cech en una mano instintiva, de puros reflejos. Ballack se vio envuelto en varios rifirrafes con rivales y uno de ellos, Boateng, se cobr¨® una venganza: un hachazo al tobillo del capit¨¢n de la selecci¨®n germana que acab¨® con ¨¦ste en la ducha antes del final de la primera parte. Y como tampoco hab¨ªa medios centros en el banquillo, entr¨® el lateral derecho Belletti para cumplir esa funci¨®n.

A esa falta, a unos 35 metros de la porter¨ªa, acudi¨® Drogba. Demasiado lejos para cualquier otro jugador. No para ¨¦l, que envi¨® el bal¨®n por encima de la barrera para que cayera como una bomba justo debajo del larguero. Lo detuvo James antes de que botara en la raya de gol mientras el delantero marfile?o reclamaba que el bal¨®n hab¨ªa entrado. Fue el parad¨®n de David James, otrora Calamity James, envejecido con dignidad, a punto de cumplir los 40, hasta ser incluido entre los tres porteros ingleses elegidos por Capello para el Mundial. Tras estrellar cuatro balones en los palos, el Chelsea pensaba que era cuesti¨®n de tiempo y de paciencia. Y el Portsmouth entendi¨® que s¨®lo pod¨ªa salvarse con un milagro y la portentosa actuaci¨®n de James, sonriente mientras enfilaba el vestuario de Wembley.

Desnortado el Chelsea tras la reanudaci¨®n, Belletti cometi¨® un penalti de libro sobre Dindane. Lo arras¨® dentro del ¨¢rea. Era la ocasi¨®n de su vida para Boateng, pero pifi¨® el disparo, raso y mordido al centro de la porter¨ªa, donde le esperaba la larga pierna izquierda de Cech. Boateng firm¨® la defunci¨®n del Pompey. En la jugada siguiente respondi¨® Drogba con su fiereza habitual. Penetr¨® y recibi¨® la falta en su rinc¨®n favorito, ligeramente escorado a la izquierda de la corona del ¨¢rea. Le peg¨® como siempre, pero esta vez busc¨® el palo largo, en un vuelo a menos de un metro del c¨¦sped y muy ajustado al palo izquierdo. La final 131 de la Copa inglesa, pese al penalti que envi¨® fuera Lampard, ya estaba en el bolsillo del Chelsea.