"En mi barrio hay m¨¢s pistolas que balones"
Es el jugador creativo, el que ali?a el f¨²tbol f¨ªsico de Sud¨¢frica con su ingenio y pie. "El equipo vive de las asistencias y los espacios que genero", asegura Steven Pienaar (Johanesburgo; 1982), media punta de los Bafana-Bafana. Religioso hasta el extremo, inconformista dentro y fuera del campo por una infancia m¨¢s que complicada, Schillo -como le llaman en el vestuario- es la estrella del equipo anfitri¨®n. Por eso le duele la desastrosa participaci¨®n de Sud¨¢frica, hasta el punto de que cambia de tercio cuando se le recuerda el paso de la selecci¨®n por el Mundial. Hoy se juegan seguir vivos en el torneo ante Francia, tan denostada como vencida.
Pregunta. ?C¨®mo se ha tomado Sud¨¢frica los malos resultados de la selecci¨®n?
Respuesta. Mal, claro. Es muy doloroso. No queremos ser un anfitri¨®n de papel. El pa¨ªs se ha preparado para esto durante a?os y estamos fallando. Hay mucho sufrimiento. Es un tema desagradable y solo puedo prometer lucha y orgullo en el ¨²ltimo partido. Punto.
P. ?Qu¨¦ ha fallado?
R. Todo. En el primer partido pudimos vencer a M¨¦xico pero nos despistamos al final. En el segundo, todo sali¨® al rev¨¦s. Sabemos cu¨¢les son los errores pero es posible que no nos d¨¦ tiempo a subsanarlos. En el apartado personal, no he estado bien. Si el equipo no gana, no puedo estar bien. Yo tengo que inventar pases y crear espacios, de eso vive la selecci¨®n. Pero no quiero hablar m¨¢s hasta que acabe nuestro Mundial. Lo paso mal como todo mi pa¨ªs.
P. ?Siente m¨¢s presi¨®n por ser la estrella de Sud¨¢frica?
R. No soy la estrella. Pero s¨ª me siento muy querido. En el vestuario, sin embargo, a todos nos exigen por igual. Algunos somos m¨¢s veteranos y debemos dar m¨¢s. La prensa es cr¨ªtica con los de Europa y da m¨¢s bula a los locales. Pero todos tenemos que jugar a lo mismo y por el mismo objetivo. Ahora se ha complicado mucho la historia, pero no podemos bajar los brazos. Hay que so?ar por m¨¢s que estemos casi eliminados. A Francia se le puede ganar, como ya demostr¨® M¨¦xico. El problema es que ya no dependemos de nosotros. Ha sido un desastre y nuestra obligaci¨®n es luchar. Tenemos que hacerlo por la gente, por las ra¨ªces, por nuestros barrios.
P. Dicen de su barrio, Westbury, que es un lugar terriblemente peligroso. ?Es cierto?
R. S¨ª, el que m¨¢s de Johanesburgo. Las pistolas est¨¢n a la orden del d¨ªa, hay mucha droga, tr¨¢fico de cualquier cosa... Hay todo lo que no te gustar¨ªa tener para tus hijos cuando crecen. Hay bastantes m¨¢s pistolas que balones. Pero eso es porque tener un arma es una cuesti¨®n de supervivencia.
P. ?Le salv¨® el f¨²tbol?
R. Eso y mi madre. Mi infancia fue dura pero mam¨¢ nos sac¨® hacia delante a los tres. Ella limpiaba suelos para mantenernos y a veces ten¨ªa cinco trabajos a la vez. Lo hac¨ªa sola porque mi padre ten¨ªa muchos problemas con la bebida. Y yo me intentaba evadir de la realidad ayud¨¢ndola o jugando con la pelota. La verdad es que no me interesaba demasiado estudiar. Pero mi casa era muy pobre. As¨ª que a veces hac¨ªa recados, llevaba cosas. Simples intercambios. Por suerte, nunca trabaj¨¦ para g¨¢ngsteres ni con drogas. Repart¨ªa peri¨®dicos, vend¨ªa souvenirs.
P. Y cuando ten¨ªa tiempo, jugaba con el bal¨®n...
R. Claro. A m¨ª el f¨²tbol me lo ense?¨® la calle, me lo transmitieron los ni?os del gueto. Los chavales de Westbury jug¨¢bamos por todos los rincones. Y cuando no ten¨ªamos pelota, hac¨ªamos partidos con las piedras. Al pasar los a?os, disput¨¢bamos encuentros entre barrios. Pero yo no jugaba por dinero, sino por peque?as recompensas, como caramelos.
P. Supongo que no todos siguieron su camino, ?verdad?
R. Hab¨ªa ni?os que jugaban mejor que yo. Pero esto no es solo cuesti¨®n de t¨¦cnica, sino tambi¨¦n de cabeza. Por desgracia, se han muerto bastantes amigos m¨ªos y hay otros tantos en la c¨¢rcel. Los llamo de vez en cuando. Yo no me olvido de ellos ni de sus problemas porque si no tuviera el f¨²tbol, seguramente yo tambi¨¦n estar¨ªa all¨ª. Pero siempre que voy a Sud¨¢frica, paso por el barrio. Me miran y me tratan muy bien. No hay envidia, sino que me respetan porque soy alguien y porque no me ha subido a la cabeza. Es complicado no creerse el rey del Mundo. Por fortuna, Dios me ha ayudado a ser humilde y mis ra¨ªces tambi¨¦n. De lo contrario, ahora no podr¨ªa entrar en mi barrio. Soy muy religioso, rezo d¨ªa y noche.
P. ?Hay algo que le d¨¦ miedo?
R. Nada. O¨ªr disparos y balas perdidas en la oscuridad como m¨²sica de buenas noches es un gran remedio. Nada me da miedo. Y cuando escucho los temores de la gente, me entra la risa.
P. ?Qui¨¦n eran sus ¨ªdolos de ni?o?
R. El Doctor Khumalo y John Moshoeu. Dos futbolistas sudafricanos con mucha clase. Creces admir¨¢ndolos porque tocaban el bal¨®n y no part¨ªan las piernas. Del f¨²tbol internacional, me fij¨¦ en Tot¨® Schillacci. Por eso me llaman Schillo. Eso era en la ¨¦poca de infantil, cuando no ten¨ªa siquiera botas, ni equipaciones. El vestuario era un toldo. El campo, de tierra y piedras. Las porter¨ªas, con las ramas de los ¨¢rboles.
P. ?Es cierto que le hicieron pruebas en el Ajax y el Leeds cuando era juvenil?
R. S¨ª, pero me fui demasiado joven. No ten¨ªa experiencia y no estaba acostumbrado a ese nivel de exigencia y de entrenamientos. Acababa destrozado. Lo ¨²nico que recuerdo es que en esa ¨¦poca estaba siempre cansado. Pero no me rend¨ª. As¨ª que me fui al Ajax Cape Town y me nombraron el mejor deportista de la Liga. As¨ª que en Groningen, en un torneo, me observ¨® de nuevo el Ajax y me dio una segunda oportunidad que ya no desaprovech¨¦.
P. Luego pas¨® por el Dortmund sin demasiado ¨¦xito...
R. All¨ª no era titular. Hubo tres entrenadores en la misma temporada, un baile innecesario. Era un pa¨ªs nuevo, no conoc¨ªa el idioma y un par de amigos murieron en Sud¨¢frica. La suma me conden¨®. As¨ª que me fui a la Premier. Eso fue un sue?o, pero en esta vida hay que tener ambici¨®n. Ans¨ªo jugar la Champions y ganar la Liga. Espero que ocurra en el Everton, pero nunca se sabe. Debo estar centrado.
P. Pero algunos le tildan de irresponsable cuando recuerdan que la polic¨ªa le detuvo ebrio al volante. ?Qu¨¦ opina?
R. Que en parte tienen raz¨®n. Fui un irresponsable. Comet¨ª un error, me di cuenta y no lo har¨¦ nunca m¨¢s. Estoy pagando por ello. Obviamente y como a todos los chicos, me gusta salir de fiesta, pero dentro de unos l¨ªmites. Desde ahora, conducir¨¦ coches peque?os. Pero soy responsable; me cuido mucho. El nutricionista del Everton no pasa una, cumplo las horas de sue?o y estoy bien f¨ªsicamente. Quiero demostrarlo en Sud¨¢frica.
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