Camacho, en horas bajas

Pit¨® el ¨¢rbitro el inicio del partido y resulta que hab¨ªa tres en juego: el del Osasuna, reiterativo, impreciso, nervioso; el del Levante, asumiendo las dificultades del pobre del campeonato; y el de Camacho, al que la grada del Reyno de Navarra le pidi¨® que se fuera desde el minuto 1 hasta el 92 .

Ni siquiera el gol de Pandiani, en el minuto 72, gol de delantero pele¨®n y listo, le libr¨® de la sentencia de un sector del antiguo Sadar. Cuando empat¨® el Levante, siete minutos despu¨¦s, con un disparo de Sergio medido y mordido, al mismo tiempo, los gritos no arreciaron, simplemente siguieron siendo la ¨²nica m¨²sica de un estadio que habitualmente se entregaba a su equipo a cambio de lo que fuese. Ya no.

Osasuna se ha despersonalizado tanto que ni se reconoce al equipo ni se reconoce al p¨²blico ni se reconoce a su presuntamente corajudo entrenador. Osasuna es un equipo liviano, lento incluso, impreciso, al que el ¨²nico coraje se le advierte en las piller¨ªas de Pandiani y en los tour de force de Aranda. Nada para sacar pecho ante un Levante que tambi¨¦n saca pecho con Jord¨¢ y se f¨ªa de las habilidades de Rub¨¦n y la experiencia de Sergio.

Por eso todo ol¨ªa a alcanfor, a f¨²tbol rancio, de golpeo, de buenas intenciones y malas realizaciones para malgastar una primera mitad con el ruido de fondo del "Camacho vete ya" como un estribillo de plaza de pueblo. A Osasuna le falta y le sobra calma. Se la quiere dar Soriano, pero se excede, aunque el gol de Pandiani fuera fruto de su insistencia. Al Levante le falta pegada. Est¨¢ armado para tocar pero no para rematar.

Pandiani le rob¨® la cartera a los centrales en el gol, porque cuerpo a cuerpo es un genio. Lo m¨¢s definitorio de Osasuna fue el gol, del empate de Sergio, tras una falta ladeada. Todo Osasuna se meti¨® en el ¨¢rea, Sergio se qued¨® fuera y la caz¨®. Fue un juego de ni?os y el Reyno de Navarra clam¨® contra el rey.

Osasuna 1 - Levante 1