Descontento en El Sardinero
Racing y Valencia pagan con un empate insatisfactorio su miedo y su prudencia.- El magnate indio Ahsan Al¨ª Syed, nuevo propietario del conjunto c¨¢ntabro, debuta como presidente
Estrenaba due?o el Racing, el empresario indio Ali Syed, que, por fin, se sentaba en el palco, junto a Francisco Pern¨ªa, el presidente de la sociedad an¨®nima, y Miguel ?ngel Revilla, el de la sociedad c¨¢ntabra no an¨®nima. El equipo era el mismo. A¨²n no le ha dado tiempo para apurar un par de fichajes que demuestren el empuje de su presencia. Se habla de unos y otros, pero, mientras tanto, el Racing tira de la frialdad de Kennedy, para gobernar los partidos desde el costado derecho, y la zurda de Adri¨¢n, en el otro, para habilitar a tipos m¨¢s calientes como el argentino Ariel o el argelino Lacen. Es curioso, el Racing, todo coraz¨®n, es gobernado por tipos fr¨ªos, casi g¨¦lidos, que ponen el contrapunto a un equipo compulsivo. Pero el asunto funcion¨®. Entre otras razones, porque al Valencia, sin nuevos due?os ni m¨¢s asuntos colaterales de los que ya tiene, le falta personalidad en el campo. O le falt¨® ayer, incapaz de generar ni una sola ocasi¨®n de gol en toda la primera mitad, ahogado en las bandas y obturado por el centro, donde Banega no encontraba ni el sitio ni el tacto y el resto se contagiaba de la rutina que arruinaba al inexistente Aduriz y, sobre todo, borraba del partido a un Valencia tan gris y tan poco sutil que parec¨ªa demasiado liviano.
RACING 1 - VALENCIA 1
Racing: To?o; Francis, Henrique, Torrej¨®n, Christian (Cisma, m. 65); Kennedy, Colsa, Lacen, Adri¨¢n (Iv¨¢n Bolado, m. 81); Rosenberg (Arana, m. 65) y Ariel. No utilizados: Mario; Osmar, Pinillos y Arcas.
Valencia: Guaita; Bruno (Miguel, m. 72), Stankevicius, Ricardo Costa, Mathieu; Maduro; Joaqu¨ªn (Soldado, m. 46), Banega, Tino Costa, Pablo (Chori Dom¨ªnguez, m. 46); y Aduriz. No utilizados: Sa¨²l; David Navarro, Topal y Alba.
Goles: 1-0. M. 32. Ariel, de cabeza. 1-1. M. 77. Tino Costa, desde el pico del ¨¢rea.
?rbitro: ?lvarez Izquierdo. Expulso a Navarro (m. 52), en el banquillo; R. Costa (m. 89) y Lacen (m. 90) y amonest¨® a Rosenberg, Ariel, T. Costa, Henrique y Stankevicius.
Unos 16.000 espectadores en El Sardinero.
No necesit¨® demasiado el Racing para adelantarse en el marcador. Un saque de esquina sin peligro lo convirti¨® la defensa valencianista en una acci¨®n impagable con un rechace hacia atr¨¢s de Tino Costa que Ariel cabece¨® jug¨¢ndose el bigote ante Guaita. Era el premio a la sensatez y el atrevimiento del Racing frente a un Valencia rutinario, como despose¨ªdo de argumentos, sin medio campo y asustadizo en todas sus l¨ªneas.
El gol fue m¨¢s casual que elaborado, pero el Racing se antojaba m¨¢s voluntarioso y atrevido que un rival, si no acomodado, confundido. Era el territorio de Kennedy, que aprovechaba las espaldas del ofensivo Mathieu para generar una sensaci¨®n de peligro m¨¢s aparente que real, pero igualmente productiva.
No hab¨ªa ocasiones, pero hubo un gol, lo que oblig¨® a Emery a cambiar de planes y dar entrada a Soldado y Chori Dom¨ªnguez como si quisiera cambiar de golpe no solo el dibujo, sino tambi¨¦n la mentalidad de su equipo en busca de las ganas de ganar.
Al menos recuper¨® el bal¨®n, el dominio, la jerarqu¨ªa del partido. El Racing dio un paso atr¨¢s. O dos, empujado por un Valencia m¨¢s desesperado que t¨¢ctico, pero m¨¢s racional con las posibilidades que le da la plantilla de la que dispone. Chori era un peligro con su sutileza y Aduriz pod¨ªa caer a las bandas sabiendo que a las espaldas estaba Soldado para lo que fuera oportuno. Y el Valencia se adue?¨® del partido, pero ten¨ªa las u?as cortadas. El Racing era consciente de que su tarea era resistir m¨¢s que buscar mayores premios a los que pod¨ªa concursar.
Quedaba la duda de por qu¨¦ el Valencia apostaba con tan poca carta desde el principio para acabar jugando casi con las cartas descubiertas y un poco a la desesperada. Tan desesperado estaba que el gol del empate lleg¨® en una jugada ensayada en un saque de esquina enviado al pico del ¨¢rea, donde Tino Costa la rompi¨® por la escuadra que defend¨ªa un sorprendido To?o. Ven¨ªa a ser como la justicia de los pobres: sentencias desesperadas en una noche oscura para unos, primero, y para otros, despu¨¦s. Y todos, descontentos.
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