Tiger, el regreso del hipnotizador
El Tigre vuelve hambriento a pelear por un grande y recupera destellos de su mejor juego
Tiger Woods ten¨ªa 11 a?os cuando empez¨® a experimentar con la hipnosis. Su padre, Earl, un veterano de la guerra de Vietnam, present¨® al chico a un compa?ero del ej¨¦rcito experto en controlar la mente. En ese camino para hacer del ni?o el mejor golfista de la historia, Earl pensaba que no era suficiente con que el peque?o Tiger llevara jugando al golf desde los dos a?os. Necesitaba aprender a dominar su cabeza. Woods entr¨® en el terreno de los poderes mentales e incluso experiment¨® con la autohipnosis. Las t¨¦cnicas de relajaci¨®n y concentraci¨®n le han acompa?ado hasta ahora. Cuando se mueve por el campo, el Tiger habitual parece aislado del mundo. Nunca desv¨ªa la mirada de la calle, el green o el tee siguiente. Siempre persigue la bola. Y cuando la bola no est¨¢ en juego, clava sus ojos en el suelo y pasa como un zombi entre los pasillos de aficionados. Ni mira ni escucha. Solo ayer, durante unos momentos m¨¢gicos, se empap¨® de toda la magia de Augusta y el calor de la gente.
Todo en Tiger han sido r¨¦cords y mitos derribados. Es el primer deportista en llegar a los 1.000 millones de d¨®lares en ganancias, seg¨²n la revista Forbes. Es el mejor atleta de la pasada d¨¦cada seg¨²n Associated Press, por delante de Lance Armstrong y Roger Federer. Es el jugador que ha llevado el golf a una nueva dimensi¨®n. "Tiger ha hecho m¨¢s por el golf de lo que yo podr¨¦ hacer nunca. Ha roto barreras", dijo Rory McIlroy durante el Masters. Un ejemplo: a finales de 1996, el a?o anterior a que Tiger ganara su primer grande, el n¨²mero 100 de la clasificaci¨®n mundial era el ingl¨¦s Barry Lane. Ese a?o gan¨® 128.000 euros. Saltemos a finales de 2010. El n¨²mero 100 fue el gal¨¦s Jamie Donalds. Se meti¨® en el bolsillo 748.000, casi seis veces m¨¢s que un golfista en esa posici¨®n antes del advenimiento de Woods.
Las ausencias de Tiger por las lesiones y sus problemas personales -se retir¨® del golf desde finales de 2009 hasta abril de 2010 por una infidelidad matrimonial- pusieron en jaque al golf. Se marcharon patrocinadores, bajaron las audiencias y se resintieron los premios. Por eso la vuelta a la cima de Woods, en su persecuci¨®n hacia los 18 grandes de Jack Nicklaus, ha sido tan esperada. Tiger no gana un t¨ªtulo desde hace 17 meses y su ¨²ltimo major lo conquist¨® cojo en el Open de Estados Unidos de 2008. Su juego, sin embargo, ha vuelto definitivamente. Los ¨²ltimos nueve hoyos de Tiger en la segunda ronda del Masters, con una sucesi¨®n de birdies, devolvieron al gran jugador que domin¨® el circuito. Y ayer volvi¨® a mostrar parte de su esplendor. "Tiger era Dios", explica Miguel ?ngel Jim¨¦nez, "y de repente se le vino el mundo encima. Deber¨ªan haberlo dejado vivir en paz. Le han sometido a una masacre y eso le ha afectado en el juego. Si vas a darle a la bola y est¨¢s con la cabeza en otra parte, es imposible que juegues bien". Tiger ha vuelto. Puede que le haya ayudado cierta estabilidad personal: ahora tiene a sus hijos una semana de cada dos, y su casa est¨¢ cerca de la de su exmujer, en Florida.
La grada busc¨® nuevos h¨¦roes. Mickelson es el hijo de un piloto del ej¨¦rcito, el hombre que se cas¨® con una animadora de los Phoenix Suns, el padre formal de tres hijos y el jugador que lleva 20 a?os con su caddie, su amigo Bones. La gente admiraba a Tiger, pero amaba a Mickelson. Ahora ha aparecido Ricky Fowler, un talento de 22 a?os. Pero el rey Tiger sigue muy vivo. Con m¨¢s hambre que nunca.
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